En las entrañas del belén de Valga.
Una treintena de personas trabajan en la elaboración del nacimiento.
Desde el puente del Pilar las mujeres se reúnen cada tarde para crear y vestir a las figuras que compondrán el belén. mónica irago Todo nació donde suelen nacer las buenas ideas, alrededor de una mesa. Las seis personas que compartían cena aquella noche, hace ya 17 años, salieron de allí con el propósito de hacer un belén para aderezar la Navidad en la Casa Consistorial de Valga. Ninguno de ellos se imaginaba entonces la dimensión que iba a alcanzar esa modesta idea. Diecisiete años después, el belén artesanal de Valga tiene su propio local, en Devesa, sus fieles artesanos y miles de visitantes cada año.
Durante las primeras Navidades, la composición fue cambiando de escenario hasta que se construyó el edificio que lo alberga desde hace seis, una instalación levantada gracias a la buena voluntad de muchos agentes: de los vecinos que cedieron el terreno, de la empresa Novo y Sierra que proporcionó los materiales y del Concello, que puso la mano de obra.
Allí trabajan desde el puente del Pilar una treintena de personas, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, que cada tarde dedican tres horas, de siete y media a diez y media, a montar el belén cuya apertura espera ansiosa toda Valga el primer domingo de diciembre. Desde ese día, miles de personas pasarán por Devesa para ver las novedades del belén, sin imaginarse el auténtico zafarrancho que los voluntarios han desplegado en el edificio durante los últimos dos meses.
En una gran sala llena de telas están las mujeres, que se encargan del trabajo fino confeccionando las figuras que compondrán el belén. Alambre, periódicos, pasta de modelar y muchas telas son la materia prima básica para dar forma a los personajes que pueblan el nacimiento. Mari Carmen Castiñeiras suma a su faceta de concejala el mérito de ser la artista que consigue que las recreaciones del belén de Valga sean una copia fiel de los originales. Nasi es la encargada de hacer las manos y los pies. Las demás les ponen brazos y piernas -estas tienen su intríngulis, según los modelos vayan a estar sentados o levantados- y cosen las ropas con las que los vestirán.
Mientras, en otra sala los hombres trabajan en la estructura sobre la que se asentará el belén y en los motores de las piezas. También hay un foso en cuyas entrañas se esconde toda esa maquinaria que no se ve pero que resulta imprescindible para que el belén artesanal en movimiento responda con corrección a su nombre. Por último, en otra zona trabajan los carpinteros. Un completo equipo vestido con batas azules cuya base, con incorporaciones posteriores, se mantiene firme desde los primeros años. «Isto é como unha droga. Estou desexando que sexan as sete da tarde para vir», dice una de las hábiles costureras.
María Lagos es la más joven del grupo. Tiene 16 años, así que todavía no había nacido cuando se realizó el primer belén. Convencida por su padre, comenzó hace dos años a ayudar en la confección de las figuras. Es su tercera temporada y es ya toda una experta, sobre todo a la hora de pintar. «Gústame, é unha maneira de pasar o tempo», dice esta joven que ha conseguido que su padre y a veces también su madre se sumen al grupo.
Quien visite el belén de Valga pensando que va a encontrar un nacimiento tradicional, se equivoca. Está el misterio, es cierto, en una zona especial, pero a partir de ahí, miles de sorpresas. Humor, crítica social, sus vecinos de Valga y personajes de televisión se dan cita en este espacio que desborda imaginación. El año pasado causó sensación la recreación de la boda de la duquesa de Alba. Este año se incorporará una noria, una calle en la que hasta va a llover, estará Protección Civil y habrá un apartado para los niños y otro para los bebés. También alguna sorpresa que por el momento no se puede desvelar, así que quien quiera verla tendrá que esperar al día.
LA VOZ DE GALICIA, 18/11/12
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