Aquella chica que fue a OT con 18 años.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

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Hacer una entrevista con Bea Porrúa en una sección como ??¿Qué fue de…??? es un tanto engañoso. Porque ella, en realidad, no ha parado, nunca ha dejado de estar ahí. Quizás ahora se encuentra en un plano más oscuro, más secundario, pero ha seguido cantando y viviendo la música desde que hace casi diez años se convirtiese en la primera artista
de la provincia de Pontevedra en participar en Operación Triunfo. Bea (Pontecesures, 1984) cumplió con creces y se quedó a un paso de conseguir una de aquellas carreras musicales que, también hay que decirlo, no garantizaban el éxito.

«Yo tenía 18 años recién cumplidos», cuenta ahora Bea. «Fui a Operación Triunfo porque nunca me había presentado a un casting y el de OT fue el primero que salió en la tele. Acudí sin ninguna pretensión de nada. Ya estaba estudiando música. Tenía claro que este camino lo iba a seguir, más rápido o más lento, pero lo iba a seguir. Y no me arrepiento para nada de aquello. No suelo arrepentirme de lo que hago. Aprendí bastante, sobre todo de los errrores».

Errores. No se puede decir que fuese culpa suya que no ganase aquella edición de OT, la tercera, o, al menos, que no se quedase cerca. Una fisura de peroné sufrida en uno de los ensayos seguidos en la academia la dejó fuera, la echaron. Aunque aquello no le impedía cantar, la dirección opinaba que esa lesión podría ayudarle a conseguir la simpatía del público, lo que, creían, significaba aceptar un favoritismo.

A pesar de aquel palo, participó en la última gala, en la que optó a conseguir una de las carreras musicales patrocinadas por Gestmusic. Se quedó muy cerca, con un 32,3% de los votos frente al 34,6 que consiguió la última elegida, Davinia. En las entrevistas posteriores, Bea traslucía una frustración motivada por la oportunidad que le había pasado por delante y, sobre todo, por sentir que no había sido tratada en igualdad de
condiciones. Se quejaba amargamente de que, por ejemplo, sus líneas habían sido cerradas antes de tiempo. Ahora, casi diez años después, Bea transmite una madurez y un aplomo que impresionan.

«No tengo ninguna frustración. Soy la única que tiene tres discos publicados. Ni el que ganó tiene tres. Me costó mucho a nivel mental, físico y económico, pero hice lo que quería hacer. Y si no hubiese podido, tampoco pasaba nada. No me voy a comer la cabeza ochenta años de mi vida. Olvídate».

El tiempo cura heridas, forja el carácter y llena la mochila de experiencias. ¿Habría sido diferente enfrentarse a todo aquello con la edad que tiene ahora? «Si me hubiera tocado con un poco más de madurez seguramente no me habría presentado. Aquel era el momento. Tenía 18 años recién cumplidos. Estaba en la etapa del ??no sé, a ver qué hago… Mira, un casting.,. Pues voy??. Fue como si ves una montaña rusa y decides montarte. Igual ahora, con 28 años, no me monto en esa montaña rusa porque me mareo», cuenta entre risas.

Esa montaña rusa, en realidad, era una burbuja, un búnker en el que no se sabía demasiado del exterior. Ni de cómo iban las votaciones ni del impacto que el programa tenía, a pesar de que ya se habían celebrado las dos primeras ediciones en las que se dieron a conocer David Bisbal, Bustamante Rosa o Beth. «No nos daba tiempo a tener vértigo. Estábamos en cerrados y no sabíamos cómo se estaba viendo todo desde fuera. Hacías lo que te gustaba, te lo pasabas bien con tus compañeros… Una vez que sales, ves lo volcada que está la gente, todo. Yo no sabía que fuese tan fuerte. Fui a vivir una experiencia y nada más».

Aquella chica de la edición de OT de 2003 decidió que el concurso era una etapa más y siguió luchando. En 2004 publicó su primer disco, ??Fuego y miel??. En 2006 editó ??Volver a amanecer?? y en 2009 ??Berce galego??. Entre medias, un poco de todo. Se tituló en Arte Dramático, en la especialidad de Interpretación, y, dentro de esta, en Voz, Ortofonía y Dicción. Ahora da clase en dos escuelas de canto, imparte cursos de formación para actores y doblaje y, lo que quizás es más importante para ella, canta en un trío de jazz, versionando temas gallegos tradicionales. «Van saliendo cosas. El trío para mí es un momento de distensión, es mi momento de ocio. Canto lo que me gusta y cuando sale alguna fecha, perfecto».

Los escépticos opinarán que no tiene mucho sentido que una participante en OT viva enamorada del jazz, pero es que los tópicos no suelen ser más que eso: tópicos. «La canción de música comercial, popera, nunca fue mi devoción ni mi estilo ni nada de eso. Con el trío de jazz hago lo que realmente me gusta». Ahora mira al futuro y se ve igual dentro de cinco o diez años. «Aguantando todo lo que pueda en el mundo de la música y en el arte. Llevo en esto desde hace quince años y aquí sigo, mejorando». Está la crisis, claro, la maldita crisis, no solo de las familias, sino de las administraciones, que cuando cogen las tijeras de recortar se paran primero en los apartados culturales y luego pasan la desbrozadora al resto. «Es complicado. Se recorta en cultura, aunque no debería ser así. En otros países sí se ha invertido pese a la crisis; aquí no».

Graduado social. Lo bueno de la diversificación de Bea es que opta a muchos campos y, sobre todo, que no para. Ahora ha empezado otra carrera más: Graduado Social. Y la elección, que puede parecer extraña teniendo en cuenta su currículum anterior, no lo es tanto cuando ella se explica. «Hice arte dramático para especializarme en voz y ver lo que hay detrás de las tablas, aunque también he estado delante en algunas producciones y disfruto como una enana. Hice además un master en pedagogía teatral y trabajamos mucho el teatro social. De ahí lo de la carrera. Tenemos mucho que aprender en ese ámbito».

Su gusto por lo social, eso sí, no está reñido con la idea que la hizo famosa: el talent show. Desde que OT empezó, el formato se ha reproducido sin cesar. Tanto la versión original (primero en La1 y después en Telecinco) como los sucedáneos (Factor X, Tú sí que vales y el más reciente de La Voz), y quizás sea este último el que más ha seguido Bea, aunque de hecho sea todo producto de una casualidad. «Este verano estuve en Tenerife. Había una chica cantando en la calle y aluciné al escucharla, así que nos
sentamos allí a tomar algo. Después me conoció y hablé con ella, pero allí quedó la cosa. Cuando la vi en La Voz, no me lo podía creer, era surrealista. Lo seguí a raíz de eso». La chica era Mara Ferrándiz, que estaba en el grupo de David Bisbal.
«Me enganchó ese concurso. Había voces alucinantes. Mayka era…. Nos quedamos con la boca abierta. Pensé: ??¿Pero esta chica de dónde sale???». Pues igual que Bea, de su casa, con ganas de cantar.

Sección ¿Qué fue de…..?, por ADRIÁN RODRÍGUEZ

DIARIO DE PONTEVEDRA, 06/04/13


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