«Entregábamos jurel para alimentar a la población y, a cambio, pescábamos marisco»

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Entrevista de Mercedes Angueira a Eugenio Ferreiro Mosquera en el Diario de Arousa del 07/11/07

Con 24 años de edad y recién casado, Eugenio Ferreiro inició en 1978 su aventura africana en Angola. En su Pontecesures natal, localidad a la que ahora regresa con frecuencia y que prevé visitar en un plazo de quince o veinte días, dejó mujer y dos hijos. Su primera excursión en el país no fue del todo exitosa, «pescábamos merluza pero no fue muy bien», por lo que, en seguida apostaron por una flota de cerco destinada, sobre todo, a la captura de jurel en el pequeño pueblo de Tombwa, al sur de Angola.
Ese fue el punto de arranque de la etapla más fructifera, que lo llevó a convertirse en representante y delegado de flota de la empresa «Gabrielitos» y desembocó en la concesión de la Cruz de la Orden del Mérito Civil, un galardón que «es un reconocimiento a todo el grupo que trabajó y trabaja conmigo. Yo llevé la voz cantante, pero a mi lado había otras muchas personas», comenta Ferreiro Mosquera.

Le conceden la Cruz por su cooperación en el desarollo de este país, ¿cuál fue esa contribución?.

Cuando llegué a Angola la situación era muy complicada debido a la guerra y al régimen comunista. Conmigo también trabajaban otras personas de Pontecesures y mucha gente de Rianxo. Ã?ramos cerca de 300 españoles, ayudados por mano de obra local, los que estábamos en la misma empresa, que además de pescar también se dedica a la transformación del producto en conserva, congelados…En aquella época había mucha escasez y necesidades entre la ciudadanía, por lo que buena parte de nuestras capturas las entregábamos a las Fuerzas Armadas y a la población. Como contrapartida podíamos pescar marisco para exportarlo a Europa y, mayoritariamente, al sur de España.

¿Había otras fórmulas de contribución a la población local más allá de la pesca?.

Los productos para nuestra alimentación nos llegaban desde España en barcos mercantes, y algunos de ellos también iban a parar a la población nacional, a la que también ayudábamos con ropa y otras necesidades. Además se produjo una importante transferencia de conocimientos. Formamos a marineros, jefes de máquina, patrones de pesca…, ya que Angola era un país que, en aquel momento, apenas tenía experiencia en el sector pesquero.

¿Cómo recuerda sus primeros tiempos en Angola, se adaptó bien al país?

La integración fue muy buena. Eran momentos difíciles por que, debido a la situación política y bélica, todos desconfiaban de todos. Pero nosotros no nos metíamos en cuestiones políticas, solo pensábamos en cumplir los acuerdos y en trabajar, trabajar y trabajar. En algunos momentos pudimos correr algún riesgo, pero en general todo fue bien. Afortunadamente hoy el país es diferente después de que se haya firmado la paz y se está desarrollando. Angola es una zona muy rica en recursos naturales como diamantes y además es un lugar tranquilo y con buena gente.

¿Se esperaba este reconocimiento del Estado español o le llegó por sorpresa?

Cuando uno trabaja siempre hay gente que observa, tanto para bien como para mal, y en este caso se fijaron en mí y supongo que sería porque lo merecía, pero en realidad este es un reconocimiento a todo el grupo de gente que trabajó conmigo durante estos años. Para celebrarlo hicimos una recepción en Luanda y, además, hay que destacar que hace un par de meses recibimos la visita de la Infanta Cristina, que no pudo coincidir con la entrega de la distinción, pero que también se mencionó en la condecoración.


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