Xosé García Lapido conta a historia da asociación cultural O Sacho de Padrón.

Xosé García Lapido reuniu a máis de 300 persoas na presentación do libro O Sacho, un fito na nosa cultura, no que conta a historia da asociación cultural que estivo activa en Padrón e comarca entre os anos 1975 e 1983.

García Lapido, que foi un dos fundadores da entidade, ademais do presidente durante sete anos, di que a «historia do Sacho foi moi bonita» xa que a asociación naceu cun marcado carácter cultural pero acabou traballando en moitos frontes, coma no social, educativo, medioambiental e incluso no laboral, explica.
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Como padronés, este veciño «sempre tiven moi presente» a asociación, pero nunca pensou en publicar nada sobre a mesma, confesa, ata que o animou Anxo Angueira, escritor e presidente da Fundación Rosalía de Castro. A Angueira e a Manuel Lorenzo Baleirón, que tamén estivo na directiva da entidade, Xosé García quérelle agradecer os seus traballos para a corrección lingüística do libro, que se pode atopar a venda en Padrón, Cesures e mesmo nalgunha libraría de Santiago. O Sacho naceu nun ámbito local pero logo tivo alcance máis alá ata o punto que foi das primeiras entidades en reclamar que o día 17 de maio fose un día de festa en Galicia. Xosé García Lapido cre que «todas as reivindicacións que tiña O Sacho entonces son válidas hoxe en día». Lembra que a media de idade dos socios era 18 anos e incluso os había menores, nuns tempos nos que xuntarse máis de tres estaba considerado unha «reunión subversiva».

Xosé García Lapido non sabe se Padrón precisa que O Sacho sexa reiniciado, pero pensa que o concello e a comarca necesita unha entidade cultural -«clámaa a berros»- di- que debería ser, na súa opinión, o Instituto de Estudos Iriense, que editou o libro.

«Padrón precisa de xente interesada na nosa cultura, independentemente de ideoloxías», engade este veciño, que foi concelleiro durante cinco mandatos, algo polo que lle está «moi agradecido» ao pobo padronés.

A publicación do libro coincide co corenta aniversario da creación da asociación cultural.

La Voz de Galicia

El vertedero «incontrolado» de Pontecesures va en aumento cada día.

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Se sitúa al lado de la depuradora y acumula restos de poda y de asfaltados, además de escombros de obra y otros desperdicios.

El vertedero situado al lado de la estación depuradora de Pontecesures va en aumento; al igual que las críticas hacia su existencia. No son nuevas, y de hecho ya las formuló en varias ocasiones durante los últimos años el exconcejal Luis Sabariz. Pero de un tiempo a esta parte esa preocupación vecinal parece haber arreciado, y todo porque se aprecia la presencia de restos de poda y ve viejos asfaltados, escombros de obra y todo tipo de elementos que se acumulan formando una «montaña» de porquería que afea la imagen del entorno.

Este «vertedero incontrolado», explica el exconcejal, «genera un efecto llamada, de tal manera que va en aumento la basura depositada por particulares». A su juicio, «es lamentable que suceda esto a orillas del Ulla, en la Red Natura 2000, pero más preocupante es ver cómo se queman a diario los residuos de poda, provocando humaredas que afectan a los vecinos del Pozo de Cornelia, por lo que sería aconsejable trasladar todo este material a un punto limpio o ponerlo en manos de un gestor autorizado, en lugar de dar esta lamentable imagen, con el propio Concello incumpliendo la normativa medioambiental».

Faro de Vigo

Sabor de la matanza en Cesures.

En Pontecesures trabajan sin pausa para que este viernes, en la inauguración de la ruta de tapas elaboradas con productos de la matanza, todo salga a pedir de boca. La iniciativa se traducirá en que, durante todo el fin de semana, 18 establecimientos de la localidad servirán tapas muy otoñales. Cada una de esas raciones costarán dos euros. Y quien pruebe cinco de ellas entrará en el sorteo de una magnífica cesta en la que no faltarán ni los chorizos, ni la cachucha. Como la matanza manda.

La Voz de Galicia

Todo a punto para degustar la «Tapas de matanza» en los establecimientos de Pontecesures.

Los establecimientos de Pontecesures que han decidido adherirse a este proyecto avalado por el Concello están preparados para desarrollar entre mañana y el domingo «Tapas de matanza». Es una iniciativa consistente en ofrecer a los clientes de diferentes bares y restaurantes pinchos a base de productos típicos de la época de matanza del cerdo, con un precio único de dos euros por pincho. Se incluyen platos como jamón asado, brocheta de cerdo con setas en salsa de castañas, cocido con filloa o lasaña de lacón con grelos y pizza de morro.

Faro de vigo

La padronesa Carmen Tarrío, la peixeira más veterana de la plaza de Vilagarcía, repasa la crisis del mercado.

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Lleva más de medio siglo vendiendo pescado fresco a los vilagarcianos. Así que Carmen Tarrío sabe de lo que habla cuando habla de la plaza de abastos, de sus idas y venidas, de sus subidas y -sobre todo- de sus bajadas. Porque la plaza, dice, languidece sin remedio. Olvidémonos por un momento de los martes y los sábados, esos días mágicos en los que el mercado ambulante llena los pasillos de carros y clientes. Si entramos en la plaza un miércoles, uno cualquiera, desde detrás de los puestos todos los ojos se girarán hacia nosotros, tal es la escasez de movimiento.

«Estes son días mortos», confiesa Carmen. Habla con ese gesto de resignación de quien mira al futuro con la sensación «de que non pinta moi bonito». Y eso que en su larga historia como peixeira ha visto de todo. Ha pasado muchos trabajos y ha tenido mucho frío en los sucesivos emplazamientos en los que le ha tocado acomodarse. Ahora, la plaza luce mejor que nunca, con mesados de aluminio e higiénicas instalaciones. Sin embargo, de poco sirven todas esas mejoras los miércoles. Esos días «cada vez valen menos», confiesa Carmen.

Es tan cativo el negocio, que el número de puestos ocupados por el pescado se puede contar con los dedos de una mano. «Sendo as que somos xa nos costa traballo vender algo, se chega a vir máis xente non facíamos nada», sentencia nuestra veterana peixeira. Asegura haberse acostumbrado ya a pasar los miércoles al sol de la plaza, pero algo en su gesto algo dice que no, que esta mujer pertenece a la raza de las luchadoras, de las que no se rinden. Se le nota en la disposición con la que llama a los escasos clientes que cruzan ante su puesto, defendiendo con uñas y dientes su trabajo. Es precisamente la falta de trabajo, la culpable de la desértica estampa. «Aquí xa non queda industria. Sen industria non hai traballo, e sen traballo non hai cartiños para gastar».

Dejamos a Carmen atendiendo a dos jóvenes que visitan la plaza casi por casualidad. Son de Padrón, y tienen la suerte de que una pescantina pare su furgoneta delante de la puerta de su casa. Pero hoy, de visita en la capital Arousana, han decidido detenerse en el viejo mercado para comprar un poco de pescado fresco. «Prefiro collelo na praza que no supermercado. Aquí xa se ve que a calidade é diferente, que todo é produto de garantía. E, de paso, axudamos a esta xente que está a aguantar dos negocios», explica una de las jóvenes clientas. Carmen, que limpia con diligencia el pescado que le han pedido, asiente. Como asentirían todas sus compañeras si estuviesen escuchando.

El milagro de la resistencia

En la plaza, los miércoles, mandan mujeres de edad madura. Veteranas que, como Pilar, rivalizan con Carmen en ser «la más antigua» de la plaza. Ella frisa también el medio siglo de trayectoria. Y ella ve, también, como desde hace unos años, la plaza se ha vaciado. «Solo se salvan los martes y los sábados». ¿Y cómo se sobrevive?, preguntamos. Pilar pone cara de quien es capaz de hacer milagros. «Pois entre semana traemos menos produto. Menos cantidade e menos variedade». Esa queda para el fin de semana, cuando la plaza se convierte en un festival en el que mandan los colores de los mariscos y los pescados la ría.

Un adelanto lo ofrece el bancal de Pescados Celia, que luce coqueto. Tras semejante bodegón marino, la peixeira, otra veterana, reconoce que se esmera a la hora de colocar sus pescados. «Pero de nada vale. Por moi bonito que poñas o escaparate… Nada de nada». «Eu vendo todo peixe da ría, de Ribeira, de Vilaxoán, de Cambados. ? bo peixe, e o bo peixe vai caro. Así que coa crise véndese menos, porque todos intentamos apañarnos como podemos», dice Celia.

Ella acude puntual a su cita con la plaza porque «xa levo moitos anos aquí, e estou a aguantar», esperando paciente hasta que llegue la hora de la jubilación. Sin embargo, las pescantinas más jóvenes se quedan en casa «porque, realmente, vir non compensa».
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Cara y cruz

La crisis. Sin industria, razona Carmen, no hay trabajo. Sin trabajo, no hay dinero. Y sin dinero, no se vende pescado. «A xente tira máis polos conxelados, e iso que non son moito máis baratos», apunta Pilar. Carmen culpa a esa «comodidade» que aleja a los jóvenes de la plaza.

Una cuestión difícil. No saben muy bien qué se puede hacer. Pero esperan que alguien dé con la fórmula. A fin de cuentas, ¿por qué no va a tener futuro la plaza de Vilagarcía si hay otras, como la de Vilanova, que parecen revivir poco a poco.

La Voz de Galicia