Yo protesto.

Artículo del presidente y editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández-Latorre

Inmersos de lleno en la crisis (cuyos zarpazos, con ser graves, no son solo económicos) la parte más vital de la sociedad gallega asiste atónita al baile de confusiones y a la inoperancia que se ha instalado en nuestra vida pública, mientras se encienden cada día más luces rojas de alarma. Resulta difícil mirar para otro lado o dejarse llevar confiando en que las cosas se irán arreglando por sí solas. Por eso es necesario levantar la voz y llamar la atención de los corazones nobles, como hemos hecho siempre en momentos cumbre, desde grandes medios de comunicación, aquellos que tenemos como norma cumplir con nuestra responsabilidad. Y eso ha de hacerse por encima de cualquier posición cómoda, aun a riesgo de ganarse las incomprensiones de unos y las declaradas hostilidades de otros.
No es nada nuevo. Quienes hace ya dos años vimos aproximarse, con bastante antelación, toda la crudeza de la depresión económica, fuimos tachados entonces de agoreros del pesimismo, de alentadores del desánimo e incluso de antipatriotas. Los hechos, tan inapelables, han venido a demostrar lo que hoy ya son dos evidencias: una, que no era la querencia por lo negativo, sino un ejercicio de ciudadanía, avisar entonces de lo que se nos venía encima; y dos (lo que resulta mucho más grave), que no se aprovechó aquel tiempo precioso para reaccionar. Ni siquiera ahora se toman medidas resolutivas para enderezar un rumbo meridianamente equivocado. Por eso yo protesto.
Yo protesto contra el cortoplacismo miope de los agentes políticos, enfrascados hoy en satisfacer sus ansias electorales escondiendo el polvo debajo de las alfombras, aun a sabiendas de que el viento que soplará después de marzo lo esparcirá todo hasta dejar la estancia inhabitable. No de otra forma se pueden entender, por ejemplo, las ayudas al sector de la automoción, inoperantes si tienen como objeto ocultar los dramáticos efectos de la crisis hasta después de la batalla electoral.
Yo protesto también porque pequeñas y medianas empresas, que son parte esencial de nuestro tejido productivo y han creado tanto empleo, se ven abocadas al cierre sin que nadie se digne reparar en su drama. Y al mismo tiempo, grandes empresas y grandes empresarios que han demostrado con hechos y sin retórica su amor por Galicia son prácticamente expulsados y casi obligados a llevar su capacidad de iniciativa a otros lugares.
Es difícil encontrar en nuestro entorno despropósitos más grandes que los que aquí se cometen, mientras se despilfarra sin tino en operaciones de imagen que tienen como objeto enmascarar con fulgores de escaparate lo que en realidad no se posee. No de otro modo se pueden entender las moles vacías del Gaiás; los gastos desproporcionados en decoración o transporte; las maquilladas y exasperantes listas de espera en la sanidad pública, y, sobre todo, la decepcionante promesa (por incumplida) de la atención a las personas dependientes. No contentos con maquinar continuas campañas de imagen, o de intentar domesticar a la prensa, no faltan incluso políticos que deciden crear sus propios medios de comunicación para garantizarse al precio que sea la foto más favorecedora.
Se ha dicho alguna vez que la política es la profesión más noble cuando su objetivo es el interés general, y la más mezquina cuando se hace por interés propio. Por eso es obligado protestar contra el populismo, el clientelismo y el favoritismo.
Fueron los auténticos padres del galleguismo los que más se manifestaron a lo largo de la historia reciente contra las prácticas caciquiles. Pero ahora ha surgido un nuevo caciquismo que se disfraza de falsa modernidad y opera con desparpajo en todo cuanto se pone a su alcance, desde las concesiones eólicas a las plazas de empleo público.
Flaco favor hacen a la historia. De los grandes galleguistas heredó Galicia un noble concepto de país, armónicamente integrado en España y en Europa, que destacaba sus valores y los relacionaba sin antagonismos con el mundo. Así pensamos siempre los que, como yo, tuvimos la feliz experiencia de compartir trabajo y proyectos ilusionantes con Ramón Piñeiro, Domingo García Sabell, Francisco Fernández del Riego, Valentín Paz Andrade, Marino Dónega o Carlos Casares; todos ellos colaboradores en las páginas de La Voz de Galicia, que siempre ha estado abierta a los sueños que pugnan por el engrandecimiento de nuestra tierra.
Ahora, aquel hermoso ideario de los grandes galleguistas parece usurpado en manos de intolerantes que lo emplean como arma arrojadiza entre gallegos. Muchos callan ante esto. Pero yo, que fui multado precisamente por impulsar que se publicase en gallego en este periódico, hoy protesto. Protesto porque el idioma que antes fue negado ahora se quiere imponer sin contemplaciones ni concesiones al sentido común. Y la lengua se parece en esto al amor. Si nadie por la fuerza pudo retirarla, nadie por la fuerza podrá tampoco imponerla.
Al cabo, este intento de imposición es solo un síntoma más de la preocupante deriva que, a causa de las confrontaciones partidarias, se viene dando en el actual Estado de las Autonomías. Los estados federales que son ejemplo en el mundo han establecido mejores pautas de relación y cohesión interna que las que se están dando en España en asuntos tan enloquecidos y carentes de lógica como la financiación autonómica, la educación, la ruptura de la unidad de mercado o el gravemente deteriorado principio de la igualdad entre ciudadanos.
Ni quienes en las instancias ejecutivas tienen la obligación de ordenar la vida pública, ni quienes han sido facultados por el pueblo para ejercer la oposición están cumpliendo con sus obligaciones.
En el ámbito político, todo se traduce en guerras partidarias (incluso dentro del mismo gobierno), en espionajes (incluso dentro del mismo partido), en delaciones y en intereses personales.
En el campo económico, asistimos a una crisis mundial causada por la avaricia de empresarios y dirigentes sin escrúpulos, cuyas malas prácticas han sido consentidas por los supuestos encargados de controlarlas e impedirlas.
Mientras, grandes pilares básicos de la vida en común se desmoronan ante la inacción de la sociedad. Los rectores de las universidades gallegas claman en el desierto por la falta de recursos que las ponen a la cola de Europa en un momento en el que se reformula el futuro de los estudios universitarios. Los jueces, divididos como nunca, añaden problemas e incongruencias al más ineficiente de los poderes que rigen la vida de los ciudadanos. Las entidades financieras ignoran sus obligaciones mientras crece el rosario de empresas ahogadas por la falta de recursos. Las listas del paro se agrandan y se llenan de dramas permanentes, hasta hacer entrever las calamidades de la desolación y la revuelta social. Hacienda, que somos todos, muestra una infamante doble cara: mantiene su exigencia ineludible al autónomo que en un revés pierde a sus clientes, mientras envuelve en mullidos cojines a sociedades anónimas que, como las deportivas, eluden sus obligaciones con el Estado (con todos nosotros) y acumulan deudas más que obscenas.
Por todo eso yo protesto. Y por la falta de compromiso que nos está haciendo perder de nuevo el tren de la historia en cuestiones tan fundamentales para el futuro de esta comunidad como las infraestructuras, la energía y el desarrollo tecnológico. La lentitud y la ineficacia en estos campos solo vienen a confirmar que Galicia no ha reaccionado todavía con presteza ni a sus propios desequilibrios internos ni a la amenaza de una península hemipléjica, donde todos los motores económicos y sociales se concentran en la mitad oriental y toda la rémora y la falta de perspectivas se quedan en el abandonado paraíso del Finisterre.
Si digo todo esto, si protesto incluso por tener que protestar, no es porque me embarguen sentimientos derrotistas. Justo al contrario. Solo los indolentes callan. Los batalladores saben que el primer paso para afrontar con arrojo la solución de los problemas es dándoles la cara; poniéndose frente a ellos; citándolos.
Ese ánimo positivo me llevó a decir públicamente en noviembre del año pasado que es tiempo de fraguar un gran acuerdo. Y lo reitero ahora: nada se alcanzará sin una acción concertada, que sume esfuerzos para aprovechar las oportunidades. Un gran acuerdo social, no solo entre políticos, que cuaje en un gran proyecto de Galicia en el que todos puedan sentirse cómodos y confiados.
Por todo esto, hace falta más que nunca que regrese la desaparecida sociedad civil. Que se restablezca de la postración, que conozca, que pida cuentas, que juzgue, que actúe. Porque dicen los manuales que después de la depresión económica viene siempre la depresión social. Pero esa es una tragedia que Galicia no se debe volver a permitir. Y, desde luego, no se puede permitir hoy.

La crecida del Ulla dificulta la pesca artesanal de la lamprea en Herbón.

Manuel Vidal, de 77 años, con una de las lampreas que pescó ayer con la ayuda de la barca en los huecos del río en el lado de Herbón.

Los pescadores de Padrón capturaron ayer 25 piezas en un río bravo y peligroso por su elevado caudal

El Ulla ruge, «mete respeto», dicen los pescadores de lamprea de Herbón. Un mes después del comienzo de la campaña a su paso por el municipio de Padrón, el río está irreconocible por su elevado caudal, tanto que dificulta la captura artesanal del pez una vez que moverse por sus aguas con la barca de madera resulta hasta «peligroso» para pescadores que llevan medio siglo o más haciéndolo.
Ya lo dijo uno de ellos a principios de enero: la naturaleza «manda» y el estado actual del río contrasta y de qué manera con la de hay un mes, cuando el Ulla no llevaba el suficiente caudal para moverse por él. Ayer, Manuel Vidal (77 años), Juan Lago (74), Manuel López (55) y Antonio Rivera (42) se subieron una vez más a la barca para levantar cuatro de las siete redes que, a día de hoy, pueden echar a las aguas del Ulla, concretamente en el primer tramo de pesqueiras, conocidas como Areas. Esos cuatro huecos se localizan en el río del lado de Herbón y ayer capturaron un total de 17 lampreas, eso sí, con la barca asegurada con una cuerda atada a la orilla para no ser víctimas de la corriente de un río que se escucha a distancia. Las otro tres redes están del lado de Cortiñas y llegan a ellas a pie, de modo que ayer levantaron 8 piezas. En total, 25 lampreas, cuyo número supone uno de los mejores de esta campaña.
«O río está bravo», decía ayer Manuel Vidal, quien calcula que llevaba una profundidad de unos tres metros. «Con tanta auga hay averías», en alusión a que rompen las redes y tienen que arreglarlas. Además, el gran caudal hace que las redes se llenen de «porquería» que arrastra el río, tanta que incluso «aparecen tupidas e non hai quen as bote a barca». De hecho, para hacerlo los pescadores deben recurrir a un pequeño aparato manual que les ayuda a subirlas del agua, ayer bajo la mirada del vigilante de recursos naturales José Manuel Freire.
«Como cambiou o conto en pouco tempo», explica Juan Lago, en alusión a que hace un mes no podía echar todas las redes por falta de agua y, ahora, todo lo contrario, por exceso de caudal. De hecho, la campaña abrió el pasado lunes en el segundo tramo del río, en las denominadas pesqueiras de As Vellas, pero estos cuatro pescadores no pueden ir todavía porque las construcciones «están enterradas baixo a auga».
En cuanto a la calidad de las piezas, uno de los pescadores asegura que «hai de todo» mientras que otro añade que «este ano no hai lamprea boa». Del río Ulla directamente a los restaurantes y plazas donde el precio, según cuentan, no se corresponde con la poca cantidad que hay. «Coa crise a xente non che da máis de 20 euros por cada unha», explica uno. Si el cliente presenciara la pesca artesanal de la lamprea (los pescadores mano a mano con el río) se sonrojaría por un precio tan bajo.

LA VOZ DE GALICIA, 07/02/09

Las «pesqueiras». Cuatro vecinos que son el testimonio de una actividad que se remonta a siglos.

Manuel Vidal, Juan Lago, Manuel López y Antonio Vidal son el testimonio vivo de la pesca artesanal de la lamprea en aguas del Ulla a su paso por Herbón, una actividad (o más bien afición hoy en día) que se remonta a siglos atrás, que pasa de generación en generación y que no tiene su continuidad garantizada.
«Esto acábase» decía ayer Manuel Vidal Lago que, a sus 77 años, lleva más de medio siglo yendo al Ulla a pescar lampreas. Su primo, Juan Lago Suárez, tiene 74 años y lo hace desde los 18. Manuel apuntó ayer la posibilidad de que esta sea su última campaña ya que, como explica, «os anos xa pesan».
Pero ayer, en una mañana de norte helada, con las aguas del Ulla en pleno movimiento, nadie diría que Manuel Vidal o Juan Lago tienen la edad que tienen, el primero de ellos remangado hasta el codo y ambos remando y moviendo la barca con una pericia admirable. En la pesca artesanal de la lamprea en Herbón, la experiencia sí que es un grado y estos hombres de Herbón conocen el río al dedillo, le tienen «respeto» cuando hay que tenérselo, como ayer, pero también disfrutan de una afición con la que se criaron. Las pesqueiras de Areas y las de As Vellas, las primeras y segundas respectivamente en el tramo padronés del Ulla, son parte de sus vidas.
Si el río se lo permite, en las primeras podrán pescar hasta el 30 de marzo mientras que en las segundas hasta el 30 de abril. Igual calendario tienen otros tramos del Ulla, denominados O Canal y A Trapa, todo ellos en Herbón.

LA VOZ DE GALICIA, 06/02/09

La concentración galega de minibasket para la que estaban convocados/as jugadores/as del Extrugasa Río Ulla, suspendida.

En base a la situación meteorológica prevista para este sábado, la Federación Gallega de Baloncesto suspendió la tercera concentración de Selecciones zonales de categoría Minibasket que se iba a disputar en Sarria-Lugo.
En la formación de la Delegación Arousana de Baloncesto estaban convocadas tres niñas del equipo cesureño (dos de Pontecesures: Antía Sanmarco y Lara Rarís Frois; y una de Campaña; Sonía Tarrio) y un niño (Sergio Martínez, de Pontecesures).
Esperemos que la concentración tenga lugar cuanto antes y que nuestros representantes hagan un gran papel en el torneo autonómico de selecciones zonales.

Los valeiros disfrutan de una buena jornada de capturas de lamprea.

Satisfactorio. Esa es la palabra que mejor define el ambiente que se respiraba ayer en el puerto de Pontecesures. Los valeiros regresaban a puerto tras una dura mañana, pues las corrientes del río no se prestaban a grandes aventuras. Pero a pesar de todo consiguieron extraer del Ulla alrededor de 70 lampreas, y ese es un registro altamente positivo y, desde luego, desconocido en la presente campaña.
Ya se esperaba algo así, pues las intensas lluvias de los últimos días propiciaron la crecida del río, y eso ayuda a que la lamprea remonte el cauce fluvial para desovar. Tras la tempestad se esperaba la calma, y los valeiros confiaban en que «con las corrientes un poco más calmadas y algo menos de temporal» las capturas pudieran dispararse ayer. Y así fue, a pesar de que, como queda dicho, no puede hablarse precisamente de calma en el río, sino todo lo contrario.
Pero lo cierto es que salieron a recoger sus aparejos (la nasa butrón) 14 embarcaciones con puerto pase en Pontecesures, donde la lamprea está prácticamente vendida incluso antes de llegar a tierra. La mayoría de los barcos traían 7 u 8 ejemplares a bordo. Claro que hubo excepciones con embarcaciones que pudieron capturar 1 o 2 piezas, y otras, como la de un valeiro llamado Pepe Barreiro, al que ayer sonrió la fortuna, y pudo recoger 22 ejemplares. «La mañana ha sido fantástica», reconocía con orgullo este pescador que, al menos, puede compensar parte de las pérdidas por el mal arranque de campaña, cuando las capturas fueron escasas o nulas, incluso obligándolo a permanecer amarrado en varias jornadas.
En cuanto a los precios, ayer se vió un poco de todo, y como siempre la lamprea cuesta más si es grande, pudiendo alcanzar los 50 o 60 euros. Pero la gran mayoría se vendió a 30 o 35 euros la pieza, incluso con algunos ejemplares, los de menor tamaño, que se entregaron a los clientes (sobre todo restaurantes de Ullán y Santiago) a unos 20 euros la pieza.

FARO DE VIGO, 05/02/09

Portos de Galicia instala una barandilla en la zona del muelle próxima a la EDAR.

Barandilla que se instala en el muelle cesureño.

Personal de la Zona Sur del organismo público Portos de Galicia trabaja desde hace unos días en la colocación de una barandilla de protección en un tramo del muelle de Pontecesures, concretamente en la zona más próxima a la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR).
Hasta este momento, desde el punto en el que finaliza el paseo fluvial ­en las inmediaciones de la fábrica de Nestlé­ y hasta la depuradora no existía ningún tipo de protección o medida de seguridad, lo que suponía un grave riesgo de que tanto personas como vehículos pudiesen caer al cauce del río Ulla. La zona es bastante transitada, por lo que se pretende evitar que se produzca un accidente con consecuencias graves, como el ocurrido hace unos días en Padrón.

También en la rampa> La nueva barandilla dotará también de protección a la rampa del varadero, que en estas fechas es muy utilizada por los marineros y las embarcaciones con las que participan en la campaña de pesca de la lamprea.

El concejal de Relacións Institucionais de Pontecesures, Luis Ángel Sabariz Rolán, manifestó su ??satisfacción? por esta actuación, que considera ??importante para garantir no posible a seguridade da veciñanza?.

DIARIO DE AROUSA, 30/01/09