El edil de Valga Viva denuncia ante el juzgado que el alcalde le empujó e insultó al salir de un Pleno.

Castiñeiras dice que Bello Maneiro le recriminó que alegase un contrato de prácticas a la hija de una concejala.

El concejal de Valga Viva, Manuel Castiñeiras, denunció ayer ante el juzgado que el alcalde, José María Bello Maneiro, le empujó e insultó a la salida de un Pleno. En concreto, asegura que el regidor le espetó calificativos como “payaso”, “sinvergüenza”, “gilipollas”, “ignorante”, “maleducado” o “mamón” y que “comezou a empurrarme coa man e co peito, á vez que seguía insultándome”, según aparece recogida en la denuncia

Los hechos que Castiñeiras puso en conocimiento del Juzgado de Instrucción número 2 de Caldas de Reis habrían ocurrido tras la sesión plenaria del 2 de octubre en la que, asegura, Bello Maneiro “mantivo unha linguaxe despectiva, insultante, exercendo maltrato verbal”. .

Fue una vez rematado el Pleno, “atopándome eu abrindo a porta de cristal que hai antes da porta de saída”, cuando Castiñeiras asegura que se produjo la “total intimidación verbal e física” por parte de Bello Maneiro, al que acusa de atentar “contra o desenvolvemento democrático das miñas funcións como concelleiro”.

Pregunta del PSOE

En realidad, el edil apunta que la actitud del regidor valgués se debe a su malestar por las alegaciones presentadas por Valga Viva al proceso de contratación, en periodo de prácticas, de la hija de un trabajador del Concello y de la hija de una concejala del grupo de gobierno.

El Concello de Valga se adhirió al programa “O teu primeiro emprego”, de la Diputación de Pontevedra, que subvenciona la contratación de titulados a tiempo completo por un periodo de prácticas, con el fin de facilitar la adquisición de experiencia y promover la inserción laboral.

El gobierno solicitó una titulada en Arquitectura y otra en Derecho y Castiñeiras apunta que “la causalidad” es que la primera fue la hija del aparejador municipal y la segunda la hija de una edil del gobierno de Bello Maneiro. Valga Viva presentó una primera alegación porque un miembro del tribunal era funcionaria interina, lo que según Castiñeiras incumpliría las bases. Posteriormente, fue sustituida, pero por una persona que “pese a ser licenciado, no Concello está como auxiliar administrativo”, por lo que presentó un nuevo recurso.

El edil puso esta cuestión en conocimiento de la Diputación de Pontevedra. Estaba, además, dispuesto a preguntar por el asunto en el Pleno del 2 de octubre, pero agotó el cupo de preguntas, establecido en dos. Sin embargo, fue la portavoz del PSOE, María Ferreirós, la que inquirió al gobierno sobre el procedimiento. Castiñeiras dice que fue esta pregunta la que motivó el comportamiento de Bello Maneiro. El alcalde, por su parte, eludió hacer ninguna declaración al respecto.

Diario de Arousa

El Cordeiro festeja sus cincuenta años de existencia.

El Cordeiro Club de Fútbol celebró su cincuenta aniversario con un acto en el campo de Baño. Allí se reunieron el alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, el presidente de la Federación Galega de Fútbol, Rafael Louzán, además de muchas personas que han formado, forman y formarán parte de la entidad. Entre los asistentes estaba Constantino Campaña Lojo, primer presidente del club, a quien se le entregó una placa y estuvo acompañado por componentes de aquella primera directiva que fundó el club en 1969. También se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la barbarie machista en la localidad.

Faro de Vigo

Valga acuerda personarse como acusación pública contra el autor confeso del triple crimen.

Como estaba previsto, la Corporación municipal de Valga acordó anoche personarse como acusación pública, ejerciendo la acción popular, en el procedimiento judicial instruido como consecuencia del triple crimen machista de Carracido ocurrido el pasado 16 de septiembre.

La decisión se tomó en el pleno atendiendo a la propuesta de acuerdo formulada por el gobierno que preside el conservador José María Bello Maneiro, y atendiendo al informe emitido por el secretario municipal.

En ese documento se tiene en cuenta «la gravedad de los hechos» y la necesidad de actuar «en defensa de los intereses generales de los vecinos y del propio Concello de Valga».

Y eso, defender los intereses de los valgueses, es lo que quiere hacerse con el personamiento en la causa abierta tras la muerte de María Elena Jamardo Figueroa, de 58 años, y sus hijas Sandra, de 39, y Alba Boquete Jamardo, de 27, a manos de José Luis Abet Lafuente, el exmarido de Sandra y autor confeso del execrable crimen.

Hay que recordar que, José Luis Abet, de 45 años, acabó con la vida de su exmujer, Sandra Boquete Jamardo, su excuñada Alba y su exsuegra en presencia de sus dos hijos, disparando en once ocasiones.

Según trascendió tras su primera declaración judicial, tras cometer la barbarie llamó a la Guardia Civil para confesar que había sido el autor. La jueza ordenó su prisión comunicada y sin fianza por la comisión de tres presuntos delitos de asesinato.

Quince disparos

Todo apunta que José Luis Abet realizó al menos quince disparos con un revólver nuevo del calibre 22 para el que no tenía licencia. Once balas de revólver impactaron en los cuerpos de sus tres víctimas. El informe preliminar de la autopsia reflejaba que su exmujer fue la primera en fallecer tras recibir cuatro impactos de bala, mientras que su hermana y su madre, que acudieron en su ayuda, recibieron respectivamente tres y cuatro tiros cada una. Los proyectiles impactaron en distintas partes de sus cuerpos, principalmente en el cuello y en la cabeza, lo que indicaría que tras ser alcanzadas inicialmente por el arma de fuego, después fueron rematadas.

Es por todo ello que la premeditación y el ensañamiento son claves para la acusación de la Fiscalía y la petición de condena de prisión permanente revisable, a la que podría sumarse el Ayuntamiento de Valga en su condición de acusación pública.

La Voz de Galicia

Palilleiras en Valga.

Más de trescientas palilleiras se dieron cita en el pabellón de Baño, en Valga, para participar en un nuevo encuentro organizado por la asociación A Bella Otero. Las participantes recibieron la visita del alcalde, José María Bello Maneiro, y de varios concejales del gobierno local.

La Voz de Galicia

El IES de Valga, del que fue alumna Alba Boquete, clama contra la violencia de género.

El IES de Valga, donde cada curso se desarrollan importantes programas en pro de la igualdad, volvió a concentrarse ayer como consecuencia de un terrible crimen machista. Esta vez los alumnos y profesores lloraban la muerte no solo de Elena Jamardo Figueroa, Sandra Boquete y su hermana Alba, que estudió en este centro. También mostraban su pesar por todas las víctimas de esta lacra social que no deja de sembrar desconsuelo en todo el país.

Antes de guardar un emotivo minuto de silencio, tres alumnos dieron lectura a otros tantos textos por la igualdad, entre ellos un poema de Luzmaría Jiménez Faro que habla de «una hilera de enlutadas sombras; siemprevivas calladas y siempremuertas».

Se trata de «Ellas, las asesinadas», una poesía del libro «Mujer sin alcuza» en la que se rinde tributo y homenaje a «mariposas de invierno en alfileres» y «alondras tristes para siempre mudas» a las que «sellaron sus bocas con pétalos de sangre», esculpiendo sus risas «sobre mármoles fríos».

Mujeres «que levantan sus voces en la ausencia esperando una luz que las redima del terror, de la injuria y de la fuerza» que, como Sandra Boquete, dejan a sus hijos «a solas en el aire».

Como igual de representativo fue el texto de Marta Dacosta leído a continuación. Ese que dice que «non é amor ese velo de sombra, non é amor a negación do soño, non é amor o desprezo estridente, non é amor a voz que todo o cala».

Tras esta muestra de cariño con las víctimas y este llamamiento desesperado a la implicación de la sociedad en la lucha contra la violencia de género, el alcalde de Valga, José María Bello Maneiro, volvió a condenar el trágico crimen ocurrido el lunes en su pueblo; uno más.

Acompañado de otros miembros del gobierno valgués, y con un lazo negro en la solapa, el regidor aprovechó para recordar el crimen machista ocurrido hace seis meses en la localidad y decir que «nadie podía pensar que esto pudiera ocurrir de nuevo en un ayuntamiento tranquilo y sin problemas entre los vecinos como el nuestro». Aunque de inmediato insinuó que eso de las buenas relaciones vecinales no se daba en esta ocasión, en una clara referencia a la actitud de José Luis Abet con los residentes en el lugar de Carracido.

Confirmó también que «no existía denuncia previa por malos tratos» y mostró su cariño hacia los niños y ahora huérfanos de madre, de los que dijo que «la decisión adoptada es que sigan viviendo con sus familiares directos».

Faro de Vigo

«Parte el alma oír al niño decir que vio a su padre matar a su mamá», dice el vecino que acogió a los hijos.

Los pequeños se quedarán, de momento, con una tía abuela.

Con el brutal crimen que José Luis Abet perpetró ayer en la aldea de Carracido todavía en la retina, la preocupación máxima que se extiende en Valga es proteger a los dos niños, de cuatro y siete años, a los que su padre ha dejado huérfanos al disparar sobre la madre de los pequeños, Sandra Boquete, su tía, Alba Boquete, y su abuela, María Elena Jamardo. quitándoles la vida. Todo el entorno inmediato de los pequeños ha desaparecido de golpe

A expensas de lo que decida la jueza de la sala número 2 de Caldas de Reis, que está tomando declaración al asesino confeso y a los testigos de lo ocurrido y que acaba de dictar prisión sin fianza, el alcalde del municipio arousano, José María Bello Maneiro, ha conformado que, al menos de momento, los niños se quedarán con unos familiares. Hoy se ha conocido que una tía abuela se hará cargo de ellos.

Lo vieron todo. A sus siete y cuatro años, los dos hijos de Sandra Boquete presenciaron el asesinato de su madre, de su tía y de su abuela. Habían salido de casa para ir al colegio, y se tropezaron con la muerte encarnada en una figura, la de su padre, que debería ser sinónimo de amor y cuidados. Tras perpetrar su sangriento crimen, José Luis Abet huyó del lugar de los hechos. Los críos, aterrados, se quedaron quietos, sin saber qué hacer, hasta que un vecino, José, los sacó del recinto de la casa y los mandó alejarse de allí. «José tuvo una reacción excelente. No sabía si el tipo aún andaba por el lugar, así que los llamó para que saliesen y le hicieron caso». Quien lo cuenta es Carlos Sanjurjo, cuya casa está separada de la de Sandra por una franja de terreno inculto. Cuando él llegó al lugar del crimen, los pequeños ya no estaban allí. «A mí me había despertado mi nuera. Ella estaba preparando a los niños para ir al colegio cuando oyó los tiros y, al mirar por una ventana, vio al energúmeno ese con la pistola en la mano y vino a llamarme».

Tras enfrentarse a la cruel realidad en la casa vecina, Carlos no lo dudó: se subió al coche y fue a buscar a los niños, que habían sido enviados a una de las viviendas de la aldea. «Les fui hablando por el camino para entretenerlos y que no viesen los cadáveres», cuenta. Los depositó en su propio domicilio, con su nuera y con sus dos nietos. «Intentamos tenerlos lo más entretenidos posible… No podíamos hacer nada más por ellos, pobrecitos».

Abet Lafuente pasa a disposición judicial entre insultos, rabia y mucho dolor de sus vecinos

La Fiscalía y la jueza ven indicios para pedir prisión permanente revisable para el asesino

Sus dos nietos son algo mayores que los vecinos. Pero «son muy cariñosos. Enseguida se dieron cuenta de que algo pasaba y los cuidaron mucho». Uno de los agentes de la Guardia Civil que se trasladaron después a la vivienda dijo a Carlos que «lo mejor que les pudo pasar fue estar con otros niños en esos primeros momentos». Los juegos infantiles fueron un bálsamo para dos menores que acababan de cruzar el infierno. «El pequeño estaba un poco… No se daba cuenta, hasta tomó un poco de leche cuando le ofrecimos desayuno. Pero el mayor sí. Al poco de llegar vomitó todo por él. Mi nuera le puso ropa de mi nieto». Fue el mayor, también, el que contó a la Guardia Civil que había visto «como su padre mató a su mamá de un disparo». «Parte el alma oír algo así», explica Carlos.

La familia y los psicólogos estaban listos para asumir el cuidado de los dos rapaces, que salieron de casa de Carlos pasada la una de la tarde. Pero ni él ni su familia pudieron recuperar la normalidad. Quién sabe cuánto tardarán en hacerlo. «Mis nietos no están bien. Su madre trabaja por la noche, y se fueron a dormir con su padre porque no querían estar solos; tenían miedo».

Carlos no parece sentir miedo. Sí rabia. Sí dolor. Él sabía que José Luis Abet no era buena gente. «En la aldea somos veinte vecinos, y él se llevaba mal con 18», explica. «Más de una vez tiene amenazado a la gente con armas. A mi hijo le sacó un hacha una vez, y no fue el único». El vecino era, también, un hombre violento y conflictivo, obsesionado con mantenerse alejado de los demás. «Su casa está rodeada de unos muros enormes, y hasta hace poco tenían plantadas unas tullas altísimas… Y las cámaras de seguridad las puso él también», recuerda. Pero en ningún momento percibió Carlos que en el interior de ese fortín hubiese malos tratos. «Si hubiésemos sospechado algo, habríamos llamado al teléfono que tenemos que llamar», dice tajante. Cuando Abet se divorció y se fue de la aldea, todos suspiraron con cierto alivio. «Desde entonces poco lo vi por aquí. Ojalá no hubiese vuelto nunca».

La Voz de Galicia