Después de que hace días se hiciera oficial la renovación de los cargos de juez de paz -titular y sustituta-, el Concello de Valga anuncia ahora que este servicio ya está disponible en su nueva ubicación. Así pues, los vecinos pueden realizar sus consultas o gestiones en el edificio administrativo, situado en la plaza Manuel Vicente Cousiño. Explican en el gobierno que además de habilitarse una oficina para que la juez de paz y el secretario judicial realicen su trabajo y atiendan al público, se acondicionó una sala de vistas para la celebración de actos de conciliación y bodas civiles.
Hace más de dos meses, aparecieron varias pintadas en el municipio como las de las fotografías (plaza de abastos y monumento conmemorativo de las Ferias del Automóvil). Desgraciadamente esto ocurre en muchos lugares pero, por regla general, las administraciones municipales reaccionan, independientemente de las denuncias y las investigaciones que procedan sobre los autores, borrando inmediatamente unas pintadas que afean los edificios y transmiten una sensación de abandono que perjudica mucho la imagen de la villa. ¿Por qué no ocurre esto en Pontecesures?. ¿A qué se está esperando para actuar?, ¿Por qué no se encarga ya a una empresa especializada el borrado de las pintadas en la piedra con los productos adecuados que siempre es una labor más difícil?.
Por cierto, se aprecia que en el «Coche de Pedra» hubo un intento de borrado, pero como vemos ineficaz o más bien chapucero. Por último, en el monumento del coche hay cuatro puntos del luz que, desde el suelo, iluminan la estatua. Meses y meses llevan sin funcionar. Estos detalles deben cuidarse, por favor.
La comarca de Ulla-Umia no cuenta con ninguna plaza de residencia para personas mayores de carácter público o concertado, pese a ser una zona rural con una población bastante envejecida. La situación no pasa desapercibida entre los alcaldes de los concellos fluviales, que hacen frente común para reclamar a la Xunta de Galicia que ponga en marcha este servicio.
Los más reivindicativos son los alcaldes de Caldas y Cuntis, que ya en su momento plantearon la posibilidad de construir residencias para dar cabida a la demanda que hay en ambos municipios y que preocupa a los regidores y a los vecinos.
“Gustaríame que a Xunta asumira este servizo, tanto concertado como público, porque si hai demanda”, asegura Juan Manuel Rey. En Caldas, son varios los intentos que se hicieron para dotar al municipio de plazas concertadas para la tercera edad. Los intentos no cesan y, en estos momentos, un grupo inversor está interesado en retomar esta cuestión y ya pidió opinión al gobierno local sobre diversos espacios.
También en Cuntis se dirigieron a la administración autonómica para reclamar una residencia. El alcalde, Manuel Campos, incluso ofreció terrenos al lado del centro de día. “Hai espazo suficiente. É algo importante porque temos unha poboación moi envellecida. Temos casos de xente que tivo que ir a unha residencia a Viana do Bolo e no futuro o problema todavía vai ser maior”, asegura el regidor.
En Cuntis también hubo iniciativas privadas sondeando la posibilidad de ofrecer el servicio, pero no cuajó. El Concello nunca recibió respuesta de la Xunta para dotar al municipio de plazas públicas o concertadas. Ambas opciones serían vistas “con bos ollos” por parte del ejecutivo socialista. “Temos xente esperando por residencia”, apunta Campos Velay. En concreto, en Servicios Sociales hay una lista de espera de seis personas.
También en Valga hay varios vecinos que reclaman una plaza de residencia a través del departamento municipal de Servicios Sociales. En Catoira, sin embargo, el alcalde, el nacionalista Xoán Castaño, asegura que “non existe demanda” ya que “só existe unha persoa en lista de espera” y “seis en residencias” ubicadas en otras localidades. El regidor vikingo apunta a que es el Servizo de Axuda no Fogar el que permite cubrir este perfil de población por lo que, “cos datos que temos na mesa” desde el ejecutivo “non vemos a necesidade”.
Mancomunar servicios En Pontecesures, por el momento, tampoco hay demanda de este servicio, ya que es uno de los pocos concellos gallegos con saldo vegetativo positivo. En cualquier caso, el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage, advierte de que las reducidas dimensiones del municipio hacen inviable asumir este servicio. Defiende el regidor conservador la importancia de las mancomunidades en este tipo de asuntos, pero la de Ulla Umia lleva tiempo sin funcionar.
“Co paso do tempo vai ser un problema”, reconoce Vidal Seage que señala que en el futuro “teremos que tomar cartas no asunto”. También en Portas se ve, por el momento, como un problema a largo plazo, ya que, apunta el regidor, Ricardo Martínez, “demanda polo momento non hai”. Eso sí, el gobierno local sí cuenta con un proyecto para hacer una residencia en la planta superior del edificio que alberga el centro de día.
Seage seguirá los pasos del alcalde de Vilagarcía y rescindirá el contrato a la firma que humanizaba la zona portuaria.
La empresa Nexia Infraestructuras ha cambiado de titulares. La firma
ha sido vendida y, aunque sus nuevos responsables afirman que «la
intención es seguir con la actividad y que las obras que se están
realizando sigan su curso», lo cierto es que de momento se están
centrando en «analizar la situación de la empresa para poder fijar la
estrategia» futura. Y esas no son buenas noticias para los municipios de
Vilagarcía y Pontecesures. Los dos tienen tratos con una firma que les
ha generado considerables problemas.
En Vilagarcía, el rosario de
despropósitos en los que acabaron envueltas las obras de humanización de
la calle Vázquez Leis, en Vilaxoán, llevaron a que, en el mes de
diciembre, Ravella tomase una decisión rotunda: rescindir el contrato
con la adjudicataria, que se había comprometido a tener la calle lista
el 21 de junio. Seis meses después de vencido el plazo, quedaba el 20 %
del proyecto por ejecutar. La intención de Ravella era que la empresa
que había quedado en segundo lugar en el concurso de adjudicación
terminase la actuación, pero Nexia presentó una serie de alegaciones
contra la decisión del Concello de apartarla. Ahora, los servicios
jurídicos están mirando el caso con detalle, para argumentar
concienzudamente su respuesta por si esta llegase a los tribunales. El
asunto es que, entre unas cosas y otras, la venta de la empresa no viene
más que a complicar un poco más el panorama. Y este es, de por sí,
desesperanzador para los vecinos de Vilaxoán, donde la primera calle que
iba a ser humanizada se ha convertido en una vía perennemente en obras.
A la orilla del río
En
Pontecesures también arrastran problemas con Nexia Infraestructuras, a
quien encomendaron en su día la humanización de la obra portuaria. Los
trabajos también han sufrido numerosos retrasos, pero en algunos
ocasiones debidos al Concello. Así lo reconoce el alcalde Juan Vidal
Seage (PP): se modificó el proyecto para recolocar el monumento de
Manolo Paz y para incluir una obra para eliminar un vertido al río
procedente de la plaza de abastos. A todo ello hay que sumar los
problemas propios de la empresa, que hace un tiempo parecían estar
resueltos. «Pero hai uns días levaron a maquinaria toda e marcharon», sin dar más explicaciones. Después de eso, el Concello tuvo noticia de la venta de la empresa constructora.
«Nestes momentos estamos buscando a forma de solucionar isto, os pasos que temos que dar», señala Seage, que considera que lo primero será rescindir el contrato con la firma. «Temos
que ver se facemos como Vilagarcía, adxudicándoa á segunda empresa do
concurso, ou se sacamos de novo a contratación a parte que queda por
facer».
Seage recuerda que los trabajos deberían haber quedado listos a mediados del año pasado. «Agora, moito me temo que non estean rematados nin para a Festa da Lamprea, o que nos vai condicionar moito», argumenta el regidor del Baixo Ulla.
Cuando las obras se demoran tanto que desesperan a los vecinos
Hay
calles en las que las obras parecen ser interminables. De ello podrían
hablar largo y tendido los vecinos de la rúa Cervantes, en Carril, que
llevan casi un año con la vía levantada. La dureza de la piedra con la
que se encontraron los obreros de la empresa que está realizando los
trabajos provocó un retraso que llevó al Concello a conceder una
prórroga de dos meses que vence ya, en cuestión de días. Ravella confía
en que los trabajos estén listos para entonces, según confirmaba ayer el
Concello de Vilagarcía.
Pero de vicisitudes y retrasos pueden hablar
también los vecinos de la grovense Alexandre Bóveda. Allí los trabajos
comenzaron a finales del mes de octubre, cuando la empresa Marconsa se
puso manos a la obra. Para sorpresa de muchos, el proyecto parece estar a
estas alturas parado. Y es que, en realidad, lo está. Así lo confirmó
ayer el alcalde, el socialista Jose Cacabelos, quien indicó que se ha
modificado el proyecto inicial para proceder a una mayor ampliación de
aceras, una medida para la que ha sido preciso llegar a acuerdos con los
propietarios. «Tenemos que formalizar el acuerdo y seguimos con las
obras», dice el regidor meco.
El retraso de estos trabajos no está gustando demasiado a vecinos, comerciantes y usuarios de esa vía de comunicación, un hecho que no ha pasado desapercibido a los grupos de la oposición grovense. Esquerda Unida, que está haciendo un minucioso seguimiento a este proyecto, considera que las obras se han realizado sin una mínima planificación, y que todas las modificaciones que se han ido introduciendo en el proyecto acaban dilatando los plazos de una forma exasperante para quienes tienen que convivir con los trabajos a la puerta de su casa. Además, desde EU consideran que este proyecto adolece de las mismas carencias que otras actuaciones desarrolladas en la localidad, sin estar integrado en un plan global de reordenación de la villa que asegure la viabilidad de los cambios introducidos.
La edición número 13 de la Andaina Bisbarra do Sar fue presentada por
los tres alcaldes Antonio Fernández de Padrón; Ramón Tojo de Roís y
Javier Castro de Dodro, concellos que organizan, junto al Colectivo
Remonte, la prueba de 50 kilómetros con más participación de Galicia y
esperan superar los 600 participantes de este año. Precisamente hoy se
abre el periodo de inscripción.
Se
disputará el sábado 28 de marzo y podrá hacerse con y sin retenciones
en los controles. El recorrido, con nueve kilómetros totalmente
inéditos, pasara por: aldeas típicas, pazos, adros, iglesias, beirarrúas
naturaís, veredas de cuatro ríos, carballeiras,… Al dividirse en 3
anillos dará la opción de hacer tramos sueltos (13, 17 o 20), pero solo
los que completen la prueba tendrán derecho al diploma valedero para la
Copa Galega de Andainas.
La prueba saldrá de Padrón por el Jardín Botánico hasta Luáns, Casa
Grande da Retén, siete kilómetros para llegar a Herbón y adentrarse
otros 5.000 metros por los márgenes del Ulla que llevaran a los
andaregos por Cortiñas y Morono, iglesia de Pontecesures y rematar en
Padrón. Un tramo de 17 Kilómetros.
El segundo bucle transcurre hacia Lestrove, seis kilómetros de monte
hasta Traxeito, monte San Gregorio, O Mirador, Piedras del Santiaguiño,
bosque del Convento del Carmen y Padrón. Son 13.000 metros.
En el último tramo se suben las escaleras del Santiaguiño y por el monte se llega a Infesta, paseo rio Rois por las dos márgenes, Contimundi, A Peruca, playa Fluvial Seira, campo de golf y descenso por la orilla del Sar hasta la llegada en la plaza de Macias, para un total de 20 kilómetros.
Cierra Casa Emilio en Catoira, uno de los clásicos de la cocina en la
comarca. Este podría haber sido su último fin de semana a mesa puesta
después de una trayectoria de décadas como referencia en la gastronomía
local. El cierre es inminente según confirmó su propietario José, aunque
ayer todavía no tenía muy clara la fecha exacta de la despedida. «O luns ou o martes, non sabemos aínda»,
explicaba en medio de la urgencia que imponía la hora. La llamada de La
Voz llegó al mediodía, el momento de más trasiego en la cocina, donde
su mujer, Clotilde estuvo al pie del cañón hasta el último momento. Con
Casa Emilio se va una de las referencias a la hora de degustar la
afamada lamprea del Ulla y de otras exquisiteces en pescados, mariscos y
carnes, todas con el sello de la cocina casera.
Por su salón, en la plaza de la estación, han pasado miles de clientes, que tan pronto acudían a Catoira con el pretexto de una comida de trabajo como para celebrar un banquete o la cena de Navidad. No siempre fue así. Casa Emilio empezó siendo una tienda de comestibles y taberna de chiquiteo en la que saciaban el hambre los obreros de las fábricas de Catoira y los marineros de los galeones que transportaban la madera río arriba. Pero, tal y como nos ilustraba J. R Alonso de la Torre en uno de sus indispensables callejones del viento que publica este diario cada domingo, su historia se remonta a mucho atrás, 1910, cuando José Guillán, un emigrante retornado de América, puso una casa de comidas al lado de la estación de ferrocarril. Su hija Ángela cogió el testigo, y ya casada con Emilio Rodríguez, abrió la casa del mismo nombre. Su cocina creó escuela y de allí surgiría el germen de Casa Hipólito y de Casa Suso. Ahora, en el ocaso del 2019, Casa Emilio pone punto y final a una historia de buen comer.