La Casa de RosalÃa.
Con frecuencia aparecen escritos a propósito de la compra de la Casa da Matanza, la vivienda que habitó RosalÃa de Castro durante los últimos años de su vida. En unos se asegura que el Patronato RosalÃa de Castro se creó expresamente para comprar la actual Casa Museo y en otros se mantiene que fue adquirida por suscripción popular.
Sin embargo, ninguna de esas presunciones es correcta. La realidad es que fueron dos compostelanos quienes adquirieron la casa de RosalÃa en 1946 y la donaron posteriormente a todos los gallegos. Uno de aquellos dos hombres era José Mosquera Pérez, conocido por todos como O Vello dos contos. El otro se llamaba José Villar Granjel.
La peripecia de la compra ocurrió más o manos de este modo: O Vello dos Contos llevaba años ilusionado con la idea de convertir la antigua casa de RosalÃa en un sÃmbolo de nuestra cultura. Por eso cuando llegó a sus oÃdos la noticia de que su propietaria la habÃa puesto a la venta, se apresuró a desplazarse hasta Padrón para interesarse por las condiciones de la operación.
Mosquera Pérez regresó a Santiago algo desencantado: la dueña valoraba el inmueble en 100.000 pesetas, una fortuna en aquel 1946, cuando todavÃa retumbaba el eco de los cañonazos de la guerra. Después de largas meditaciones, en lugar de rendirse, O Vello dos Contos decidió acudir a uno de sus amigos más Ãntimos, José Villar Granjel, quien disfrutaba de una situación económica lo bastante holgada como para hacer frente a semejante inversión.
Mosquera Pérez contó a Villar Granjel su intención de convertir la Casa da Matanza en un sÃmbolo de galeguidade y fundar un Patronato compuesto por gallegos y gallegas ilustres que contribuyese a preservar la memoria de RosalÃa.
Su amigo se entusiasmó tanto por el proyecto como el propio Mosquera y, a los pocos dÃas, se trasladaron juntos a Padrón para tratar de llegar a un acuerdo con la propietaria de la casa.
Cuando supo que la intención de aquellos dos hombres era hacer de su vivienda un santuario de la cultura gallega, la dueña trató de reservarse un puesto como miembro del futuro Patronato y el derecho a sentarse, tanto ella como su hija, en la mesa de trabajo de RosalÃa cuando les placiese. Con no poco esfuerzo, lograron hacerla desistir de aquellas pretensiones y apalabrar la compra de la casa en un precio de 85.000 pesetas.
José Villar Granjel satisfizo el importe Ãntegramente. Sin embargo, puesto que el empeño y la ilusión de O Vello dos Contos habÃan resultado tan determinantes para la adquisición de la vivienda como el capital del comerciante, decidieron escriturarla a nombre de los dos.
Asà se lo contaba José Mosquera Pérez a Ramón Otero Pedrayo en una carta sellada el 10 de enero de 1947: «Villar Granjel aportou o capital Ãntegro, pro foi dexexo meu facer a merca de por mitá -e asà se fixo- garantizando eu a miña parte co que hoxe teño ou poida ter mañá».
El caso es que la compraventa se rubricó finalmente en Padrón el 29 de diciembre de 1946 y que, inmediatamente después de la firma, Mosquera y Villar se dirigieron a la oficina de Correos con la intención de enviar un telegrama anunciando la buena noticia a los centros gallegos de la Habana, Nueva York, RÃo de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile.
El telegrama que dictaron decÃa asÃ: «Mercada Casa de RosalÃa para adicala, con axuda galegos todos, futuro santuario galeguidade. ¡Ei Terra! Forte aperta irmáns. Mosquera Perez-Villar Granjel». Sin embargo, después de una consulta por parte del empleado de correos, hubieron de modificar el texto, pues no se autorizaba la transmisión de mensajes escritos en idiomas diferentes del castellano, el inglés o el francés.
A su regreso a Santiago, José Mosquera se reunió con los señores Bouza, Carro, Pedret, Fraguas y Cordero Carrete para explicarles el propósito con el que habÃan adquirido la Casa da Matanza y encomendó al Sr. Bouza la redacción de los estatutos del futuro Patronato al que habrÃan de donarla.
El dÃa 15 de noviembre de 1947 se constituyó el Patronato RosalÃa de Castro en el Hotel Compostela de Santiago y catorce dÃas mas tarde fallecÃa José Villar Granjel. En su testamento «legaba a la Fundación o Patronato RosalÃa de Castro, si existiera oficialmente, la parte que le pertenecÃa de la casa de la Matanza de Padrón y, si no existiese ésta, la dejaba a su muy querido amigo D. José Mosquera Pérez». Este es el relato de cómo, gracias a la visión de O Vello dos Contos y a la aportación altruista de José Villar Granjel, la Casa de RosalÃa de Castro fue comprada para disfrute de todos los gallegos.
No está de más, de vez en cuando, refrescar un poco la memoria.
Por Manuel Villar
EL CORREO GALLEGO, 10/06/12
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