El «Fluvial Festival» convertirá la playa de Vilarello en una gran romería con pista de baile nocturna.

El Concello de Valga anuncia que la playa de Vilarello será escenario el día 14 de la primera edición del «Fluvial Festival». Lo presenta como «un evento dirigido a todos los públicos, con romería durante el día y actuaciones musicales por la noche». Parece que se instalarán «food trucks» con distintos tipos de comida, además de pulpería y barra de bebidas. Además habrá sesión vermú, con una discoteca móvil y música en directo. Todo ello por un precio de 3 euros en horario de 10.00 a 18.00 horas, permitiéndose el acceso gratuito a los menores de 12 años que acudan acompañados de un adulto. Entre las 20.00 y las 05.00 horas habrá actuaciones musicales a cargo de Djs como Groove Amigos, Prieto, Carlos Pintor, Carlos López y Kike Varela.

Faro de Vigo

Recogen la leyenda del mal de ojo de Valga en un libro.

‘Mala Cosecha’, de Natalia Monje, dedica un apartado a este mito tras hablar con gente mayor del municipio // El ensayo reúne varios sucesos oscuros investigados en toda España // Muchos son gallegos, situados en Viveiro o Vigo.

La periodista e historiadora coruñesa Natalia Monje ha aglutinado en su libro Mala Cosecha (Editorial Odeón) numerosos sucesos oscuros investigados durante años a lo largo de toda España, de los que muchos de los más aterradores llevan sello gallego. Una parte de su ensayo está redactado a partir de conversaciones con gente mayor del Concello de Valga, en concreto sobre el mal de ojo. «Ese poder que poseía un individuo normal para provocar desgracias en otro ser sólo con mirarlo, una creencia popular que sigue muy vigente», explica la autora. «Una de las cosas que me sorprendió es que la gente dice que muchas personas echan mal de ojo sin querer simplemente porque tienen una mirada fuerte que puede hacer el mal y por eso llevan unas gafas de sol siempre», apuntó Monje. De ahí proviene la historia del señor que siempre iba al mercado con las gafas de sol y cuando se las levantó el buey que tenía delante se cayó desplomado y muerto. «Esto en los pueblos de Galicia te lo cuenta todo el mundo», asegura la periodista.

Su ensayo dedica largas páginas a los bebedores de sangre, un campo en el que se mezclan la realidad y las creencias, pues estos actos salvajes derivan de los consejos arrojados por algunos curanderos del siglo XIX que creían que bebiendo sangre humana, sobre todo de niño, podría curarse la tuberculosis, explica Natalia Monje. «Era una época de muchas hambrunas, en la que los médicos recomendaban a la gente con anemias ir a los mataderos para que les dieran vasos de sangre y reponerse así de esta dolencia, una cura que se aplicó equivocadamente a la infección mortal para la que no había tratamiento». Un ejemplo real, documentado y juzgado, fue el ocurrido en Agolada (Pontevedra), en el que se demostró que el asesinato había sido realizado por un móvil vampírico.

El pueblo comenzó a buscar a un niño de 19 meses que había desaparecido. «En aquella época los niños, incluso tan pequeños, jugaban solos delante de las casas», narra la escritora. Entonces, «lo encontraron enterrado en estiércol en la casa de sus vecinos. Estos lo habían secuestrado, lo habían asesinado y, como ellos mismos confesaron, le habían sacado la sangre para que la bebiera uno de los miembros de la familia, un joven de quince años que tenia tuberculosis».

A raíz de escándalos como este, se creó una verdadera «histeria social», en la que la gente, con el «ánimo muy avivado», comenzó a rumorear sobre la existencia de vampiros. Muestra de ello fue un caso acaecido en Vigo también en el siglo XIX, en el que un hombre invitó a una niña a tomar un helado y de pronto la muchedumbre lo rodeó al grito de «¡Es el vampiro!». Tras la acusación popular y un intento de agresión, la guardia lo rescató y corroboró que el sospechoso no había cometido ningún crimen, detalla la autora.

También describe en su libro una denuncia interpuesta por unos boticarios de Viveiro en el siglo XIX a raíz del rumor que decía que ellos mataban a personas para sacarles la grasa y hacer medicamentos. Nunca se evidenció tal cosa.

El Correo Gallego

Valga, el lugar en el que no hay «nin un metro» de suelo industrial libre.

Una vez al año, convocados por el Concello, los empresarios afincados en la localidad del Baixo Ulla comparten mesa y mantel.

Una vez al año, convocados por el Concello, los empresarios afincados en Valga comparten mesa y mantel. Y de paso, impresiones, problemas, experiencias… La reunión anual tuvo lugar el lunes. Y esta vez, tras varios años de ausencia, el presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijoo acudió a la cita. Era, señaló él mismo, casi una deuda pendiente que ha querido saldar.

La visita de Feijoo no fue desaprovechada ni por los empresarios de Valga ni por el alcalde de esta localidad, que expusieron al máximo responsable del gobierno gallego sus reivindicaciones, que son muchas y variadas. El alcalde, José María Bello Maneiro, se encargó de poner sobre la mesa una realidad que hace del municipio, casi casi, una excepción en el conjunto de Galicia: «Non dispomos dun metro cadrado de terreo industrial público e as empresas demandan solo», dijo. El municipio está perdiendo la oportunidad de fijar industria por esa carencia, y por esa razón reclamó al presidente de la Xunta «un esforzo para que poidamos contar con solo empresarial, porque o polígono industrial é básico para nós». Y ese «nós», recordó, hace referencia a un municipio que presume de ser «unha potencia industrial», un puesto en el que se quiere afianzar.

Núñez Feijoo reconoció que en Valga, efectivamente, hace falta suelo para favorecer la instalación de empresas. Y se lamentó de que, en su momento, se ubicasen polígonos en lugares en los que no existía esa demanda, y que siguen hoy en día vacíos. A los empresarios reunidos a su alrededor les reconoció ser «a chave deste concello» y les agradeció, especialmente, «o voso traballo e os empregos que dades».

Como portavoz de esos empresarios tomó la palabra Andrés Quintá, el veterano fundador de Extrugasa. Quintá recomendó a los políticos presentes en la reunión -estaban también los conselleiros de Industria y Medio Rural- que echasen un vistazo a lo que se está haciendo en otros lugares. Puso especial énfasis en Portugal, «un centro de captación de empresas a menos de hora y media de nosotros, con una oferta de polígonos con servicios de logística, energía, extensión de terreno y sin trabas burocráticas». Aquí, sin embargo, quedan muchas cosas que hacer. A nivel global, por ejemplo, mejorar la educación y la formación, convirtiendo las facultades «en auténticos laboratorios tecnológicos» y formando «mano de obra cualificada que dé respuesta a las demandas de nuestras fábricas». Apoyar a los emprendedores y aliviar «las enormes cargas fiscales y burocráticas» son otras necesidades que afectan a todo el empresariado gallego. Pero hay otras demandas con claro sabor local. Es el caso, por ejemplo, de la reivindicación de un apeadero del tren entre Campaña y Cordeiro, que «representaría una notable utilidad y rentabilidad por la reducción de costes de desplazamiento de sus mercancías a los principales puertos gallegos».

La Voz de Galicia