Más de la mitad de los municipios de O Salnés carecen de cargadores rápidos para vehículos eléctricos.

O Grove, Vilanova, Ribadumia, Meis, A Illa, Valga y Pontecesures no aparecen en el mapa de puntos de recarga publicado el lunes por el Ministerio para la Transición Ecológica.

En Vilagarcía figuran dos estaciones «fuera de servicio»

Dos turismos recargan sus baterías, ayer frente al pabellón de deportes y albergue de peregrinos de Vilanova.
Dos turismos recargan sus baterías, ayer frente al pabellón de deportes y albergue de peregrinos de Vilanova. 

Cada día circulan más coches eléctricos o híbridos por las calles de O Salnés, pero la infraestructura de carga no crece al mismo ritmo. El lunes, el Ministerio para la Transición Ecológica publicó un mapa con los cargadores de vehículos eléctricos existentes en toda España, y en la relación no aparecen siete de los doce ayuntamientos de O Salnés y Ullán. En realidad, hay puntos de carga en prácticamente todas las localidades, pero el mapa del Ministerio solo recoge los de carga más rápida (por encima de 43 kilovatios de potencia), lo que indica que media docena de ayuntamientos arousanos carecen de una infraestructura moderna para los dueños de vehículos eléctricos.

Estos concellos son O Grove, Vilanova, Ribadumia, Meis, A Illa, Pontecesures y Valga. La situación no es mucho mejor en los demás municipios. En Vilagarcía, de hecho, sí aparece en el mapa del Ministerio una estación de recarga con una potencia de hasta 150 kilovatios, pero en la misma aplicación oficial figura como «fuera de servicio».

Punto de recarga situado junto al Ayuntamiento de Vilanova, ayer.
Punto de recarga situado junto al Ayuntamiento de Vilanova, ayer.

Entre toda la comarca, hay en torno a un centenar de puestos de recarga, pero de características muy heterogéneas, y la práctica totalidad tienen una potencia inferior a los 43 kilovatios, por lo que no figuran en el mapa publicado ahora por el Ministerio. La mayoría de los puntos de recarga están en gasolineras, hoteles, restaurantes, los garajes de centros comerciales o los aparcamientos de supermercados. También los tienen varios concesionarios de automóviles. Pero esto implica que en muchos casos tienen un horario de uso restringido; esta situación, y la limitada potencia de muchos de estos puntos hace que resulten poco útiles para aquellos que necesitan repostar en poco tiempo para salir o retomar un viaje.

El primer mapa oficial

El Ministerio para la Transición Ecológica creó REVE, una aplicación en la que se recogen todos los puntos de carga de vehículos eléctricos a partir de 43 kilovatios (kW). Los operadores tienen la obligación de comunicar al Ministerio la existencia de los cargadores con esa potencia o superior, y de actualizar en tiempo real y de forma automática la situación de cada uno (si está disponible u ocupado, o incluso si está fuera de servicio). A mayores, las compañías puede comunicar al Gobierno la situación de sus estaciones con potencias inferiores, pero en este caso ya se trata de una decisión voluntaria. Con todos esos datos se creó el mapa que el Ministerio estrenó anteayer.

En Vilagarcía, la aplicación oficial solo recoge tres puntos (en realidad, hay una quincena de lugares donde cargar el coche, pero todos con una potencia de 22 kilovatios o inferior), pero el único con equipos de hasta 150 kilovatios, que es la estación del Alcampo, está fuera de servicio, según REVE. También aparece como fuera de servicio la de un taller de O Rial.

En Cambados, solo superan el umbral de los 43 kW los puntos ubicados en la estación de servicio de Castrelo. En Sanxenxo, en la gasolinera del polígono de Nantes hay puestos de 150 kW, y el hotel Nuevo Norat de Portonovo los tiene de 86. En Dena (Meaño), el restaurante Casa Portuguesa dispone de cargadores de 100 kilovatios.

Faro de Vigo

La inexplicable relegación de la estación de tren que une Arousa y Barbanza.

Pese a registrar más pasajeros, Catoira ni siquiera dispone del servicio de información telemática que Renfe sí ofrece en Pontecesures

El ferrocarril es una presencia diaria y permanente en la orilla sur de la ría de Arousa desde que el 15 de septiembre de 1873 un convoy de pasajeros unió los antiguos concellos de Cornes y Carril, inaugurando la era del camino de hierro en Galicia. Con el paso del tiempo, el servicio ha ido experimentando todo tipo de avatares. La conexión con Pontevedra, que en el 2024 cumplió 125 años, la pérdida del tren regular a Madrid en 1958, su recuperación en el 2020 y la llegada del AVE, un año más tarde, son algunos de sus hitos. Aquella línea única fundada a finales del siglo XIX se dividió en el 2010, con la apertura del nuevo corredor atlántico. Conviven, desde entonces, dos trazados en la comarca. El que recorren la alta velocidad y los media distancia, rápido, con escala únicamente en Vilagarcía, y el regional, básicamente el mismo que utilizó Rosalía de Castro para ver el mar por última vez, más lento pero con paradas muy útiles en Catoira y Pontecesures (y ya en la provincia de A Coruña, también en Padrón). Dos estaciones que han corrido suertes dispares, aunque están llamadas a configurar un servicio de cercanías en cuanto la luz del sentido común se abra paso en las mentes de quienes planifican el transporte público en esta esquina del viejo mundo.

Los edificios que las acogen, levantados en recio granito del país, permanecen cerrados desde hace largos años. Desde luego no hay taquillas en ellos, como tampoco cafeterías ni nada que se les pueda parecer. Con todo, su situación dista de ser la misma. Existe una diferencia muy notable. En el andén de Pontecesures funciona un sistema de información telemático que permite adquirir los billetes y recibir información que proporcionan teleoperadores en tiempo y conversación reales. Entre las cinco de la mañana y las once de la noche, un operario o una operaria saludan con amabilidad desde su pantalla en cuanto esta se acciona al tacto.

En Catoira, en cambio, el silencio domina las instalaciones ferroviarias. No existe nada semejante al dispositivo que sí da servicio al viajero en Pontecesures. Su única ventaja con respecto a su estación hermana es el hecho de que en ella se haya habilitado una sala de espera. Cesures carece de algo así, pero a cambio dispone de un andén bien cubierto y protegido de la lluvia, además de una marquesina en el sentido de circulación contrario al de la propia estación. Dos elementos de los que Catoira también se ha visto privada, si bien cuenta con un paso inferior que facilita el tránsito bajo las vías.

Una situación asimétrica

Esta serie de asimetrías se extienden a cuestiones tan básicas como la existencia de un horario actualizado al que echarle un ojo. En Catoira sobrevive un tablón de anuncios, pero está vacío. El de Pontecesures cuenta con un horario físico, actualizado en mayo del 2024 y algo maltrecho. Y refuerza el su función informativa con un par de códigos QR cuya lectura da acceso a la información requerida a través de un simple teléfono móvil. Quien busque algo parecido en Catoira lo hará en vano.

Llama la atención este trato desigual, a la vista de que, a lo largo de las últimas tres décadas, la estación de Catoira ha conseguido invertir su estatus como tercera estación de la comarca para rebasar a Pontecesures y situarse en segunda posición en lo que al número de pasajeros se refiere. Los datos de Renfe a lo largo del tiempo indican que en 1997 la primera registró 19.820 viajeros frente a los 31.043 que contabilizó la segunda. A la espera de que se haga público el balance del 2024, la lectura del 2023 consolida un vuelco completo: en Catoira se subieron o bajaron 67.000 viajeros, mientras en Cesures lo hicieron 39.800.

Aunque el fenómeno se detectaba antes, el estallido de la pandemia disparó la utilización de Catoira como estación no solo al servicio de los usuarios de la orilla sur, sino también de quienes emplean el ferrocarril procedentes de la comarca de O Barbanza. Basta acercarse por la plaza catoirense un viernes o un domingo por la tarde para comprobar cómo los automóviles llegan y se marchan para recoger o depositar a estudiantes o trabajadores que se mueven en ferrocarril y tienen Catoira como referencia.

En ese punto estriba otra diferencia inexplicable. Cada día laborable, tres trenes lanzadera parten de Vilagarcía hacia Santiago y otros dos lo hacen en sentido contrario. Se detienen en Pontecesures y en Padrón, pero no en Catoira, por mucho que sus números, como queda claro, piden a gritos su inclusión en el servicio.

Quien albergue alguna duda puede reflexionar acerca del crecimiento que la demanda del ferrocarril ha experimentado en las tres estaciones en los 26 años que median entre 1997 y el 2023: Vilagarcía ha rebasado el millón de pasajeros con un aumento del 154 %, que en Cesures es del 28 % y en Catoira alcanza un 241 %.

La Voz de Galicia

Padrón recibe a los migrantes con los brazos abiertos: «Oxalá estean a gusto e decidan quedarse».

El director de la oenegé, Carlos Echanove, destacó que esas personas llegan «estresadas por trabajar», para poder enviar dinero a sus familias y pagar la deuda que contrajeron para escapar de su país de origen

Padrón entra en el sistema de acogida de protección internacional del Gobierno español al menos durante un año, que es la duración del contrato con el albergue de la parroquia de Cruces elegido para centro humanitario. Así lo confirmó ayer el titular del establecimiento, al que el martes por la tarde llegó un grupo de 65 jóvenes migrantes solicitantes de protección internacional, en su mayoría procedentes de Mali.

El personal del albergue se ocupa de la organización de las comidas, limpieza y pernocta, pero la gestión del centro está asignada a la oenegé Rescate España, que en la tarde del martes celebró una charla abierta en el centro social de Queiruga para informar desde cuestiones generales, como la solicitud de protección internacional o el sistema de acogida, a otras más concretas sobre el grupo de migrantes que acaba de llegar a Padrón.

El director de la oenegé, Carlos Echanove, destacó que esas personas llegan «estresadas por trabajar», para poder enviar dinero a sus familias y pagar la deuda que contrajeron para escapar de su país de origen, que puede oscilar entre los 6.000 y 10.000 euros.

También incidió en que son personas que están en España de forma legal, con Número de Identidad de Extranjero (NIE). Llevan en el país entre dos y cuatro meses, desde su llegada a Canarias y tras pasar por Madrid, Mérida o Cartagena. En Galicia, lo primero será un reconocimiento médico por parte del Sergas, además de su empadronamiento por parte de los Concellos, en este caso el de Padrón, y el aprendizaje del idioma español, para poder comunicarse con ellos, saber sus competencias y formarlos de cara a su integración laboral.

Campo para jugar a fútbol

El representante de la oenegé insistió en que los jóvenes migrantes están deseando trabajar pero, mientras no pueden hacerlo y se forman, también están deseando jugar un poco al fútbol. Para ello, el Concello de Padrón adecentó ayer una finca situada en el exterior del recinto que puedan usarla como campo. Aunque su acogida en Padrón es al margen del Ayuntamiento, el alcalde padronés, Anxo Arca, ofreció a la oenegé Rescate toda la colaboración para facilitar la integración de los migrantes, algo que también pide a los vecinos que hagan, para darles la misma oportunidad que en el pasado tuvieron muchos gallegos que emigraron, según recuerda el regidor. Precisamente, el director de Rescate España expresó su alegría por la «extraordinaria acogida» que están teniendo las personas migrantes en Galicia, quizás por ser tierra de emigrantes, dice Carlos Echanove.

Al margen de la acogida institucional, varias vecinas de la parroquia de Cruces presentes en la charla desearon que «oxalá estean a gusto aquí e decidan quedarse porque necesitamos xente», en alusión a la pérdida de población y a que las aldeas están quedando vacías.

La Voz de Galicia

Los refugiados africanos llegarán a Valga de forma escalonada.

Los migrantes, que huyen de países en conflicto, se alojarán en un hotel y darán prioridad a su formación para poder trabajar

La cuenta atrás para que Valga acoja a un colectivo de refugiados subsaharianos ha comenzado. El subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada, confirmó ayer que los ciudadanos africanos llegarán al municipio arousano de forma escalonada, en una secuencia que podría desplegarse entre hoy mismo y el lunes que viene, 16 de diciembre. En cualquier caso, la gestión sobre el terreno de este proceso compete a Rescate, una organización no gubernamental con 64 años de experiencia en el auxilio a víctimas de conflictos bélicos, violencia y desastres naturales, tanto en España como en sus países de origen.

Losada quiso expresar su agradecimiento al alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, con quien la subdelegación está en contacto. «A súa colaboración é moi satisfactoria, ao igual que a foi a dos rexedores de Sanxenxo e Mondariz Balneario, os primeiros concellos da provincia que acolleron migrantes». El subdelegado ratificó, por lo demás, que se trata de 173 personas procedentes de países en conflicto, que están gestionando sus solicitudes de protección internacional.

De acuerdo con la información de la que dispone el Concello de Valga, todos ellos son hombres, cuyas edades están comprendidas entre los veinte y los cuarenta años. Tendrán su residencia en un hotel de la localidad, en el que serán empadronados y podrán hacer su vida con libertad, aunque tendrán que estar presentes en el establecimiento entre las diez de la noche y las siete de la mañana. La única excepción está relacionada con sus necesidades de formación.

La prioridad de Rescate, más allá de las peticiones de asilo que se están cursando, estriba, precisamente, en la formación de los refugiados. En primer lugar, por lo que respecta al aprendizaje de la lengua española y, a continuación, en todo cuanto tenga que ver con sus perfiles laborales. La idea es que, mientras no se resuelva el papeleo, dispongan de permisos de trabajo de dos a cuatro meses en Galicia y puedan contribuir a cubrir las necesidades de trabajo de las empresas de la zona. Casi todos ellos llegarán a Valga desde centros de acogida, como el albergue del Monte do Gozo, en Santiago, y llevan en España entre dos y seis meses.

La Voz de Galicia

«Disciplinados, atentos y deseosos de trabajar»; así son los refugiados africanos que va a acoger Valga.

Un centenar de refugiados de Mali, a su llegada al alberge de Monte do Gozo, en Santiago

Un centenar de refugiados de Mali, a su llegada al alberge de Monte do Gozo, en Santiago.

Son hombres de entre 20 y 40 años, huyen de conflictos armados, mafias y redes de trata de personas, y serán alojados en un hotel

Valga está a punto de sumarse al puñado de municipios gallegos que sustentan un centro de acogida a refugiados. De acuerdo con lo que anunció esta semana el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, después de de hablar con los alcaldes de las poblaciones concernidas (además del concello arousano, Padrón y Burela), los migrantes, de origen africano, llegarán a su nuevo destino alrededor de la segunda semana de diciembre. Por lo que respecta a la orilla sur de la ría, el lugar elegido para darles alojamiento es un conocido hotel de la localidad. «Polo que nos dixeron son todos homes, de entre vinte e corenta anos de idade, que foxen de conflitos armados e pesecucións», apunta el regidor valgués Bello Maneiro.

De momento se desconoce el tiempo que los refugiados permanecerán en Valga. «Están a tramitar os seus permisos de asilo, o que pode supoñer dous ou tres meses de xestións, e a partir de aí a idea que nos transmiten é que queren traballar, sempre que sexa posible», indica Maneiro. La encargada de gestionar este proceso es la ONG Rescate, bajo la tutela del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Esta entidad, que desde 1960 ayuda a las víctimas de conflictos, violencia y desastres naturales, tanto en España como en sus países de origen, ofrece un perfil de los que pronto serán vecinos del pequeño enclave del Baixo Ulla.

Experiencias positivas.

«Las experiencias que tenemos son muy positivas. Los demandantes de protección internacional son disciplinados, atentos y su mayor deseo es aprender el idioma y trabajar cuanto antes». En su gran mayoría han llegado en patera a Canarias procedentes de la decena de países que componen el Sahel. Entre ellos Malí, Senegal, Mauritania y Níger, así como algunos ciudadanos de Marruecos. «Huyen de conflictos armados internos, a veces entre el Gobierno y rebeldes o guerrillas, o de conflictos interétnicos, persecuciones, mafias y redes de trata de personas». Casi todos ellos, informa la ONG, llevan entre dos y seis meses en España. Por ejemplo, el albergue del Monte do Gozo, en Santiago, que comenzó a recibir migrantes en julio de este año. A lo largo de su estancia de les han realizados chequeos médicos y administrado las vacunas y los tratamientos que han precisado.

Todos, por último, han presentado una solicitud de protección internacional y, a la espera de su resolución, obtendrán permisos de trabajo de dos a cuatro meses en Galicia. «Están inscritos en el Ministerio del Interior y en el de la Seguridad Social, y su presencia en España es completamente legal», señala Rescate.

A su llegada a Valga se empadronarán en el municipio, recibirán asistencia sanitaria y dispondrán de sus propias tarjetas del SERGAS.

225 personas junto a Padrón.

Aunque se ha hablado de unas 172 personas, su número exacto en cada lugar aún no se ha concretado. Entre dos hoteles de Valga y Padrón se distribuirán 225 refugiados, que serán atendidos por 34 profesionales; los responsables de cada uno de los centros, 6 trabajadores sociales y técnicos de empleo, 3 profesores de español, abogadas, psicólogas, técnicos de acogida y 6 conserjes para el horario de noche.

Comida, limpieza y lavandería estarán garantizados en el hotel. Aunque serán libres de entrar y salir, deberán estar presentes en él entre las 10 de la noche y las 7 de la mañana, salvo necesidades de formación. La prioridad será el aprendizaje del español y el análisis de los perfiles laborales en los que pueden encajar.

EL ALCALDE

«Sempre fomos un pobo solidario e seguiremos séndoo»

José María Bello Maneiro no alberga dudas acerca de la forma en la que los vecinos de Valga recibirán a los refugiados. «Sempre fomos un pobo solidario e seguiremos séndoo» asegura el alcalde quien entiende que el interés de los migrantes por integrarse será un factor clave para el éxito del proceso. «Temos o exemplo dun matrimonio sirio que leva anos residindo entre nós. Todos falan galego, o home traballou na brigada de incendios e os rapaces xogan no Cordeiro.»

La Voz de Galicia