Pepe Domingo revivirá sus raíces en las grandes fiestas de los Aflixidos de Lestrove.

Una comida popular en la que participaron decenas de vecinos y amigos sirvió este sábado para abrir boca para las grandes fiestas de los Aflixidos de Lestrove, celebraciones muy concurridas y reconocidas en toda la comarca del Sar y bajo Ulla por la habitual excelencia de su programa; y también porque para muchos suelen convertirse en el broche de oro de sus vacaciones estivales. Después de dos años de parón a causa de la pandemia, la comisión que preside Rodrigo Ares Cristobo, de la mano de Julián Pérez Rial, como jefe de logística; Gustavo López Janeiro, encargado de las relaciones públicas; y Gonzalo Blanco Janeiro, responsable de la administración de ingresos y gastos; ha elaborado un cartel de primera división, que incluye además un acontecimiento excepcional.

Se trata del acto de entrega del título de Hijo Predilecto a Pepe Domingo Castaño por parte del Concello de Dodro, una ceremonia que tendrá lugar este lunes, a partir de las 14.00 horas, en el pazo de Lestrove; y en la que participará el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda; además de autoridades de la comarca y representantes de la Diputación.

En su saluda, el alcalde dodrense, Xavier Castro, manifiesta que, “se ben os máis novos pensaban que era un padronés moi coñecido, temos que dicir que Pepe Domingo naceu aquí, na nosa aldea de Lestrove, e polo tanto é de Dodro coma nós, cousa que el moi ben recoñece no seu libro biográfico”. Por ello, “o luns dos Aflixidos, despois da procesión e da poxa de ramos, faremos un acto na súa honra”.

En efecto, en uno de los primeros capítulos de Hasta que se me acaben las palabras, el libro de sus historias de radio y vida, el reconocido comunicador de la Cadena Cope relata el día de su nacimiento. “Seguro que aquel 8 de octubre de 1942 llovía a cántaros sobre Lestrove, un pueblo pequeño y humilde que vivía acurrucado en la hermosa vega de Padrón (…). Y precisamente allí, acunado por versos y cantares, en una casa oscura y quejumbrosa, vino al mundo un bebé rubio y gordinflón, hijo de Antonio y de Rosa, al que correspondieron los nombres de José y Domingo para perpetuar el santoral de sus abuelos”. Así, la que fue antigua residencia de verano de los arzobispos de Santiago y todos sus vecinos serán mañana testigos del nombramiento del que será primer Hijo Predilecto de este ayuntamiento coruñés.

El programa de las grandes fiestas de los Aflixidos dará comienzo como es habitual este domingo. Las bombas despertarán a la vega de Lestrove a partir de las 09.00 horas y una hora después comenzarán las gaitas a sonar de la mano de Xoldra. En la capilla del pazo tendrá lugar a las 13.00 horas la misa solemne en honor de Nuestra Señora de los Aflixidos; mientras que los más pequeños podrán disfrutar de los hinchables a partir de las 17.00 en el Campo da Escola. Ya por la noche, desde las 22.30 horas, habrá la tradicional verbena, que correrá a cargo de las orquestas Atenas y Cinema.PUBLICIDADEste producto no está exento de riesgo y con su uso se inhala nicotina, que es adictiva. Dirigido únicamente a fumadores adultos.IQOS ILUMA. Tan exclusivo como túDescubreVive este verano sin ceniza y sin olor a humo de cigarrillo.Inspired by

La jornada del lunes comenzará con un pasacalles de la Banda de Música Municipal de Padrón, tras el que, a las 12.00 horas (capilla del pazo) se celebrará la misa solemne en honor del Santo Anxo da Garda, la procesión y la puja de ramos. A continuación será el turno del homenaje al periodista Pepe Domingo Castaño.

Por la tarde, a las 18.00 horas, el pazo de Lestrove acogerá la exposición fotográfica Emboscadura, de Roxelio Pérez Moreira; mientras que a las 18.30 horas tendrá lugar un certamen de bandas a cargo de la Banda de Música Municipal de Padrón y la Banda Municipal de A Estrada. De la verbena de la noche se encargarán las orquestas Garibaldi y Pontevedra.

Ya el martes, última jornada, el programa comienza con una salva de bombas, a la que seguirá un pasacalles de la charanga OT, que a las 18.00 ofrecerá un concierto en el Campo da Escola. A las 12.00, hay misa en honor a San José en el pazo de Lestrove. De la verbena se encargan Charleston Big Band y El Combo Dominicano.

CARTEL DE LAS FIESTAS. Un diseño del conocido artista Camilo Seira

···Las fiestas de los Aflixidos de Lestrove cuentan este año con un original cartel diseñado por el artista Camilo Seira. Se trata de un dibujo en el que se puede distinguir en un primer plano el retrato de Pepe Domingo Castaño, protagonista de esta edición; sobre el dibujo del pazo de Lestrove y la gran fuente que lo preside.

El Correo Gallego

Se le recuerda a Gibson en una entrevista la inolvidable edición de la Festa da Lamprea 2004.

El hispanista repasa algunos momentos de su vida, salpicados casi todos ellos por la inacabable pasión por Lorca

Si algún día cumplo 83 años, quisiera hacerlo con la capacidad de apasionarme que muestra Ian Gibson (Dublín, 1939) cuando habla de Lorca. En el frío claustro del Hostal de los Reyes Católicos, me dejo subyugar por el hispanista melancólico, el tímido que lucha por ser valiente.

—Viene a Galicia con alguna frecuencia.
—Sí, hombre. Yo tengo el alma un poco repartida entre Galicia y Andalucía. No lo puedo remediar. Por mi dedicación a Lorca pasé mucho tiempo en Andalucía, pero como gaélico me tira Galicia. Hay algo entre nosotros. Yo soy de Dublín, soy del mar… y muy europeo. Y soy hispanista. Yo soy una locura, lo reconozco. Porque no quise ser un hispanista a distancia, quise vivir aquí.
—Lorca también visitó Galicia.
—Investigar a Lorca también me trajo a Galicia. Tras mi primer libro, en 1971, sobre su asesinato, contacté con unas personas que luego fueron mis amigos: José Luis Franco Grande, José Landeira, Carlos Casares… me pusieron al tanto de algo muy importante para mi trabajo: que en Vigo vivía César Torres Martínez, gobernador en Granada cuando ocurrió la sublevación [de 1936]. Así que vine corriendo desde Francia. El encuentro enriqueció mi libro y puedo decir que la amistad con Franco Grande fue fundamental en mi vida. Él me llevó a comer lamprea por primera vez, ja, ja.

—Bueno, usted pregonó una fiesta de la lamprea en Pontecesures.
—¡Con Fraga!
—Eso es.
—Me llamaron los organizadores la noche antes y me dijeron: «Señor Gibson, ha ocurrido un pequeño problema. Es que don Manuel quiere estar en la mesa». Yo, claro, dije que no tenía problema. Y estuvo bien. Hay que buscar el diálogo y la concordia.
Las crónicas cuentan que se divirtieron.
—Lo pasamos bien, sí, pero lo hubiera pasado mejor sin él, ja, ja.

—¿Habla un poco de gallego?
—Yo soy un latinista, así que leer en gallego no me supone ningún problema.
También escribió un libro sobre Cela.
—Fue un encargo que no quería hacer, pero formaba parte de un contrato con Aguilar. Tuve que pasar un año leyendo sus novelas y hablando con gente que lo conocía. Tenga en cuenta que está hablando con un loco que abandonó su cátedra para escribir un libro sobre Lorca, así que he tenido que escribir otros libros para vivir de ellos, de mis conferencias, artículos. Llevo muchas décadas haciendo eso.

—Pero seguro que se siente querido…—Sí, aunque tengo mis adversarios y con Santiago Abascal sería difícil que tuviera una conversación tranquila, pero es verdad que mucha gente me aprecia. España me ha permitido expresarme, mover los brazos. Yo vengo de una familia protestante, muy puritana. Y me jodieron la vida con su puritanismo. Acabo de escribir un libro sobre esto, pero no sé si lo voy a publicar. España me dio alas. Y Lorca, porque sin él no soy absolutamente nada. Sin Lorca y mi pasión lorquiana me habría pegado un tiro hace años, probablemente.
—¿Qué lleva a un irlandés a consagrar su vida al estudio de España?
—En las universidades británicas hay muchos departamentos estudiando francés, italiano, español… Esta fascinación con otros países es normal, pero en España había un aislamiento. Que un irlandés estudie a Cervantes es perfectamente normal. Igual que un granadino estudie a Joyce, pero las cosas aquí no eran normales. La gran España no la conocemos todavía.






—Usted ha dicho que con 100.000 muertos en las cunetas no se puede avanzar.
—No se puede. A mí me gustaría una derecha normal, conservadora, capaz de dialogar y escuchar. Pero aquí el franquismo sigue presente en cierto modo.
—¿Qué le ha parecido esta implosión del PP?
—Este presidente [Feijoo] parece ser más cauto, más medido. Tiene carisma y presencia. Espero que no diga barbaridades sobre los enterrados. Porque yo no le perdono a Casado lo que dijo sobre que estaba harto del tema del abuelo en la cuneta. Hay que superar este gran problema… aunque luego viene Putin y nos mata a todos.
—Ya. Le habrá sorprendido esta invasión.
—Sí, me ha sorprendido, Pero este hombre se ha ido convirtiendo en un tirano. Parecía imposible que apareciera una bestia como él, pero ya se ve que está dispuesto a matar a todo el mundo, como Hitler o Mussolini. Es todo muy deprimente
—Regresemos a Lorca. Escribió en gallego.
—Bueno. Eso es una exageración. Él era un poeta y amaba a Galicia y quería escribir algo sobre Galicia pero sin sus amigos no podría haberlo hecho. Lorca es un fenómeno cósmico, era un hombre superdotado, con el don de la música, de la poesía, el teatro… Eso no es normal. Y encima era gay y no podía vivir su vida. Eso lo expresó en su obra. Yo creo que lo más impactó a Lorca de Galicia fue su primera visita, en 1916. Estuvo en Santiago y escribió unas páginas al hospicio de San Domingo de Bonaval, donde había niños pobres abandonados. También le impactó la gaita.
—A mí me impacta la pasión que utiliza para referirse a él.
—Ja, ja. ¡Es lo único que tengo, hombre! Sé que transmito esa pasión, pero no lo puedo remediar. Es algo que tengo dentro y sé que me voy a morir con eso. Lorca fue mi salvación. Cuando estás buscando tu camino, si tienes suerte, puede aparecer un pintor, un escritor… algo que te abra unas ventanas sobre tu vida. Yo encontré por casualidad el romance de la luna, luna [Del Romancero gitano] en una librería de ocasión de Dublín cuando tenía 18 años. No había leído nada comparable, fue un hechizo inmediato.
—¿Cree que aparecerán los restos alguna vez o no tiene demasiada importancia?
—Tiene mucha importancia. La familia me tiene destrozado: no quiere saber, no ayuda… Hay mil versiones sobre dónde está. Lorca es el poeta nacional, aunque haya parte de la derecha que no lo lleve bien. Tenía mucha obra en preparación. Es un espanto pensar lo que habría escrito si no lo hubieran matado. Quería cambiar la sociedad a través de su teatro; que hubiera justicia social y que cada uno pudiera vivir su vida. Yo me conformaría con que la familia dijera que ellos no han tocado los restos. Recuperarlos ayudaría a la reconciliación de este país.
—Dejemos descansar al poeta. ¿Es verdad que es usted ornitólogo?
—Sí, desde la infancia. Mi padre era un amante de la naturaleza; me sacaba a ver las marismas y me transmitió su pasión ornitológica. Es algo que le debo. Otras cosas no, pero eso sí. Muy joven me hablaron de Doñana, donde cada invierno pasaban cuatro meses miles de ánsares. Años después estuve allí y los vi comer arena al amanecer. Decenas de miles. Lo hacen para ayudar a su sistema digestivo.
—¿Cómo se definiría en pocas palabras?
—¡Vaya! Nunca me preguntaron eso. [piensa unos segundos] Yo soy un tímido que querría ser fuerte; un débil que daría todo por ser valiente; lucho contra mis miedos día y noche, mi angustia de niño que jamás me ha dejado. Pese a tanto psicoanálisis sigo siendo un hombre lleno de miedos. La muerte me aterra. Pero, pese a todo tengo una sonrisa. Los amigos son un consuelo, pero no puedo presumir de ser una persona feliz ni muy satisfecho con lo que he hecho en la vida.
—Me sorprende lo que dice.
—Ya. Puedes aparentar y tomar una copa, pero debajo puede haber una tristeza. Yo creo que en mí hay una profunda tristeza por lo que me impusieron. No me ha impedido tener momentos felices, pero noto que sigue dentro de mí.
—Con la pandemia lo pasó mal, leí.
—Para mí España han sido aventuras. Y eso acabó con la pandemia. Estar encerrado en mi piso me afectó mucho.
—Dígame un sitio en el que se sienta feliz.
—Yo me siento muy feliz en Lavapiés, porque es un pueblo dentro de Madrid.
—También leí que había tenido 18 mudanzas.
—Pero alrededor de Europa. Empecé en Belfast, luego a Londres, a la universidad y, tras unos años, decidí que no tenía vocación de profesor. Luego fuimos a Francia y, desde allí a España. No sé si han sido 18 casas pero, desde luego, lo que yo he hecho ha sido una locura. El resultado son los libros. No habría podido hacerlo sin mi mujer, porque he sido un mal padre, siempre obsesionado con mis libros. Un poco desastre.
—Una canción.
—Últimamente me enloquece un canción de Alejandro Sanz con Tony Bennet: Esta tarde vi llover. Soy un romántico, no lo puedo remediar.
—¿Lo más importante en la vida?
—Tratar de ser valiente y siendo lo que uno es. Sin miedo. Hay un verso de Paul Valéry que dice: «El viento se levanta. Hay que tratar de vivir». No olvide citar este verso.

La Voz de Galicia

Elisardo Temperán.

Mañana domingo, hace un año que el arzobispo de Santiago nombró Secretario Capitular al Canónigo Prefecto de Ceremonias, Elisardo Temperán Villaverde, canciller de lsa Archidiócesis y Consiliario de la Junta de Cofradías de Santiago. Natural de Pontecesures, obtuvo el Doctorado en Sagrada Liturgia en el Pontificio Ateneo Litúrgico San Anselmo, de Roma, con una tesis sobre el libro primero del Códice Calixtino. Hace unos días fue nombrado párroco moderador de los encargados de la atención pastoral de la iglesia compostelana de Santan María de Salomé y San Fiz de Solovio.

El Correo Gallego

Carlos Maside. Escritura na Ferradura

«Lavandeiras», obra de Carlos Maside.

Pontecesures onde naceu; Vilagarcía onde moi novo traballou de empregado, o que lle orixinou a preocupación social que foi unha constante durante toda a súa vida; Madrid onde entrou en contacto co mundo publicitario e coa caricatura e coñeceu o ambiente convulsionado de loitas obreiras que o levaron a ingresar no Cárcere Modelo en 1930; Santiago como inicio da súa andaina pictórica e París, onde coñeceu as escolas europeas máis importantes e onde aprendeu a rebelarse contra o panorama artístico galego que se achaba ancorado nunha estética desfasada e costumista.

A renovación, o chamado Movemento Renovador da pintura galega iniciouno Castelao, proseguiuno Carlos Maside e secundárono Arturo Souto, Manuel Torres, Laxeiro, Manuel Colmeiro, etc.

Ao regresar de París instalouse coas súas irmás e os sobriños Maside Medina na casa nº 42 da rúa do Vilar, onde tamén tiña o estudo. Impartiu docencia en Santiago, A Estrada, Noia e Vigo, actividade da que foi separado en 1937 por motivos políticos.

O ambiente intelectual no que Maside estaba mergullado en Santiago era de vangarda e intensamente republicano. As tertulias era o lugar idóneo para o intercambio, discusión e espallamento das ideas que andaban en boga en España e en Europa, tendo sempre a Galicia como referencia insoslaiable. Politicamente, Maside permanecía independente, aínda que ideoloxicamente se encontrase definido: galeguista e socialista.

Dicía Luís Seoane que lembraba a Carlos Maside en Santiago, a súa cidade, co seu andar lento, señorial, co ademán severo, portando permanentemente na man dereita o álbum de apuntes xunto aos guantes e o bastón. E remata Seoane recordando a Maside como unha das personalidades máis importantes de Galicia, na súa actitude moral, na súa galeguidade, na profundidade das súas conviccións… no seu amor verdadeiro ao pobo do que xurdira.

E fiado na roca áurea da memoria, un fío de afinidade e lealdade une a Maside coas outras personalidades que comparten con el na Ferradura un espazo memorialístico.

-En primeiro lugar Valle Inclán, sentado nun banco da entrada do paseo dos leóns, absorto contemplando a “rosa mística de pedra que conserva a graza inxenua do latín rimado”.

Por non ser bo de ter, non era fácil ser amigo de Valle Inclán, pero de Maside si que o era. En 1935 concorrían a un parladoiro no Café Derby ao que tamén asistían García-Sabell, Arturo Cuadrado, Martínez López e Santiso Girón. E rematado o parladoiro o escritor e o pintor facían o paseo da Ferradura, que eran moitos os elementos artísticos sobre os que tiñan que debater. E máis tarde Maside visitábao no sanatorio Villar Iglesias, onde Valle Inclán estaba ingresado.

-En segundo lugar, no corredor de arriba da Ferradura, outro personaxe vangardista, visionario e comprometido con Galicia, Isaac Díaz Pardo, 24 anos máis novo que Maside, pero que a medida que o ía coñecendo Maside ía valorando o labor de Isaac ao que en carta a Luís Seoane de 1957 o describe como “ese gran rapaz tan entusiasta e tan activo” .

Maside, que xa deseñara pezas e motivos decorativos para Cerámica Celta de Pontecesures, en 1956 escribiulle unha carta a Isaac na que lle propoñía deseñar algo para Cerámicas do Castro. E esa colaboración entre Isaac como ceramista e Maside como deseñador frutificou. “Unha tarde, conta Ramón Piñeiro, cheguei ao estudo de Maside algo máis cedo do habitual e atopeino ledo e animoso. Aos poucos minutos de conversa amosoume a versión en cerámica da súa Muller sentada, que lle trouxera pola mañá Isaac Díaz Pardo. Confesaba que lle tiña impresionado o ben que resultara” .

-Un pouco máis á dereita, baixando os chanzos das escaleiras de Santa Susana está Federico García Lorca encamiñándose a saudar a Rosalía como para dicirlle:

Desde las entrañas de la Andalucía,/ mojados con sangre de mi corazón,/ te mando a Galicia, dulce Rosalía,/ claveles atados con rayos de sol.

Lorca e Carlos Maside coñecéronse en 1932 cando o poeta granadino veu a Santiago a pronunciar unha conferencia invitado polo Comité de Cooperación Intelectual ao que pertencía Maside e composto polos asistentes aos parladoiros do café Español da Rúa do Vilar.

Lorca e Maside tiveron ocasión de constatar as afinidades artísticas que os unían, sobre todo no tratamento da temática popular. O pintor e o poeta agasalláronse reciprocamente. Maside fíxolle un retrato e Lorca regaloulle un exemplar dedicado (“Al pintor Maside. Recuerdo cariñoso de su amigo Federico García Lorca”) do libro El arte egipcio, de Wilhelm Worringer.

Na década dos 50 Maside exercía un maxisterio socrático cos mozos que se lle achegaron para compartir con el o seu exilio interior. Maside transmitíalles a súa sensibilidade, o seu humanismo, a súa sabedoría e o seu compromiso moral.

Dous daqueles mozos eran os poetas Uxío Novoneyra e Manuel María, que o acompañan nesta escultura de Soledad Penalta a quen a Plataforma Maside agradece e felicita polo seu extraordinario traballo.

A escultura está chantada no seu tan frecuentado paseo da Ferradura, diante mesmo da carballeira de Santa Susana na que se celebraba a feira semanal que lle servía a Maside de inspiración. Alí se dirixía os xoves e bosquexaba un home, un cabalo ou unha vaca que logo trasladaba á estampa, ao gravado ou ao cadro.

Maside procurou as súas fontes de inspiración e reflexión na Galicia popular, nas formas da súa cultura tradicional, nas xentes asoballadas do seu campo e do seu mar.

E algo así como A Barraca que en 1932 trouxo Lorca a Santiago, no daquela chamado Outeiro dos Poldros, que é onde agora está o Monumento a Castelao de Paco Leiro, Arturo Cuadrado instalou no verán de 1933 a Barraca Resol, que contiña obras de Maside, Colmeiro, Seoane e Eiroa. E foi o aínda adolescente Díaz Pardo quen rotulou os carteis da Barraca. E tamén na feira se distribuía gratuitamente Resol, folla voandeira do pobo, que servía para poñer a arte e a literatura ao alcance da xente do común.

Testemuña directa destes tempos de antano foi a familia Maside Medina, especialmente Xulio Maside, que foi médico porque estudou e exerceu con aproveitamento a carreira de Medicina na especialidade de anestesista, pero que naceu pintor e que adquiriu os fundamentos da pintura vendo pintar ao seu tío.

Outro daqueles mozos que acudían acotío ao parladoiro de Maside era Salvador Gacía Bodaño, que en 1978 no seu libro Tempo de Compostela publicou o poema titulado Carlos Maside nos signos do grafito:

¿En que mesas de mármore estarán/ os signos de grafito/ que a túa man nos foi deixando/ para seguirte/ pegada tras pegada?

El Correo Gallego

Pepe Domingo recibe un baño de cariño y ovaciones por su libro de vida en Padrón

Pepe Domingo recibe un baño de cariño y ovaciones por su libro de vida en Padrón

‘Hasta que se me acaben las palabras’ se agotó en todas las tiendas // La firma se convirtió en un emocionante homenaje en el que no faltaron gaitas ni charanga.

Pepe Domingo Castaño recibió ayer un gran baño de cariño del que posiblemente no se olvide en la vida. Llegó a Padrón emocionado por la lluvia de felicitaciones que está recibiendo estos días tras la publicación de su libro de recuerdos de vida y radio, Hasta que se acaben las palabras. Ayer tuvo la gran oportunidad de presentárselo personalmente a la gente que más quiere: a sus familia, amigos y a los vecinos de su pueblo, que una vez más lo recibieron con los brazos abiertos y con la admiración que se merece quien siempre lleva a Padrón por bandera.

Quiso hacer la firma en Pulpería Rial para que ninguno de los dos libreros que hay en la villa se molestara; y la verdad es que la fiesta fue todo un éxito. Porque hay que decir que el acto fue al final una fiesta. Entre platos de polbo á feira y tazas de ribeiro, en un clima informal y familiar, rubricó ejemplar tras ejemplar, abrazó a no pocos amigos y se emocionó también en algún que otro momento, sobre todo al contemplar de nuevo rostros de la infancia, de las caralladas que tanto disfrutaba en las tabernas del pueblo antes de triunfar en la radio, en la televisión y en la música en Madrid.

Pepé, Pepiño, como ayer le llamaba la mayoría, se mostraba pletórico y con un gesto permanente de agradecimiento en el semblante. Pese a que es un hombre al que no le chistan mucho las sorpresas, no pudo evitar expresar su gran alegría cuando oyó sonar las gaitas de Xoldra; ni cuando la Charanga O Santiaguiño puso en marcha toda su artillería para animar el cotarro. Porque hay que decir que este miércoles se montó una buena en Padrón. El periodismo y la música se fundieron en un gran espectáculo como el que no recordaba la villa rosaliana desde hacía tiempo.

Las librerías agotaron todas las existencias de Hasta que se me acaben las palabras. Y la cola que se formó en la plazueleta de las Traviesas y que se adentraba en la calle Herreros, la misma que fue testigo de la niñez del protagonista de esta jornada, parecía no acabar más. Cientos de personas llegadas de los rincones más recónditos de Galicia acudieron a esta cita tan especial con Pepe Domingo Castaño, un niño que nació en Lestrove (Dodro), se crió en las calles de Padrón y triunfó en Madrid hasta convertirse en uno de los periodistas radiofónicos de mayor prestigio de nuestro país.

En medio de esta jornada bulliciosa y alegre en su pueblo, Pepe Domingo declaraba ayer a EL CORREO GALLEGO que “en Padrón está el cogollo de todo: mi vida no existiría sin Padrón, ni tampoco este libro. Padrón es el origen de todo, lo bueno y lo malo. Aunque yo prefiero quedarme con lo bueno y olvidarme de lo malo”, sentenció, al tiempo que no pudo evitar referirse al baño cariño que recibió durante todo el día: “Aquí sientes que la gente te quiere; me hace mucha ilusión saludar a todos aquellos que quieren saludarme. La verdad es que he llegado con los bolsillos cargados de cariño para vaciarlos en Padrón”.

Antes de la firma de libros y de una comida muy familiar en la que su hermana Guapecha le preparó la empanada de lamprea que tanto le gusta, Castaño visitó la sede de Cáritas Parroquial, donde pudo conocer de primera mano la labor que realiza la entidad en el pueblo. Cabe recordar que los beneficios del libro (multiplicados por dos) se destinarán a esta organización y a Aesleme. “Es lo menos que puedo hacer para agradecer a la vida todo lo que me ha dado”, concluyó. Cáritas le obsequió con una bonita medalla y le agradeció el gesto solidario y de buena voluntad.

Padrón se volcó y algunos negocios, como la Taberna A Filoxera, no dudaron en invitar a un vino a todos aquellos que acudieran con el libro firmado. Para contribuir a la buena causa del hijo de Antonio y Rosa.

El Correo Gallego

Pepe Domingo Castaño: «En Padrón me llamaban «Pepe fiestas» porque subía a cantar al palco de todas las verbenas»

Pepe Domingo Castaño este miércoles en A Coruña

El periodista narra en el libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles firma en A Coruña, su infancia en Galicia, sus inicios en la radio en Santiago y su trayectoria en Madrid

Julio Iglesias, Pucho Boedo o Joaquín Prat, son solo algunos de los muchos personajes famosos con los que Pepe Domingo Castaño (Lestrobe, 1942) ha compartido camino. Un camino llenó de éxitos, pero también de sacrificio. Ese trayecto, el que el gallego recorrió desde su infancia en Padrón, sus inicios en la radio en Santiago, hasta su llegada a Madrid, en donde se consolidó como uno de los mejores profesionales del medio, lo narra en su libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles por la tarde firma en A Coruña. Una lectura que refleja su evolución personal y laboral, pero que en la que  queda claro que, pese a todo, sigue siendo el mismo chico que un día se marchó a la capital a probar suerte con una maleta, como dice «de mierda, pero llena de sueños».

—¿Qué pregunta le hacen siempre y está ya cansado de responder?

—Que si prefiero la radio, la tele o la música. Ja, ja, ja.

—El título del libro, Hasta que se me acaben las palabras, deja claro que le queda cuerda para rato, pero ¿qué le ha quedado sin contar?

—Siempre quedan cosas, ¿por qué no cuento esas cosas que han quedado? Uno, porque la gente de la que hablo, que a lo mejor no hablo muy bien, no puede defenderse porque está muerta. En otro caso porque me pareció que no interesa a nadie y tampoco me interesa a mí. Y en tercer lugar, porque no me apetecía hablar de las cosas que he silenciado. Está lo que yo quiero que esté y lo otro lo he apartado porque tampoco cabe todo.

—Galicia le inspiró para escribir poesía, ¿este libro qué lo inspiró?

—Sí, yo escribí un libro de poesía que se llama Debajo de la parra, literalmente lo escribí debajo de la parra de la casa que tiene mi mujer en Mera, en Oleiros. Ahí, en Mera, nació la idea de escribir este libro en un momento en el que estaba atravesando una mini crisis, hace quince años o así, una de esas que tienes cuando vas cumpliendo años. En esos momentos yo me refugio siempre en la poesía o en la escritura. En vez de poesía, como ya había hecho un libro, dije ¿por qué no cuento y me saco de dentro toda mi infancia y juventud, y lo dejo escrito por si algún día mis hijos quieren publicarlo? Porque yo no pensaba publicarlo, decía que era muy malo. Escribí la primera parte hace 15 años, que termina cuando llego a Madrid.

—¿Qué le hizo cambiar de opinión?

—En una entrevista que hice, un señor que conozco de A Coruña, Juan Luis Miravet, oyó en la radio que yo estaba hablando de una especie de memorias que tenía, pero que eran muy malas y que no se iban a publicar porque no las iba a querer nadie. Entonces me llamó y me dijo: ‘Oye, eso no tienes que decirlo tú. Tiene que decirlo alguien que lo lea. Si me das la oportunidad y me lo envías, yo lo leo y te cuento la verdad’. Yo estaba muy reacio, pero se lo mandé, me convenció, y a los tres días me llamó emocionado y me dijo: ‘Esto es una joya’. Me dijo que quería publicarlo, que tenía amistades con editoriales, pero con la condición de que tenía que escribir la segunda parte. Que no podía acabar el libro en Madrid y perderse toda la parte de mi carrera profesional allí. Le dije que no sabía si iba a poder, que la primera parte la escribí muy fácil porque lo tenía dentro, pero que de lo otro, a lo mejor me había olvidado y que no tenía inspiración. Y me dijo, ‘pues ponte, por favor, en el ordenador y hazlo’. Me puse, me costó mucho, mucho, mucho, pero al final, poquito a poco lo escribí, capítulo a capítulo, y son 565 páginas. 

—El prólogo es de Julio Iglesias, están muy unidos, pero ¿por qué pensó en él?

—Tuve varias ideas, primero pensé en Paco González, pero todo el mundo esperaría que lo hiciese Paco, entonces quería hacer algo inesperado. Pensé en Iñaki Gabilondo, que era otro de mis favoritos, y me dijo que sí, y le dije que lo llamaría, pero un día me llamó Julio, porque hablamos de vez en cuando. Él había oído que estaba escribiendo un libro y me preguntó si hablaba de él. Le dije que sí, que tenÍa un capítulo dedicado a él, y me dijo que tenía que enviárselo. Rápidamente lo leyó, y me dijo que quería hacer algo por el libro, le dije que quería que el día que lo presentase estuviese, y me prometió que estaría, y que además escribiría el prólogo. Y cumplió.

—¿Por qué le costó tanto escribir la segunda parte?

—Porque tenía que espigar entre bastantes recuerdos, entonces me preguntaba cuál valía la pena, qué podría interesar a la gente, apunté varios temas de los que me acordaba y fui eligiendo. Yo noto una diferencia muy grande de estilo literario entre la primera parte, que la hice a una velocidad de vértigo porque me salía a borbotones toda mi vida. Mi mente iba más rápido que las manos, porque la escribí a mano. Entonces se nota en el estilo, porque yo escribo mejor a mano que a ordenador. La segunda me costó bastante, se me mezclaban a veces los recuerdos, luego escribía algo y decía, ‘pero me he metido con este tío, no debería’. Pero luego pensaba, ‘claro que sí, voy a contar la verdad. Si no cuento la verdad mejor no escribo’.

—Julio confesó que los dos se fueron sin pagar una mariscada.

—Es una coña eso. Lo dijo en un programa, me dijo: ‘Pepe, te acuerdas que nos fuimos sin pagar de Casa Simón’. Yo recuerdo que estábamos allí con Pepe Simón, que ya falleció, y le pregunté a Julio, ‘quién paga esto’, y me dijo ‘esto lo paga mi secretaria, no te preocupes’, y nos fuimos. Yo creo que invitó Pepe Simón, yo no pagué desde luego, eso es verdad, pero alguien pagó.

—¿Cuál es su anécdota más destacada con él?

—Hay una buenísima, que la cuento en el libro. Julio nos invitó a mi mujer y a mí a estar en su casa en Miami diez días. Estuvimos en su casa y fuimos a un concierto en el Miami Arena, donde juegan los Miami Heat, que él era socio del equipo de baloncesto, y luego nos trajo en su avión para aquí. A la ida fuimos en vuelo regular, y a la vuelta vinimos con él en el pájaro loco, como lo llama Julio, y fuimos de Miami a Ibiza. Al día siguiente nos levantamos y llovía a cántaros, y a Julio no le gusta la lluvia, y me dijo ‘Tito’, como me llama él, ‘tenemos que hacer algo. Yo no puedo estar en un sitio que en el que esté lloviendo. Vamos al sol’. Y le digo, pero a qué parte, y dice: ‘¿Por qué no vamos a Galicia? ¿Hará buen tiempo? Porque si hace malo aquí debe estar bien en el norte’. Entonces dijo que quería ir a Vigo porque A Coruña ya había ido muchas veces. Llamé a Vigo y me dijeron que hacía un día soleado con una temperatura fantástica. Y me dice Julio que dónde podíamos comer y se me ocurrió Casa Simón, en Cangas do Morrazo. Entonces, Julio me dijo: ‘Dios mío, me has abierto el mundo porque yo veraneé durante 15 años en Cangas. Para mí va a ser una maravilla ir’. Salimos de Ibiza a Vigo, Mercedes esperándonos, y fuimos a comer a Simón, como dice él sin pagar, y volvimos a Ibiza. Fuimos a buscar el sol.

—En el libro habla de su familia y de una infancia feliz,  ¿cual es la primera imagen que se le viene a la mente al pensar en esos años?

—La radio, la calle, los juegos, ventanas abiertas, el sol… Sobre todo del otoño, a mí me gusta el otoño, cuando el sol cae un poquito y los árboles del espolón se reflejaban en la calle en donde jugábamos al pañuelo, a la chena, al marro, a una cantidad de cosas, y de fondo siempre estaba la radio. Soy minero, El emigrante, Antonio Molina, Juanito Valderrama, las novelas, que seguía mi madre… todo lo que sonaba entonces. El sonido de mi infancia son la radio y los juegos, y una palabra, felicidad, en mayúsculas.

—¿Cuándo se dio cuenta de que la radio era su vocación?

—En el colegio de frailes el padre Aguirre, que era muy simpático, tuvo la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Me ofrecí, pero dijo que nos tenían que hacer una prueba. La hice y me dijeron que tenía buena voz y desparpajo, y eso es lo que vale. Empecé a hacer programas, hacíamos obras de teatro, escribíamos textos, hacíamos descripción de paisajes, si íbamos de viaje lo contábamos, teníamos una programación de una hora o dos diarias y el padre me dijo: ‘Tú valdrías para esto. No te olvides. Ahora, si sigues siendo fraile no vas a poder hacer nada. Pero si un día te vas, que sepas que vales’. Entonces, dejé de ser fraile y empecé a darle vueltas a la idea, pero estaba en Padrón, ahí no había emisora ni nada, la más cercana era Santiago. Y yo decía, ¿cómo voy a trabajar en Santiago de Compostela, si yo no soy nadie? Hasta que se presentó una oportunidad y la cogí.

—Dice que fue a Madrid por una decisión tomada con el corazón. 

—Sí, me fui con una maleta de mierda, pero llena de sueños. Para mí todas las decisiones, casi todas locas, no las hubiera tomado si fuera por la cabeza. He dejado siempre actuar al corazón, el corazón seguramente se equivoca, pero de la equivocación nace el éxito a veces. Hay trenes que dicen que si no los coges no vas a ser nunca nada. Yo he dejado pasar trenes, algunos no podía cogerlos, otros no quise, y sin embargo, cuando vi que ese era el mío lo cogí. Eso me lo dictó el corazón. La cabeza no me dijo que me fuese a Madrid, no me dijo que dejase la empresa de Padrón para irme a Santiago, no me dictó que dejará la música y eligiese la radio. Son decisiones locas que solo es capaz de tomar el corazón.

—¿Tuvo que luchar contra algún cliché por gallego?

—Con gente, sí. Me echó una mano importantísima Pucho Boedo, me conocía de Santiago, él estaba con Los Tamara y yo les había hecho entrevistas. Un día en Madrid, un amigo mío, Justino Bermúdez, me dijo de ir a una cafetería donde iba gente de la radio para que me animase, porque yo estaba bastante preocupado. No me conocía nadie en Madrid, iba por la Gran Vía solo y estaba acostumbrando a ir por Santiago y que todo el mundo me saludase: ‘Adiós, Pepe’. Ahí no me conocía nadie. Entonces fuimos a la cafetería California de la calle Salud, que ya no existe. Al entrar, al primero que vi fue a Pucho Boedo, y me saludó: ‘Neno, que fas aquí ho?’ Y yo, pues he venido a trabajar a la radio. Me dijo, ‘espera un momento’, y volvió con Joaquín Prat. Mi ídolo, al que yo quería conocer, parecerme… me lo trajo Pucho recién llegado yo a Madrid. Fue la ilusión de mi vida. Estuvo simpático, cariñoso muy cercano, y me dijo ‘esta noche vas a venir con Pucho a mi programa de madrugada’. Fuimos, me invitó a cenar Pucho, pagando él claro, yo ahí no podía. Me hizo Joaquín una entrevista que siempre recordaré. Antes de morir él siempre lo recordábamos, que si yo no hubiese conocido a Pucho, no lo habría conocido a él y no sé cómo hubiera cambiado mi vida. Yo creo que lo hubiera conseguido igual, porque creo que las cosas si luchas las consigues, pero gracias a Pucho fue todo más fácil.

—Ahora usted es el Joaquín Prats de muchos. 

—No, yo creo que lo de la radio no es fama como la tele. Tengo una diferencia entre gente de tele y de radio, cuando haces tele la gente en la calle te saluda solo porque sales en la tele. Sin embargo, ahora que no salgo en la tele, que no quiero salir, la gente te mira y te quiere. Esa es la diferencia entre la fama loca y la popularidad de andar por casa, y no hay nada más hermoso que la gente te diga “gracias Pepe por hacernos felices’. ¿Tú sabes lo grande que es conseguir a través de un micrófono que la gente sea feliz? Solo por eso ya vale la pena.

—Además de locutor, triunfó como cantante: ¿Cómo empezó a cantar?

—En Padrón me llamaban ‘Pepe fiestas’ porque a todas las verbenas que había iba yo. Salí del convento con unas ganas de fiestas brutales, a comerme el mundo. Entonces me subía a los palcos de la orquestas. Hoy con la Panorama y la París de Noia ya no te dejan, pero antes sí y yo subía a cantar. Decían, está aquí un chaval de Padrón que quiere cantar, y cantaba. Entonces mi idea era, si un día voy a Madrid voy a grabar un disco, pero tiene que ser algo tan bueno que llegue a ser número uno. Cuando lo conseguí, porque a todos los locutores les ofrecían grabar un disco, me traían canciones y no me gustaban, hasta que un día mi hermano Fernando, que es un poco artista también, y Emilio José, el cantante de Soledad, hicieron Neniña. Me la trajeron y dije ‘esto es un tiro’ y la saqué sin poner mi nombre. Porque entonces hacía muchas cosas y la gente me odiaba un poco porque estaba en todas partes, ligaba mucho, hacía radio, tele, cantaba… Y dije, para que no se metan conmigo no voy a poner mi nombre. Se lanzó Neniña sin mi nombre y cuando ya el disco estaba colocado ya descubrimos que era yo.https://www.youtube.com/embed/f6VHzqOtnRg

—De hecho dijo que su mujer le bajó algo los humos y entonces aprendió que su éxito no era solo suyo, sino fruto de un trabajo en equipo.

—Ella no me dijo eso de que no me creyera más que nadie, me dijo ‘te noto muy crecidito, muy seguro de ti mismo’. Y le dije: ‘Seguro de mí mismo voy a estar siempre, pero crecido no pretendo’. Sé que lo que tengo no me lo han regalado, lo he luchado, pero efectivamente, lo que tienes lo consigues gracias a todo el equipo involucrado. Por eso siempre que me dan un premio, nombro a todos, el equipo es básico. Pero ahora, que no me quiten nunca la seguridad en mí mismo, el día que me la quiten me voy a la mierda.

—¿Cuál sería la banda sonora de su vida?

—Primero Soy minero de Antonio Molina, que me recuerda a cuando jugaba en la calle y la radio se oía por la ventana. Luego, El Mundo de Jimmy Fontana, que fue la primera canción que puse en Radio Galicia el día que empecé, luego De colores, que es la canción que todos los hermanos cantamos en el Santiaguiño do Monte. Y Cuando se quiere de veras. No incluyo a Neniña porque forma parte de mi vida, pero no es definitoria.

—¿Sigue yendo a las verbenas?

—Sí, siempre estoy en las fiesta de Mera con mis amigos. Va la Panorama, la París, el Combo Dominicano…. Una vez subí a la Panorama en Cines, que está cerca de Betanzos, pero cuando la Panorama no era la burrada que es ahora con ese escenario. Ahora ahí no pintó nada ya.

—Dice también que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. Sabemos de su buena memoria, pero ¿cómo va de salud tras haber padecido el covid?

— Estoy mucho más sano que antes, estoy más preparado para lo que me quede de vida que antes de la pandemia y me siento como un toro. La pandemia me ha enseñado a vivir mejor. La felicidad completa nunca se logra, lo mejor de la felicidad no es la felicidad en sí, sino el camino hacia ella porque el día que la consigues por completo, ese día desaparecen los sueños, desaparece todo.

—Los beneficios del libro, que va ya por su tercera edición, los dona a Cáritas y a Aesleme. ¿Por qué a esas entidades?

— Lo dono porque creo que tengo que pagar la felicidad. La felicidad tiene un precio, si eres capaz de saber el precio que tiene bien, si no, estarás toda la vida pensando que tienes que pagarlo y no lo pagas. La oportunidad fue genial, digo ¿cómo voy a vender yo por dinero todo este montón de recuerdos? La mejor manera de pagar a la vida todo lo que me ha dado es donarlo a gente que lo necesite, es una forma de pagar mi felicidad. Luego va a Aesleme, que es una asociación para el estudio de la lesión medular espinal de una amiga mía, Mariam Cogollo, a la que admiro mucho, y a Cáritas, que es la entidad más grande que tenemos para ayudar a la gente.

La Voz de Galicia