En la mañana de ayer, Jose Jamardo y su mujer no estaban en la zona cero. La vida sigue pese a todo y habían tenido que ir a resolver unos asuntos a Vigo. Quien sí estaba era Josefa, la madre de Jose, que admitía que no había pegado ojo por la noche. Pero reconocía también que «hai xa tempo que non podo dormir, despois do que nos pasou…». Se refería a la tragedia de Angrois que dejó huérfanas a tantas familias gallegas y que dejó a Josefa sin un hijo, fallecido en el accidente ferroviario. «E agora isto, xa sei que non ten nada que ver, pero é que non lle deixa a unha levantar cabeza».
Josefa sufre por su hijo y por su nuera, que tuvieron que retrasar la boda por la tragedia que azotó a la familia la víspera del Apóstol y que, empeñados en recuperar su vida pese al dolor, invirtieron sus ahorros en la reparación de la casa en la que habían instalado de su hogar. «Non saían nin nada, todo era aforrar para a casa, e mira agora, perdérono todo». Pero Josefa lo dice con resignación y si rabia. No culpa a nadie. «A rapaza que está facendo a casa estaba a pobre desfeita, cando a culpa non é dela. Non é de ninguén, pero eu pregúntome por que nos tén que pasar a nós todo isto, nós que non fixemos outra cosa na vida máis que traballar».
La Voz de Galicia