Aparecen centenares de cajetillas de tabaco flotando en el Ulla a la altura de Pontecesures.

Guardia Civil y servicios de emergencias de Valga, Padrón y Cesures peinan a esta hora la zona en busca de más cartones

Las orillas del río Ulla a la altura de Pontecesures ofrecen a esta hora una imagen insólita. La Guardia Civil y un dispositivo formado por la Policía Local de Pontecesures, el GES de Padrón y Protección Civil de Valga peinan la zona en busca de cartones de tabaco como los que aparecieron esta mañana dispersos en la zona portuaria cesureña. Se supone que como consecuencia de la marea y el temporal, el río dejó sobre la superficie unos cartones de tabaco que resultaron no ser los únicos.

La alerta sobre el extraño hallazgo partió de un vecino que se puso en contacto con la policía local al filo de las diez y media de la mañana. Hasta el punto se trasladó una agente que dio aviso, a su vez, a la Guardia Civil del puesto de Valga y procedió a acordonar la zona para evitar que alguien cogiera el tabaco del suelo.

Pronto corrió la noticia de que había más cajetillas río arriba lo que llevó a movilizar a los servicios de emergencias de la zona para recogerlo por vía terrestre y fluvial, lo que incluye a la zódiac del GES de Padrón y el Servicio Marítimo de la Guardia Civil.

A la espera de completar el operativo, el dato que ha trascendido es que van recogidas alrededor de 1.500 cajetillas rotuladas con la marca Red Line. De su procedencia nada se sabe de momento.

No es la primera vez que tabaco de contrabando acaba flotando en el mar, aunque en el río, en Pontecesures, no recuerdan haber visto nada parecido, según apuntaba esta mañana la alcaldesa, Maite Tocino, que se personó en el cuartel de Valga para interesarse personalmente por un episodio que ha alterado la tranquilidad de esta pequeña localidad a caballo entre las provincias de Pontevedra y A Coruña.

La Voz de Galicia

Lanzan un SOS al Gobierno para que frene el deterioro del puente entre Padrón y Cesures.

Apatrigal reclama a Transportes una inspección y la reparación de los tajamares y grandes grietas que ponen en riesgo la histórica construcción sobre el Ulla, por la que pasa la N-550.

Puente romano sobre el río Ulla que une las localidades de Padrón y Pontecesures / mar de santiago

Puente romano sobre el río Ulla que une las localidades de Padrón y Pontecesures.

La Asociación Galega para a Defensa do Patrimonio Cultural de Galicia (Apatrigal) se ha hecho eco del revuelo existente en la redes sociales por el deterioro que se evidencia en el puente romano que une las localidades de Padrón y Pontecesures. La entidad ha remitido una carta al director general de Carreteras, Juan Pedro Fernández Palomino, en la que, tras describir la situación en la que se encuentra esta histórica construcción, sobre el río Ulla y que soporta el tráfico de la N-550, pide al Ministerio de Transportes que realice una inspección y proceda a la reparación del puente.

En el escrito, el presidente de Apatrigal, Carlos Henrique Fernández Coto, explica al representante de Carreteras que se dirigen a este organismo porque el puente de Cesures está construido sobre el río Ulla (coordenadas 42.725540, -8.654910) y pertenece a la carretera Nacional 550 que une las ciudades de A Coruña y Tui, que representa el eje atlántico de comunicación, una vía estructural de Galicia.

Por ello y ante la alerta surgida en las redes sociales, “hemos recabado datos y nos hemos personado en el lugar, pudiendo comprobar el lamentable estado de la citada infraestructura, tanto en el ámbito de la seguridad como la del patrimonio cultural”, aseguran en la nota.

“Gran parte de sus tajamares están en un estado lamentable, con pérdida de sillares de granito, grietas de considerable dimensión y desagregación estructural”, describen, e incluyen en su carta unas fotografías en las que también pueden observarse con meridiana claridad el deterioro de la calzada, “con grandes grietas que coinciden con los tajamares, por lo que suponemos que es una patología derivada del asentamiento de la plataforma del puente en los puntos críticos que están perdiendo la necesaria estabilidad para mantener la infraestructura”.

Posteriormente hacen un repaso por la historia para explicar que esta infraestructura fue el puente más largo de Europa durante muchos años, “con una longitud de 2.500 metros, que transcurría sobre brañas, por medio de unos sistemas de circulación del agua similares al de un acueducto. Actualmente sólo se pueden apreciar pequeños tramos de esa obra de ingeniería, en lugares puntuales, y el puente en sí tiene un largo de 160 metros”.

Añaden que forma parte de la historia de Galicia, y aunque no está catalogado como “puente histórico” por la Xunta, “está en la memoria de varias generaciones de gallegos que han pasado por él muchas veces, además de las vivencias de los padroneses y cesureños que han desarrollado sus vidas alrededor del río. Se habla incluso de que ese lugar era el puerto de Iria Flavia desde donde partían las naves romanas con las ostras de Iria Flavia (así conocidas en Roma) y el oro del Sil”.

Relatan, además, que ya en el siglo II, “el emperador Trajano ordenó construir el Pons Cessuris (Puente de transeúntes) en Iria Flavia, por donde pasaba la calzada romana XX Per loca marítima. En el puerto estaba el Pedrón, donde amarraban los barcos, hoy bajo el altar mayor de la iglesia parroquial de Santiago en Padrón”.

Finalmente, y sobre su estado actual, Apatrigal dice que “nuestros arquitectos e ingenieros hablan de falta de mantenimiento durante un gran período de tiempo, y que de haberse llevado a cabo las labores de conservación y mantenimiento que requiere una infraestructura como ésta, el puente no estaría tan deteriorado, y ni siquiera requeriría una reparación urgente”.

Por todo ello, piden una inspección urgente por parte de los técnicos del Ministerio de Transportes y que se proyecte una intervención inmediata, “para devolverle el esplendor que merece y garantizar la seguridad de los miles de vehículos que lo atraviesan diariamente”.

El Correo Gallego

Apatrigal denuncia el mal estado del puente que une Cesures con Padrón.

Grietas en la calzada del puente

La asociación Apatrigal, de la que forman parte arquitectos y otros expertos en patrimonio, reclama  al Ministerio de Transportes una revisión urgente del estado del puente que une Pontecesures con Padrón, ya que aseguran que se encuentra muy deteriorado.
 

El colectivo se desplazó a la zona ante la alerta surgida en las redes sociales. Además, recabaron datos y, en el punto, pudieron comprobar “el lamentable estado de la citada infraestructura, tanto en el ámbito de la seguridad como el del patrimonio cultural”, señalan en un escrito que enviaron al director general de Carreteras, Juan Pedro Fernández Palomino.
 

La carta está acompañada de fotografías en las que, señalan, se muestra que “gran parte de sus tajamares”, en referencia al puente, “están en un estado lamentable, con pérdida de sillares de granito, griegas de considerable dimensión y desagregación estructural”.
 

Tampoco se salva la calzada, con “grandes grietas que coinciden con los tajamares”, señalan desde Apatrigal, que entiende que se trata de una “patología derivada del asentamiento de la plataforma del puente en los puntos críticos, que están perdiendo la necesaria estabilidad”.
 

Seguridad vial

Una situación de riesgo para la seguridad vial, de la que ya se hicieron eco vecinos de ambos municipios en las redes sociales y que ahora denuncian también desde Apatrigal.
 

El colectivo defiende que “de haberse llevado a cabo las labores de conservación y mantenimiento que requiere una infraestructura como esta, el puente no estaría tan deteriorado”.
 

Como no fue así, apuntan desde la asociación de la que forman parte arquitectos e ingenieros, Apatrigal ve necesario ahora una inspección inmediata del puente, por parte de técnicos especializados del Ministerio, “al objeto de conocer al detalle la patología que nosotros le adelantamos”, así como que se proyecte una intervención inmediata.

Importancia histórica

La asociación defiende también la importancia de la infraestructura desde el punto de vista histórico. “Este tramo formaba parte de lo que se considera el puente más largo de Europa durante muchos años, con una longitud de 2.500 metros, que transcurría sobre brañas, por medio de unos sistemas de circulación de agua similares al de un acueducto. Actualmente, solo se pueden apreciar pequeños tramos de esa obra de ingeniería, en lugares puntuales, y el puente en sí tiene un largo de 160 metros”, explican en la carta dirigida a Palomino.

Apatrigal defiende que el puente forma parte de la memoria de los vecinos de ambos municipios, “que han desarrollado sus vidas alrededor del río”.
La carta finaliza con una breve historia del nacimiento de Pons Cessuris (Puente de transeúntes), ordenado construir por Trajano en Iria Flavia, por donde pasaba la calzada romana XX Per loca marítima. En el puerto, inciden, estaba el Pedrón, donde amarraban los barcos.
La estructura pertenece además a al Nacional 550, que une A Coruña y Tui y que es, por tanto, una vía de comunicación clave para Galicia.

La Voz de Galicia

Los afectados por el polígono de Cesures alertan a Valga de una balsa de residuos.

El colectivo vecinal colocó varias pancartas contra el proyecto del parque empresarial

Una gran balsa filtrante de aguas sucias. Este es, denuncian las cerca de un centenar de familias del lugar de Redondo movilizadas ante el plan de construcción del parque empresarial de Pontecesures, el sistema que se empleará para el tratamiento de los residuos que vayan a generar las empresas que se instalen en sus 326.000 metros cuadrados de superficie. Un sistema que se situará, apuntan tras estudiar la documentación pública disponible hasta el momento al respecto, en la zona verde con la que el polígono limitará con el término municipal de Valga.

«Dicha balsa es la respuesta de la Xunta de Galicia a la falta de capacidad de la depuradora municipal de Pontecesures que se recoge en el informe medioambiental» del proyecto para la zona industrial. El propio alcalde cesureño, Juan Manuel Vidal Seage, les habría confirmado, siempre según los vecinos afectados, que esta es la salida que se está estudiando en la reunión que mantuvieron el 26 de mayo con él para trasladarles todas sus dudas y temores.

El colectivo vecinal, que ayer colocó varias pancartas en contra del proyecto del parque empresarial, lanzó una alerta pública dirigida a los valgueses con viviendas pegadas al futuro polígono y los usuarios del instituto y centro médico de la localidad de al lado. Y es que, cuentan, será en la zona verde que delimitará la separación de la futura nueva área industrial y el término municipal de Valga en la que se habilite la mencionada balsa filtrante de aguas sucias. Desde Redondo temen que los valgueses afectados hayan sido informados al respecto en base al borrador del proyecto y no al informe ambiental emitido recientemente por la Consellería del ramo. La mencionada balsa filtrante de aguas sucias recogería todos los residuos de un polígono del que, advierten los vecinos cesureños afectados, se desconoce qué tipo de actividades acogerá.

La Voz de Galicia

Anxo Moreiras fue el primer infectado del área sanitaria de Santiago.

Cuatro de marzo de 2020. Un hombre de 49 años que había viajado desde Madrid hasta A Coruña para realizar una entrevista de trabajo en el Grupo Inditex, se convertía en el primer caso de coronavirus de la comunidad autónoma. Horas después, saltaba una nueva alarma: el primer gallego infectado, Daniel Aldea, de 44 años, ingresado en el Álvaro Cunqueiro. El miedo se instalaba en la población.

En aquel momento en el conjunto de España había unos 200 casos identificados, y cada vez el desastre de Wuhan parecía más cerca de nuestras vidas cotidianas. Aún era difícil conocer a algún infectado, pero los ojos de la población estabar alerta ante cualquier tosido de persona ajena.

AMPLIA MEJORA EN MEDIOS DE DETECCIÓN. Los medios de detección por aquel entonces eran pobres y tardíos. Y es que para identificar un positivo eran necesario realizarle una prueba de detección que tardaba tres horas en arrojar el resultado en el hospital de ingreso. Y, posteriormente, aún debía ser enviada al Centro de Microbiología de Madrid para su confirmación definitiva. Poco era lo que se sabía de la forma de actuar del virus pues, en caso contrario, no se habrían demorado tanto en dar por hecho un positivo, ya que cada hora de contacto exponía más a las personas al contagio.

En el caso de Daniel Aldea, por ejemplo, la primera PCR que le hicieron llegó cuatro días después de que acudiese a urgencias en Moaña en repetidas ocasiones y al Álvaro Cunqueiro, donde lo ingresaron diagnosticado de una neumonía que se había complicado. Tal y como reconocieron en su momento los propios médicos que le atendieron, nadie pensaba que era covid.

Sus síntomas habían comenzado también tras un viaje a Madrid para visitar a su hermano, aunque en el seno de la familia de su pariente nadie desarrolló la enfermedad. No corrió la misma suerte la suya, donde días más tarde se confirmaron los positivos de su pareja, y del hijo y la sobrina de esta.

ESTIGMATIZACIÓN. Ante tales circunstancias, y teniendo en cuenta que los primeros casos surgidos estaban vinculados a personas que llegaban de Madrid, el epicentro de la pandemia en Galicia, la población empezó a generar rechazo hacia los desplazados desde esa comunidad. Famosos se hicieron los carteles que muchos vecinos ponían en las puertas de los pisos de retornados que querían estar en Galicia por no saber si Madrid se cerraría por completo en días posteriores.

Uno de los que sufrió ese escenario de críticas, incluso de insultos en las calles de su pueblo natal, fue Anxo Moreiras, un joven de poco más de veinte años que viajó el 8 de marzo (cuatro días después del primer positivo) a Pontecesures en transporte público para pasar la cuarentena junto a su familia, la que le podía cuidar. Había sido positivo y en Madrid vivía junto a un compañero de piso, por lo que si algo más grave le sucedía, no tendría familia a la que acudir. Este fue el primer infectado detectado en el área sanitaria de Santiago.

Pero la expansión fue imparable. Una semana después, el 12 de marzo, ya eran 65 los contagios en activo, y el 15 de marzo se dió en Galicia la primera muerte de un paciente covid: un hombre de 81 años ingresados en el Hospital Lucus Augusti de Lugo.

PRIMER FALLECIDO EN ESPAÑA. En España, el primer fallecido llegó precisamente el 4 de marzo, cuando Galicia detectaba ese primer positivo. El hombre que perdió la vida había viajado a Nepal y fallecido a las pocas horas de entrar por urgencias. Tenía 69 años y se infectó pese a que en Nepal en el momento de su viaje solo había un caso comunicado (pero recordar que este país hace frontera con China). El deceso se había producido, con todo, a mediados de febrero, pero la Comunidad Valenciana, comunidad donde perdió la vida este hombre, no había logrado confirmar que la causa de la muerte había sido el covid hasta el 4 de marzo.

Ese mismo día llegaría horas más tarde la segunda muerte: un hombre de 82 años en Bilbao. En las ucis permanecían ingresadas otras siete personas con pronóstico grave y las alertas habían saltado porque el director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, había informado de que entre los 200 contagios había tres casos en menores: dos en Castilla-La Mancha y una niña de tan solo cuatro años en Madrid contagiada después de que su padre viajara a Bérgamo (Italia). Poco se podía predecir en aquel momento de lo que después se comprobaría: que los niños presentaban mucha más resistencia a infectarse.

EL 8-M NO SE VEÍA COMO UN PELIGRO. Así las cosas, y pese a que solo quedaban tres comunidades libres de covid (Murcia, Ceuta y Melilla), Simón recalcaba que no era necesario el cierre de los colegios –apenas una semana después, el 13 de marzo, el declarado estado de alarma haría que sí se clausurasen– y que el 8-M no era una zona de riesgo, por lo que no había que hacer ninguna recomendación especial. Después se vería que habría sido un estrepitoso foco de expansión.

En la actualidad, dos años después de aquel día en el se generaba la primera alerta en Galicia y seis olas después (la última la de más infectados, pero sin trasladarse a los hospitales), el coronavirus no asusta a la mayoría de la población. Más de medio millón de gallegos se han infectados (el 18,5 % de la población) y, parece que ahora sí, se ha logrado volver a la vida normal, conviviendo con esta plaga que nos ha tenido dos años sin vivir.

El Correo Gallego

Denuncian que los andenes de la estación de Pontecesures carecen de iluminación.

Los usuarios alertan de que el estado del propio edificio de la estación, cerrado desde hace años, es lamentable

Los usuarios alertan de que el estado del propio edificio de la estación, cerrado desde hace años, es lamentable.Los usuarios reclaman la recuperación de las frecuencias suprimidas a raíz de la pandemia

A las incomodidades que frecuentemente denuncian los usuarios de la estación de tren de Pontecesures, que discurren entre las zonas de jardín abandonadas, el deterioro del edificio cerrado, la falta de mobiliario y la ausencia de megafonía, se une la ausencia de iluminación eléctrica en los andenes. «A primera hora de la mañana y a última de la tarde, tenemos que permanecer a oscuras bajo la marquesina, con problemas para subir y bajar de los vagones e, incluso, de seguridad ciudadana», denuncia el exconcejal Luis Sabariz.

Sabariz reclama de las autoridades que tomen medidas en defensa del ferrocarril. La primera, la recuperación de las frecuencias suprimidas por la pandemia. Como usuario de este servicio de transporte público, alerta de que el viernes, ante la llegada de una doble composición que circulaba entre Vigo y A Coruña, la propia estación de Pontevedra carecía de servicio de taquilla.

La Voz de Galicia