De 30.000 a 40.000 € se concederán a Pontecesures para caminos rurales.

Agader, la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural, eleva a 14,3 millones de euros la inversión prevista por el Ejecutivo autonómico en la mejora de los caminos rurales 2021-22, aumentando un 20 % respecto a la anterior convocatoria . Y en Área recibirán fondos para este fin los 57 municipios que componen sus comarcas, elevándose el importe conjunto a 2.779.227 euros –cifra que equivale al 18,8 % del total– en dos anualidades con cantidades parejas.

La finalidad del plan es darle un impulso a las condiciones de vida en las aldeas mediante el acondicionamiento de las vías que dan acceso a las parcelas agrarias, canales de entrada y salida de las producciones. Con el arreglo de esos caminos, la Xunta no solo contribuye a la accesibilidad y vertebración del territorio sino también al aumento de la competitividad agraria y forestal, ya que facilitando el tránsito de maquinaria a las explotaciones se consigue tanto una mayor agilidad de las operaciones como reducción de costes y de los tiempos necesarios para poner los productos en el mercado. about:blank

Con respecto a los concellos de Área emplazados en la provincia de A Coruña y la de Pontevedra, uno de los que más aportaciones recibirá será el de A Estrada, con 107.872 euros, seguido de Lalín, 89.252 euros, y Silleda, con 74.426 euros. Por contra, los que menos asignación registran son Corcubión, con 26.662 euros, y Fisterra, con 30.652 €. Agrupando por tramos, y sin citar a los anteriores, se embolsarán entre 30.000 y 40.000 euros los ayuntamientos de Ames, Boiro, Camariñas, Cee, Dodro, Rianxo, Ribeira, Laxe, Muros, Noia, Padrón, A Pobra, Catoira, Moraña, Valga y Pontecesures.

De 40.000 a 50.000 euros, Boqueixón, Portas, Brión, Carnota, Porto do Son, Rois, Teo, Trazo, Vedra, Frades, Lousame, Malpica, Oroso, O Pino, Ponteceso, Caldas y Cuntis. Por último, y con más de 50.000 euros constan A Baña, Arzúa, Cabana, Carballo, Coristanco, Santa Comba, Tordoia, Touro, Val do Dubra, Vimianzo, Zas, Dumbría, A Laracha, Mazaricos, Melide, Muxía, Negreira, Ordes y Outes.

Estas aportaciones van destinadas a facilitarles a los ayuntamientos gallegos la ampliación, mejora o mantenimiento de los caminos municipales que dan acceso a, por lo menos, dos parcelas agrícolas, incluyendo tanto actuaciones que supongan un incremento del ancho de la vía como un aumento de su longitud si finalizan en una carretera o en otro camino. También se subvencionará el refuerzo del firme, de taludes o de cunetas, las obras de mejora de la señalización o del drenaje y la adecuación de trabajos de paso de cursos fluviales, así como el mantenimiento del firme, la limpieza de los márgenes del camino o el refuerzo de los terraplenes. Sin embargo, quedan excluidas las actuaciones en calles interiores de los núcleos.

En cuanto a los criterios para fijar el importe, se consensuó con la Federación Gallega de Municipios y Provincias un importe fijo por ayuntamiento, habitante y entidad de población, dentro de unos límites de máximos y mínimos. Y a estas variables se incorporaron factores correctores vinculados a la superficie, al peso del campo en cada municipio, despoblación y de envejecimiento y un 50 % de la cuantía para los ayuntamientos fusionados.

El Correo Gallego

«A ver se cando remate todo isto, a xente se sigue acordando de nós».

Cuando el avance del covid-19 obligó a cerrar las fronteras de Valga, se puso de relieve la dependencia que esta localidad, eminentemente rural, tiene del que antaño era su corazón urbano, Pontecesures, e incluso del vecino Padrón. Durante años, los valgueses se han acostumbrado a coger el coche y hacer sus compras, incluso las más básicas, en cualquiera de esos territorios. La situación es tal, que el alcalde de Valga pidió a la Xunta, formalmente, que permitiese la movilidad entre ayuntamientos vecinos para poder realizar compras de alimentos siempre que no hubiese alternativas en la localidad. La petición, secundada por todos los partidos políticos de este municipio ha sido incluida en las nuevas disposiciones de la Xunta.

La limitación de movimientos -impuesta o autoimpuesta- ha llevado a muchos valgueses a mirar hacia los establecimientos que tienen más cerca. Tiendas pequeñas que tenían asumido que eran despachos «para os olvidos», y que de repente han cobrado un protagonismo con el que no contaban. «Carai se se nota! No noso caso hai moito máis movemento», explica Roberto, desde detrás del mostrador de su establecimiento de A Pontella. Se trata de un supermercado «pequeno, pero no que hai de todo, coma nun súper calquera, só que con menos referencias».

Muchos de los nuevos clientes que llegan a su local «sorpréndense ao entrar e ver o que hai; pensaban que tiñamos menos cousas». Pero no es así. Aquí pueden encontrar desde carne a suavizante para la ropa. Aunque tal vez no la marca que suelen utilizar. Pero si no hay lo que se busca, Roberto se lo consigue. «A xente está acostumada a ter de todo. A min, se alguén me pide unha cousa determinada, voulla buscar, porque ao almacén vou continuamente», explica.

Señala Roberto que muchos de sus nuevos clientes entran por la puerta «advertindo que están acostumados ‘a outros prezos’», porque solían hacer sus compras en cadenas de supermercados que se han ganado fama de económicos. «A xente pensa que en establecementos coma estes os prezos son moi elevados, pero son tan bos coma en calquera outro sitio», asegura Iván, de Supermercado Germán.

En su local también están viviendo un buen momento. Comenzó ya durante el primer confinamiento, cuando muchos nuevos clientes empezaron a cruzar la puerta de una tienda en la que se puede encontrar de todo. «Traballamos cunhas 4.000 referencias e temos bos prezos: Ofrecemos de todo, menos peixería», explica Iván desde detrás del mostrador. Y aún así, durante mucho tiempo establecimientos como el suyo fueron arrinconados por los vecinos, que se acostumbraron a otras formas de comprar. https://9e419395af41db666fe1ff81521b425b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html

«Nós levamos catorce anos abertos. Abrimos como carnicería e fomos ampliando. Ao principio vendíase ben, pero logo pillounos a crise anterior e estivemos a piques de pechar», cuenta Roberto desde A Pontella. Algunos establecimientos como el suyo han echado el candado en los últimos años, sometidos a la presión de una competencia que llega de todos lados. Ahora, la pandemia les ha devuelto el protagonismo que tuvieron en su momento. ¿Durará? Dice el refrán que la esperanza es lo último que se pierde. Así que en los supermercados de Valga hacen votos para que todos aquellos que los acaban de descubrir, se acaben convirtiendo en clientes asiduos. «A ver se cando remate todo isto a xente se sigue acordando de nós». A ver.

La Voz de Galicia