El coronavirus pone los churros a enfriar.

Atrapado está el sector en un callejón sin salida: podrían vender su producto, ¿pero a quién?.

En cualquier buena fiesta gallega no pueden faltar los gaiteiros, los pulpeiros o las orquestas, pero tampoco los churros. Los churreros ambulantes, en realidad, están por todos lados porque a quién no le apetece una buena docenita de ese manjar recién salido de la sartén cuando se está dando una vuelta por el mercadillo o un paseo una tarde de domingo cualquiera por Vilagarcía. Un placer que, evidentemente, ha desaparecido de nuestras vidas tras la irrupción del coronavirus y que ha dejado al sector de los churreros ambulantes totalmente desprotegidos.

La Churrería Sandra, en Pontecesures, es uno de los buques insignia de este tipo de negocios en la comarca del Baixo Ulla. «No hay eventos en la calle, no hay ferias, no hay nada. Nosotros no podemos salir a la calle con nuestros furgones a montar un estand de una churrería y ponernos a vender porque la gente no puede venir a la calle», explican los propietarios.

Lo cierto es que los churreros ambulantes están metidos en todo un laberinto. Agrupados en el sector de la alimentación, apuntan desde Pontecesures que ellos podrían seguir vendiendo su producto, pero que sería algo absurdo porque no es un producto de primera necesidad y podrían multar a quien bajara de su domicilio exclusivamente para comprarlos. Al margen de otras consideraciones de lo más lógico. «Nin sería ético, nin san», apuntan desde la Churrería Sandra.

Desde el 14 de marzo con los hornillos apagados, las facturas sin embargo, siguen llegando. La opción que les queda, y que están estudiando, es optar por el ces de actividad, pero para eso tienen que demostrar una merma en los ingreso del 75 %, algo que tampoco va a ser muy fácil porque lo que ha sucedido, directamente, es que las ferias, mercadillos y demás eventos se han cancelado. Y temen, además, lo que pueda suceder durante el verano.

Bolsas de ayuda en Pontecesures.

Nestlé trabaja a tope.

El Concello de Pontecesures ha puesto en marcha bolsas de ayuda extraordinarias. El bando se publicó este viernes por la mañana, y antes de la hora de comer, habían sido ya varias las llamadas interesándose por su contenido. Los efectos económicos del COVID-19 se empiezan a notar, dice el alcalde Juan Manuel Vidal Seage. Y no le falta razón.

Según datos ofrecidos por fuentes sindicales, al menos una veintena de empresas de la orilla sur de la ría han presentado ya ERTES. Son, en muchos casos, empresas del sector servicios: desde hoteles a concesionarios de coches. En total, al menos 300 trabajadores afectados. Y decimos al menos porque en una infinidad de pequeños negocios, los acuerdos entre el titular y su empleado se alcanza al margen de las fuerzas sindicales, según se lamenta Xan Bouzas, Tupi, desde el sindicato CIG.

En cualquier caso, será a partir del lunes cuando se empiece a apreciar la dimensión real de la aplicación de los expedientes de regulación de empleo temporales en la comarca. Y es que la legislación que los regula en esta situación excepcional es muy reciente y ha cogido a muchas empresas con el pie cambiado, en pleno puente festivo -y es que estamos de puente, aunque no se note-.

Eso se traduce en que, hasta el momento, la mayoría de las empresas de cierta entidad de la comarca hayan optado por buscar soluciones alternativas a los expedientes. Reorganizaciones de los turnos de trabajo, acuerdos para modificar vacaciones, recurso a las bolsas de horas, son algunas de las medidas por las que han adoptado hasta la fecha algunas empresas.

En otras no se ha hecho absolutamente nada. Es el caso, por ejemplo, de Extrugasa. Con cerca de un millar de trabajadores, el grupo de Valga sigue trabajando con relativa normalidad, al igual que otras industrias del sector del aluminio, según informa Lourdes Diz, del sindicato UGT. Según ella misma relata, el tejido industrial de la orilla sur de la ría de Arousa tiene una configuración muy especial. En él tiene un peso específico la industria alimentaria, que en estos momentos «está trabajando a tope, a veces incluso con problemas para poder hacer frente a las los pedidos». La fábrica de Larsa en Vilagarcía, Nestlé en Pontecesures, Conservas Selectas de Galicia en O Grove, o Cefrico en la capital arousana son algunos de los ejemplos de firmas que están trabajando a destajo. «En muchos casos, no se atreven a ampliar plantilla porque no saben cómo van a evolucionar las cosas», razona Diz.

Al sector alimentario pertenecen también las empresas depuradoras de marisco, que en estos momentos tienen sus mercados completamente cerrados. Desde Agade, reclaman al Gobierno central que active la posibilidad de acogerse a un cese de actividad dada su particular situación, que hacen extensiva, también, al sector extractivo. «No tiene sentido mantener el mar trabajando cuando no hay mercado para sus productos, porque los circuitos están completamente cerrados», recalcaba ayer Roberto Fariña.

La Voz de Galicia

Horarios de autobuses Pontecesures/Vilagarcía co estado de alarma.

Saídas de Pontecesures para Vilagarcía nos días laborais: 8:00 e 16:00 horas.

Saída de Pontecesures para Vilagarcía os sábados: 9:00 horas.

Saída de Vilagarcia para Pontecesures nos días laborais: 14:30 horas.

Saída de Vilagarcía para Pontecesures os sábados: 12:15 horas.

Os domingos e festivos non hai servizo.

Os autobuses en Pontecesures saen do «Coche de Pedra». En Vilagarcía saen da Estación de Autobuses.