Las mociones de censura en los ayuntamientos se suceden. Los pactos anti natura entre partidos políticos cuyo ideario y objetivos poco o nada tienen que ver han formado extraños socios de gobierno con el único objeto de alcanzar el poder. Las causas judiciales contra alcaldes y ediles por licencias de dudosa legalidad, cobro de comisiones ilegales, etcétera, han ocupado y seguirán ocupando los titulares de los medios de comunicación.
La Administración local cruje por todas y cada una de sus esquinas. El gobierno «del pueblo para y por el pueblo» se ha convertido en una carrera en la que todo vale para conseguir poder, riqueza y consolidar un partido. Ya no se escucha a los vecinos ni se tienen en cuenta sus necesidades. No hay nada más lejos de la gestión a pie de calle que un político sometido a las directrices de su partido.
Y es que los partidos políticos como organizaciones han fagocitado al individuo para primar el interés de la causa y para reafirmar al líder de turno. Los ideales y objetivos son solo un manto, vestigio de un pasado por el que muchas personas dieron su libertad e incluso su vida, pero en los que no nos reconocemos, hoy por hoy, los ciudadanos de uno u otro signo, porque han defraudado todas nuestras expectativas.
Así, el inmovilismo en las previsiones porcentuales por partidos para las próximas elecciones locales gallegas se explica por la falta de opciones, el hastío de los electores y la sensación de que se vote a quien se vote todo seguirá igual.
Mientras la crisis se cierne sobre nosotros como una pesadilla en la que Zapatero no hace sino hundirnos más y más, ante la mirada impasible del PP, que se frota las manos pensando en los réditos sin esfuerzo que le aportará para las próximas elecciones nacionales, el vecino cuyo barrio es inseguro o carece de infraestructuras y servicios públicos, el contribuyente que no obtiene solución a sus problemas, el parado que contempla impotente cómo las luchas entre candidatos alejan a las empresas de su municipio, todos ellos reivindican un proceso electoral local con listas abiertas en donde puedan seleccionar un gestor eficaz, sin ataduras partidarias, que vele por sus intereses y los de su ciudad.
LA VOZ DE GALICIA, 08/02/10