Otra historia del tren de Varela.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

In illo témpore, yo iba de Santiago a Vilagarcía, con unos amigos, durante la temporada de veraniega, para bañarnos en Playa Compostela a donde llegábamos bastante pronto, porque hasta Carril todo era cuesta abajo y el convoy, una vez que arrancaba resbalaba por los rieles, impulsado por la gravedad y por su propia inercia.
Lo peor era el regreso, porque entonces marchábamos cuesta arriba y la locomotora emitía unos jadeos agónicos que la humanizaban hasta dar pena. A unos pocos kilómetros de a Escravitude, bufaba, patinaba y, al fin, se detenía. Entonces descendíamos al sendero que había para uso peatonal y nos acercábamos a Varela, el maquinista.
¡Pero, home, que xa son as once e media da noite!.
¿E que queres que faga?. Esta máquina quere carbón e Cardif e, como non o hai, botámoslle o que atopamos polo camiño.
Efectivamente, a unos 50 metros una luz interna nos permitió contemplar al fogonero, acompañado de un voluntario, apañando un par de piñas secas, ramaje, fieitos, toxos y cualquier cosa que ardiese.
Volvimos a nuestros asientos y así como dos horas después echó a andar aquella locomotora que hasta creo que era la «Sarita» de Camilo J. Cela, que daba unos silbidos penetrantes, aunque un tanto amariconados (la máquina, claro).
Yo sigo admirando la supertecnología, esos «aves», de 400 km/h: pero en el fondo de mi corazón, añoro fuertemente el pasado y su lentitud de caracol.

Extracto de un artículo de Máximo Sar. «Arousa, un mar de cultura». DIARIO DE AROUSA, 03/01/10


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.