La ruta eclesiástica de la villa rosaliana de Padrón.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Iglesias del XIII, como la de Iria Flavia, o santuarios del XVII, como el de Escravitude, atraen al visitante en Padrón ·· Las pinturas romano-pompeyanas de Santiaguiño do Monte y el convento de Herbón son citas irrenunciables.

Cuentan que allí arribó el Apóstol; es la cuna de una de las más grandes poetisas; parió un Nobel; es mundialmente conocido por sus pimientos y sus edificios sudan arte, cultura y tradición por los cuatro costados. Se llega a Padrón, camino obligado para los peregrinos que hacen la Ruta Jacobea, atraídos por la historia de la ruta rosaliana y no se abandona sin visitar las sendas más místicas. No en vano, en su territorio se asientan, al margen de museos, tumbas y monumentos; iglesias del siglo XII, como la de Iria Flavia; conventos del XIV, como el de Herbón; santuarios del XVII, como el de A Escravitude, o los que regalan paisaje como el Santiaguiño do Monte.

La iglesia de Iria Flavia, popularmente conocida como Santa María Adina, fue construida por el arzobispo Gelmírez en el XII sobre otra que había arrasado Almanzor hacia el año mil. Su reconstrucción finalizó en el XIII y de ella sólo se conserva la portada y las torres de estilo románico ojival. En su interior llama la atención una imagen románica de la Virgen tallada en granito y los sepulcros de obispos irienses.

Siguiendo por la N-550 en dirección a Santiago encontramos el santuario de A Escravitude, un vistoso edificio del siglo XVIII en el que se combinan con acierto los estilos neoclásico y barroco. Retablos pintados en oro y una solemne escalinata sobre la fuente santa invitan a la observación.

Hay que llegar al propio Padrón para desviarse hacia el convento de Herbón, construido en 1396. La iglesia actual se construyó en el silo XVIII, aunque conserva el claustro y parte del edificio conventual del XVI. Entre estas paredes se retiró el trovador Xoán Rodríguez, que en el año 1440 había ingresado en la orden franciscana en Jerusalén debido a sus desengaños amorosos. De allí trajo una palmera, según cuenta la tradición, que se conserva en el convento. Era gran amigo de otro famoso trovador, Macías o Namorado, padronés como él. Los franciscanos de este convento trajeron en el siglo XVI desde México la popular semilla de los pimientos de Padrón.

En la ladera del monte de San Gregorio se cierra esta ruta mística padronesa, con una visita obligada al santuario de Santiaguiño do Monte, muy ligado a las tradiciones jacobeas y con bellas vistas de la comarca del Sar.

TIERRAS DE SANTIAGO, 08/01/08


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