«El Chicle» conoció a su esposa en Pontecesures.

Selfie que José Enrique Abuín, ‘el Chicle’, se hizo este verano junto a su esposa y su cuñada (pixelada), la gemela a la que violó en 2005.

Rosario era hija de un hombre que había emigrado a Suiza a buscarse la vida en el sector de la construcción como tantos otros gallegos en los años de la posguerra. Su padre había regresado a Catoira tras sufrir un accidente laboral en tierras helvéticas que le permitió beneficiarse de una pensión por invalidez con la que pudo sacar adelante a su familia. A su manera. Su madre, de la aldea pontevedresa de San Miguel de Barcala, era ama de casa. A diferencia del Chicle, Rosario era un chica reservada. Sin apenas amigos. Confiaba a ciegas en José Enrique y nunca fiscalizaba sus movimientos. El Chicle, en cambio, era celoso compulsivo y la controló desde el primer momento. Le había prometido a Rosario una vida de plena felicidad, alejada de su difícil ambiente doméstico. De su fuente de inestabilidad. Y con un nivel de vida que le permitían sus chanchullos con las drogas. Ella era una niña de 15 años. Y él su primer y único hombre. Se conocieron en Pontecesures (Pontevedra) al ritmo de una animada orquesta. Un año más tarde se casarían en Catoira. Ella con 16, él con 27.

Extracto artículo de Crónica, suplemento de «El Mundo».

Sale a la venta el edificio de Casa Castaño, referente culinario de cultura y realeza.

Los platos de Casa Castaño no tenían florituras y en el menú siempre se hacía hincapié en el producto fresco y bien amarrado a la cocina tradicional. Sin embargo su fama trascendió las fronteras de Pontecesures para convertirse en un referente culinario no solo para el público de a pie que acudía al lugar de forma habitual, sino también para nombres ilustres como Barrié de la Maza o miembros de la Casa Real como Juan Carlos I, Sofía o el propio Felipe VI cuando todavía era Príncipe de Asturias.
Casa Castaño cerró sus puertas a mediados de los 90. El restaurante lo regentaron por última vez Teresa Fajardo Castaño ??Teresuca? y su marido Eduardo Paz Barreiro. Ambos siguieron al dedillo las recetas y los secretos entre fogonos de la abuela de ??Teresuca?, de la que se decía que cocinaba como pocos la lamprea tan propia del río Ulla.
Desde los años 90 el edificio languidece en Pontecesures, viviendo de los recuerdos que hicieron la delicia de firmas ilustres no solo del mundo de la cultura y las letras, sino también del empresariado de toda España, del mundo del deporte de también de las finanzas.
Y es que pocos restaurantes de la zona de Arousa pueden presumir de tener durante años entre sus comensales a figuras como Juan Carlos I o la Reina Sofía.
La Casa Castaño sufrió un incendio hace un tiempo y desde hace años permanece abandonada. Ahora este emblema de la gastronomía tradicional en su día en una época en la que la modernista ya empezaba a repuntar, saca su edificio a la venta. Quién sabe si para abrir de nuevo sus puertas con fuerza culinaria.

Diario de Arousa