A Cuca xa ten a súa rúa en Pontecesures.

María Magariños Figueira, A Cuca, xa ten a súa rúa en Pontecesures á carón da súa casa natal.Nun acto moi emotivo, lembramos a figura da artista de San Xulián xunto a súa filla Olga Vieites Magariños e a súa familia e demos recoñecemento a súa faceta artística e calidade humana.

Un acto que tamén serviu para lembrar a tantas mulleres cesureñas que, dende o anonimato, con moito traballo e sacrificio, conseguiron abrir as portas a unha sociedade en igualdade para as mulleres do presente e do futuro.

Concello de Pontecesures

Maruja A Cuca, la artista naíf que montó el belén, ya tiene calle en Pontecesures.

Pocos son los niños de los años 70 y 80 en Pontecesures que no acudieron alguna vez a la subida de Requeixo para visitar un belén como nunca habían visto antes. Era la casa de María Magariños Figueira, Maruja A Cuca, y el portal y las figuras las fabricaba ella misma, con barro, con sus manos y utilizando una pinza del pelo y un cortaplumas como únicas herramientas. Compaginaba el trabajo en casa y el cuidado de los hijos con el de costurera y superados los cincuenta años descubrió su talento para el modelaje. Empezó trabajando con miga de pan en el horno de su casa y acabó haciendo figuras de arcilla, que nunca cocía, lo cual aumentaba su fragilidad.

Fue depurando su técnica hasta conseguir unas obras merecedoras de la atención del Museo de Pontevedra, donde expuso en 1971; de los niños Jesús y los pastorcillos dio el salto a los bustos a tamaño natural de Rosalía de Castro, Maside y de personajes contemporáneos que llenaban sus tardes de televisión como Félix Rodríguez de la Fuente y Jacques-Yves Cousteau, según relata su nieta Olga Vieites. Las piezas se quedaban en casa, algunas veces acababan en las de los vecinos y nunca se lucró con ellas, «porque ela dicía que non podía vender algo feito co corazón».

María Magariños, Maruja A Cuca

María Magariños, Maruja A Cuca

Aunque hace un cuarto de siglo que falleció, en mayo de 1995 a los 84 años, a Maruja A Cuca todavía se la recuerda en su tierra, por su talento artístico y por una personalidad que rompía moldes en su época pese a su apariencia sencilla y humilde. «Era unha muller moi especial, lectora e moi boa conversadora», recuerda su nieta.

Desde ayer, las nuevas generaciones cesureñas también saben quién era y lo que hacía María Figueira gracias a la iniciativa del Concello de dedicarle una calle con su nombre al pie del que fue su hogar. El descubrimiento de la placa se hizo coincidiendo con la conmemoración del 8M y se convirtió en un acto festivo no exento de emoción. Allí estuvieron Olga —la única hija viva de Maruja A Cuca,—, los nietos y los bisnietos de la que ha sido calificada como «artista naíf» —así figura en la placa colocada con su nombre— y la ocasión sirvió para exponer una pequeña muestra de su obra. La música de gaita y un pincho completaron una cita a la que acudieron numerosos vecinos con la alcaldesa Maite Tocino a la cabeza. La regidora tomó la palabra para ensalzar la figura de María Magariños y de otras mujeres que como ella vivieron tiempos difíciles.

«É unha muller nacida no 1910, que sen medios nin coñecementos artísticos, de xeito totalmente autodidacta, acadou facer unha obra vastísima. O que pretendemos con isto é poñer en valor ás nosas mulleres que viviron un contexto político e social complexo e pasaron desapercibidas no seu momento», señaló la alcaldesa cesureña.

La Voz de Galicia

Polémica en Valga por la configuración del jurado del Premio Xesús Ferro Couselo.

Polémica en Valga por la configuración del jurado del Premio Xesús Ferro Couselo
Imagen de archivo de una sesión plenaria.

La sesión plenaria de este miércoles estuvo marcada, indubitablemente por la cercanía del Día Internacional de la Mujer con la aprobación del quinto Plan de Igualdade, aunque también con el nombramiento del jurado del Premio de Investigación Xesús Ferro Couselo, que cumple este año su vigésimo quinta edición. Xulio Rodríguez González, facultativo del Cuerpo Superior de Museos; Pegerto Saavedra Fernández, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Santiago; Marcial Gondar Portasany, Catedrático de Antropología de la Facultad de Filosofía y de Ciencias de la Educación de la USC; y Pablo Sánchez Ferro, director del archivo histórico provincial de Ourense y nieto del homenajeado.

Desde la oposición reprocharon al ejecutivo que no se incluya a ninguna mujer en la ecuación, una actitud “machista que o goberno reitera ano tras ano”, criticó la portavoz socialista, María Ferreirós, que solicitó fijar un mínimo de 50 % de mujeres. Desde el Bloque, Miguel Lois se pronunció en los mismos términos y pidió una “reformulación das bases”: “a calidade dunha investigación non se delimita ao número de páxinas”, sentenció.

Por su parte, el alcalde, José María Bello Maneiro, defendió la propuesta del ejecutivo por “excelente” el currículum de los seleccionados, así como por tradición, ya que “son os mesmos que o viñan facendo habitualmente”. Una explicación que no convenció a la oposición, que votó en conjunto en contra de la propuesta de la Alcaldía y que aprovechó la ocasión para ironizar sobre la aprobación del plan de igualdad con respecto a la elección del jurado.

Diario de Arousa

En Pontecesures tenemos 28 gallineros registrados, en Valga 162.

Más de mil propietarios ya han registrado sus gallineros de autoconsumo en Arousa: «Con tanto papel, o rural vaise»

Las explotaciones domésticas deben estar inscritas en el registro general de explotaciones ganaderas, un trámite que hace que en muchas casas se esté pensando «en deixar as galiñas»

Cualquier cosa que lleve el apellido «de casa» es, al menos en Galicia, garantía de calidad. Con los huevos y la carne de pollo ocurre exactamente eso: son miles los corrales que existen en nuestra tierra en los que se crían y alimentan aves con la única intención de disfrutar de productos sobre cuyo origen no hay misterios. Hasta ese mundo de corrales domésticos ha llegado la burocracia. El Real Decreto 637/2021, que publicó el Ministerio de Agricultura obliga a incluir los gallineros destinados a autoconsumo —ni la carne ni los huevos se venden— en el registro general de explotaciones ganaderas. Aunque hay muchos propietarios de este tipo de instalaciones que parecen decididos a tirar la toalla, lo cierto es que en el conjunto del territorio se han dado de alta ya 41.000 gallineros de autoconsumo. De ellos, 1.021 están ubicados en la zona sur de la ría de Arousa.

En este caso, la lista por localidades la encabeza Vilagarcía, con 251 corrales que han cumplimentado el trámite, seguida de Valga (162), Vilanova (134), Meis (124) y Cambados (102). Cierran la lista Pontecesures (28), junto a O Grove (24) y a una gran distancia A Illa, donde solo se han censado de momento siete corrales domésticos. Según los datos de Medio Rural, entre ambos extremos figuran Meaño (74), Catoira (61) y Ribadumia (54).

Hacer el trámite del registro echa para atrás a muchos particulares que hasta ahora criaban sus propias gallinas. En la solicitud es preciso especificar el número de aves, el emplazamiento del corral y el sistema de cría. Además, los gallineros están sujetos a posibles inspecciones y sus propietarios deben identificar «a un veterinario de referencia al que poder recurrir en caso de aparición de problemas sanitarios concretos» en los animales. Las sanciones por no estar dado de alta parten de los 600 euros.

Desde la Xunta se presentaron numerosas alegaciones a esta normativa estatal, pero no lograron frenar lo que en muchas casas rurales está generando un intenso debate sobre qué hacer con las gallinas.

En la tienda agraria: las ventas de aves en caída 

«A xente non confía. Para que se fai isto? Vai vir un imposto detrás?». Esas son algunas de las preguntas sin respuesta a las que Manuel Castro lleva meses haciendo frente desde su despacho de productos agrícolas en Vilanoviña (Meis). Se las plantean particulares «que veñen comprar unhas galiñas para a casa e se atopan con que se non teñen o galiñeiro de alta no rexistro, non llas podo vender». Ahora que ya se lleva tiempo hablando del tema, las reacciones son más templadas. Pero cuando el contenido del Real Decreto 637/2021, del Ministerio de Agricultura, combinado con la Ley de Bienestar Animal comenzó a divulgarse, Manuel tuvo que hacer frente a auténticos enfados. «Moita xente vai tirar con todo, vai deixar de ter galiñas porque todos son papeis, trámites e problemas», señala. Desde su negocio, Agro Vilanoviña, lleva años contemplando como la vida y los trabajos que se desarrollan en el mundo rural se van encontrando un número creciente de obstáculos que están poniendo en jaque la continuidad de actividades tradicionales que desde siempre han complementado las economías familiares. «Con tanto papel, o rural vaise», dice con cierto tono de desconsuelo. Porque establecer la obligatoriedad de un registro de gallineros de autoconsumo puede parecer poca cosa, pero no lo es. Para empezar, muchos de los propietarios se atascan ya en el trámite. Por esa razón, y como ya ha hecho en ocasiones anteriores, establecimientos como el de Manuel Castro se encargan de facilitar el procedimiento a sus clientes. Desde mediados de diciembre se ha encargado de gestionar el registro de unos cuatrocientos gallineros. «Teño que facilitarlles as cousas», dice. Así que él se encarga de ayudar con el papeleo y remitirlo a la Xunta.

Castro reconoce que ese trabajo consume tiempo y esfuerzo. «Pero teño que facelo, porque se non, vía que se me ían ir as vendas abaixo», explica. De hecho, y a pesar de su esfuerzo, el número de pollos despachados en su establecimiento ha caído: «Se antes vendíamos entre 350 e 400 ao mes, agora andaremos nos 150», indica.

Si las ventas de animales caen, se viene abajo toda una cadena. «Porque non son solo os polos que deixas de vender, e todo o que ven detrás», dice. Ahora, por ejemplo, debería estar vendiendo una cantidad considerable de animales, porque «os polos de marzo din que son os mellores». Con ellos, piensos, comederos… «Se non se venden os polos, os pensos, os cereais, tampouco se van vender, porque todo é unha cadea… E xa estamos falando de moita xente», argumenta.

La Voz de Galicia