La Pascua afianza la presencia de varias generaciones de dueños de carruseles.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Los caballitos de Evilasio o el relevo del mítico teatro Barriga Verde conviven con atracciones que hacen subir la adrenalina.

Detrás de los más de 400 puestos que se instalan en Pascua durante las ferias y fiestas de Pascua sse encierran historias personales relacionadas con toda una tradición. Es la gran familia de la feria, como antaño, también lo era la del circo. Una familia a veces desconocida, a veces poco valorada socialmente, pero sin la que las fiestas y fundamentalmente la Pascua padronesa, dejarían de ser reclamo. Tiovivos, carruseles, tómbolas, garrapiñadas…traen luz, color e ilusión cada año a un pueblo ávido por mantener tradiciones.
Entre los clásicos se encuentra el carrusel de Evilasio. Este tiovivo, de principios del siglo XX, compuesto por 36 caballitos de madera tiene su propio espacio en el Espolón. Su propietario, Evilasio Hernáiz (hoy jubilado), es un hijo más de Padrón, adoptivo, pero hijo al fin y al cabo. Aterrizó con el carrusel de su tío Teodoro en el Sar por casualidad, con la Pascua de 1938 y allkí se afincó. POr su entrañable tiovivo (que mantiene su espíritu de entonces) pasaron más de tres generaciones de padroneses y año tras año sigue fomentando la ilusión en la mirada de los más pequeños. El tiovivo de madera (uno de los más antiguos de España) continúa funcionando de la mano de la familia de Evilasio.
También por el Espolón y O Souto se dio cita la familia García, heredera de aquel mítico teatro de variedades del primer tercio del siglo XX, El Barriga Verde (posteriormente cambió el nombre por Tragaestoupa) que, junto a la tombola de Manolo, marcó toda una época.
En el Espolón nació un 5 de abril de 1945 bajo el toldo de una tómbola, la de Manolo, Luis García. Tanto él como su hermano Rafael, regresan cada año a la cita del Espolón con sus respectivas atracciones.
Con ellos, cada cual según la ruta que tiene estipulada, lo hacen decenas de feriantes, que durante tres semanas largas se convierten en vecinos de Padrón. Son como el lejano pariente lejano que vuelve a casa en vez de por Navidad, por Pascua. A muchos de ellos le unen hoy en día, por el roce de la tradición y la propia presencia, con gran número de padroneses.
Junto con la tradición también compiten hoy aquellas atracciones que buscan llenar el espacio de los jóvenes y que pueden contribuir a soltar adrenalina.
Puede que este año la crisis también afecte a la caja. Compaginar bolsillos no será fácil, pero se ha puesto en marcha la maquinaria de los sueños de unos y otros, entre luces de neón, música machacona, premios y noria de madera con los 36 caballitos bautizados en su día por aquellos niños de mirada refulgente que hoy son hombres y abuelos.
También como sello de estas fiestas, los cabezudos vuelven a tomar las calles para hacer reír a unos y llorar a otros. La Pascua tiene su propio código y su propia historia.

TIERRAS DE SANTIAGO, 07/04/09


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