25 y 26 de mayo, 1-2 y 8-9 de junio • Campo Municipal de Baño • El
Cordeiro C.F., con la colaboración del Concello de Valga, organizará a
lo largo de los tres próximos fines de semana la quinta edición de sus
torneos de fútbol base. Una cita que sumará el paso de más de 1.400
futbolistas de 88 equipos por el Campo Municipal de Baño, y que en su
edición precedente contó con más de 4.500 asistentes.
Los torneos arrancarán este sábado a las 9 horas con la disputa del de categoría benjamín, en el que tomarán parte 16 clubes del Ulla-Umia, O Salnés, Pontevedra y Padrón. El domingo será el turno de la categoría más joven, la biberón, con partidos desde las diez de la mañana. Para el 1 de junio está programado el torneo de la categoría alevín, el 2 el torneo prebenjamín, el 8 el infantil y el 9 el cadete.
Con el corazón roto, una multitud, que en su mayoría quebró en
llanto, ha despedido este sábado a María González Vicente y Alberto
Chaves Gómez, la pareja española víctima de los atentados perpetrados en
Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados juntos tras un adiós
nunca imaginado.
En la iglesia de San Xulián, con una torre campanario que se levanta
sobre su fachada, todos los congregados en esta tarde en la que el sol
ha hecho su aparición con fuerza, después de un amanecer nublado, nadie
daba crédito a ese baño de sangre en el Domingo de Resurrección que
truncó la existencia de unos novios muy conocidos y queridos, con
residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra, y que tenían un
sinfín de sueños para su futuro.La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María, trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba repleto de coronas.
La emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago
de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que en cuanto se enteró
de la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares
de una manera especial, sabedor, tal y como ha confesado, de que nadie
está preparado para afrontar el final de aquellos a los que quieren.
Mucho menos si la causa radica en un ataque terrorista, «siempre
injusto e indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el
acontecido en esa isla, la lágrima de la India, el cual ha reivindicado
el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el saldo de 253 personas
muertas y más de 500 heridas.
Julián Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las
lágrimas y aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los
parientes, de uno y otro, que no se sientan solos, aunque en estos
momentos, ha agregado, la tristeza apenas permita el reconforto al
cerrar el paso a la paz sosegada. «Esta comunidad parroquial se ha
estremecido», ha subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos
hemos perdido» a unos seres humanos que formaban parte de la convivencia
diaria, de la cercanía y de los afectos.
Ha ahondado el arzobispo, hecho este apunte, en que la muerte, un
enigma de la condición humana, llega siempre inesperadamente y en el
caso concreto de María y Alberto «les han arrebatado sus vidas cuando
tantos proyectos y tantas esperanzas llenaban su horizonte diario».
Visiblemente afectado, ha hecho hincapié en que es difícil
entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha
admitido que las experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar
a ser para ella una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido
y rogado no caer en eso.
«Todo parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.Feijóo, a la cabeza de una amplia representación política El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto, y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.
Han estado igualmente el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José María Bello.
Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
El presidente de la Xunta y el delegado del Gobierno, entre los representantes políticos que este sábado acuden al entierro.
Emotiva despedida en Pontecesures de los dos jóvenes gallegos fallecidos en los atentados de Sri Lanka
Casi un millar de personas se ha congregado este sábado en la localidad pontevedresa de Pontecesures para dar un último adiós a María González Vicente y a Alberto Chaves, los dos jóvenes gallegos fallecidos en los atentados que el pasado domingo afectaron a Sri Lanka. Entre lágrimas y llantos, familiares, amigos y vecinos han asistido al entierro de ambas víctimas que, por mandato expreso de sus allegados, han sido sepultadas juntas en Pontecesures.
Los vecinos de Pontecesures esta tarde a la llegada de los féretros con los restos mortales de los dos jóvenes gallegos que han fallecido en la cadena de atentados perpetrados el domingo en Sri Lanka. Al sepelio asistió, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el delegado del Gobierno, Javier Losada, el presidente del parlamento gallego, Mguel Santalices (4, izq) y el secretario general del PSDG-PSOE, Gonzalo Caballero, andemás de cientos de personas.
Con el corazón roto, una multitud, que en su
mayoría quebró en llanto, ha despedido este sábado a María González
Vicente y Alberto Chaves Gómez, la pareja española víctima de los
atentados perpetrados en Sri Lanka, unos jóvenes enamorados enterrados
juntos tras un adiós nunca imaginado.
En la iglesia de San
Xulián, con una torre campanario que se levanta sobre su fachada, todos
los congregados en esta tarde en la que el sol ha hecho su aparición con
fuerza, después de un amanecer nublado, nadie daba crédito a ese baño
de sangre en el Domingo de Resurrección que truncó la existencia de unos
novios muy conocidos y queridos, con residencia en este pueblo de la
provincia de Pontevedra, y que tenían un sinfín de sueños para su
futuro.
La capilla ardiente ha estado instalada en el tanatorio
de la vecina localidad de Padrón, en A Coruña, donde ella, María,
trabajaba en la empresa de sus padres, especializada en equipación de
trabajo, y, desde allí, sus cuerpos han sido trasladados para el
funeral, cada uno en su respectivo coche fúnebre, mientras otro iba
repleto de coronas.
La emotiva ceremonia ha estado oficiada por
el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que ha confesado
que en cuanto se enteró de la tragedia, había rezado por ellos, pero
también por sus familiares de una manera especial, sabedor, tal y como
ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el final de
aquellos a los que quieren.
Mucho menos si la causa radica en un
ataque terrorista, «siempre injusto e indiscriminado, perverso y nunca
justificable», como el acontecido en esa isla, la lágrima de la India,
el cual ha reivindicado el Estado Islámico (EI) y que ha arrojado el
saldo de 253 personas muertas y más de 500 heridas.
Julián
Barrio ha manifestado su deseo de en lo posible enjugar las lágrimas y
aliviar el dolor, ante el cual ha pedido a todos los parientes, de uno y
otro, que no se sientan solos, aunque en estos momentos, ha agregado,
la tristeza apenas permita el reconforto al cerrar el paso a la paz
sosegada.
«Esta comunidad parroquial se ha estremecido», ha
subrayado, y ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a
unos seres humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la
cercanía y de los afectos.
Ha ahondado el arzobispo, hecho este
apunte, en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega
siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les
han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas
llenaban su horizonte diario».
Visiblemente afectado, ha hecho
hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que estáis viviendo un dolor
intenso»-; no en vano, ha admitido que las experiencias del mal pueden
«estremecer la fe» y llegar a ser para ella una tentación, en referencia
a no creer, pero ha pedido y rogado no caer en eso.
«Todo
parece un mal sueño del que uno espera salir en cualquier amanecer», ha
vuelto a reconocer, porque María y Alberto llevan consigo parte de
muchas otras vidas, que han quedado partidas a la mitad.
El
presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no ha faltado a este acto,
y tampoco su número dos, Alfonso Rueda, ni la cabeza de lista al
Congreso por Pontevedra, Ana Pastor.
Han estado igualmente el
delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada, así como las
subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar
López-Riobóo); el titular del Parlamento, Miguel Santalices, el
secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de
Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José
María Bello.
Alberto, de 31 años, natural de Rianxo (A Coruña), y
con un hermano menor, trabajaba en la filial de Profand en la India y
su pareja, María, hija única, de 32, lo hacía en la compañía de sus
padres. Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos por Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
En
la iglesia de San Xulián de Pontecesures, donde se ha oficiado el
funeral, nadie daba crédito al baño de sangre que el Domingo de
Resurrección truncó la vida de unos jóvenes muy conocidos y queridos en
la zona, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra y
que tenían un sinfín de sueños para su futuro.
La
capilla ardiente se ha instalado en el tanatorio de la vecina localidad
de Padrón, donde María, de 32 años, trabajaba en la empresa de sus
padres especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus
cuerpos han sido trasladados para el funeral.
La
emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de
Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que, nada más enterarse de
la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares,
sabedor, como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el
final de aquellos a los que quiere.
Mucho
menos si la causa es un ataque terrorista, «siempre injusto e
indiscriminado, perverso y nunca justificable», como el acontecido en
esa isla, la lágrima de la India, que se ha atribuido el Estado Islámico
y que ha dejado 253 muertos y más de 500 heridos.
«Esta
comunidad parroquial se ha estremecido», ha subrayado el arzobispo, y
ha indicado que, con lo ocurrido, «todos hemos perdido» a unos seres
humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de
los afectos.
Ha ahondado el
arzobispo en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega
siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto «les
han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas
llenaban su horizonte diario».
Visiblemente
afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -«sé que
estáis viviendo un dolor intenso»-; no en vano, ha admitido que las
experiencias del mal pueden «estremecer la fe» y llegar a ser para ella
una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer
en eso. «Todo parece un mal sueño del que uno espera salir
en cualquier amanecer», ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto
llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a
la mitad.
Han asistido al funeral el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo;
su número dos, Alfonso Rueda; la cabeza de lista al Congreso del PP por
Pontevedra, Ana Pastor; el delegado del Gobierno en Galicia, Javier
Losada; as subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar
López-Riobóo); el presidende del Parlamento, Miguel Santalices; el
secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de
Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José
María Bello.
Alberto, de 31
años, natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en
la India, y su novia, María, lo hacía en la empresa de sus padres.
Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos en Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
Está previsto que los cuerpos de María González Vicente y Alberto Chaves Gómez estén en Padrón a partir de las 16 horas.
Los cadáveres de los dos gallegos víctimas de los atentados de Sri Lanka, María González Vicente y Alberto Chaves Gómez,
ya se encuentran en España, «Ya están en España los restos de los dos
españoles víctimas de los atentados en Sri Lanka, una cruenta cadena de
ataques que nunca debió haber sucedido», escribió el ministro de
Exteriores, Josep Borrell en su cuenta de Twitter.
El titular de Exteriores traslada en el mensaje su «más sentido pésame a las familias» y su agradecimiento a la Embajada de España en la India y a la cónsul honoraria en Colombo «por su desempeño».
Los restos mortales de los dos jóvenes gallegos han llegado a Madrid a las 7.50 horas de este viernes,
según el alcalde de Pontecesures (Pontevedra), Juan Manuel Vidal, en
cuyo cementerio serán enterrados juntos este sábado. Está previsto que
los cuerpos de María González Vicente y Alberto Chaves Gómez lleguen a partir de las 16 horas al tanatorio del municipio de Padrón, donde serán velados por familiares y amigos.
En los atentados del pasado domingo, día 21, contra iglesias y hoteles de lujo en Sri Lanka fallecieron 253 personas, según un balance corregido de las autoridades del país.
Alberto, de 31 años y natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en la India y su pareja, María, de 32 años, lo hacía en la empresa de su familia, en Padrón, especializada en equipación de trabajo. Ella había ido a visitar a su novio y ambos estaban de vacaciones en Sri Lanka. Se encontraban desayunando cuando se produjo el ataque al hotel donde se alojaban.