Recuerda Gonzalo Castaño, jubilado de Nestlé, que llegó a la factoría de Pontecesures siendo solo un chaval. El padronés, que incluso le ha dedicado un poema a esta histórica fábrica, explica que “llegué allí a temprana edad, buscando mis sueños, que luego se hicieron realidad”. Aunque se jubiló trabajando para la compañía en Madrid, explica que en la emblemática planta de leche condensada entró como aprendiz, y allí se curtió durante quince años para luego dar el salto a otras responsabilidades en la multinacional suiza. De la Nestlé de Pontecesures recuerda con nostalgia a todos sus compañeros, algunos grandes amigos; y también grandes momentos, muy felices, de la juventud. Conserva como oro en paño el Rolex que la compañía suiza regalaba a sus trabajadores más veteranos.
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