Valga busca voluntarios para recrear la Batalla de Casal do Eirigo.

BATALLA DE CASAL DE EIRIGO VALGA /

La recreación de la Batalla de Casal do Eirigo es uno de los acontecimientos más seguidos en el municipio de Valga. El recordatorio de la fecha en la que los vecinos, armados con aperos de labranza, hicieron frente a las tropas francesas en la Guerra de la Independencia, se ha convertido en todo un referente para las diferentes asociaciones culturales y vecinos en general que gozan viendo este espectáculo.
Para que la recreación mantenga su esencia, tanto la asocición que lleva el nombre de la famosa contienda bélica como el Concello de Valga hacen un llamamiento a todos los vecinos que, de manera voluntaria, quieran participar en la puesta en escena de la batalla.
El Gobierno local publicó un bando en el que ofrece los números de teléfono del Concello (986 559 456) y de la propia asociación (659 087 290) para que las personas interesadas puedan anotarse e iniciar los primeros ensayos de lo que ya se ha convertido en un atractivo turístico más del municipio valgués.
La batalla se celebrará, con toda probabilidad, en mayo y en el programa de actos se incluye la representación de una obra de teatro al aire libre en la que participan como actores los vecinos que se apunten y la Escola Municipal de Teatro.

Diario de Arousa

Nace en la capital del Sar una inédita formación política: veciños de Padrón.

La capital del Sar contará en los próximos comicios municipales con una nueva agrupación política. Se trata de Veciños de Padrón, una agrupación que nace como «una iniciativa que pretende recoller o consenso da rúa e o seu descontento xeral coa xestión do pobo, que ata o momento non evolucionou como debería telo feito».

La nueva agrupación vecinal está presidida por Pedro Paz, e integrada por Aroa Cruces Duyos (vicepresidenta) Teresa Rey Pazos (secretaria), Rodrigo Casal García (tesorero) y Sergio Tubío Agrasar (como vocal).
La nueva agrupación vecinal sostiene que quiere presentarse a los padroneses con la idea de trabajar para convertir a Padrón en un «concello vivo», por eso nace bajo la pretensión de ser un «partido diferente», marcado por las premisas de «transparencia, proximidade, accesibilidade e independencia económica, que se basean no rexeitamento da confrontación, no sentido común na xestión dos recursos e na busca de consenso e diálogo polo pobo».

El Correo Gallego

Veciños de Padrón, nuevo partido para las elecciones municipales en este concello.

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Padrón tendrá un nuevo partido político en las elecciones municipales del 24 mayo. Se llama Veciños de Padrón y se presenta «coa idea de facerse co goberno do Concello». Como indica su nombre, el partido está formado por vecinos del municipio, con Pedro Paz Rubí como presidente; Aroa Cruces Duyos, como vicepresidenta; Teresa Rey Pazos, como secretaria; Rodrigo Casal García como tesorero y Sergio Tubío Agrasar como vocal.

Por ahora no trascendió el nombre del candidato de Veciños de Padrón, una vez que el partido no tiene cerrada, por el momento, la lista electoral, que hará pública en el acto de presentación de la formación que se celebrará próximamente. En esa lista estarán, según explican desde el nuevo partido, «persoas de diferentes ideoloxías», ya que su intención «é conseguir un conxunto heteroxéneo sen máis interese que traballar por e para Padrón».

El partido surge como una iniciativa que pretende «recoller o consenso da rúa e o seu descontento xeral coa xestión do pobo» que, según la nueva formación, «non evolucionou como debería telo feito polo seu potencial». Por ello, Veciños de Padrón se presenta a los padroneses como «un partido diferente ao resto», que nace con la idea de convertir Padrón «nun concello vivo».

Esas diferencias entre Veciños de Padrón y el resto de partidos políticos, añaden desde la nueva formación, vienen marcadas por unos «obxectivos claros de transparencia, proximidade, accesibilidade e independencia económica» que se basan, según explica el nuevo partido, «no rexeitamento da confrontación, no sentido común dos recursos e na busca de consenso e diálogo para o pobo».

La Voz de Galicia

La desheredación y la libertad de testar.

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Victorio Magariños, natural de Pontecesures, es notario honorario y académico de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia de Sevilla.

Artículo del diario «EL MUNDO»

El Código civil español limita la libertad del testador impidiéndole disponer para después de su muerte de una parte importante de su patrimonio. Pues forzosamente ha de reservar para los descendientes, en especial, dos terceras partes. Este sistema, que procede de la época de los visigodos, se conserva hoy casi intacto, sin que ninguno de nuestros legisladores estatales haya tenido la menor preocupación o intento de modificarlo.

Sin embargo, es cada vez más contundente la reacción de sorpresa y rechazo del testador, cuando comprueba que no puede dejar todos sus bienes a las personas que considera merecedores de los mismos, y en casos como el del cónyuge, partícipes de su generación. No puede comprender que el Estado se arrogue el poder de elegir los sucesores de manera ciega, al margen de la verdadera situación familiar y de la conducta y del merecimiento, que sólo el testador puede conocer y calibrar.

Ante esta realidad, los tribunales muy poco pueden hacer normalmente, dada la rigidez de las normas que blindan aquella imposición forzosa. Una de ellas es la prohibición de desheredar a los hijos, salvo que concurra alguna de las seis causas tasadas y graves establecidas en el propio Código civil, entre las que figuran los «malos tratos de obra» a los padres.

Las causas de desheredación han sido interpretadas de modo restrictivo por los tribunales, lo cual impidió extender el significado de aquella frase «malos tratos de obra» a la falta de relación afectiva o abandono sentimental, y, consecuentemente, resolver con justicia casos como el que fue objeto de la sentencia del Tribunal Supremo de 3 de junio de 2014. El testador había establecido en su testamento que desheredaba a su hija «al haber negado injustificadamente al testador asistencia y cuidados» y a su hijo «por haberle maltratado gravemente de obra» El Tribunal Supremo, en la sentencia antes referida, ejemplar tanto por su claridad, sencillez y brevedad, como por su atinada interpretación, ajustada al tiempo que vivimos, marginando rigideces formales y atendiendo al fondo humano del caso, inicia un cambio de rumbo. Entiende que también ha de considerarse «malos tratos de obra» el maltrato psíquico, y que tiene tal carácter la conducta de menosprecio y de abandono familiar, que resultó evidente al comprobarse que en los últimos años, el padre, ya enfermo, quedó bajo el amparo de su hermana, sin que sus hijos se interesaran por él o tuvieran contacto alguno, «situación que cambió, tras su muerte, a los solos efectos de demandar sus derechos hereditarios».

Esta sentencia supone un paso importante en el proceso de libertad de disposición de los bienes para después de la muerte, y su fundamentación no es ajena a la defensa del valor de dignidad de la persona, germen o núcleo fundamental de los derechos constitucionales. Pero, por muy justa que sea una sentencia, los problemas de fondo siguen ahí, enquistados en una legislación anticuada, pues la solución no puede remitirse a los tribunales, que han de enjuiciar cada caso, con las dificultades que ello supone y lo gravoso que resulta.

Es el legislador el que debe tomar conciencia de la cuestión y dictar las normas adecuadas. Al jurista compete señalar la insuficiencia o inadecuación de las leyes y proponer soluciones más justas. Concretamente, en este caso, deberá denunciar que el sistema legitimario del Código civil no responde ya a las necesidades realmente sentidas por la sociedad y que su regulación es desproporcionada y, por lo tanto injusta.

La realidad social y familiar de hoy es muy distinta a la que existía cuando, a finales del siglo XIX, se publicó el Código Civil. Entonces se concebía la familia como una comunidad institucional, que respondía a la realidad de un grupo cohesionado en base a una estructura jerarquizada al máximo y a relaciones continuas e intensas de ayuda y colaboración. Y pese a ello, juristas de la talla de Joaquín Costa o Giner de los Ríos, entre otros, sostuvieron con razones muy fundadas la conveniencia de un sistema de libertad de testar sin restricciones.

Pero hoy ya no existe aquella cohesión familiar, que pudiera justificar el sistema legitimario ancestral del Código Civil, sino distanciamiento, ausencia de ayuda y de colaboración. Los hijos, desde muy corta edad quieren independencia y máxima autonomía. Atareados por múltiples ocupaciones y envueltos en el vertiginoso ritmo de vida de nuestro tiempo, suelen desentenderse de los padres en el momento en que más afecto y asistencia necesitan. Las personas mayores en muchos casos no tienen otra opción que vivir en soledad, mientras puedan, sin asistencia afectiva ni económica, y luego acudir a una residencia, en la que pierden todo contacto intergeneracional y familiar.

Habrá que preguntarse, entonces, qué sentido tiene seguir limitando la libertad de testar impidiendo que el testador pueda dejar sus bienes, sin reservas ni límites, a las personas que, a su juicio, le han atendido y querido o puedan continuar su obra intelectual y social.

Es preciso recordar que cualquier limitación que afecte al contenido esencial de la propiedad, como es la facultad de disposición, está en contraposición con el valor de la libertad, que el hombre necesita para realizar su proyecto de vida, del que forma parte el destino de sus bienes para después de la muerte. Consecuentemente, una restricción a este valor, que constituye el pilar de nuestro sistema de convivencia, deberá fundarse en la realización de una función social suficientemente equilibradora y compensatoria que justifique tal limitación.

Verdaderamente, la única razón de peso para mantener el sistema de legítimas sería la protección a la familia. Pero tal protección no se consigue hoy a través de una reserva indiscriminada de bienes a favor de grupos de personas a las que la ley concede un derecho por razón de parentesco, al margen de la realidad familiar y, por tanto, de si existen o no relaciones de afecto y colaboración que pudieran justificar un aspecto retributivo o de equidad, que sólo el testador puede apreciar. En efecto, el distanciamiento, el abandono, la desaparición de los lazos afectivos, el egoísmo, o el merecimiento, la atención y la ayuda, en su caso, de los pretendidos legitimarios, únicamente pueden ser valorados por el testador. Por otra parte, conviene tener en cuenta que las legítimas inciden negativamente en la formación de los hijos, al desincentivar el trabajo y el mérito, ya que la ley les asegura expectativas económicas al margen de su esfuerzo y de su comportamiento. Tampoco se puede olvidar que la vida media del hombre se ha alargado considerablemente, por lo que la plena disponibilidad de los bienes debe cumplir una función de garantía para la obtención de asistencia y evitar la desprotección. Y que los padres también son familia, la otra parte de la familia, precisamente la que creó el patrimonio, que el Estado tan generosa y ciegamente pretende distribuir.

POR TODAS estas razones el Estado no puede suplir la voluntad del testador imponiendo lo que tiene que hacer y cual debe ser el reparto de sus bienes. La protección de los hijos ha de realizarse de manera que se compatibilicen equilibradamente las atenciones debidas por los padres con la libertad de disponer, cuyo fundamento engarza con la dignidad y desarrollo de la personalidad. La protección de los hijos no tiene por qué extenderse más que a lo necesario para que puedan obtener una formación integral. Basta con una dotación suficiente a tal fin, que deberá concretarse legalmente en una obligación de educación y alimentos en sentido amplio, durante su minoría de edad y aún después hasta que razonablemente puedan conseguir aquella formación, o cuando estén en situación de discapacidad física o psíquica. Los padres tienen la obligación de educar y alimentar a sus hijos, pero no de enriquecerlos.

Sin que pueda justificar la limitación a la libertad el hipotético peligro de posible y fácil influencia sobre las personas de edad avanzada, porque la ley debe dictarse para la generalidad y no para la excepción, porque los casos de testamento «extravagante» suelen deberse a la falta de atención y afecto de los pretendidos legitimarios, y porque para los demás casos el Derecho ofrece los resortes adecuados para corregir los efectos derivados de un consentimiento viciado, o cuando el testador no estaba en su cabal juicio.

Es preciso, pues, actualizar nuestro sistema sucesorio, hasta lograr una regulación que, sin olvidar las obligaciones de los padres respecto de sus hijos menores y discapacitados, establezca la libertad de disposición del patrimonio conseguido con el propio esfuerzo. La protección de la libertad y de la familia en las circunstancias actuales, tan distintas a las que existían cuando se establecieron las legítimas, exige una solución más justa y equilibrada.

El legislador estatal debería tomar nota de las modificaciones legislativas que se han realizado en regiones como Galicia, en el sentido de reducir el ámbito de la legítima, para adaptarla a las exigencias de la realidad social actual. Y muy especialmente, el ejemplo de las legislaciones de aquellos territorios de España en los que ha existido desde hace muchos siglos una mayor libertad de testar, que va desde la reducida cuota legitimaria de Cataluña y Baleares hasta la libertad absoluta de Navarra y algunos municipios de Álava; las cuales no han provocado patología alguna en las relaciones de familia.

La baja natalidad acrecienta el envejecimiento de la comarca. No se salva ni Pontecesures.

La comarca de O Salnés, y en su extensión todas las Rías Baixas, está dejando de ser el paraíso de los niños. El envejecimiento progresivo de la población gallega ya no perdona ni a las áreas costeras, que eran hace poco las más dinámicas en lo que a crecimiento poblacional se refiere. Los datos que hizo públicos esta semana el Instituto Nacional de Estadística dejan claro que también en los ayuntamientos de la ría de Arousa el saldo vegetativo es negativo; es decir, que mueren más personas de las que nacen.

Hace ya muchos años que ocurría en el conjunto de Galicia, pero O Salnés era una excepción. Ya no. El año pasado -la estadística se basa en datos de diciembre del 2012- todos los concellos registraban un saldo negativo, con solo dos excepciones: A Illa y Cambados. El segundo de forma testimonial, ya que solo hubo dos nacimientos más que defunciones. En el primero, en cambio, nacieron 46 niños frente a 33 fallecimientos.

No se salva ni Pontecesures, que era hasta hace poco uno de los concellos que presentaban una natalidad más alta en la comarca, favorecida por el asentamiento en sus límites de matrimonios jóvenes que podían acceder al precio de sus pisos. Pero la crisis económica también cambió ahí las tornas y ahora Pontecesures presenta un saldo cero; es decir, el número de nacimientos coincide con el de las defunciones: 25 en cada caso.

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El panorama es similar en casi todos los ayuntamientos, aunque en algunos la situación es más grave. Vilagarcía, por ejemplo, registró 62 muertes por encima de los nacimientos, y en O Grove murieron 26 personas más de las que nacieron; le sigue Meis, con un saldo negativo de 20 personas, y Vilanova con 19. El panorama tampoco es mejor en Valga (-15), en Meaño (-16) o en Sanxenxo (-14).

Con los últimos datos publicados por el INE resulta que la situación en la comarca es muy similar a la que se vivía hace diez años; o sea, que hay un decenio de retroceso en el saldo vegetativo; entonces habían nacido 908 vecinos en O Salnés, mientras que a finales del año pasado se habían contabilizado 909. Pero las diferencias están al otro lado de la balanza; en el 2002 habían fallecido 959 personas, por lo que el saldo vegetativo, aunque ya era negativo, registraba tan solo una diferencia de 51 personas entre las nacidas y las fallecidas. Ahora es diferente; frente a los 908 nacimientos hay 1.058 óbitos, por lo que el saldo poblacional arroja una diferencia de 149 personas menos.

Está claro que la falta de trabajo y de independencia impide a los más jóvenes tener hijos. Y el problema va a más.

La Voz de Galicia

Los vecinos de Valga vuelven a enfrentarse el sábado a los franceses, en la recreación de la batalla de Casal de Eirigo.

La Guerra de la Independencia regresa al Concello de Valga. Los vecinos van a recordar cómo sus antepasados plantaron cara a las tropas francesas, hace ya más de dos siglos. Para ello se desarrolla en el entorno de la Capela da Saúde la recreación de aquel bélico enfrentamiento, de tal modo que no faltan ni los trajes de época ni los cañones y los ataques con armas de pólvora, mientras los lugareños se defienden con todo tipo de aperos de labranza.

Las Alarmas de Casal do Eirigo figuran como anfitrionas, pero no estarán solas. Junto a ellas aparecen las Alarmas de Pontecaldelas y Pontesampaio, además de la asociación Voluntarios de la Victoria de Ferrol, la asociación de padres de alumnos del colegio de Baño, la entidad artesanal Palilleiras de Valga, «Os da Troula» de Portas, la Escola Municipal de Teatro y, por supuesto, decenas de vecinos del Concello de Valga que colaboran activamente con la fiesta y en muchos casos se convierten en actores por un día, tanto si se suben al escenario en la escenificación teatral que incluye el programa de actos como si participan de la recreación y dramatización de la histórica batalla.

Y es que desde las seis de la tarde del sábado la Capela da Saúde se convierte en un gran campo de batalla en el que desfilan todos los participantes, se pasa revista a las tropas, se izan las banderas y se hace lectura de méritos, todo ello antes de la recreación bélica propiamente dicha.

El programa incluye la puesta en escena de la obra teatral «Dádelles Caña» -escrita para la ocasión-, a cargo de la Escola Municipal de Teatro y los vecinos valgueses. También se anuncia la actuación de los gaiteros de Valga «Quercus» y de «Bugalleira», llegados desde Saiar, para completar la jornada con una cena baile amenizada por el dúo «Caché».

No van a faltar los sorteos de regalos entre los participantes ni, evidentemente, el espíritu festivo que rodea esta fiesta con tintes históricos, ya consolidada en el municipio y cada vez con más seguidores lejos de él.

Faro de Vigo