Ángel Grela, el campeón de España al que la vida golpeó más que sus rivales.

Publicado por Redacción en

En 1965 alcanzó el cénit con el título de los semipesados y después naufragó en su trayectoria familiar y profesional.

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Como muchos grandes boxeadores, a los que la vida castigó más que los puños del adversario, Ángel Grela López terminó aprisionado por la existencia y abandonado por el mundo. Sus compañeros del geriátrico de O Castiñeiriño, en donde acaba de expirar, fueron los camaradas que salvaguardaron los últimos días de un personaje que en los años 60 y 70 puso a Padrón (su villa, aunque había nacido en 1937 en Pontecesures) en el mapa. De allí partió para ganarse los garbanzos a otros pagos.

En un periplo a bordo de un petrolero desembarcó cierto día el joven Ángel en Tenerife, ciudad que se convertiría en lanzadera de un futuro en el mundo del boxeo que le llevó a estar entre los grandes de este deporte. Y eso ocurre porque uno tropieza con alguien capaz de comprender que tiene delante a un corpachón ganador. Grela se tropezó con Jorge dos Santos, que le hizo debutar en un cuadrilátero tinerfeño.

Fue el inicio de una exitosa carrera de enfrentamientos pugilísticos, que relata pormenorizadamente Curro Barral en su web Boxeo de medianoche. Hasta que Grela, de nuevo, vuelve a tropezar con alguien que le podía elevar aún más sus miras, como así sucedió: el presidente de la federación Europa de Boxeo, Vicente Gil, que le encamina hacia Madrid y el profesionalismo.

El cénit de su carrera llega en 1965, cuando en el Palacio de deportes de Madrid, convertido en un hervidero humano, Ángel Grela peleó con garra contra José Luis Velasco y se convirtió en campeón de España en pesos semipesados. El mundo del boxeo siguió girando en torno a él hasta que se detuvo en el año 1970 tras una ristra de combates a sus espaldas.

Y comenzó este padronés entonces el combate por la existencia que le llevó a ejercer diferentes actividades profesionales y a descender en el exitoso escalafón de la vida. Naufragó en su trayectoria profesional, familiar y vital. Ángel Grela se convirtió en un ángel caído, acosado por los juicios y embargos.

Pero era un buen tipo, según quienes le conocían. Muchos lo han visto navegar a lomos de la literatura tierna y emotiva de José Luis Alvite, en líneas que delataban un afecto mutuo de dos personajes aparentemente diferentes. Enrique Alvarellos quiso reflejar el ascenso y caída a los infiernos de Grela mediante la pluma del periodista compostelano, pero no llegó a tiempo.

Alvite se adelantó al boxeador, que estaba apagando ya también las velas de su existencia en un geriátrico compostelano. Una fundación se ocupó del sepelio. Fue un hombre que logró la fama, la sostuvo durante un tiempo, y al final le alcanzó como padronés la rosaliana soledad de los muertos.

La Voz de Galicia


2 comentarios

F. Cabeza Quiles · 27-07-2016 a las 20:03

Habería que recoñecerlle algo oficialmente en Padrón a Ángel Grela, meritorio campeón de España de los semipesados nunha época na que os fillos de pais humildes e non influíntes o tiñan moi difícil; de aí o seu dobre mérito.

    Princo · 28-07-2016 a las 14:30

    A pena é que as cousas sempre se fagan despois de mortos, eu nunca o entenderei.

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