Las iglesias de Valga se convierten en salas de concierto.

Los solistas salen de la escuela de música para llevar su arte allí donde haya público.

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El programa «Música nas igrexas» arrancó el pasado domingo en Santa María de Xanza con un dúo de fagot.

En Valga, la música parece formar parte del paisaje. Cada tarde, decenas de chavales acuden a Cordeiro, al auditorio, y bajan las escaleras hasta la planta donde está la escuela en la que varias generaciones de rapaces han descubierto el placer que entra por los oídos. Muchos abandonan el instrumento al que han dedicado horas y esfuerzo en cuanto reciben la llamada de otras vidas. No habrán perdido el tiempo: siempre sabrán reconocer una buena composición, siempre podrán animar sus horas, y las de los suyos, tocando una pieza. Pero también hay los que apostarán por la música. Los que se dedicarán a su estudio, los que tocarán a todas horas.

La culpa de todo esto es de Manuel Villar Touceda, el director de la escuela. Sus alumnos hablan maravillas de él. Puede que sea, simplemente, porque desborda pasión por la música, y por descubrir talentos. El que también es director de la banda municipal dedica tiempo a sus estudiantes. Los ayuda a formarse y a crecer como artistas. Pero, enamorado como está de la música, Touceda está empeñado, también, en romper, a base de notas y acordes, esos muros imaginarios en los que, en ocasiones, nos empeñamos en encerrar a las bellas artes.
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Fue así como nació, hace tres años, el programa Música nas igrexas. Un domingo al mes -el segundo, para más señas-, los solistas de la escuela de música se desplazan a alguno de los templos de Valga llevando consigo su instrumentos. Aprovechando la misa, interpretan varias piezas que acompañan y enriquecen los actos litúrgicos. Y después, una vez rematados los oficios, brindan al público un concierto de media hora.

El programa se desarrolla a la par que el curso en la escuela de música. Así que este año acaba de estrenarse. Fue, concretamente, el domingo, en la iglesia de Santa María de Xanza. El párroco, como es menester en estos casos, presentó a las dos jóvenes que iban a actuar: Antía Villar y Sara Barros. Las integrantes de un dúo de fagot tuvieron tres intervenciones a lo largo de la misa, y luego deleitaron a los asistentes con un concierto trenzado a base de piezas de Loubet, Mozart y Händel. «Sempre buscamos música acorde co acto e co entorno no que estamos», explica Manuel Villar.

Nos cuenta el director de la escuela de música y de la banda municipal que el programa ha ido creciendo con el tiempo. La gente que acude a la iglesia suele aprovechar la ocasión y se queda al concierto de después. «Esa era a nosa intención. Aproveitar para achegar o noso traballo a un público que por unhas ou outras razóns non chegan ao auditorio». Así, los vecinos más ancianos, o las familias «que van cos nenos á catequese», descubren el brillo de los jóvenes artistas que crecen en Valga, y al mismo tiempo tienen ocasión de asomarse al apasionante mundo de la música clásica.

Parece que la iniciativa gusta a todo el mundo. Hasta a los párrocos, que se deshacen en elogios con los visitantes y que anuncian en sus homilías las próximas actuaciones. Estas, por cierto, serán en las iglesias de Santa Comba de Cordeiro y de San Miguel, dos templos que, como casi todas las iglesias, tienen una acústica magnífica. Allí aparecerán, en los próximos meses, los solistas de la escuela de música dispuestos a conquistar a su público donde quiera que esté.

Entre concierto y concierto, los alumnos se aplicarán en las lecciones de música que se imparten en la escuela del auditorio. La suya es una afición exigente, que reclama atención y más atención, práctica y más práctica. También exige escuchar, escuchar sin pausa, lo que otras bandas y otros músicos interpretan. Y para eso, en el auditorio de Valga también hay solución.

La Voz de Galicia

Pontecesures distingue a sus leyendas vivas.

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El Concello celebra sus 90 años independizado de Valga con un homenaje a 26 vecinos nonagenarios y a los ediles de 17 corporaciones, con Ramón Ferro como el más longevo.

Corría el año 1925 cuando un grupo de vecinos de Pontecesures empezó a trabajar para lograr la independencia de la localidad del concello de Valga. ¿El motivo? Principalmente económico, pues los cesureños eran los que más impuestos pagaban a las arcas valguesas. Sus gestiones fructificaron y el 9 de octubre de ese mismo año se constituía la primera corporación del ayuntamiento de Pontecesures, y ya con una mujer en sus filas: Asunción Calvo, hoy fallecida.

El actual gobierno local, liderado por Cecilia Tarela (BNG), decidió celebrar el 90 aniversario de la constitución del concello ribereño con un homenaje a los 26 vecinos que nacieron con el concello -o antes-, así como a una treintena de concejales que «pusieron su granito de arena» en las sucesivas corporaciones -diecisiete- de la historia cesureña. Ramón Ferro y José Ramón Gil, los más longevos, ayudaron a la alcaldesa a descubrir la foto de familia realizada hace unas semanas a los que ejercieron de ediles en algún mandato desde 1925.

Fue un acto austero en el que la regidora quiso precisar que el principal objetivo de este 90 aniversario es «homenajear a la gente», a las «leyendas vivas» de Pontecesures, que han construido y divulgado la historia del pueblo. «Igual si lo hiciésemos a los 100 años la edad les pesaría un poco», aclaró Tarela.

De hecho a algunos ya les pesan los noventa, pues la mitad de los «veteranos» distinguidos no pudieron acudir al Concello para ponerse su pin conmemorativo, fundamentalmente por razones de salud. Fue el caso de Cándida Eitor Pesado, la homenajeada más longeva, nacida en 1918. La concejala de Cultura, Maite Tocino, disculpó su ausencia por un «percance» de última hora.

La alcaldesa nacionalista agradeció a los nonagenarios que participaron en el acto su «gran esfuerzo» por no faltar a la cita, algunos de ellos en silla de ruedas.

El de ayer fue un día de celebración para todo el concello cesureño. También fue distinguido el presidente del Club de Automóviles Antiguos, José Blanco, y la asociación «Mirándolles os dentes» con motivo de la feria del automóvil, que también cumple 90 años. La primera edición de este tradicional evento atrajo a Pontecesures a más de 10.000 personas.

La alcaldesa no se olvidó de mencionar a personalidades destacadas que «llevaron el nombre de Pontecesures por todo el mundo» como Carlos Maside, Víctor García, María «A Cuca» o Carlos Bóveda. Las asociaciones culturales y vecinales del municipio, el director de Nestlé o Cerámica Celta, «la primera universidad de artes plásticas de Galicia» tampoco fueron obviados en el discurso de Tarela. El himno gallego al son de varias gaitas y unas copas de champán sirvieron de colofón a un acto con notables ausencias políticas, como la del exalcalde Álvarez Angueira.

Faro de Vigo

«Antes había dos cines, uno era El Pequerrecho».

«El 6 de abril cumplí 94 años y gracias a Dios estoy muy bien de aquí», dijo Mª Luisa Llerena señalándose la cabeza al recoger su pin conmemorativo. A sus 94 años, vive sola en su pequeña casa en Pontecesures, ayudada una hora al día por una trabajadora proporcionada por el Concello. Destaca que come de todo, «igual sardinas que tocino» y «nunca me gustó el agua, ni de pequeña, cuando todos metían la cabeza bajo la fuente. Yo al mediodía tomo un vaso de vino», confiesa.

Echa la vista atrás y recuerda que Pontecesures «cambió mucho» en estos 90 años. «Antes había más negocios, y hasta dos cines; a uno le llamaban El Pequerrecho. Donde hoy está la farmacia había un baile donde nos daban empanada y natillas», dice.

Faro de Vigo

El Concello de los 90 años homenajea a su quinta.

ACTOS 90 ANIVERSARIO CONCELLO CESURES /

El Concello de Pontecesures celebró ayer el día central del programa cultural por sus 90 años de historia. Lo hizo en un acto cargado de simbolismo que tuvo lugar a mediodía en la Casa Consistorial, a donde se invitó a los vecinos que, al igual que este término municipal, nacieron en el año 1925.
La administración local rindió tributo, igualmente, a una representación de los concejales que fueron pasando por las diferentes Corporaciones municipales en este casi siglo al completo de historia, desde la independencia del vecino Ayuntamiento de Valga.
La cita programada en el Concello fue la central, pero no la única que se fijó para la jornada dominical.
Desde una hora antes del mediodía, la zona de A Prazuela y sus alrededores acogieron una concentración de vehículos clásicos, gracias a la participación del Clube Galego de Automóviles Antigos, lo que permitió a los asistentes retroceder hasta la mítica Feria de 1925 en Cesures, la primera de coches de ocasión organizada en todo el ámbito estatal.
Como complemento a esta actividad, este fin de semana se pudo contemplar también una exposición que hizo repaso, justamente, a la historia de la cita del motor en la localidad.
A mayores, hasta el día 19 todavía se podrá revisar otra muestra, que incluye fotografías históricas de Pontecesures y que ha quedado instalada en la propia Casa Consistorial.

Diario de Arousa

Pontecesures brinda por sus 90 años.

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El Concello celebra su independencia de Valga con un homenaje a sus vecinos más veteranos

A María Luísa nunca le gustó el agua. Solo con pronunciar la palabra, en su rostro se compone un gesto de desagrado. «Bebo unha pouca ao día, para tomar as pastillas», dice mientras sostiene en alto la copa de champán con la que, unos minutos antes, brindaba por los noventa años del Concello de Pontecesures. Ella puede presumir, y lo hace, de tener más edad que el municipio: en el mes de abril sopló las 94 velas. Pero como asegura que está «moi ben de aquí» -cuando habla se señala la cabeza- y que se acuerda «de todo», a ella le pedimos que nos cuente cómo era Pontecesures en aquellos tiempos en los que empezaba a andar sola. Su descripción nos remite a aquella villa bulliciosa de la que tanto se ha hablado estos días en la localidad. «Había máis comercio e dous cines, a un chamábanlle pequerrecho. E tamén había un baile, o do Norte. Pasaban bandexas con empanadas e, de postre, natillas ou biscoito».

La concejala de Cultura de la localidad, Maite Tocino (BNG) quiere aprovechar el caudal de recuerdos de, quienes como María Luisa, son la «historia viva» de Pontecesures. Para fijar la memoria colectiva del pueblo tiene el nuevo gobierno muchas ideas, pero hay que darles tiempo para que cuajen. Quedémonos, de momento, con los actos que ayer se celebraron en el consistorio. Unos actos a los que asistieron los vecinos nacidos antes de 1925 o durante el año de la independencia. «Os nosos veteranos», los llamaba la alcaldesa nacionalista Cecilia Tarela. Ella fue la encargada de recordar como «o 9 de outubro de 1925, un grupo de homes principais decidiron independizar Pontecesures de Valga». Lo decidieron, señaló la alcaldesa, «por motivos económicos», hartos de aportar mucho a las arcas de un Ayuntamiento que no les devolvía lo suficiente. Quiso rendir un homenaje especial Tarela a Asunción Calvo, una mujer que formó parte de la primera corporación cesureña, demostrando ser «moi moderna para o seu tempo».

Claro que Pontecesures era, entonces, una cápsula de modernidad a las orillas del Ulla. Era así, reconoció la alcaldesa, gracias a hombres como Eugenio Escuredo, Ramón Diéguez, Carlos Maside, Víctor García… Y gracias, también, a mujeres como Oria Moreno. Todos ellos llevaron «o nome desta vila por todo o mundo» alumbrando proyectos como el de la Cerámica Celta, «a primeira universidade de artes plásticas que houbo en Galicia». O a las ferias del automóvil de ocasión. «A primeira celebrouse no ano 1925 e trouxo a esta vila a máis de dez mil persoas, unha cantidade imposible de imaxinar mesmo nestes tempos».

Agradecimientos
Para recordar aquellas ferias, el Club gallego de automóviles antiguos acudió ayer a la localidad con un buen puñado de las joyas sobre ruedas que poseen sus socios. Para esa entidad tuvo la alcaldesa palabras de agradecimiento, igual que para el colectivo Mirándolle os dentes, que ha hecho «un gran traballo para fixar todo o patrimonio das feiras disperso por casas e entidades».

Pero el Concello tuvo, sobre todo, un agradecimiento enorme para todos los vecinos que, con su trabajo anónimo o con su presencia en la corporación, «contribuíron a que Pontecesures sexa o que hoxe é». A todos ellos, a los veteranos y a los munícipes, se les entregó ayer una insignia. Una joya sencilla que muchos acariciaban, al finalizar el acto, como si se tratase de un auténtico tesoro.

La Voz de Galicia