A alcaldesa de Pontecesures, Maite Tocino Barreiro e o Presidente da Asociación Compostelana de Amigos do Ferrocarril, inauguraron hoxe a exposición conmemorativa 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐫𝐧𝐨 𝐨 𝟏𝟓𝟎 𝐚𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐥𝐢ñ𝐚 𝐂𝐨𝐫𝐧𝐞𝐬-𝐂𝐚𝐫𝐫𝐢𝐥, 𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐢𝐫𝐚 𝐥𝐢ñ𝐚 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐞𝐚 𝐠𝐚𝐥𝐞𝐠𝐚, 𝐢𝐧𝐚𝐮𝐠𝐮𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝟏𝟖𝟕𝟑.
A alcaldesa destacou a importancia do tren como principal vía de chegada e partida de mercadorias ó longo da historia da nosa vila e a importancia do mesmo, tamén, no tráfico de pasaxeiros, incidindo na necesidade de apostar por este medio de transporte para os desplazamentos cotiás e 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐢𝐱𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐡𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐫𝐚𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐨𝐯𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬, 𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚𝐧í𝐚𝐬, 𝐚𝐱𝐞𝐢𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬 á𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐝𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞.
O presidente da ACAF fixo un percorrido detallado pola historia e evolución da primeira liña ferrea galega e insisteu, tamén, 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐢𝐱𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐡𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐫𝐚𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐨𝐯𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐢𝐭𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐜𝐭𝐚𝐫 𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐚𝐢𝐬 𝐯𝐢𝐥𝐚𝐬 𝐞 𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐠𝐚𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥𝐚𝐬 𝐞 𝐜𝐨 𝐩𝐚í𝐬 𝐯𝐞𝐜𝐢ñ𝐨, 𝐏𝐨𝐫𝐭𝐮𝐠𝐚𝐥.
A mostra poderá visitarse 𝐚𝐭𝐚 𝐨 𝟐𝟓 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐳𝐨 na Casa do Concello en horario de 09:00 a 14:00.
Onte celebrouse a primeira das actividades co gallo do 𝐂𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐞𝐬𝐮𝐫𝐞𝐬. Numeroso público acudeu á que foi a primeira Casa Consistorial da nosa vila, para escoitar e falar do que é un dos 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐚 𝐧𝐨𝐬𝐚 𝐯𝐢𝐥𝐚, a Cerámica Celta e a vinculación coa mesma de Castelao.
A alcaldesa de Pontecesures, 𝐌𝐚𝐢𝐭𝐞 𝐓𝐨𝐜𝐢𝐧𝐨, abreu o acto incidindo na necesidade de poñer en valor a nosa identidade como vila, recuperando a nosa historia e os fitos que nos definen como cesureñas e cesureños.
𝐄𝐥𝐞𝐧𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚𝐥, destacada artista cesureña, falounos da súa experiencia na pintura e como a arte pode mudar as nosas vidas.
𝐅𝐢𝐧𝐚 𝐃𝐢é𝐠𝐮𝐞𝐳, Presidenta da Fundación Ramón Diéguez e neta do fundador, falounos dun soño, o da Universidade Plástica de Galicia (Borobó), no que plasmáronse as inquietudes culturais e políticas da época da man de recoñecidos artistas e magníficos artesáns.Tamén de cómo ese soño sigue en pé grazas ó empeño dos descendentes de Ramón Diéguez.
𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐫𝐨 𝐏𝐚𝐥𝐢𝐜𝐢𝐨 fixo un exhaustivo percorrido pola orixe, as telleiras, o barro de Dena, a materia prima que acabaría, tamén, formando parte da historia da Calera.
O 𝐏𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐚 𝐅𝐮𝐧𝐝𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐂𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐨, 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐀𝐧𝐱𝐨 𝐒𝐞𝐢𝐱𝐚𝐬, dou unha lección maxistral de como a historia, o arte e a sociedade foron plasmados ó longo dos tempos a través da cerámica e da aposta de Diéguez por plasmar nela unha iconografía galega.
Castelao fue una de las muchas figuras que colaboraron en un proyecto que pretendía contribuir a sentar las bases de una iconografía gallega; ayer se ahondó en la historia de aquel proyecto que cumple cien años, como el Concello de Pontecesures
Cien años atrás, mientras se fraguaba su nacimiento como Concello independiente, Pontecesures era una localidad vibrante. Tenía puerto, tenía tren y tenía, también, una burguesía culta e inquieta, dispuesta siempre a apostar por el progreso. Aquella efervescencia intelectual, cultural e industrial se tradujo en la celebración de la primera feria del automóvil de ocasión, en el nacimiento de sociedades o en la creación de la que Borobó llamaría la «universidad artística de Galicia», la Cerámica Celta. De esta empresa vanguardista se habló ayer en Pontecesures, en la primera tertulia organizada por el Concello para celebrar el centenario de la independencia municipal.
La Cerámica Celta nació como Cerámica Artística en la mente de Eugenio Escuredo, un emprendedor incansable que, poco tiempo después de haber hecho realidad el proyecto, decidió abandonarlo para irse a comerciar con maderas exóticas. Comentó sus planes, como solía hacerlo, en la tertulia de Casa Castaño, donde se reunía con sus amigos: el médico, otros industriales e intelectuales de la localidad… Todos, «personas que nunca se cansaban de plantear ideas y proyectos», según relata Fina Diéguez. Ella es la nieta de Ramón Diéguez, el hombre que iba a tomar el relevo de aquel proyecto artístico que pasaría a ser rebautizado como Cerámica Celta.
«Se llama Cerámica Celta por lo mismo que el Celta de Vigo se llama así, o la ‘tortilla celta’ de Casa Castaño. En las primeras décadas del siglo XX había una inquietud, una afán por la reconstrucción de la identidad de Galicia, un sentimiento de pertenencia a la nación celta, y por eso se eligió ese nombre», explica Fina Diéguez. Relata que su abuelo era un hombre formado, que empezó Farmacia y Químicas, pero que después se fue aprender cómo funcionaban las fábricas de cerámica por España adelante. «Cuando volvió aquí montó los hornos de las Caleras del Ulla; también era fabricante de la piedra Pote [una piedra que no podía faltar en ninguna casa, ya que se usaba para limpiar las cocinas de hierro] y llegó a crear en Catoira una fábrica de tubos de gres», señala su nieta.
Diéguez era un empresario inquieto, está claro. Y también comprometido. «O máis interesante deste home é que empezou a facer en cerámica iconografía galega. Todas as nacións teñen a súa iconografía propia, o seu propio código visual», explica el presidente de la Fundación Castelao, Miguel Anxo Seixas Seoane. Para ello contó con la ayuda de los grandes artistas de su tiempo —Castelao, Asorey, Bonome, Maside, Sobrino, Torres…— que supieron ver en aquella aventura cesureña una oportunidad de divulgar su trabajo, su obra, su forma de ver Galicia.
«Las colaboraciones de todos aquellos artistas eran completamente altruistas, desinteresadas. Sabemos que Asorey decía que se sentía pagado por la trascendencia que cogió en barro su obra O Tesouro, porque así entró en muchísimos hogares», recuerda Fina Diéguez. Y la divulgación, la difusión de la cultura, la democratización de la belleza y del arte eran denominadores comunes a todos aquellos creadores que en muchos casos «llegaban en el tren de Santiago, iban a la cerámica, paraban después en la tertulia de Castaño y de vuelta al tren», señala Fina Diéguez.
Aquel proyecto era «un experimento». «Tenía una base industrial y artística, pero funcionaba por afinidades y relaciones de amistad… Alguien tenía un boceto y decían, ‘vamos a pasarlo a bulto redondo’. Era otro tiempo, otra vida que hoy parece impensable. Yo creo también que este proyecto era como un juguete para todos; ninguno vivía de esto, a mi abuelo de hecho le costaba dinero la Cerámica Celta. Podía mantenerla porque tenía la cal, la piedra Pote y el gres», contaba la representante de la Fundación Herederos de Ramón Diéguez.
Castelao llegó a la que iba a ser bautizada como universidad artística de Galicia de mano de Víctor García, el médico de Pontecesures. Habían coincidido estudiando Medicina y, sobre la sensibilidad artística que ambos poseían, fue creciendo su amistad. García iba a ser otro de los colaboradores de la Cerámica Celta, sobre todo en aquellos primeros años luminosos y dinámicos, que se vieron interrumpidos, como todo en este país, por el golpe de estado de 1936 y la Guerra Civil. Fueron años de sangre y fuego tras los cuales arrancó una «longa noite de pedra». «La Cerámica Celta seguía trabajando, pero en la posguerra no estaban las familias para comprar cerámica… Había que comer, vestir y salir adelante», explica Fina Diéguez. Las ventas bajaron y su propietario también tuvo que mantener un perfil bajo: quienes habían protagonizado las tertulias de Casa Castaño, quienes habían mantenido una relación entusiasta con figuras como Castelao, se vieron obligados a ser discretos, a hacerse casi invisibles para sortear la feroz represión.
«Mi abuelo podría haberse ido. Pero cómo se iba a ir… Qué iba a ser de toda la gente que trabajaba en sus empresas», razona Fina. Ella, en su intervención de anoche, quiso recordar a todas aquellas personas que trabajaron en la factoría. «Manos muy hábiles que trabajaron en la cerámica y que fueron tan importantes como los autores gallegos». Se refiere a torneros, a moldeadores, decoradores… En esa nómina de recuerdos no podían faltar Antonio Fabeiro, Pepe Llerena, Carlos Bóveda, José Jamardo, Concha Vázquez, Oria Moreno…
Artistas y artesanos, convocados alrededor de la figura de Ramón Diéguez, dieron forma a una cerámica vidriada y en cuya decoración se utilizan unos colores muy característicos que llenan diseños que en algunos casos tenían el sello de Castelao, como la abstracción que el de Rianxo hizo del manteo gallego, o de la flor de la camelia…
La Cerámica Celta atraviesa en los últimos años una nueva etapa. Los herederos de Ramón Diéguez han restaurado la nave de la cerámica, han adaptado las paletas de colores, han catalogado los moldes originales, han hecho otros nuevos con nuevos materiales, han recopilado piezas e historias, y se han dedicado a la divulgación cultural para evitar que el pasado caiga en un olvido del que no pueda volver.
El acto celebrado ayer en la biblioteca de Pontecesures, y en el que además de Fina Diéguez y de Miguel Anxo Seixas participaron también Alejandro Palicio y Elena Vidal, contribuye también a traer al presente la historia de uno de los proyectos artísticos y culturales más originales desarrollados en Galicia y que cumple, como Pontecesures, cien años.
A Miryam Vidal, que regenta la peluquería Fetén, siempre le gustó escribir y ahora ve publicado el que es su relato más personal
Del puño de aquella niña con mucha imaginación, que ya entonces escribía «frases en cadernos vellos», a la que el gusto por la lectura la llevó a amar la escritura tanto que de adolescente empezó a escribir relatos cortos, sale el manuscrito del libro «Romeo y yo», que acaba de publicar Miryam Vidal, una vecina de Padrón de 39 años que, además, regenta en el pueblo la peluquería Fetén. La novela es para su autora «o proxecto máis persoal de todo o que teño escrito», por el momento vital que reflejó en el papel: su divorcio. Fue entonces cuando retomó la escritura, después de unos años de sequía tras la adolescencia, en los que reconoce que el devenir de la vida diaria la dejó «sen ideas» y hasta «sen gañas de escribir». Con el divorcio, revela, «paseino tan mal que volvín a escribir como unha vía de escape, para non pensar no que me estaba pasando nese momento, e así naceu este libro», cuenta su autora. En él, relata la historia de una escritora viuda y un cantante de fama mundial, quienes se enamoran en una relación de segundas oportunidades, desafíos y miedos. Un relato con el que la autora quiso ahondar en si es posible «volver a sentir amor despois dunha decepción tan grande como a que eu tiña tras o meu divorcio». Y el libro fue premonitorio y acabó convirtiéndose en realidad, de modo que Miryam pudo sentir de nuevo ese amor y encontró a su Romeo. La versión inicial de la novela era larguísima y, por consejo de su amiga filóloga Beatriz Vázquez, una de las personas a las que se lo dejó leer y que la animó a enviarlo a una editorial, lo acortó. Cabe la posibilidad de publicar una segunda parte de la historia, y así se lo hizo saber la editora, Avant Editorial, pero Miryam quiere ser prudente y asegura que «hai que esperar a ver como funciona o libro». Al mismo tiempo, la peluquera tiene en marcha un segundo proyecto en su perfil de las redes sociales, titulado «Radio Patio», en el que, cada martes, publica un capítulo de la historia de la señora Carmela, Mela, una mujer de aldea de los años 80 que «sabe os contos todos» y los va desgranando, pero «sen facer dano a ninguén». Va por el capítulo diez y la historia solo está en su cabeza, de modo que cada semana «é un reto porque teño que enlazar o relato co escrito a semana anterior e pensar tamén no seguinte capítulo». Miryam Vidal presentó su libro en el auditorio municipal de Padrón ante un centenar de personas y el martes fue recibida en el Concello por el alcalde, Anxo Arca, quien la animó a seguir escribiendo. Además, le agradeció la donación de tres ejemplares a la biblioteca municipal. «Como padronesa, é un orgullo para min poder ver a miña obra na biblioteca do meu pobo», asegura Miryam Vidal.
Más concretamente, la localidad ribereña abordará propuestas socioculturales que, por ejemplo, permitirán determinar su vinculación con una histórica empresa de la localidad, como es Cerámica Celta.
Hace tres semanas ya se avanzó en FARO DE VIGO que el gobierno de la nacionalista Maite Tocino y el socialista Roque Araújo trabajaba en el diseño de una amplia programación.
Y la primera de las propuestas anunciadas era el Certamen Literario de Relato Curto Oria Moreno, con el que rendir homenaje a la pintora, maestra y ceramista que da nombre al certamen, conocida por su papel como encargada de colorear y retirar las piezas del taller de Cerámica Celta.
Como también por haber sido la autora del óleo conmemorativo de la I Feira do Automóvil de Ocasión de Pontecesures, en 1925.
Desde el ejecutivo se hacía constar entonces que se trata de «una de las representantes de la vida artística y cultural de nuestra villa», además de ser una embajadora del «trabajo anónimo de muchas mujeres que realizaron trabajos de decoración en Cerámica Celta».
Ahora el Concello de Pontecesures añade que su centenario es buen momento para rendir homenaje a una «iniciativa próspera y emergente» como la que supuso Cerámica Celta cuando se propuso elaborar sus artículos «con identidad propia, fuerte y con proyección, siguiendo las nuevas tendencias y avances técnicos».
Un proyecto empresarial «que supuso un escaparate para la cultura gallega que tenía como máximo valor la recuperación del patrimonio cultural gracias a artistas jóvenes y consagrados como Maside, Acuña, Bonome, Sobrino, Torres, Sexto» y el citado Castelao, quien «se implicó artística y personalmente en el proyecto ceramista».
La alcaldesa de Pontecesures.
Esa relación entre Castelao y Cerámica Celta centrará el primer coloquio del programa «100 anos Pontecesures. Anacos da historia», en el que participarán la alcaldesa, Maite Tocino; la nieta del impulsor ceramista Ramón Diéguez, Fina Diéguez; el presidente de la Fundación Castelao, Miguel Anxo Seixas Seoane; el investigador de las fábricas de cerámica y las «telleiras» Alejandro F. Palicio; y la artista local Elena Vidal.
Una propuesta a desplegar el día 31 desde las 20.00 horas, en la Biblioteca Municipal, en la que se pondrá de manifiesto «que fue el médico Víctor García quien puso en contacto a Castelao con Ramón Diéguez Carlés», propietario y director de la Cerámica Celta de Pontecesures desde 1926, cuando fusionó Caleras del Ulla con Cerámica Artística Gallega, además de haber sido presidente de la Sociedad Deportiva Ulla y alcalde de Pontecesures desde el 25 de abril hasta el 5 de junio de 1931.
Falleció en septiembre de 1968 y coincidió con Castelao estudiando Medicina y «compartiendo charlas en la conocida casa de comidas Casa Castaño», explican en el ejecutivo.
Implicación directa
Fue así como Castelao «pasó a tener una implicación directa y personal en Cerámica Celta, dibujando y aconsejando a los jóvenes artesanos, e incluso modelando con sus propias manos la pieza llamada ‘O Cabrito’, además de hacer numerosos diseños».
Lo que pretende el Concello es «aprovechar el año del autor de Rianxo, el 75 aniversario de su fallecimiento y el centenario de Pontecesures» para «poner en valor la historia de nuestra villa y que sea motivo de orgullo para todos», esgrime la alcaldesa.
Imagen antigua de Pontecesures en la que se aprecian la villa, el río, Nestlé y, en la parte baja de la foto, el terreno que ocupabala fábrica de Caleras del Ulla.
Al mismo tiempo, anuncia para el 1 de febrero un taller de artes plásticas para que los pontecesureños puedan «conectar con su creatividad».
Estará igualmente vinculado a la historia da Cerámica Celta y la obra de los artistas que participaron en esa empresa «inspirándonos con sus creaciones».
Caleras del Ulla
Buen momento para recordar que hace poco más de un siglo nacía Caleras del Ulla, una fábrica de cal que fue el germen de Cerámicas Celta.
Fue en 1923 cuando Ramón Diéguez Carlés puso en marcha esa calera que se situaba en la zona de Porto, a orillas del Ulla y a escasos metros del lugar que, en 1939, ocuparía la fábrica de Nestlé.
Según cuentan en la asociación cultural Os Penoucos en su proyecto «Obaixoulla.gal: Patrimonio, territorio e paisaxes», la solicitud de licencia de construcción de la fábrica hacía alusión a la puesta en marcha de dos hornos, uno de cocción de baldosa y artículos análogos y otro para calcinar cuarzo pedernal y carbonato cálcico.
La materia prima llegaba en naves que descargaban inicialmente en el puerto de Cesures (Pontecesures), hasta que posteriormente se construyó un pequeño embarcadero de piedra más próximo a la fábrica y sus hornos.
Una foto de los años cincuenta en la que se aprecian Nestlé y el puerto en el que se cargaban y descargaban mercancías.
El promotor quería acelerar y facilitar así la descarga de las piedras calcáreas y de los materiales necesarios en el proceso de calcinación.
Novo y Sierra
En Obaixoulla.gal se resalta también que en aquella época ya estaba en funcionamiento la Cerámica de Campaña, en el municipio vecino de Valga, conocida con el paso del tiempo como Novo y Sierra.
En 1925, «apenas dos años después de abrir la Cerámica de Campaña, el empresario Eugenio Escuredo Lastra puso en funcionamiento en el lugar de O Cantiño –en el llamado Camiño de San Xulián–, un taller de cerámica artística inspirado en el modelo que había conocido en Sargadelos, y al que iba a llamar Cerámica Artística Gallega».
Al parecer «contrató a un artesano portugués y entró en contacto con el artista Francisco Asorey, que realizó los diseños de los primeros moldes que salieron de esta cerámica: ‘Os tesouros’, el ‘Pórtico da Gloria’, ‘A Naiciña’ y el ‘Sepulcro del Apóstol».
Según Os Penoucos, entidad creada en el Concello de Valga en 2006 para contribuir a la difusión de la cultura y la lengua gallegas a partir de la promoción y preservación de los valores patrimoniales del Baixo Ulla, las primeras producciones llegaron a venderse en Inglaterra, Cuba y Argentina.
Pero «la calidad del barro empleado era baja para ese tipo de cerámica», por lo que «Escuredo abandonó la experiencia y, en 1927, vendió los moldes de las figuras al industrial Ramón Diéguez Carlés, que trasladó la producción del taller de cerámica a las instalaciones de la Calera del Ulla, fundando allí, ese mismo año, Cerámica Celta».
La historia continuó forjándose cuando Ramón Diéguez, «decidió emplear el barro de sus minas de feldespato de Valga e introducir la técnica del vidriado en las piezas que había heredado de Cerámica Artística Gallega, dándoles un nuevo impulso».
Así las cosas, «además de seguir contando con la colaboración de Asorey, contrató a un artesano de Buño», mientras que «el médico Víctor García García-Lozano, un gran entusiasta de la cerámica, introdujo a su colega Alfonso Daniel Rodríguez Castelao en el taller», siendo el insigne artista rianxeiro el que más se interesó por la cerámica de Diéguez y el que más influyó en ella.
Como ahora apunta el Concello de Pontecesures, el rianxeiro «preparó numerosos diseños y bocetos que servirían de guía para la realización de piezas como ‘A Cabuxiña’, inspirada en una obra del alemán Willy Züguel», resalta Os Penoucos.
Para añadir que «Francisco Asorey, José María Acuña, Carlos Maside, Santiago Bonone, Carlos Sobrino, Manuel Torres y Carlos Bóveda aportaron también sus diseños a Cerámica Celta», donde «se elaboró durante casi cuarenta años –hasta 1963– una artesanía ligada a la naturaleza».
Con motivo del centenario del municipio, el mes de enero se despide con una mesa redonda y un taller artístico que pivotarán sobre una empresa que marcó tendencia y el papel que en ella jugó el polifacético rianxeiro
Hace un siglo, Pontecesures era una localidad vibrante. Su puerto era un ir y venir constante de mercancías. Sus calles, el punto de encuentro de una burguesía llena de ideas y ganas de progreso. En ese contexto, la villa cesureña se independizó de Valga en octubre del año 1925. El municipio, ya centenario, está de celebración. La primera vela se soplará la próxima semana, con un programa doble que permitirá a todas las personas interesadas conocer la historia de una de las iniciativas más modernas y creativas de las muchas que surgieron en el Pontecesures de principios del siglo pasado, la Cerámica Celta, una empresa a la que se sumaron algunos de los artistas más brillantes del momento. Entre ellos, Castelao.
De todo ello se hablará el próximo viernes, en la que será la primera sesión de Cen anos de Pontecesures. Anacos da historia, el programa que ha diseñado el Concello. El viernes 31, a las ocho de la tarde, en la biblioteca y alrededor de una mesa se sentarán la alcaldesa de Pontecesures, Maite Tocino (BNG); Fina Diéguez, nieta de Ramón Diéguez, el impulsor del sueño de la cerámica; Miguel Anxo Seixas, presidente de la Fundación Castelao; Alejandro Palicio, investigador de las telleiras y las fábricas de cerámica del Baixo Ulla y a Elena Vidal, artista.
Durante la charla, señala la organización del evento, «porase de manifesto que foi o médico da vila Víctor García quen puxo en contacto a Ramón Diéguez con Castelao, con quen coincidira estudando Medicina e compartira faladoiros na coñecida casa de comidas Casa Castaño. O galeguista pasará a ter unha implicación directa e persoal na Cerámica Celta, debuxando e aconsellando aos mozos artesáns, e incluso modelando coas súas propias mans unha peza, O Cabrito, e deixando numerosos debuxos para facer creacións baseadas nos seus deseños, chegando a ser a firma un “escaparate” das súas obras cun estilo orixinal e xenuíno». No es extraño que se estableciese tan profundo vínculo, toda vez que la Cerámica Celta surgió con la intención de «elaborar unha cerámica galega con identidade propia, forte e con proxección seguindo as novas tendencias e avances técnicos».
Para completar la charla del viernes, permitiendo acercarse a la historia de Pontecesures y de la Cerámica Celta desde otra perspectiva, el sábado tendrá lugar un taller de artes plásticas con el que se invita a vecinos y vecinas a conectar coa súa creatividade. Inspirándose en algunas de las piezas más características de la firma cesureña, las personas participantes crearán su propia figura en arcilla. La cita será en el Concello, el sábado 1 de febrero, de cuatro y media a seis y media de la tarde.