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Las atracciones piden una rebaja del precio por instalarse.
La Pascua invernal que está viviendo Padrón hizo estragos en las fiestas, de modo que el mal tiempo mermó la afluencia de público y, por tanto, también la actividad económica de las atracciones y barracas de feria, además del sector de la hostelería local en general.
Representantes del primer colectivo calificaron ayer de «moi mal» las fiestas debido a que, «practicamente choveu todos os días». A ello hay que sumar, añadieron, que «Padrón é unha festa moi cara», en la que «pagamos coma nos tempos de antes pero recadamos moito menos» debido, en opinión de un representante de este colectivo, a que «xa non se vai a Pascua como antes» porque, añade, ahora hay más alternativas de ocio.
Por ello, los titulares de las atracciones más grandes tienen previsto reunirse con el Concello para pedirle que, de cara al próximo año, rebaje «un pouco» el precio de las parcelas en las que se instalan, que consideran muy elevados. Tanto es así que hablan de que hay atracciones que ya no vienen a Padrón por este motivo y ponen como ejemplo las tres para público joven y adulto que faltaron en los últimos años y que dejaron un buen hueco en el recinto de la feria, como sucedió en las inmediaciones de la piscina.
«Pedimos que o Concello reconsidere os prezos das parcelas para que a Pascua se volva a encher de atraccións e carruseis», señalan desde este colectivo. Aseguran que hay atracciones que pagan desde 5.000 a más de 6.000 euros por instalarse en la Pascua de Padrón y que eso es inasumible hoy en día. A menos que se rebajen los precios de ocupación de las parcelas, cada año faltarán más atracciones y habrá más huecos en el recinto ferial, que «desmerecen a festa», según explica este colectivo.
El mal tiempo de estos días hizo que, por ejemplo, el Viernes Santo fuera un día perdido por la lluvia, de modo que hubo atracciones y barracas de feria que casi ni abrieron para trabajar. Y el viento que hizo el domingo por la tarde obligó al Concello a suspender por primera vez la verbena del día grande de la Pascua.
La Voz de Galicia
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Santiago se descubre ante Padrón.
La capital del Sar y la de Galicia renovaron ayer el hermanamiento que mantienen desde hace varias décadas.
El Día de Santiago en Padrón, celebrado ayer con motivo del Lunes de Pascua, valió para que ambos pueblos renovaron los lazos que los unen. Para ello, la corporación padronesa fue a recibir a la compostelana a la entrada de la villa, donde los respectivos alcaldes intercambiaron el bastón de mando del Concello, acompañados por las bandas de música municipales.
En el salón de plenos del Concello, el regidor de Santiago, Martiño Noriega, agradeció, en su primera participación en este acto, el recibimiento dado por Padrón y aseguró que el encuentro sirve para «constatar os vencellos e as canles» que unen a los dos concellos, «en base a unha tradición que leva décadas». En este sentido, Noriega recordó que la capital del Sar y la de Galicia «non so comparten escritores da historia do país e tradicións, senón tamén outros vencellos coma os comerciais».
Asimismo, se mostró partidario de continuar con el hermanamiento de y reivindicarlo más allá de modo que «chegue a vida práctica da xente». Por su parte, el alcalde de Padrón, Antonio Fernández, habló de «fidelidade» entre ambos Concellos y ofreció la «hospitalidade» del pueblo de Padrón al de Santiago. Ambos «camiñaron, camiñan e deben seguir camiñando xuntos para dinamizar cultural, social e economicamente ambos pobos», aseguró Fernández. Tras los discursos, las corporaciones salieron al balcón del Concello para escuchar las bandas de música y asistir a un concierto de la de Padrón. Noriega también firmó en el libro del Ayuntamiento.
en directo lunes de pascua
«Padrón e Santiago deben camiñar xuntos para dinamizar cultural e socialmente ambos pobos»
Antonio Fernández
«Non compartimos so escritores, senón tamén outros vencellos coma os comerciais »
Martiño Noriega
La Voz de Galicia
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Padrón y Santiago renuevan su hermanamiento.
Las corporaciones políticas de ambos Concellos asisten a los actos del Lunes de Pascua.
Padrón y Santiago renuevan hoy sus lazos de hermanamiento con motivo del Lunes de Pascua. La corporación padronesa ha recibido a la una de la tarde a la compostelana a la entrada de la villa, donde los alcaldes han intercambiado el bastón de mando. Acompañadas por las respectivas bandas de música municipales, las dos corporaciones han ido a pie al Concello, para escuchar los discursos oficiales en el salón de plenos.
El alcalde de Santiago, Martiño Noriega, ha sido el primero en agradecer la invitación de Padrón en el día de hoy y en constatar los lazos que unen a los dos pueblos, entre los que mencionó los literarios pero también «os comerciais».
Por su parte, el regidor padronés Antonio Fernández ha señalado que Padrón y Santiago han renovado hoy «a fidelidade» que mantienen desde hace décadas y que va más allá, ha dicho, del viaje que realizó el Apóstol desde Jaffa. Fernández se ha referido, además, a los miles de compostelanos que ayer se acercaron a Padrón como visitante, romeros o ganaderos, para «disfrutar da hospitalidade de Padrón» en el Domingo de Pascua.
Los dos alcaldes han coincidido en mantener y apostar por la relación de hermanamiento.
Tras los discursos, ambas corporaciones han salido al balcón del Concello para escuchar las actuaciones de las bandas de música, antes de ir a la plaza de Macías para asistir al concierto de la de Padrón, junto con los numerosos padroneses que, desde la calle, seguían los actos de hermanamiento.
La Voz de Galicia
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La N-550, un vial con tramos muy distintos y peligro constante en la orilla .
Las comparaciones siempre son odiosas, sobre todo si uno las sufre en sus carnes. Esa idea le venía ayer a uno en la cabeza cuando se proponía recorrer la N-550, la carretera «de toda la vida» de Santiago a Vigo y mientras su vehículo se veía enzarzado en travesías con tráfico lento, limitaciones constantes de velocidad y cruces y más cruces de repente miraba hacia un lado del vial y veía la AP-9, con los vehículos a toda velocidad sin retención alguna. ¡Qué diferencia!
El recorrido empieza en Pontecesures. Y empieza mal. Algo antes de las once de la mañana, uno pierda la paciencia ya en la primera travesía. Hay tráfico por doquier. Así que se tardan varios minutos en enfilar hacia Caldas. Cuando por fin uno se pone en ruta, la cosa mejora. El firme está bastante bien salvo por algún pequeño detalle y, conforme uno se acerca al territorio caldense, el tráfico va a menos. Además, gracias a la variante que Fomento construyó, en Caldas uno hasta saca pecho y piensa que, quizás, se equivoquen los que pagan y van por la AP-9. Porque en el tramo caldense, sobre todo en la circunvalación, el coche va casi como un llanero solitario. Apenas hay tráfico y poco rastro de los camiones que kilómetros atrás desesperaban a uno.
Pero la alegría se acaba pronto en la carretera del pobre. En Briallos, ya en Portas, ayer ya se notaba más tráfico. Encima, en esa zona, uno se daba cuenta de una circunstancia que es eterna compañera en este vial: hay peligro constante en la orilla. Ora aparecen peregrinos, como Michael, un austríaco que ayer indicaba que no le gustaba la cantidad de automóviles que pasaban casi rozándole la piel. Más adelante son los niños que se bajan de un autobús o un hombre cargado con una carretilla de hierba. La cantidad de casas que hay pegadas al vial es enorme y, por tanto, el trasiego de peatones también.
En O Cruceiro de Briallos, de hecho, había un vecino intentando cruzar a pelo, sin paso elevado ni otro elemento de protección. «Aquí cruzamos como podemos, non queda outra», afirmaba. Y es cierto. Porque más adelante uno se seguía encontrando viandantes a la carrera incluso en las zonas con tres carriles.
Entrada a la ciudad
El susto más grande, si uno no conoce la carretera, se lo lleva el conductor llegando a Pontevedra. ¿Por qué el coche de repente hace ruido? La culpa es del firme que hay a la altura de las facultades, al que aplicarle el adjetivo de obsoleto es ser bondadoso con él. Pasando Pontevedra y enfilando hacia Vilanova, llega el sufrimiento por la lentitud del tráfico. Ahí, nuevamente, uno maldice el momento en el que no pagó para ir por la AP-9.
El paso de camiones es constante y sonante. Y, para acabar un poco más con la paciencia del conductor, hay cruces por todas partes. Continuas intersecciones, rotondas y otras hierbas que hacen que, para salvar los 57 kilómetros que van desde Pontecesures a Vilaboa haga falta casi una hora. Al menos eso era lo que sucedía ayer a media mañana.
Carteles que hablan por sí solos. En la N-550 hay varias zonas señalizadas como de concentración de accidentes. Distintos vecinos reclaman que se pongan más. fotos maría hermida
La rotonda donde se resbala por culpa de las naranjas. Un naranjo escupe sus frutos de forma continua en una rotonda. Esto hace que el firme acabe convertido en pista de patinaje.
¿Señales en desuso? A lo largo del vial, como en este tramo de Valga, hay señales luminosas apagadas y, en algún caso, en mal estado. También hay carteles que apenas se leen a lo lejos.
La soledad de la variante. Ayer por la mañana, el único momento de soledad en el viaje por la N-550 desde Cesures a Vilaboa era en la variante de Caldas. Apenas se cruzaban uno o dos coches.
Peregrinos por doquier. Ayer eran numerosos los peregrinos que circulaban a orillas de la N-550. En la foto, Michael, un austríaco de Viena al que no le gustaba el paso constante de coches.
Tramos a 40, 50 y 70 hasta aburrir. Las limitaciones a 40 y 50 son constantes, como en esta zona de Portas. Algunas curiosas: hay tres carriles y límite a 70, por lo que es difícil adelantar.
Y de repente… el traqueteo. El firme de la N-550 está medianamente bien en casi todo el recorrido. Pero al llegar a Pontevedra ciudad la cosa cambia: el traqueteo del coche se hace constante.
Peatones que se juegan el tipo. Cruzar es una odisea en todo el vial. En la foto, al fondo, unos peatones se la juegan en Vilaboa. La imagen se repite constantemente en distintos puntos.
La Voz de Galicia