Deportistas con una preparación exigente que viven de un oficio de muchas horas de trabajo.
¿Se consideran deportistas? «Si». Y a los hechos se remite la pareja del Baixo Ulla. «Facemos uns 3,5 quilómetros por cada parte. Con cambios de ritmo, esprints…» detrás de algunos de los futbolistas más rápidos del planeta. Es por ello que «temos catro controis ao longo da tempada, nos que temos que cubrir series de 40 metros en menos de 5,8 segundos, e os 2.000 en menos de 8 minutos», apunta Ramos. Todo, para lograr la máxima fiabilidad en un trabajo «con moitas tarefas», entre las que Costoya y Ramos ponen el fuera de juego por encima de cualquier otra a nivel de exigencia; en constante comunicación con su árbitro a través del pinganillo, pero también de los banderines, con señal a un brazalete del colegiado de campo. Una labor en la que agradecen «o trato xeral dos clubs e dos futbolistas».
Para seguir en lo más alto -al final de temporada bajan dos árbitros y cuatro asistentes- se entrenan una media de 1,5 horas diarias, parte de ellas en el vilagarciano Estadio de Fontecarmoa. Pero también reciben clases de alimentación o psicología deportiva, y dedican unos 45 minutos de pre y post partido de preparación y anális el mismo día del encuentro. Un trabajo del que viven, y por el que reconocen «estamos ben pagos», pero que les exige casi dedicación exclusiva, con viajes de 2 ó 3 días de duración y pago por su cuenta de la Seguridad Social.
La Voz de Galicia
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