El juicio se celebre en la Audiencia Provincial de Santiago de Compostela.
El colectivo Marcha Mundial das Mulleres, que suma a diferentes grupos y organizaciones feministas, hacen un llamamiento a la ciudadanía para arropar a la denunciante por abusos sexuales en Pontecesures en el juicio que se celebra el miércoles a las nueve de la mañana en la sede que la Audiencia Provincial de A Coruña tiene en Santiago de Compostela.
En la causa se juzga al que fue alcalde de Pontecesures, Luis Álvarez Angueira, como presunto autor de un delito continuado de agresión sexual contra su sobrina política y exconcejala de Benestar Social, Igualdade e Diversidade en el Concello de Rianxo, Hadriana Ordóñez. Los hechos que llegan a este juicio sucedieron en el año 2017, momento en el que la denunciante acusó a Angueira por unos presuntos abusos sexuales continuados entre 1996 y 2001, momento en el que la víctima era menor.
En ese momento, el exalcalde negó los hechos y decidió darse de baja como militante del Bloque Nacionalista Galego (BNG), partido del que también era miembro la denunciante y el cuál le mostró su apoyo. Antes del juicio, el BNG ha vuelto a exponer su solidaridad con la víctima a través de un comunicado en sus redes sociales y en su web.
En un comunicado, la ejecutiva nacional del BNG insiste en «reiterar o noso apoio á compañeira, así como o noso orgullo e agradecemento pola súa valentía». Añaden que la lucha de la denunciante «non é só invidudal, senón tamén colectiva, por todas aquelas nenas e mulleres que sufriron, sofren e sufrirán a violencia machista». La formación nacionalista respalda también la concentración convocada a las puertas del juzgado de Santiago (este miércoles a las 8.45 horas) para mostrar su apoyo y solidaridad a la víctima.
Por último, desde el BNG señalan que, aunque el acusado causó baja en sus filas tras la denuncia por agresión sexual, «é doloroso que representara o noso proxecto e este caso fai que nos reafirmemos na necesidade de traballar con intensidade para mellorar os recursos e medios para sensibilizar, previr e atender a violencia machista».
María Soto Montero, asistenta en la casa rectoral, murió asfixiada por los asaltantes. En la foto, durante un acto religioso en Escravitude.
La asistenta de la rectoral murió asfixiada por los asaltantes, que propinaron una paliza al párroco. Las familias de las víctimas exigen que no se deje morir la investigación
Diez años se cumplieron ayer del violento asalto a la casa rectoral de la parroquia de Cruces, en el municipio de Padrón, en el que mataron a la asistenta del cura y le dieron una paliza a este. María Soto Montero falleció esa noche, asfixiada, y Ramón Barral lo hizo en marzo de 2020, a causa del coronavirus, pero nadie se olvida de ellos. El santuario le dedicó a cada uno una misa en la novena de la Virgen de A Escravitude, celebrada el 8 de septiembre.
La parroquia no se olvida de ellos ni de la tragedia que vivieron aquel domingo 14 de septiembre, sobre todo porque, una década después, no se ha detenido a los responsables del asalto y, por tanto, de la muerte de María Soto, y muchos dudan de que se haga algún día. «Despois de dez anos sería unha sorte que se detivera aos culpables; oxalá pasara pero xa hai poucas esperanzas», opina una feligresa.
Desde la Guardia Civil se limitan a declarar que la investigación sigue abierta y el hermano de María Soto, José, taxista jubilado de Santiago, reconoció ayer que «estamos cansados de preguntar polo tema, pero non sabemos nada». Explica que, en su día, contrató a un abogado para mover la investigación, pero «todo quedou en nada», se lamenta.
José Soto considera que, en este caso, «non se fixeron ben as cousas dende un principio» y pone como ejemplo la aparición del vehículo del párroco, que usaron los asaltantes para escapar de Cruces. Apareció días después estacionado en el lugar de Pontecesures, limítrofe con Padrón. «Alguén o deixou alí moi ben aparcadiño, aberto e sen chaves e ¿ninguén viu nada, non?», se pregunta el pariente de la asistenta fallecida.
Habla de que «non me importa gastar o que sexa», para saber quien mató a su hermana, pero añade que «vexo todo tan escuro que case me parece imposible». Aun así, pide al Juzgado de Padrón y a la Guardia Civil que sigan investigando y buscando a los autores del asalto y que no dejen «morrer o caso. A miña ilusión é que dean con eles e saber quen foron», reconoce José Soto, de 81 años y jubilado desde hace cuatro.
«Véxome impotente para facer nada; fun ao Xulgado é a Garda Civil varias veces e non se sabe nada. É unha vergoña», añade el hermano de la fallecida, quien reconoce que le gustaría tener ayuda de alguien para tirar del caso y apunta directamente a la familia del párroco.
La hermana de este último, Gloria Barral, asegura que «me acordo del a todas horas e máis nestes días». Preguntada sobre el hecho de que se desconozca quienes fueron los tres individuos que entraron en la casa con la intención de robar y acabaron asfixiando a la asistenta, la hermana del cura es rotunda y asegura que su hermano reconoció a uno de ellos y así lo dijo. «Saben quen foi, pero tapan, non o queren facer público», dice sin querer entrar en más detalles.
La mujer recuerda perfectamente aquel domingo 14 de septiembre del 2014, cuando el cura pasó buena parte de la tarde en su casa. De vuelta en la rectoral, sobre las diez de la noche, Ramón Barral llamó a Gloria para contarle lo sucedido, tras lograr desatarse. En esa llamada ya le comentó que María Soto estaba fallecida. Gloria acudió de inmediato en auxilio de su hermano y, con su familia, fue la primera en llegar, lo que les valió una reprimenda de la Guardia Civil, tal y como recuerda aún hoy la mujer, que lamenta la muerte de María Soto, y la de su hermano en soledad a causa del coronavirus.
Un robo que acabó en tragedia, con la muerte por asfixia de la asistenta y la paliza al párroco
Fue el domingo 14 de septiembre de 2014, sobre las nueve de la noche, cuando tres individuos, dos a cara descubierta y otro encapuchado y armado con una pistola, llamaron a la puerta de la casa rectoral de Cruces, con la idea de robar, quizás creyendo que había dinero de los donativos de la festividad de la Virgen de A Escravitude, que se acaba de celebrar.
Lograron que la asistenta del párroco les abriera la puerta porque esgrimieron la excusa de que había un difunto en la parroquia. Ante robos anteriores e intentos, Ramón Barral, que entonces tenía 77 años, y María Soto, de 78 años, estaban desconfiados de las llamadas a esas horas, pero el aviso de un difunto funcionó y abrieron la puerta, para su desgracia porque el robo acabó en tragedia.
Así, los asaltantes pegaron, ataron y amordazaron al cura y a su asistenta, pero ella logró soltarse y gritar, y fue cuando le apretaron la mordaza hasta asfixiarla, tal y como confirmó la autopsia.
Semanas después fueron detenidas dos personas como presuntas autoras de los hechos, pero el Juzgado número dos de Padrón las dejó libres de cargos y sospechas en diciembre del 2015, cuando la jueza decretó el sobreseimiento provisional y el archivo de las actuaciones iniciadas. El año pasado trascendió, además, que el ADN hallado en la casa no es válido.
Del archivo del caso se lamentó ayer el hermano de María Soto, quien recordó que «era unha muller marabillosa con todos, ata cos veciños», aseguró José Soto. María llevaba 26 años trabajando en la casa del cura y en Cruces era una más de la parroquia.
Los pasajeros fueron desplazados hasta la estación de A Escravitude.
La víctima, de 73 años, cruzaba por una zona de paso no autorizada; el convoy se detuvo pasadas las cuatro de la tarde y los regionales han sido desviados por la vía de altas prestaciones
Un vecino de 73 años de la parroquia de Cruces, en Padrón, falleció esta tarde tras ser arrollado por un tren regional que cubría el trayecto entre Vigo-Guixar y A Coruña. Fue en torno a las cuatro de la tarde, cuando el convoy se detuvo y los pasajeros fueron avisados del arrollamiento. La víctima cruzó por una zona de paso no autorizada.
Los vecinos de Vilar, la aldea en la que residía, estaban consternados y aseguraban que, «hoxe é un día negro para a aldea». Esta mañana realizaba labores agrícolas en su tractor con otra persona que solía ayudarle en este tipo de tareas y por accidente la atropelló con el vehículo. Tal y como informan los vecinos, abandonó el lugar quizás creyendo que el accidente había sido más grave y no supieron nada más de él hasta el trágico arrollamiento pese a buscarlo por la aldea. La policía local y la guardia civil participaron en la búsqueda sin éxito.
El vecino que lo ayudaba está hospitalizado pero fuera de peligro. Los vecinos se mostraron conmocionados con la noticia del arrollamiento por el tren y, según ellos, la familia está en shock.
Foto del lugar del accidente, entre Padrón y A Escravitude.
El tren arrancó a las seis de la tarde y se desplazó hasta la estación de A Escravitude para que los pasajeros pudiesen bajar y tomar el aire. Desde allí fueron trasladados en autobús a su lugar de destino. Desde Renfe informan que durante ese tiempo se cortó el tráfico entre Vilagarcía y Santiago en esa línea y se desvió la circulación de los trenes regionales por la vía de altas prestaciones. En cuanto a los pasajeros que se desplazan a estaciones intermedias, como Padrón, Pontecesures o Catoira, se han puesto autobuses a su disposición.
El 112 daba cuenta del accidente del tractor
El 112 informaba este mediodía del accidente del tractor en el lugar de Vilar, en la parroquia de Cruces, poco antes de las 13 horas. El herido cortaba hierba a mano cuando el vehículo lo alcanzó. Fue evacuado en un helicóptero medicalizado al hospital de referencia. Los dos implicados estaban recogiendo hierba en una finca, muy próxima al lugar del arrollamiento.
Está previsto que el juicio se desarrolle en dos jornadas, el miércoles y el jueves, y la sala ha acordado que se celebre a puerta cerrada para proteger a la denunciante, ya que «los hechos que se enjuician son particularmente graves pues atañen a su libertad e indemnidad sexual».
La Audiencia Provincial de A Coruña, en su sede en Santiago de Compostela, ha fijado para el próximo miércoles y jueves, 18 y 19 de septiembre, el juicio contra el que fuera alcalde de Pontecesures, Luis Álvarez Angueira, como presunto autor de un delito continuado de agresión sexual contra su sobrina política y exconcejala de Benestar Social, Igualdade e Diversidade en el Concello de Rianxo, Hadriana Ordóñez.
El asunto salió a la palestra en el año 2017, cuando la denunciante acusó a Álvarez Angueira de presuntos abusos sexuales continuados entre los años 1996 y 2001, cuando ella era menor de edad. El exregidor negó tajantemente los hechos de los que se le acusa y, una vez citado como imputado, tomó la decisión de tomar la baja de militancia en el Bloque Nacionalista Galego, partido que, además, mostró su solidaridad y apoyo incondicional con la denunciante.
Meses más tarde de que saltase la noticia, la jueza que instruía la causa desde el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Padrón, decretó el archivo de las actuaciones, pero la Audiencia Provincial de A Coruña admitió un recurso presentado por la denunciante y ordenó reabrir las investigaciones.
Así, siete años después, y con un auto entre medias del Juzgado de Padrón en el que se declara procesado a Álvarez Angueira por un presunto delito de agresión sexual a su sobrina, el proceso regresa al juzgado, en este caso a la sede compostelana de la Audiencia de A Coruña, que ha fijado las sesiones para las jornadas del miércoles y jueves, según ha confirmado la propia denunciante a este diario.