La historia de Valga se siembra como el trigo.
Los encuentros intergeneracionales que organiza el Concello de Valga permiten interactuar a los jóvenes y los veteranos, sobre todo en torno a diversos oficios tradicionales perdidos en el tiempo. Ayer volvieron a reunirse para asistir a la «sementeira do trigo» y aprender de nuevo unos de otros.
Los alumnos de las escuelas unitarias do Centro Rural Agrupado (CRA) de Valga, los de tercero y cuarto de Primaria del colegio Xesús Ferro Couselo -en Cordeiro- y los estudiantes de quinto del CEIP plurilingüe Baño-Xanza respondieron una vez más a la invitación cursada por el Concello y disfrutaron de un nuevo encuentro intergeneracional.
Junto con representantes de colectivos como A Eira, Axentiva, Asdivalu y Mulleres Rurais Albor participaron en la gran fiesta de la siembra; una labor de cultivo para la plantación de trigo que es, en realidad, una disculpa para que los niños aprendan de sus mayores y pasen con ellos una mañana entretenida.
Eso fue lo que hicieron, aprender unos de otros y entretenerse como pocas veces pueden hacerlo; al tiempo que contribuían, casi sin saberlo, a mantener vivas las tradiciones y los modos de vida propios de los pueblos del rural.
La tradicional «sementeira» regresó así a la finca de Ferreirós donde suelen efectuarse este tipo de operaciones y más adelante se efectuará la siega, antes de proceder a la «malla».
Se hace, cabe recordar, «para recuperar las tradiciones agrarias y de conservación del patrimonio cultural local; además de promover la convivencia entre distintas generaciones de vecinos a través de los recuerdos y la experiencia de los mayores», explican en el Concello valgués.
Los asistentes participaron en talleres lúdicos y formativos relacionados con el proceso de producción del trigo y colaboraron en la creación de un espantapájaros antes de efectuar la siembra como se hacía antaño, «cuando la maquinaría aún non había llegado al sector agrario y había que sembrar a mano gracias a la unión entre vecinos, que se ayudaban unos a otros».
Los niños se ayudaron de un arado romano de palo y aprendieron el significado de los «angazos» y «legoñas», como también el modo de cultivar la tierra y, sobre todo, la forma de compartir esfuerzos e ilusiones.
Faro de Vigo
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