Recorrido por la senda fluvial del Ulla, un paseo lleno de historia.

Publicado por Redacción en

La ruta parte del impresionante y conocido puente medieval e Pontevea

En la prehistoria nadie ignoraba lo que eran los límites geográficos. Esas marcas, a veces incluso poco visibles, estaban relacionadas con la seguridad. Si alguien las traspasaba debía atenerse a las consecuencias, que podían ser graves o no. Y esos límites venían definidos en general por accidentes naturales del terreno. Los ríos cumplían esa función en Galicia. Y entre ellos, el Ulla.

De modo que excursión al Ulla, que está ahí al lado, a Pontevea, por la autovía primero y luego por la carretera a A Estrada. Impresionante y conocido puente medieval que en la actualidad tiene la suerte de ser sometido a un lifting. Parada obligatoria, con la suerte de que antes del verano suele ser fácil aparcar al borde de la carretera.

Y ahí mismo, al borde del río Ulla, arranca un sendero fluvial. Un cartel que reza Xirimbao 3 sirve de punto de partida. El camino es estrecho —albricias—, cómodo de recorrer si no ha llovido en las cuarenta y ocho horas anteriores y que en algún punto concreto se arrima al borde, pero tan solo durante unos pocos metros.

A la izquierda, la corriente, muy ancha, preciosa. Más allá, al otro lado que resulta que es provincia de Pontevedra, se extiende una gran superficie con barbacoas que ha sido puesta a punto en días pasados y que para primavera estará simplemente gloriosa y golosa. El bosque de ribera es finísimo en ese comienzo y la visión tanto de esa zona como la del puente alegra la vista, gozo que no debe interrumpir los ladridos de los perros vigilantes de alguna de las casas de la derecha, cerrado el espacio privado por varias vallas de manera que solo hay susto para el excursionista, pero no peligro.

Menos de diez minutos después de haber partido se ve a la diestra un montículo áspero y lleno de arboleda. Se eleva su cumbre a solo sesenta y seis metros sobre el nivel mar pero la impresión es que suman muchos más. Ese es el punto elegido hace un par de milenios para construir un castro, el de Reis. Para entrar en él procede dirigirse en algún momento al asfalto y por el este, ante unas murallas que sorprenden por su altura, buscar la entrada, que existe y se localiza sin problemas. Por cierto que en sus inmediatas cercanías, puro territorio arqueológico, no hubo mejor idea que levantar una instalación. Y seguro que con la bendición legal. Sin comentarios.

Senda fluvial en Pontevea

Senda fluvial en Pontevea.

Al cuarto de hora del inicio el sendero ha girado en ángulo recto al norte ha cambiado el Ulla por el Santa Lucía y llega al asfalto. Las dos posibilidades: seguir por este y giro a la izquierda en el cruce o bien continuar por el sendero, con el aviso de que aquí el andar no resulta tan cómodo porque la vía es más estrecha y se va rozando vegetación.

En cualquier caso alcanza un punto en que hay que dirigirse al norte, a Valiñas. Se presentan dos maneras de ir a esa aldea con algunas casas impecablemente rehabilitadas: por la derecha de un montículo (firme de tierra y con un árbol que cada uno sorteará como pueda) o por la izquierda del otero, rodando por asfalto. Esa elevación es otro castro. En Valiñas destaca su antigua casa noble, muy bien cuidada, y el palomar que sin duda es o fue suyo.

Senda fluvial en Pontevea

Senda fluvial en Pontevea.

¿Y al otro lado del río? Pues frente al castro de Valiñas se levanta el de Couso, aunque hoy en día desde uno no se ve el otro a causa de la vegetación. Compartían el agua del Ulla, y en el caso de ese último enclave el territorio fue cristianizado con la construcción de la imponente iglesia de Santa María de Couso.

Iglesia de Santa María de Couso

Iglesia de Santa María de Couso.

Todo lo anterior es simplemente magnífico como entorno para una salida en el siglo XXI, pero no resuelve la incógnita de fondo. ¿Cómo se llevaban los habitantes del castro de Reis, del de Valiñas y del de Couso? ¿Cuál era el límite que ni unos ni otros debían traspasar sin exponerse a las iras del vecino?

La Voz de Galicia

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