Las máquinas del museo del tren de la Fundación Cela siguen deteriorándose.

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El estado de conservación de las máquinas de tren que alberga el Museo Ferrocarrilero John Trulock, cerrado al público en dependencias de la Fundación Pública Gallega Camilo José Cela de Iria-Flavia, en Padrón, vuelve a ser actualidad, después de que el grupo socialista formulase un ruego al gobierno local para que «se preocupe polo deterioro que está alcanzando parte dos elementos do que foi museo».La fotografía que acompaña esta información lo dice todo. La locomotora Sestao, al fondo de la imagen, está totalmente oxidada en los jardines de la fundación padronesa y rodeada incluso de maleza por un lado. El óxido se come también la recreación de una estación de época (en primer término de la imagen), ubicada en el mismo espacio.

En similar estado podría estar, además, la otra locomotora, la Sarita, que tiene cedido el museo que lleva el nombre del abuelo de Camilo José Cela, John Trulock, gerente de la compañía West Galicia, que instaló la primera línea férrea en la comunidad entre Santiago y Carril. La Sarita permanece tapada en los jardines de la fachada de la fundación.El museo lleva cerrado desde diciembre del 2012, por una decisión adoptada por el patronato de la Fundación Cela, cuya gestión ya estaba entonces en manos de la Consellería de Cultura. La decisión se justificó entonces en la necesidad de «primar a atención aos visitantes do propio museo da fundación».A raíz del cierre del museo, el Ayuntamiento de Padrón se planteó la posibilidad de asumir su reapertura pero, por ahora, este tema está parado, según confirmó el propio alcalde, Antonio Fernández. El regidor asegura que el Concello ya comunicó a la Xunta el deterioro de las máquinas ferroviarias, y que reiterará la notificación. Asimismo, explicó que, en principio, el Ayuntamiento no puede hacerse cargo de la restauración de las piezas.Estas fueron cedidas al museo por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, que en 2010 realizó una visita para comprobar el estado de unas máquinas que, con seguridad, empeoró en los últimos años, al estar al aire libre y faltas de mantenimiento.La estancia, que lleva el nombre del abuelo de Cela, está cerrada desde diciembre de 2012El Ayuntamiento aún no avanzó en las gestiones para asumir la reapertura de la casa.

La Voz de Galicia

Las «leiras párking» ganan terreno en las zonas con pocas plazas de aparcamiento.

Cualquier rincón es mejor que pasar por la taquilla de los aparcamientos privados o públicos de la ciudad. Esto es lo que piensan los cientos de conductores que recurren cada día al lugar más insospechado de la ciudad para dejar su coche, y evitar así tener que pagar por aparcar. La práctica de estacionar en fincas sin acondicionar, en tierra, llenas de grandes baches y embarradas, no es ni mucho menos exclusiva de Santiago. ¿Quién no ha dejado su turismo en una de las numerosas «leiras párking» de Padrón cada mañana de domingo? ¿Quién no ha aparcado su vehículo en alguno de esos solares cuando acude a cualquiera de las innumerables fiestas de la geografía gallega? La diferencia entre estas y las de Santiago está en el coste. En las primeras se pagan dos o tres euros por todo el día. Pero en Compostela son gratuitas.Las «leiras párking» están por toda la ciudad. Prácticamente, cada barrio tiene la suya. En este chequeo nos centramos únicamente en las que concentran un mayor número de coches por estar situadas en el entorno de edificios administrativos o cerca de áreas comerciales. La mayoría de ellas están saturadas durante la jornada matinal, y se van desocupando poco a poco después de las tres de la tarde, aunque siempre quedan algunos vehículos fuera de las horas de más demanda e incluso en fin de semana. Curiosamente, algunas «leiras párking», como las de San Lázaro, están relativamente cerca de la gran explanada del campo de fútbol y su aparcamiento, sin embargo, está prácticamente vacío muchas horas al día.

Uno de los espacios más utilizados es el terreno situado entre las rúas O Vieiro y Fontes de Sar. En los días laborables es muy difícil conseguir un sitio libre a media mañana, y cuando toca partido del Obradoiro el lleno es total. Tampoco es fácil aparcar en otros dos pequeños espacios ubicados entre el Camiño Francés y la rúa Lisboa, y eso a pesar de que las irregularidades del terreno obligan a tener mucha destreza y poco apego al coche. Pero todavía menos cariño parecen tener a su vehículo los que se atreven a aparcar en una finca situada frente al Cersia, a la que es difícil acceder sin poner en riesgo los neumáticos.En las inmediaciones de las piscinas de Sar, también se localiza una «leira párking» en la rúa Brañas de Sar. Y, hasta no hace mucho, la finca colindante a las instalaciones acuáticas era otro de los nichos de estacionamiento, que se cerró al colocarse unos grandes bloques de piedra que impiden el paso.
Otro espacios conquistado por los cazadores de estos párkings improvisados está en el entorno del aparcamiento del viaducto del tren, que funciona casi sin rotación, lo que obliga a los conductores a improvisar espacios en zonas plagadas de maleza.

La Voz de Galicia

El atropello mortal de un hombre interrumpe el tráfico ferroviario durante casi dos horas.

Manuel Millán, de Vilaxoán, falleció en el acto al paso del tren – Los sesenta viajeros que iban en el convoy salieron ilesos -A las cinco se recuperó la normalidad en la vía.

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Un vecino de Vilaxoán, Manuel Millán C. , de 37 años, falleció a primeras horas de la tarde de ayer arrollado por un tren en las inmediaciones del cementerio de Bamio, en Vilagarcía. El suceso obligó a interrumpir el tráfico ferroviario durante cerca de dos horas, entre las 15.20 y las 17.00, momento en el que la situación quedaba normalizada. El atropello mortal tuvo lugar entre el paso elevado sobre la vía férrea y la parte trasera del cementerio de Bamio y en él se vio involucrado un tren Media Distancia que había salido a las 14.35 horas de Santiago de Compostela y tenía prevista su llegada a Vilagarcía a las 15.15.

El convoy acababa de parar en Catoira, sobre las 15.05 y apenas diez minutos después se produjo el siniestro. Al parecer, según explicaron en el lugar el propio conductor del tren y algunos pasajeros, Manuel Millán C. irrumpió en la vía cuando el vehículo se disponía a pasar. Había llegado a Bamio conduciendo una moto que estaba aparcada debajo del paso superior.

Los socorristas de la playa O Campanario de Bamio y un pescador que se encontraba en la zona fueron los primeros en acercarse a la víctima, si bien no pudieron hacer nada por su vida puesto que ya había fallecido. Tras ser alertado del accidente el 112 se desplazaron al lugar dotaciones de la Policía Local y Nacional, Protección Civil, Bomberos, una ambulancia y personal del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). El tráfico quedó cortado y el tren involucrado en el atropello paró unos metros más adelante con sus pasajeros en el interior, alrededor de 60 personas. Algunos de los viajeros, que tenían previsto bajar del vehículo en la estación de Vilagarcía fueron recogidos por familiares y el resto esperaron a un medio de transporte alternativo para abandonar el lugar. Sobre las cinco de la tarde se produjo el levantamiento del cadáver y la situación quedó normalizada.

Faro de Vigo

El maquinista fue sometido a la prueba de alcohol.

Tal y como establece el protocolo de Renfe y ADIF, el maquinista del tren involucrado en el atropello fue sometido a las pruebas de alcoholemia.

Hay que tener en cuenta que tanto en la parte delantera del convoy como en la cabina de conductor van incorporadas dos cámaras.

El visionado de las imágenes permitirá aclarar el suceso de Bamio, que congregó en la zona del cementerio y en el paso elevado sobre la vía a decenas de vecinos y curiosos.
Muchos salieron al escuchar la bocina del tren sonando continuamente, lo que les hizo sospechar que algo había sucedido. Además, según el protocolo mencionado, un convoy que se vea implicado en un accidente debe detenerse en la estación más cercana para hacer la evaluación de daños, en este caso la de Vilagarcía.

Faro de Vigo

«Se oyó un ruido y creí que era un animal».

El pontevedrés Lucas González era uno de los pasajeros que viajaba en el tren accidentado en Bamio. Explica que el convoy acababa de hacer parada en la estación de Catoira e iba bastante «lento». El conductor «frenó y frenó, tocando la bocina todo el rato y se oyó un ruido fuerte. Pensé que era un animal» hasta que el piloto bajó de la cabina comprobó lo que había sucedido y se lo comunicó a los viajeros. A Lucas González fueron a recogerlo a Bamio unos familiares, mientras otros de los pasajeros aguardaban a que les comunicaran de qué manera iban a llegar a sus destinos. Según comenta el joven natural de Pontevedra eran alrededor de sesenta las personas que iban a bordo del tren, que tenía prevista su llegada a Vigo a las 16.11 horas tras haber tomado salida en Santiago a las 14.35 y haber hecho parada en las estaciones de las localidades de Padrón, Pontecesures y Catoira.

Faro de Vigo