Referencias a la lamprea de Pontecesures en un articulo del diario «Hoy» de Extremadura

Al Carnaval extremeño le falta algo. Al Carnaval extremeño le falta una comida. En otras regiones es típico que, coincidiendo con estas fiestas, las pandillas se reúnan a comer una fabada, una menestra contundente o un cerdo asado. En Extremadura no existe esa tradición y convendría ir buscando un plato poderoso que caracterizara nuestro Carnaval: la caldereta, la chanfaina, el bacalao… Está el potaje, es verdad, pero se trata de un plato doméstico para comer en familia. Durante los 20 años que viví en Galicia, lo que más me gustaba del Carnaval era juntarme con los compañeros de trabajo a comer un cocido con la cabeza completa de un cerdo (cacheira) en una típica casa de comidas de A Estrada, o ir a tomar angulas y lamprea a Casa Emilio, en Catoira, o zamparnos un lacón con grelos en Casa Xosé de Valga. Mi plato favorito era la lamprea, el pez más feo y misterioso de la creación , que sube hasta el río Ulla en Carnaval desde el Mar de los Sargazos, se cocina a la bordelesa en su propia sangre y se sirve con arroz blanco y picatostes. Durante años fui jurado del certamen gastronómico de la lamprea en Pontecesures, donde coincidía con un hermano de Cela y una tía de Pepe Domingo Castaño. Me encantaba aquel exhibicionismo pantagruélico: probar dos docenas de lampreas delante de mil personas que aguardaban expectantes el veredicto. Luego estabas tres días a base de pescado cocido, pero merecía la pena. Deberíamos buscar un plato identitario y carnavalesco. Propongo uno: las coles. Son típicas de Arroyo de la Luz, llevan morcilla, tocino, chorizo, buche y coles para disimular. Están exquisitas y son muy nuestras.

Artículo «Al Carnaval extremeño le faltan coles» de J.R. Alonso de la Torre.
DIARIO HOY DE EXTREMADURA

El proyecto de reforma del Centro Médico de Baño permitirá duplicar su capacidad.

El proyecto de reforma y ampliación el Centro Médico de Valga que ejecutará el Sergas permtirá duplicar la capacidad de las dependencias sanitarias, pasando de los seiscientos metros cuadrados con los que cuenta hoy en día a 1.421. La actuación, en la que la Xunta invertirá 1,5 millones de euros, fue licitada en diciembre por trámite de urgencia y a mediados de enero se abrieron las ofertas presentadas por las empresas, por lo que se espera que en las próximas semanas se produzca la adjudicación.

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Paladares de lujo para la lamprea.

La primera lamprea pescada esta temporada por fin encontró quién se la comiera, después de que el Conselleiro de Medio Ambiente rechazara, por motivos de agenda, la invitación realizada por el Concello y el restaurante Olivo para hacer los honores. Finalmente fueron expertos paladares los que cataron tan sabroso manjar en la noche del miércoles, en la que la alcaldesa, críticos gastronómicos, expertos en la materia y organizadores del Forum «As cociñas do Atlántico» se reunieron entorno a una mesa en Pontecesures para dar buena cuenta de la lamprea capturada hace más de una semana en el río Ulla por el valeiro Cándido Portas.

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La dieta atlántica incluye lamprea.

Tras nueve días en un acuario, la primera pieza capturada en el Ulla fue cocinada en el restaurante cesureño «El Olivo» para el Forum Gastronómico de Santiago.

Entre los días 16 y 20 e febrero se celebrará el «Fórum Gastronómico Santiago 2008; As cociñas do atlántico», en el que se darán cita algunos de los cocineros más prestigiosos de Galicia, España y el extranjero. Anoche directivos del comité organizador de ese foro se desplazaron a Pontecesures, y fue allí, en el restaurante El Olivo, donde pudieron degustar la primera lamprea capturada en el río Ulla con motivo de la campaña actual, la cual, hay que recordar, está resultando muy floja en cuanto a capturas.

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La lamprea, bocado para paladares exquisitos.

Más de doscientos años de tradición y cuidado rito profesional llevan a sus espaldas los valeiros que el pasado día dos volvieron a surcar en sus viejas barcas las frías aguas del Ulla en busca de la «princesa moura enfeitizada», ese extraño ejemplar de memorias perdidas en la noche de los tiempos, la lamprea. Cantada por Dumas y Freud, ensalzada por Cunqueiro y Torrente, cuando las abundancias se repartían generosas desde el Ulla hasta el Po, del Miño al Danubio o al napolitano lago del Fusaro, el primer y disputado ejemplar de la temporada vino en el butrón, siete días después de levantada la veda, a colmar de sana euforia a la veintena de familias que cada temporada afianzan la continuidad de tan ancestral como artesana práctica, en las viejas pesquerías que dejaron los romanos. Y en orgullo de pueblo que les honra, decidieron que ese primer ejemplar se cocinara en fogones propios y para invitados de excepción, como el conselleiro de Medio Ambiente. No se percataron que es ese el departamento más atareado en labores de reposición y prevención y que no está para dispendios de agenda o fruslerías de respetos ancestrales. No importa. Acaso la frustrada iniciativa de los valeiros cesureños tenga más adecuada réplica en sibaritismos más exigentes. No se olvide que la lamprea es, en timbal, carpacho, empanada o a la bordelesa, bocado para paladares exquisitos. Pues eso.

Columna «Espinas». TIERRAS DE SANTIAGO, 15/01/08