La pieza actual, tallada en bronce, repone el original de madera que existió durante años
Como cada 14 de febrero desde hace catorce años, cuando se inauguró el actual Banco dos Namorados en el Jardín de Padrón, una rosa roja depositada sobre el mismo evoca el amor de muchos padroneses en ese rincón del recinto botánico. Cada año, la deja allí Guapecha Castaño, vecina de Padrón y hermana del diseñador del banco y uno de los promotores de reponer la pieza en el jardín, bajo el árbol de los enamorados y cerca de la estatua de Macías.
Ayer no fue una excepción y a las doce de la mañana, Guapecha Castaño fue al jardín y dejó la flor, donada por la floristería de la villa Fieitas. Al principio la compraba la propia vecina pero, con el paso de los años, la tienda decidió donarla. «Un día como hoy siempre hay una rosa en el banco y la habrá mientras yo pueda», cuenta Guapecha Castaño, quien hizo una fotografía para enviársela a su hermano Fernando, que no reside en Padrón.
El llamado Banco dos Namorados del Jardín de Padrón, tallado en bronce, se inauguró un 14 de febrero de 2011, pero su historia viene de más atrás. La actual pieza, que repone a un banco de madera que existió durante años y que fue testigo de los murmullos de muchos padroneses, fue costeada por el pueblo, a base de donaciones, pero también con el apoyo de gobierno bipartito, en base a una idea del propio Fernando Castaño, con la colaboración de Cesáreo Pardal y de Fernando Rey y con el impulso de las redes sociales.
Una placa explica que su instalación fue a iniciativa popular y también que previamente había otro, construido en madera, inaugurado por la matriarca de la familia Castaño y posteriormente donado a la Casa de Rosalía de Castro.
El propio perfil del Concello de Padrón incluye estos días una imagen del banco, del que señala que es «unha fermosa peza de bronce coas pegadas e sentimentos de todo o pobo. Un espazo para o recordo, para os murmurios compartidos e para que o amor siga tendo o seu lugar en Padrón». La pieza lleva en su respaldo figuras alusivas al amor, además de esa palabra escrita en todos los idiomas del mundo, en homenaje a la variedad de vegetación que existe en el jardín.
Los dos jóvenes estarán en la gala final de entrega de galardones el próximo 15 de marzo.
Cartel de «Nai», la ópera prima de los dos jóvenes de Valga
Valga tendrá su protagonismo destacado en la entrega de los premios Mestre Mateo, con los que la Academia Galega do Audiovisual reconoce a las mejores producciones del año. Será a través del corto “Nai”, la ópera prima de los valgueses Brais do Rei (el nombre artístico de Brais Villar Rey, de Magariños) y Tito Refoxo (Tito Castaño Refojo, de Barcia), que es además el director de la pieza. Brais –por su parte– participó también en la banda sonora, como miembro del grupo Moura.
“Nai” es finalista en la categoría de Mellor Curtametraxe, junto a otras tres producciones. Los ganadores de esta edición se darán a conocer el próximo 15 de marzo.
Brais do Rei señala que –independientemente del resultado– “nós coa nominación xa gañamos”. Añaden que “que o primeiro traballo que facemos teña tan boa acollida e, sobre todo, que o público empatice coa nosa historia xa é un recoñecemento de que o traballo foi bo”. Los dos jóvenes de la localidad están vinculados de lleno con el mundo audiovisual. Tito Refoxo ya apareció en series como “Rapa”, “Clanes” y otras muchas producciones. Por su parte Brais do Rei está muy metido en el mundo de las artes escénicas a través de la música y del género dramático.
“Sempre nos gustou moito o cine e o audiovisual en xeral e decidimos dar o salto cunha produción que fora cen por cen nosa. Realmente foi todo moi rápido: escribimos o guión, contactamos cos mellores profesionais dos que puidemos botar man e para adiante”, explican. Una presencia destacada de Valga en el mundo audiovisual y, probablemente, el inicio de una carrera prometedora para los dos jóvenes en este ámbito.
Pese a experimentar un aumento anual del 40 % en la cifra de pasajeros en sus estaciones, este trayecto no figura entre las prioridades del futuro servicio de proximidad en Galicia
Por evidentes razones de corte demográfico, el largo y de momento infructuoso debate sobre la creación de un servicio ferroviario de cercanías en Galicia se ha enfocado desde antiguo en los polos A Coruña-Ferrol y Vigo-Pontevedra. Lo hizo el socialista Emilio Pérez Touriño cuando presidía la Xunta en 2007, y lo repite el informe que encargó el popular Alfonso Rueda en 2023. El ministro de Transportes, Óscar Puente, anunció en noviembre que su departamento estaría en condiciones de poner algo sobre la mesa a lo largo del primer trimestre de este año, cumpliendo uno de los compromisos que el PSOE pactó con el BNG, para lograr su apoyo en la investidura de Pedro Sánchez. Así que, en teoría, pronto deberían florecer novedades acerca de un tren de proximidad del que sí disfrutan el resto de las comunidades del norte peninsular. Sea así o no, las prioridades obvian un trazado que, al menos en teoría, cuenta con todos los requisitos para servir como experiencia piloto, sin mucho más esfuerzo inversor que la consecución del buen material rodante para hacer frente al lógico incremento de las frecuencias de viaje: el tramo regional que comunica Vilagarcía con Santiago.
152 años después de su puesta en marcha, no será necesario insistir en que se trata del primer camino de hierro que funcionó en Galicia. Con las lógicas renovaciones, la mayor parte de su recorrido de 42 kilómetros sigue siendo el mismo que el inaugurado el 15 de septiembre de 1.873. Su utilización básica incluye diez frecuencias diarias de lunes a viernes, que tocan Santiago, Padrón, Pontecesures, Catoira y Vilagarcía, dentro del viaje general que comunica Vigo y A Coruña. De ellas hay cinco servicios diarios exclusivos entre la capital arousana y Compostela. Son los denominados trenes lanzadera con paradas en Padrón y Pontecesures y la ausencia clamorosa y nunca explicada de Catoira, Su tiempo de trayecto oscila entre los 38 y los 43 minutos.
Lo verdaderamente importante es que, auspiciado por los bonos de transporte, este antiguo servicio no deja de crecer. A la espera de que Renfe presente su balance de 2024, los últimos datos oficiales corresponde a 2023. Sin incluir en el cálculo la estación de Santiago (la primera de Galicia, un nudo en el que confluyeron más de cuatro millones de viajeros aquel año) las escalas de la orilla sur de la ría de Arousa experimentaron un crecimiento de 350.000 pasajeros con respecto a la lectura de 2022. Un incremento porcentual del 40%. Si la óptica se amplia en el tiempo, el fenómeno se acrecienta. Entre los 486.205 viajeros que Vilagarcía, Catoira y Pontecesures, contabilizaron en 1997 y los 1.214.800 que registraron en 2023 media una diferencia de 728.595 billetes despachados: un apabullante 150%.
Xosé Carlos Fernández, experto en ferrocarriles, sostuvo recientemente que el polo de cercanías en diseño entre Vigo y Pontevedra debería extenderse a Vilagarcía. El tiempo lo dirá. De momento, los datos demuestran que la demanda crece. El alcalde de la ciudad, Alberto García, apunta que la evolución de las conexiones a larga distancia con Madrid es satisfactoria, pero reconoce que la asignatura pendiente es la proximidad. «Obviamente esisten todas as razóns para establecer un servizo deste tipo cara a Santiago, que redundaría nun incremento das frecuencias e unha redución de prezos». El nacionalista Xoán Castaño incide en el carácter de nudo hacia O Barbanza que ha ganado la estación de su municipìo de Catoira, y considera imprescindible no solo su inclusión en los trenes lanzadera y el implemento de las cercanías, sino también «unha boa coordinación do ferrocarril co transporte por bus que hoxe non existe». Castaño recuerda que quienes pudieron estudiar en su generación, encontraron en el camino de hierro un aliado fundamental. De la misma opinión es el popular Bello Maneiro quereclama para Valga algo tan sencillo como un apeadero, que en 152 años de historia que acumula esta línea jamás ha existido: «Non pedimos nada que non sexa xusto». La alcaldesa Maite Tocino (BNG) coincide desde Pontecesures en que la implantación de un tren de cercanías apuntala el trabajo y el estudio: «Se ademais queremos retirar coches das estradas e reducir a pegada de carbono, non creo que haxa debate: este é o medio».
Por si faltase alguna, ahí queda una última razón: la falta de un servicio de proximidad encarece alrededor de un euro los billetes que pagan los usuarios gallegos frente a los de las comunidades autónomas en las que sí existe un tren de cercanías por trayectos similares.
PONTECESURES LA QUE MÁS CRECE.
De acuerdo con el último balance oficial de Renfe, la de Pontecesures es la estación que más creció a lo largo de 2023. No en términos absolutos (registró 14.800 usuarios más que el año anterior para redondear los 39.800 viajeros), pero sí porcentuales: un 59% por encima del 2022.
A alcaldesa de Pontecesures, Maite Tocino Barreiro e o Presidente da Asociación Compostelana de Amigos do Ferrocarril, inauguraron hoxe a exposición conmemorativa 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐫𝐧𝐨 𝐨 𝟏𝟓𝟎 𝐚𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐚 𝐥𝐢ñ𝐚 𝐂𝐨𝐫𝐧𝐞𝐬-𝐂𝐚𝐫𝐫𝐢𝐥, 𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐢𝐫𝐚 𝐥𝐢ñ𝐚 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐞𝐚 𝐠𝐚𝐥𝐞𝐠𝐚, 𝐢𝐧𝐚𝐮𝐠𝐮𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝟏𝟖𝟕𝟑.
A alcaldesa destacou a importancia do tren como principal vía de chegada e partida de mercadorias ó longo da historia da nosa vila e a importancia do mesmo, tamén, no tráfico de pasaxeiros, incidindo na necesidade de apostar por este medio de transporte para os desplazamentos cotiás e 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐢𝐱𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐡𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐫𝐚𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐨𝐯𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬, 𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚𝐧í𝐚𝐬, 𝐚𝐱𝐞𝐢𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬 á𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐝𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞.
O presidente da ACAF fixo un percorrido detallado pola historia e evolución da primeira liña ferrea galega e insisteu, tamén, 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐢𝐱𝐢𝐫 𝐮𝐧𝐡𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐫𝐚𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐫𝐫𝐨𝐯𝐢𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐢𝐭𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐜𝐭𝐚𝐫 𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐚𝐢𝐬 𝐯𝐢𝐥𝐚𝐬 𝐞 𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐠𝐚𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐥𝐚𝐬 𝐞 𝐜𝐨 𝐩𝐚í𝐬 𝐯𝐞𝐜𝐢ñ𝐨, 𝐏𝐨𝐫𝐭𝐮𝐠𝐚𝐥.
A mostra poderá visitarse 𝐚𝐭𝐚 𝐨 𝟐𝟓 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐳𝐨 na Casa do Concello en horario de 09:00 a 14:00.
Onte celebrouse a primeira das actividades co gallo do 𝐂𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐞𝐬𝐮𝐫𝐞𝐬. Numeroso público acudeu á que foi a primeira Casa Consistorial da nosa vila, para escoitar e falar do que é un dos 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞 𝐝𝐚 𝐧𝐨𝐬𝐚 𝐯𝐢𝐥𝐚, a Cerámica Celta e a vinculación coa mesma de Castelao.
A alcaldesa de Pontecesures, 𝐌𝐚𝐢𝐭𝐞 𝐓𝐨𝐜𝐢𝐧𝐨, abreu o acto incidindo na necesidade de poñer en valor a nosa identidade como vila, recuperando a nosa historia e os fitos que nos definen como cesureñas e cesureños.
𝐄𝐥𝐞𝐧𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚𝐥, destacada artista cesureña, falounos da súa experiencia na pintura e como a arte pode mudar as nosas vidas.
𝐅𝐢𝐧𝐚 𝐃𝐢é𝐠𝐮𝐞𝐳, Presidenta da Fundación Ramón Diéguez e neta do fundador, falounos dun soño, o da Universidade Plástica de Galicia (Borobó), no que plasmáronse as inquietudes culturais e políticas da época da man de recoñecidos artistas e magníficos artesáns.Tamén de cómo ese soño sigue en pé grazas ó empeño dos descendentes de Ramón Diéguez.
𝐀𝐥𝐞𝐣𝐚𝐧𝐝𝐫𝐨 𝐏𝐚𝐥𝐢𝐜𝐢𝐨 fixo un exhaustivo percorrido pola orixe, as telleiras, o barro de Dena, a materia prima que acabaría, tamén, formando parte da historia da Calera.
O 𝐏𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐚 𝐅𝐮𝐧𝐝𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐂𝐚𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐨, 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐀𝐧𝐱𝐨 𝐒𝐞𝐢𝐱𝐚𝐬, dou unha lección maxistral de como a historia, o arte e a sociedade foron plasmados ó longo dos tempos a través da cerámica e da aposta de Diéguez por plasmar nela unha iconografía galega.
Castelao fue una de las muchas figuras que colaboraron en un proyecto que pretendía contribuir a sentar las bases de una iconografía gallega; ayer se ahondó en la historia de aquel proyecto que cumple cien años, como el Concello de Pontecesures
Cien años atrás, mientras se fraguaba su nacimiento como Concello independiente, Pontecesures era una localidad vibrante. Tenía puerto, tenía tren y tenía, también, una burguesía culta e inquieta, dispuesta siempre a apostar por el progreso. Aquella efervescencia intelectual, cultural e industrial se tradujo en la celebración de la primera feria del automóvil de ocasión, en el nacimiento de sociedades o en la creación de la que Borobó llamaría la «universidad artística de Galicia», la Cerámica Celta. De esta empresa vanguardista se habló ayer en Pontecesures, en la primera tertulia organizada por el Concello para celebrar el centenario de la independencia municipal.
La Cerámica Celta nació como Cerámica Artística en la mente de Eugenio Escuredo, un emprendedor incansable que, poco tiempo después de haber hecho realidad el proyecto, decidió abandonarlo para irse a comerciar con maderas exóticas. Comentó sus planes, como solía hacerlo, en la tertulia de Casa Castaño, donde se reunía con sus amigos: el médico, otros industriales e intelectuales de la localidad… Todos, «personas que nunca se cansaban de plantear ideas y proyectos», según relata Fina Diéguez. Ella es la nieta de Ramón Diéguez, el hombre que iba a tomar el relevo de aquel proyecto artístico que pasaría a ser rebautizado como Cerámica Celta.
«Se llama Cerámica Celta por lo mismo que el Celta de Vigo se llama así, o la ‘tortilla celta’ de Casa Castaño. En las primeras décadas del siglo XX había una inquietud, una afán por la reconstrucción de la identidad de Galicia, un sentimiento de pertenencia a la nación celta, y por eso se eligió ese nombre», explica Fina Diéguez. Relata que su abuelo era un hombre formado, que empezó Farmacia y Químicas, pero que después se fue aprender cómo funcionaban las fábricas de cerámica por España adelante. «Cuando volvió aquí montó los hornos de las Caleras del Ulla; también era fabricante de la piedra Pote [una piedra que no podía faltar en ninguna casa, ya que se usaba para limpiar las cocinas de hierro] y llegó a crear en Catoira una fábrica de tubos de gres», señala su nieta.
Diéguez era un empresario inquieto, está claro. Y también comprometido. «O máis interesante deste home é que empezou a facer en cerámica iconografía galega. Todas as nacións teñen a súa iconografía propia, o seu propio código visual», explica el presidente de la Fundación Castelao, Miguel Anxo Seixas Seoane. Para ello contó con la ayuda de los grandes artistas de su tiempo —Castelao, Asorey, Bonome, Maside, Sobrino, Torres…— que supieron ver en aquella aventura cesureña una oportunidad de divulgar su trabajo, su obra, su forma de ver Galicia.
«Las colaboraciones de todos aquellos artistas eran completamente altruistas, desinteresadas. Sabemos que Asorey decía que se sentía pagado por la trascendencia que cogió en barro su obra O Tesouro, porque así entró en muchísimos hogares», recuerda Fina Diéguez. Y la divulgación, la difusión de la cultura, la democratización de la belleza y del arte eran denominadores comunes a todos aquellos creadores que en muchos casos «llegaban en el tren de Santiago, iban a la cerámica, paraban después en la tertulia de Castaño y de vuelta al tren», señala Fina Diéguez.
Aquel proyecto era «un experimento». «Tenía una base industrial y artística, pero funcionaba por afinidades y relaciones de amistad… Alguien tenía un boceto y decían, ‘vamos a pasarlo a bulto redondo’. Era otro tiempo, otra vida que hoy parece impensable. Yo creo también que este proyecto era como un juguete para todos; ninguno vivía de esto, a mi abuelo de hecho le costaba dinero la Cerámica Celta. Podía mantenerla porque tenía la cal, la piedra Pote y el gres», contaba la representante de la Fundación Herederos de Ramón Diéguez.
Castelao llegó a la que iba a ser bautizada como universidad artística de Galicia de mano de Víctor García, el médico de Pontecesures. Habían coincidido estudiando Medicina y, sobre la sensibilidad artística que ambos poseían, fue creciendo su amistad. García iba a ser otro de los colaboradores de la Cerámica Celta, sobre todo en aquellos primeros años luminosos y dinámicos, que se vieron interrumpidos, como todo en este país, por el golpe de estado de 1936 y la Guerra Civil. Fueron años de sangre y fuego tras los cuales arrancó una «longa noite de pedra». «La Cerámica Celta seguía trabajando, pero en la posguerra no estaban las familias para comprar cerámica… Había que comer, vestir y salir adelante», explica Fina Diéguez. Las ventas bajaron y su propietario también tuvo que mantener un perfil bajo: quienes habían protagonizado las tertulias de Casa Castaño, quienes habían mantenido una relación entusiasta con figuras como Castelao, se vieron obligados a ser discretos, a hacerse casi invisibles para sortear la feroz represión.
«Mi abuelo podría haberse ido. Pero cómo se iba a ir… Qué iba a ser de toda la gente que trabajaba en sus empresas», razona Fina. Ella, en su intervención de anoche, quiso recordar a todas aquellas personas que trabajaron en la factoría. «Manos muy hábiles que trabajaron en la cerámica y que fueron tan importantes como los autores gallegos». Se refiere a torneros, a moldeadores, decoradores… En esa nómina de recuerdos no podían faltar Antonio Fabeiro, Pepe Llerena, Carlos Bóveda, José Jamardo, Concha Vázquez, Oria Moreno…
Artistas y artesanos, convocados alrededor de la figura de Ramón Diéguez, dieron forma a una cerámica vidriada y en cuya decoración se utilizan unos colores muy característicos que llenan diseños que en algunos casos tenían el sello de Castelao, como la abstracción que el de Rianxo hizo del manteo gallego, o de la flor de la camelia…
La Cerámica Celta atraviesa en los últimos años una nueva etapa. Los herederos de Ramón Diéguez han restaurado la nave de la cerámica, han adaptado las paletas de colores, han catalogado los moldes originales, han hecho otros nuevos con nuevos materiales, han recopilado piezas e historias, y se han dedicado a la divulgación cultural para evitar que el pasado caiga en un olvido del que no pueda volver.
El acto celebrado ayer en la biblioteca de Pontecesures, y en el que además de Fina Diéguez y de Miguel Anxo Seixas participaron también Alejandro Palicio y Elena Vidal, contribuye también a traer al presente la historia de uno de los proyectos artísticos y culturales más originales desarrollados en Galicia y que cumple, como Pontecesures, cien años.