La Audiencia de Pontevedra absuelve a los cuatro acusados de la desaparición del lugarteniente del narco ribeirense // Nueve años después se cierra otro capítulo.
Otra puerta que se cierra en uno de los casos más extraños de la
crónica negra del narcotráfico gallego: el de la desaparición del
ribeirense José Antonio Pouso Rivas, alias Pelopincho, sobre
quien durante mucho tiempo se mantuvieran dos hipótesis policiales. Una
parte de los agentes antidroga destinados en Galicia sospechaban, y
sostenían, que había huido y estaba en algún lugar de Sudamérica
disfrutando del mucho dinero acumulado. Otros, por el contrario,
defendían que su última jugarreta, tratar de engañar a unos peligrosos
narcos marroquíes y a sus socios arousanos, le había salido mal y estaba
muerto y enterrado en algún punto próximo a Santiago de Compostela.
Ayer se conocía que la sección cuarta de la Audiencia Provincial de
Pontevedra absolvía a Fernando Suárez Suárez, Juan Manuel Fabeiro
Torres, Juan José Chávez y Manuel Sineiro Fernández, alias Machucho,
los cuatro acusados de ser los responsables de la captura y
desaparición en noviembre de 2010 de Bernardo Amil Villanueva, uno de
los hombres de confianza de Pelopincho, que le acompañaba cuando no se volvió a saber nada más de ellos.
El
vehículo Volkswagen New Beatle, que conducía Amil, apareció calcinado y
con las llaves puestas a las 00.25 horas del día 20 de noviembre de
2010 en un monte de Brión. En su interior no se localizaron restos
humanos por lo que se sospecha que sus cuerpos pudieron ser bien
enterrados cerca de ese lugar o arrojados al mar en el corazón del
Océano Atlántico, como llegó a insinuarse.
De esta forma se cierra la última vía que aún permanecía abierta sobre el posible paradero de Pelopincho y su lugarteniente. Los cuatro acusados mantuvieron silencio durante la vista y rechazaron las acusaciones.
Para llegar a esta decisión, el tribunal sostiene que carece de
«indicios suficientes» que permitan atribuir la comisión del delito de
detención ilegal que les imputaba la Fiscalía a los sospechosos. «Es
más, cabría sostener, incluso, que la detención ilegal que se ha venido
atribuyendo a los encausados no es más que una mera hipótesis ante la
imposibilidad de poder atribuir un delito diferente al no haberse tenido
más noticias del desaparecido desde aquel lejano 19 de noviembre de
2010 en que salió voluntariamente de su domicilio y su pareja
sentimental lo vio por última vez», destacan los magistrados en la
sentencia.
Los jueces señalan en el fallo que el hombre «salió voluntariamente
de su domicilio», situado en Pontevedra, sobre las 12.30 horas y, a las
13.56 horas, por la conversación telefónica que mantuvo con su pareja
sentimental, «todo estaba bien». A partir de ahí, y a través del rastro
que iba dejando el móvil de Bernardo Amil y sus colegas en las
antenas de la telefonía se pudo saber que habían pasado por Negreira,
Vimianzo, Mazaricos, Padrón (polígono de la Picaraña), Teo, Santiago,
Pontecesures, y Vilanova de Arousa.
Los magistrados declararon nulas unas escuchas realizadas de una
conversación entre Fernando Suárez y Manuel Sineiro, que tuvo lugar en
el interior del coche policial y en la Comisaría tras su detención, en
la que se referían a una fallida operación de tráfico de hachís en la
que habrían participado los dos desaparecidos y los acusados que habría
motivado la venganza. También destaca la escasa colaboración que
prestaron tanto la mujer como el padre de Amil.
El tribunal resalta que no existe «ningún dato que indique que en ese momento se hallaba retenido en contra de su voluntad». La Audiencia, por tanto, concluye que «se desconoce en qué momento y por quién se privó ilegítimamente de la libertad al desaparecido». A Pouso Rivas pasados nueve años ya nadie lo busca… entre la niebla.
El Correo Gallego