El agua se ceba con Valga.

Publicado por Redacción en

La recta de Campaña amaneció ayer convertida en un río. No fue gracias a la magia de los Reyes, si no fruto de una noche de temporal, de una tierra ahíta de agua y de la marea alta. Todos esos factores se sumaron para desatar un infierno que cogió a muchos metidos en cama. «Nós estabamos durmindo. Chamounos unha veciña e xa tiñamos a auga dentro da casa», explica Gerardo. El agua entraba en su vivienda por la puerta que da a la carretera general y salía por la de atrás, hasta una huerta que ayer a primera hora de la tarde continuaba bajo el agua.

La suya no es una historia única: fueron muchas las viviendas que, situadas al pie de esa carretera, se vieron afectadas por el desbordamiento del río Valga. Y eran muchos los propietarios los que ayer por la tarde no se separaban del teléfono, dispuestos a llamar a Protección Civil en cuanto la situación hiciese amago de volver a complicarse.

Durante toda la mañana, unos 16 voluntarios y el personal del grupo de emergencias trabajaron sin descanso contra el agua. A las ocho y media de la mañana cortaron el tráfico en Campaña (así estuvo hasta las 14.30) y se dedicaron a achicar garajes y construir barreras de contención ante la puerta de varias viviendas. «Hai que darlles as grazas porque non pararon. Ata foron á ferretería e trouxeron sacos e area para facer barreiras, e estiveron toda a mañá ao pé do cañón, e o alcalde tamén», señalaba Pilar. En su sótano el agua causó estragos, aunque menos de los que podrían haber sido ya que la maquinaria y otros elementos costosos se guardan en alto. Es la herencia de tiempos pasados en los que las inundaciones eran frecuentes.

Cándida vive en la que, hasta hace unos años, era la zona cero de las enchentas. Pero desde que se hicieron obras en la mejora del cauce, ella y su familia se habían olvidado de las inundaciones. Sin embargo, esta vez el agua ha vuelto a sus propiedades, inundando una vivienda y arrasando máquinas y electrodomésticos. Cándida tiene claro por qué ha pasado esto, por qué ha tenido que caminar con el agua hasta la rodilla por su huerta: por las obras que hace unos años se ejecutaron en la carretera. La elevación del asfalto, la construcción de muros y unas canalizaciones insuficientes, dice, los han llevado de vuelta a un pasado que creían superado. Ahora toca, dicen, volver a preocuparse cada vez que llueva con intensidad.

Historias como la de Cándida se repiten en buena parte de las casas que flanquean la carretera que une Vilagarcía con Pontecesures a su paso por Campaña. En algunos casos, como el de Magdalena, la aguada mañana de Reyes ha dejado una pérdida dolorosa: en la inundación falleció una de sus mascotas, un york shire que no fue capaz de escapar cuando el agua comenzó a subir a toda velocidad en la huerta. A primera hora de la tarde, su finca -como las demás de la zona- seguía cubierta por una buena capa de agua. En el patio, sobre el suelo, se veían muchos juguetes empapados. «Fúmolos pescando cos rastrillos», explica Magdalena, preocupada por saber cómo estarían, al otro lado de la inesperada laguna, las cosechas de patatas y todo el material que guardaban en un alpendre.

Cerca de allí, en otra de las viviendas afectadas, Luciana parecía no sentir el frío de la tarde: temía que su sótano volviese a inundarse. Ya se había anegado por la mañana -Protección Civil estuvo durante horas achicando agua-, mojando la leña acumulada y convirtiendo en chatarra la minimoto, la lavadora y las bicicletas que allí guardaban. «Nos sentíamos impotentes porque no podíamos hacer nada. Todo era agua», explicaba esta mujer. Lo peor fue tener que ocultar la preocupación y el miedo a su hijo, de cinco años. «Tuve que sentarme con él a abrir los regalos, como si nada pasase. Luego lo mandamos a casa de los primos», señala Luciana.

Pero aunque en Campaña los problemas se multiplicaron, no fue este el único rincón del municipio en el que los vecinos sufrieron los excesos del agua. En el lugar de O Souto, Estrella revivió los años en los que las crecidas inundaban su casa con cierta frecuencia. Afortunadamente, las barreras que coloca en el portalón y en la puerta principal de su vivienda cada vez que la lluvia arrecia fueron suficientes, esta vez, para evitar que la inundación arrasase muebles, electrodomésticos y todo lo demás, tal y como pasó hace siete años. Desde entonces, narra aún emocionada por el ajetreo de la mañana, «non volvéramos ver correr a auga pola aldea ata hoxe».

Corrió también el agua por Senín y Louro -el río Louro también se desbordó-, por O Forno, O Souto, Devesa y O Carballiño. Huertas y tierras de cultivo permanecían a media tarde cubiertas de agua. Como cubiertos de agua estuvieron también los pasos a nivel que existen en la localidad, motivo por el que permanecieron cerrados al tráfico.

La Voz de Galicia


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