Pontecesures redescubre su arte.

El Concello ha pedido ayuda a Manolo Paz para dar brillo a una de sus esculturas en la orilla del Ulla, tras 32 años «escondida».

Las obras de humanización de la fachada fluvial de Pontecesures han supuesto un pequeño calvario para el gobierno local. Primero, por la sucesión de permisos y autorizaciones que se debían conseguir para poder remodelar un área que se quiere convertir en el corazón de la villa. Segundo, porque la empresa adjudicataria atravesó por sus propias turbulencias, y eso acabó afectando a los trabajos. «A empresa vai ser penalizada, pero o realmente importante son os retrasos que sufriu a obra», decía ayer el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage. Afortunadamente, parece que la situación se ha normalizado, y desde hace unos días las obras marchan a su debido ritmo.

Ayer, los obreros que trabajan en este proyecto estaban a las órdenes de un capataz tan exigente como afable. Y es que el escultor Manolo Paz se había acercado a Pontecesures, llamado por el Concello, para colaborar en la reubicación de una de sus esculturas. Llevaba esta en la zona portuaria desde el año 1988, pero «pouca xente sabía que estaba aquí e de quen era», confiesa el concejal Ángel Souto.

La escultura es una enorme pieza que parece querer enmarcar el río. «Pasaba desapercibida para a xente», explica el arquitecto municipal. Y eso es lo que se quiere cambiar. Se colocará sobre una plataforma, «para que pareza que flota», según explicaba Manolo Paz. Además, se va a iluminar cuidadosamente para darle aún mayor realce durante la noche.

«É de agradecer que un concello, tantos anos despois, te chame para isto», explicaba el autor de la pieza, un prestigioso escultor cuyo trabajo ha dado la vuelta al mundo desde su Cambados natal. En su momento, fue instalada junto al río. «Diría que a descargaron, sen máis», relata. El entorno en el que fue ubicada entonces está en plena transformación, y hay elementos que el tiempo ha hecho cambiar definitivamente. Los árboles que la enmarcan, por ejemplo, han crecido mucho. Pero eso no supone un problema para un artista empeñado en que sus obras dialoguen con la naturaleza. «As árbores non son un problema, todo o contrario». Sus copas formarán una suerte de cúpula natural, cuyo verdor contrastará con la piedra que se extenderá ante la pieza.

Ya no debería faltar demasiado para que la reforma del entorno esté acabada. El arquitecto municipal esquiva dar una fecha de remate de las obras, pero el alcalde Vidal Seage sí lo hace. «Atrévome a dicir que ten que estar lista para a Festa da Lamprea».

La Voz de Galicia

Excelentes capturas de lamprea.

Siete barcos iniciaron el jueves la temporada en el río Ulla.

Los siete barcos que el jueves lanzaron sus nasas-butrón al río Ulla pudieron confirmar ayer la sensación de que el río está en condiciones óptimas para la captura de la lamprea. «Colleriamos unha media de dez lampreas por embarcación», aseguran los valeiros. «Está claro que as lampreas queren auga, choivas e correntes», sentencian mientras hacen votos para que la cosa siga así.

La Voz de Galicia

«Cada vez complican máis vivir do mar».

Antonio Pesado Romai desciende de una saga de valeiros, marineros que viven a caballo entre el Ulla y la ría de Arousa.

Los valeiros son hombres de mar y de río. Sus embarcaciones se mueven con soltura por la desembocadura del Ulla y por el fondo de la ría de Arousa, siguiendo el complejo ritmo que marcan unas vedas dictadas en el agua salada por Mar, y en agua dulce por Medio Ambiente. El pasado jueves, muchos de ellos bautizaron la campaña de la lamprea, que se prevé este año de abundantes capturas y calidad indiscutible. Antonio no forma parte de ese grupo. «Esta tempada estou indo ao chopo», y ha decidido aguantar en esa pesquería antes de hacer el cambio para el río.

Esa condición doble de hombres de mar y de río no supone, para Antonio, ningún problema de identidad. «Os valeiros somos mariñeiros», sentencia con rotundidad. «Mariñeiros», eso sí, atrapados por una doble esfera burocrática que en ocasiones amaga con ahogarlos. Cuando la Consellería de Medio Ambiente amplió su zona de afectación en la desembocadura del río Ulla «acabou coas artes de pesca todas», abocando a la captura de los peces de río -lamprea y anguila- con nasa butrón, y a la de la solla con el rastro. Son muy pocos los barcos que mantienen la segunda de estas posibilidades abierta. «Haberá tres. É un traballo que vai quedar case extinguido», reflexiona Antonio, que además de veterano en el trabajo, es el presidente de la asociación que aglutina a los valeiros.

La veteranía de la que hablamos le sobra: tiene más de treinta años cotizados como trabajador del mar. «Con 12 anos xa ía traballar con meu pai. Daquela, durante as vacacións ías botar unha man», señala. Así que aprendió el oficio en familia, porque también sus tíos y sus abuelos pertenecían al club de los valeiros de Pontecesures. «Daquela no río tamén se traballaba con trasmallos… Agora todo iso cambiou, hai normas por todos os lados, requisitos, esixencias… Cada día complican máis vivir disto», reflexiona.

Aunque su sector se ve especialmente ahogado por la burocracia, «isto pasa en todos». «Cando eu empecei a traballar, se querías mercar un barco non era fácil. Non encontrabas, e os que encontrabas estaban velliños. Agora en todos os lados hai barcos á venda. Por algo será», dice Pesado. Y eso solo se puede explicar porque cada vez hay menos interés por trabajar en el mar. Aunque no es su caso. «Teño dous fillos, e os dous traballan comigo. Un probou un tempo en terra, pero non se deu adaptado. Non é o mesmo traballar nunha fábrica que no noso oficio. É moi duro, pero ten moitas vantaxes, pásanseche as horas doutra maneira», dice. En su familia, en realidad, todo el mundo colabora con el negocio del mar y la pesca. «A miña muller tamén ten embarcado comigo, e cando toca vai vender á praza», explica. «A todos nos sobra que facer», indica risueño.

Y es que el buen humor debe ser lo último que se pierda, junto con la esperanza. Antonio no se descabalga de la sonrisa ni cuando habla de los atrancos que por momentos les pone la Administración. «Hai xente á que lle parece mal que defendas o teu traballo», explica. Porque «o das vedas está moi ben… Pero, e as verteduras? Cando van arranxar o problema das verteduras e da contaminación do río?», se pregunta. «Agora que está tan de moda a loita contra o plástico debían facer unha limpeza nas marxes do Ulla, porque están cheas del», recalca. Aunque lo peor son los efluvios contaminantes que emanan de las redes de alcantarillado de las localidades ribereñas, o de las empresas ubicadas en las márgenes del río. ¿Será el 2020 el año en el que se resuelva ese problema? Habrá que verlo. Aunque a Antonio Pesados la experiencia le dice que las cosas de palacio van despacio.

«Antes non era tan fácil atopar un barco para mercar; agora véndense en todos os portos»

«O noso traballo é duro, pero ten moitas vantaxes. Pasan as horas doutra maneira»

Las claves para pescar un pez prehistórico que levanta pasiones

En el Ulla acaba de comenzar la temporada de capturas de la lamprea. Una especie con una larga historia, cuya llegada a las cocinas es esperada con ansiedad por quienes la consideran un manjar. Sobre este pez circulan todo tipo de leyendas y rumores. Antonio, que conoce bien al animal, confía en que este sea un buen año de capturas: el río baja con mucho caudal y ese es uno de los síntomas de que la pesca no se debería dar mal. «Ten habido anos de moitísima lamprea, de velas pasar coma mosquitos», dice el marinero. Aunque eso no siempre garantiza que vaya a haber muchas capturas, porque «ás veces pasan por riba das nasas».

A pesar de que el Ulla dista mucho de estar en su mejor estado de forma, el río «recuperou moitísimo» en los últimos años. A ver si se nota en el balance del final de campaña.

La Voz de Galicia