La familia de la valguesa, Mariluz Posse, pretende demostrar que el guardia tenía plenas facultades cuando disparó.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Jaime Maiz Sanmartin, durante una celebración de la familia de su ex pareja.

´Aunque bebiera, no le tembló el pulso´

«Disparó contra mi hermana sin que le temblase el pulso. No le va a servir de nada que la prueba de alcoholemia diese 0,85 gramos por litro de sangre. Vamos a hacer todo lo posible para que cumpla la pena máxima». Así se expresan los hermanos de María Luz Posse, muerta de un tiro hace casi año y medio a manos de su ex pareja, el agente de la Guardia Civil, Jaime Maiz Sanmartín, que espera en la cárcel de Monterroso, a que se celebre el juicio. La familia le imputa asesinato y pretende que la sentencia establezca una pena de entre quince y veinte años de prisión.

Los tres hermanos de Mariluz Posse, muerta de un único y certero disparo dentro del cuartel de la Guardia Civil de Cambados cuando iba a denunciar a su ex novio por acoso, están preocupados por la resolución de este caso, especialmente desde que tuvieron conocimiento de que una de las pruebas forenses determina que el guardia civil Jaime Maiz Sanmartín dio positivo en alcoholemia, 0,85 gramos de alcohol en sangre, cuatro veces más de lo permitido si se conduce un vehículo. Pese al informe, creen que existen pruebas suficientes para que este hombre cumpla la pena máxima relativa a delitos de sangre, bien por homicidio o por asesinato.
La indignación de la familia es patente desde el primer momento de la conversación que FARO mantuvo con ellos. «Merece la cadena perpetua» asegura Isabel Posse, mientras que su hermana Pilar quisiera ir más lejos. Pero no por ello piden un cambio de las leyes. Sólo reclaman «justicia» y que se actúe con más celeridad. «No parece normal que se haya tardado tres meses en expulsarle del cuerpo de la Guardia Civil, por mucho que se trate de una actuación de la Administración», explica con enojo Pilar.
Antonio, por su parte, se queja también de que el caso de su hermana haya quedado en el olvido. «Al principio me ofrecieron ayuda muchas instituciones, pero todo se ha quedado en palabras vacías», recuerda con dolor.
Ahora aparecen nuevos obstáculos en el camino además de la prueba positiva de alcoholemia. «En el Juzgado han rechazado como testigos al hijo mayor de Mariluz y a una amiga, cuando tienen mucho que decir», expresa Antonio que espera que prospere la alegación que suscribe su letrado y el Fiscal en contra de dicho criterio.
Pero a la vez tienen un hilo de esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce y todas las pruebas se interpreten en su justa medida. «Jaime Maiz no era un bebedor ocasional ni tuvo un arrebato después de tomar diez tazas de tinto en la cena, cuatro cubalibres y varios güisquis, sino que es bebedor habitual», aseguran. Por ello, insisten, «el día que se produjo el crimen, ni siquiera titubeó al disparar. Subió al tercer piso del cuartel, donde tenía su vivienda, y en menos de tres minutos volvió a la entrada con la pistola cargada, y disparó con todo el coraje del mundo».
Creen que la acción fue totalmente premeditada y que no fue un arrebato del momento, sino que esperó a obtener de nuevo la licencia de armas para actuar de esa forma.
Insisten en que Maiz se sentía muy dolido porque Mariluz decidió romper la relación, después de varios meses de convivir con indecibles momentos de supuesta tensión y violencia.
El hijo mayor de Mariluz Posse llegó a denunciar al compañero de su madre después de presenciar una acaloradísima discusión. Luego, recuerda la familia, retiró la denuncia porque «así se lo pidió mi hermana».
La relación se fue enfriando y un día «mi hermana decidió echarlo de casa». Según afirman, este hecho nunca se lo perdonó. «La acribillaba a mensajes de móvil, la advertía en su puesto de trabajo, delante de sus amigas y el último día en la discoteca en la que coincidieron», recuerdan las dos hermanas.
Jaime Maiz acaba de reincorporarse al puesto en el cuartel de Cambados tras pasar un año de baja por ansiedad y estrés. Hacía sólo un mes que había recuperado el permiso de armas y la pistola, aquel día, la tenía en su casa, según todos los indicios cargada.
La familia cree que los hechos pudieron haber sido evitados y critican que se haya podido producir dentro del propio cuartel. A su juicio fue una «grave irresponsabilidad» que se haya violado la seguridad de estas instalaciones y, sobre todo, que se haya permitido que «Mariluz y Jaime Maiz se hubieran encontrado en la recepción del cuartel». «Es como si ponen a una fiera delante de la que puede ser su presa», explican gráficamente.
En los últimos días han avanzado en parte las diligencias que se instruyen en el Juzgado de Cambados, mientras que Maiz continúa preso en la prisión de Monterroso (Lugo).

FARO DE VIGO, 03/05/09


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