Relevo de Coré, el director que redujo en un 80 % el uso de agua en la Nestlé
Le sustituye el brasileño Júlio Diniz al frente de la factoría de Pontecesures // Asumirá nuevos cargos en nutrición y calidad de Iberia Quality Management.
Parecía insustituible por sus logros, pero David Coré, el director de la factoría de Nestlé en Pontecesures, abre paso a un nuevo responsable –el brasileño de 40 años Júlio Diniz– para asumir nuevos retos en el área de nutrición y calidad dentro del equipo de Iberia Quality Management de esta compañía. Y entre su legado destaca la reducción en un ochenta por ciento del uso de agua en la elaboración de cada tonelada de producto.
Desde que Coré asumiera la dirección de la fábrica de Pontecesures en 2013, esta ha consolidado su posición dentro del grupo duplicando su volumen de producción. Para ello, ha sido importante la apertura de nuevos mercados en África, Oriente Medio y Oceanía, suponiendo un incremento del 150 % del volumen de las exportaciones.
Pero, aparte de los logros medioambientales antes citados, durante su dirección, la innovación también ha jugado un papel relevante. En este tiempo se han lanzado nuevos productos que han sido todo un éxito. Este es el caso del dulce de leche de La Lechera, La Lechera Veggie (primera alternativa vegetal a la leche condensada), La Lechera toppings de diferentes sabores (lemon pie, chocolate, café o pistacho) o La Lechera desnatada sin lactosa.
En cuanto al nuevo directivo, Júlio Diniz, hasta ahora Manufacturing Excellence Manager de la zona Emena (Europa, Oriente Medio y norte de África), destaca por su trayectoria profesional de dieciséis años desarrollando diversas posiciones relacionadas con fábrica.
Casado, con dos hijos, gran amante de la cocina y amante de correr en su tiempo libre, ha vivido a lo largo de su carrera profesional en países como Brasil, Francia, Suecia, Suiza y Alemania. Ahora confiesa que inicia esta nueva andadura con mucha ilusión: “Esta nueva posición como director de la fábrica de Nestlé en Pontecesures es un reto que asumo con el objetivo de seguir convirtiendo la factoría en centro de referencia de la compañía en la producción de leche condensada en Europa”, apuntaba el brasileño.
Además, se marca como metas “combinar los aprendizajes y las mejores prácticas adquiridas a lo largo de mi trayectoria profesional con el conocimiento, la energía y la experiencia del equipo de fábrica para continuar deleitando la vida de los consumidores con los productos de Nestlé. Asimismo, seguiremos trabajando para impulsar la sostenibilidad con la meta de alcanzar en un futuro las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero y seguir reduciendo el uso de agua en los procesos de producción”, subrayaba.
La de Pontecesures es una de las fábricas más veteranas de la compañía en España, y aunque la planta se inauguró en el año 1939, tiene su origen en la constitución de Ilepsa (Industria Lechera Peninsular S.A.), empresa propiedad de Nestlé que se fundó el uno de febrero de 1938.
David Coré, izquierda, junto a su sucesor a partir del 1 de febrero al frente de la factoría cesureña de Nestlé, el brasileño Júlio Diniz.
El 70 % de sus manofacturas fueron exportadas. La multinacional anuncia el relevo en la dirección de la factoría, con el brasileño Júlio Diniz relevando a David Coré, en el cargo desde el 2013
La factoría de leche condensada de Nestlé en Pontecesures cerró el ejercicio del 2021 manofacturando más de 60.000 toneladas de producto con una plantilla media de más de 200 trabajadores. Unos números que replican los acumulados durante el año anterior, cuando la multinacional suiza informaba de un incremento de un 17 % de su producción anual y de la incorporación de 30 trabajadores más al centro respecto al 2019 tras invertir 1,9 millones de euros en la puesta en funcionamiento de dos nuevas líneas de llenado.
El balance, hecho público por la multinacional suiza en la mañana de este miércoles, incluye un dato que ilustra la vocación exportadora de la fábrica cesureña: el 70 % de su producción tuvo como destino mercados fuera de España. Este último punto encuentra buena parte de su explicación en uno de los hitos en la larga historia del centro fabril de Nestlé a orillas del Ulla, cuyo primer bote de leche condensada data del 16 de agosto de 1939. Hablamos de la decisión de la multinacional helvética de convertir en el 2012 a la factoría cesureña en la única del grupo en la zona EMENA (Europa, Oriente Medio y Norte de África) dedicada a la producción de leche condensada, condición que tenía a nivel de España desde 1983.
En el mismo comunicado, Nestlé ha anunciado este miércoles el inminente relevo en la dirección de su centro de producción en Pontecesures. El brasileño Júlio Diniz, hasta ahora manufacturing excellence manager de la compañaía para la zona EMENA, sustituirá el 1 de febrero a David Coré en un cargo que ocupaba desde el año 2013.
Coré, que continuará desarrollando su carrera en Nestlé en el área de Nutrición y Calidad dentro del equipo de Iberia Quality Management, deja Pontecesures tras haber consolidado la posición de la factoría del Baixo Ulla en el grupo. Durante la gestión del director saliente, el centro cesureño duplicó su volumen de producción. Un balance en el que ha sido importante la apertura de nuevos mercados en África, Oriente Medio y Oceanía, con un incremento del 150% del volumen de las exportaciones, impulsado por la apuesta estratégica de Nestlé de limitar a Pontecesures la elaboración de leche condensada en su sistema de producción en Europa, Oriente Medio y Norte de África.
Con Coré al frente, la factoría arousana también se destacó por su apuesta por la innovación, con el lanzamiento de nuevos productos que han sido todo un éxito, caso del dulce de leche de La Lechera, La Lechera Veggie (primera alternativa vegetal a la leche condensada), toppings de diferentes sabores de La Lechera o La Lechera desnatada sin lactosa.
En materia medioambiental, el paso del inminente exdirector por la planta de Pontecesures ha permitido, explican desde Nestlé, la reducción en sus procesos de casi un 80% del uso de agua por tonelada producida en la última década.
La apuesta de la compañía por mejorar la sostenibilidad de su centro de producción en Pontecesures será una de las prioridades de su nuevo director, con la meta puesta en «alcanzar en un futuro las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero y seguir reduciendo el uso de agua en los procesos de producción», declara Júlio Diniz.
Curiosamente, Diniz se unió al grupo Nestlé en 2013, el año en el que su predecesor asumía la dirección de la factoría cesureña. Desde entonces, el brasileño, de 40 años, ha ostentado diferentes cargos en la compañía en varios países, relacionados con las operaciones en fábrica y la búsqueda de la excelencia de la producción, hasta su nombramiento en 2017 como manufacturing excellence manager para la zona EMENA. Durante este tiempo, ha conocido de cerca 40 fábricas de Nestlé situadas en 20 países y 4 continentes.
Diniz confiesa iniciar esta nueva andadura con mucha ilusión: «Esta nueva posición como director de la fábrica de Nestlé en Pontecesures es un reto que asumo con el objetivo de seguir convirtiendo la factoría en centro de referencia de la compañía en la producción de leche condensada en Europa». Además, ha añadido: «Busco combinar los aprendizajes y las mejores prácticas adquiridas a lo largo de mi trayectoria profesional con el conocimiento, la energía y la experiencia del equipo de fábrica».
El periodista narra en el libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles firma en A Coruña, su infancia en Galicia, sus inicios en la radio en Santiago y su trayectoria en Madrid
Julio Iglesias, Pucho Boedo o Joaquín Prat, son solo algunos de los muchos personajes famosos con los que Pepe Domingo Castaño (Lestrobe, 1942) ha compartido camino. Un camino llenó de éxitos, pero también de sacrificio. Ese trayecto, el que el gallego recorrió desde su infancia en Padrón, sus inicios en la radio en Santiago, hasta su llegada a Madrid, en donde se consolidó como uno de los mejores profesionales del medio, lo narra en su libro Hasta que se me acaben las palabras, que este miércoles por la tarde firma en A Coruña. Una lectura que refleja su evolución personal y laboral, pero que en la que queda claro que, pese a todo, sigue siendo el mismo chico que un día se marchó a la capital a probar suerte con una maleta, como dice «de mierda, pero llena de sueños».
—¿Qué pregunta le hacen siempre y está ya cansado de responder?
—Que si prefiero la radio, la tele o la música. Ja, ja, ja.
—El título del libro, Hasta que se me acaben las palabras, deja claro que le queda cuerda para rato, pero ¿qué le ha quedado sin contar?
—Siempre quedan cosas, ¿por qué no cuento esas cosas que han quedado? Uno, porque la gente de la que hablo, que a lo mejor no hablo muy bien, no puede defenderse porque está muerta. En otro caso porque me pareció que no interesa a nadie y tampoco me interesa a mí. Y en tercer lugar, porque no me apetecía hablar de las cosas que he silenciado. Está lo que yo quiero que esté y lo otro lo he apartado porque tampoco cabe todo.
—Galicia le inspiró para escribir poesía, ¿este libro qué lo inspiró?
—Sí, yo escribí un libro de poesía que se llama Debajo de la parra, literalmente lo escribí debajo de la parra de la casa que tiene mi mujer en Mera, en Oleiros. Ahí, en Mera, nació la idea de escribir este libro en un momento en el que estaba atravesando una mini crisis, hace quince años o así, una de esas que tienes cuando vas cumpliendo años. En esos momentos yo me refugio siempre en la poesía o en la escritura. En vez de poesía, como ya había hecho un libro, dije ¿por qué no cuento y me saco de dentro toda mi infancia y juventud, y lo dejo escrito por si algún día mis hijos quieren publicarlo? Porque yo no pensaba publicarlo, decía que era muy malo. Escribí la primera parte hace 15 años, que termina cuando llego a Madrid.
—¿Qué le hizo cambiar de opinión?
—En una entrevista que hice, un señor que conozco de A Coruña, Juan Luis Miravet, oyó en la radio que yo estaba hablando de una especie de memorias que tenía, pero que eran muy malas y que no se iban a publicar porque no las iba a querer nadie. Entonces me llamó y me dijo: ‘Oye, eso no tienes que decirlo tú. Tiene que decirlo alguien que lo lea. Si me das la oportunidad y me lo envías, yo lo leo y te cuento la verdad’. Yo estaba muy reacio, pero se lo mandé, me convenció, y a los tres días me llamó emocionado y me dijo: ‘Esto es una joya’. Me dijo que quería publicarlo, que tenía amistades con editoriales, pero con la condición de que tenía que escribir la segunda parte. Que no podía acabar el libro en Madrid y perderse toda la parte de mi carrera profesional allí. Le dije que no sabía si iba a poder, que la primera parte la escribí muy fácil porque lo tenía dentro, pero que de lo otro, a lo mejor me había olvidado y que no tenía inspiración. Y me dijo, ‘pues ponte, por favor, en el ordenador y hazlo’. Me puse, me costó mucho, mucho, mucho, pero al final, poquito a poco lo escribí, capítulo a capítulo, y son 565 páginas.
—El prólogo es de Julio Iglesias, están muy unidos, pero ¿por qué pensó en él?
—Tuve varias ideas, primero pensé en Paco González, pero todo el mundo esperaría que lo hiciese Paco, entonces quería hacer algo inesperado. Pensé en Iñaki Gabilondo, que era otro de mis favoritos, y me dijo que sí, y le dije que lo llamaría, pero un día me llamó Julio, porque hablamos de vez en cuando. Él había oído que estaba escribiendo un libro y me preguntó si hablaba de él. Le dije que sí, que tenÍa un capítulo dedicado a él, y me dijo que tenía que enviárselo. Rápidamente lo leyó, y me dijo que quería hacer algo por el libro, le dije que quería que el día que lo presentase estuviese, y me prometió que estaría, y que además escribiría el prólogo. Y cumplió.
—¿Por qué le costó tanto escribir la segunda parte?
—Porque tenía que espigar entre bastantes recuerdos, entonces me preguntaba cuál valía la pena, qué podría interesar a la gente, apunté varios temas de los que me acordaba y fui eligiendo. Yo noto una diferencia muy grande de estilo literario entre la primera parte, que la hice a una velocidad de vértigo porque me salía a borbotones toda mi vida. Mi mente iba más rápido que las manos, porque la escribí a mano. Entonces se nota en el estilo, porque yo escribo mejor a mano que a ordenador. La segunda me costó bastante, se me mezclaban a veces los recuerdos, luego escribía algo y decía, ‘pero me he metido con este tío, no debería’. Pero luego pensaba, ‘claro que sí, voy a contar la verdad. Si no cuento la verdad mejor no escribo’.
—Julio confesó que los dos se fueron sin pagar una mariscada.
—Es una coña eso. Lo dijo en un programa, me dijo: ‘Pepe, te acuerdas que nos fuimos sin pagar de Casa Simón’. Yo recuerdo que estábamos allí con Pepe Simón, que ya falleció, y le pregunté a Julio, ‘quién paga esto’, y me dijo ‘esto lo paga mi secretaria, no te preocupes’, y nos fuimos. Yo creo que invitó Pepe Simón, yo no pagué desde luego, eso es verdad, pero alguien pagó.
—¿Cuál es su anécdota más destacada con él?
—Hay una buenísima, que la cuento en el libro. Julio nos invitó a mi mujer y a mí a estar en su casa en Miami diez días. Estuvimos en su casa y fuimos a un concierto en el Miami Arena, donde juegan los Miami Heat, que él era socio del equipo de baloncesto, y luego nos trajo en su avión para aquí. A la ida fuimos en vuelo regular, y a la vuelta vinimos con él en el pájaro loco, como lo llama Julio, y fuimos de Miami a Ibiza. Al día siguiente nos levantamos y llovía a cántaros, y a Julio no le gusta la lluvia, y me dijo ‘Tito’, como me llama él, ‘tenemos que hacer algo. Yo no puedo estar en un sitio que en el que esté lloviendo. Vamos al sol’. Y le digo, pero a qué parte, y dice: ‘¿Por qué no vamos a Galicia? ¿Hará buen tiempo? Porque si hace malo aquí debe estar bien en el norte’. Entonces dijo que quería ir a Vigo porque A Coruña ya había ido muchas veces. Llamé a Vigo y me dijeron que hacía un día soleado con una temperatura fantástica. Y me dice Julio que dónde podíamos comer y se me ocurrió Casa Simón, en Cangas do Morrazo. Entonces, Julio me dijo: ‘Dios mío, me has abierto el mundo porque yo veraneé durante 15 años en Cangas. Para mí va a ser una maravilla ir’. Salimos de Ibiza a Vigo, Mercedes esperándonos, y fuimos a comer a Simón, como dice él sin pagar, y volvimos a Ibiza. Fuimos a buscar el sol.
—En el libro habla de su familia y de una infancia feliz, ¿cual es la primera imagen que se le viene a la mente al pensar en esos años?
—La radio, la calle, los juegos, ventanas abiertas, el sol… Sobre todo del otoño, a mí me gusta el otoño, cuando el sol cae un poquito y los árboles del espolón se reflejaban en la calle en donde jugábamos al pañuelo, a la chena, al marro, a una cantidad de cosas, y de fondo siempre estaba la radio. Soy minero, El emigrante, Antonio Molina, Juanito Valderrama, las novelas, que seguía mi madre… todo lo que sonaba entonces. El sonido de mi infancia son la radio y los juegos, y una palabra, felicidad, en mayúsculas.
—¿Cuándo se dio cuenta de que la radio era su vocación?
—En el colegio de frailes el padre Aguirre, que era muy simpático, tuvo la idea de montar una emisora y pidió voluntarios. Me ofrecí, pero dijo que nos tenían que hacer una prueba. La hice y me dijeron que tenía buena voz y desparpajo, y eso es lo que vale. Empecé a hacer programas, hacíamos obras de teatro, escribíamos textos, hacíamos descripción de paisajes, si íbamos de viaje lo contábamos, teníamos una programación de una hora o dos diarias y el padre me dijo: ‘Tú valdrías para esto. No te olvides. Ahora, si sigues siendo fraile no vas a poder hacer nada. Pero si un día te vas, que sepas que vales’. Entonces, dejé de ser fraile y empecé a darle vueltas a la idea, pero estaba en Padrón, ahí no había emisora ni nada, la más cercana era Santiago. Y yo decía, ¿cómo voy a trabajar en Santiago de Compostela, si yo no soy nadie? Hasta que se presentó una oportunidad y la cogí.
—Dice que fue a Madrid por una decisión tomada con el corazón.
—Sí, me fui con una maleta de mierda, pero llena de sueños. Para mí todas las decisiones, casi todas locas, no las hubiera tomado si fuera por la cabeza. He dejado siempre actuar al corazón, el corazón seguramente se equivoca, pero de la equivocación nace el éxito a veces. Hay trenes que dicen que si no los coges no vas a ser nunca nada. Yo he dejado pasar trenes, algunos no podía cogerlos, otros no quise, y sin embargo, cuando vi que ese era el mío lo cogí. Eso me lo dictó el corazón. La cabeza no me dijo que me fuese a Madrid, no me dijo que dejase la empresa de Padrón para irme a Santiago, no me dictó que dejará la música y eligiese la radio. Son decisiones locas que solo es capaz de tomar el corazón.
—¿Tuvo que luchar contra algún cliché por gallego?
—Con gente, sí. Me echó una mano importantísima Pucho Boedo, me conocía de Santiago, él estaba con Los Tamara y yo les había hecho entrevistas. Un día en Madrid, un amigo mío, Justino Bermúdez, me dijo de ir a una cafetería donde iba gente de la radio para que me animase, porque yo estaba bastante preocupado. No me conocía nadie en Madrid, iba por la Gran Vía solo y estaba acostumbrando a ir por Santiago y que todo el mundo me saludase: ‘Adiós, Pepe’. Ahí no me conocía nadie. Entonces fuimos a la cafetería California de la calle Salud, que ya no existe. Al entrar, al primero que vi fue a Pucho Boedo, y me saludó: ‘Neno, que fas aquí ho?’ Y yo, pues he venido a trabajar a la radio. Me dijo, ‘espera un momento’, y volvió con Joaquín Prat. Mi ídolo, al que yo quería conocer, parecerme… me lo trajo Pucho recién llegado yo a Madrid. Fue la ilusión de mi vida. Estuvo simpático, cariñoso muy cercano, y me dijo ‘esta noche vas a venir con Pucho a mi programa de madrugada’. Fuimos, me invitó a cenar Pucho, pagando él claro, yo ahí no podía. Me hizo Joaquín una entrevista que siempre recordaré. Antes de morir él siempre lo recordábamos, que si yo no hubiese conocido a Pucho, no lo habría conocido a él y no sé cómo hubiera cambiado mi vida. Yo creo que lo hubiera conseguido igual, porque creo que las cosas si luchas las consigues, pero gracias a Pucho fue todo más fácil.
—Ahora usted es el Joaquín Prats de muchos.
—No, yo creo que lo de la radio no es fama como la tele. Tengo una diferencia entre gente de tele y de radio, cuando haces tele la gente en la calle te saluda solo porque sales en la tele. Sin embargo, ahora que no salgo en la tele, que no quiero salir, la gente te mira y te quiere. Esa es la diferencia entre la fama loca y la popularidad de andar por casa, y no hay nada más hermoso que la gente te diga “gracias Pepe por hacernos felices’. ¿Tú sabes lo grande que es conseguir a través de un micrófono que la gente sea feliz? Solo por eso ya vale la pena.
—Además de locutor, triunfó como cantante: ¿Cómo empezó a cantar?
—En Padrón me llamaban ‘Pepe fiestas’ porque a todas las verbenas que había iba yo. Salí del convento con unas ganas de fiestas brutales, a comerme el mundo. Entonces me subía a los palcos de la orquestas. Hoy con la Panorama y la París de Noia ya no te dejan, pero antes sí y yo subía a cantar. Decían, está aquí un chaval de Padrón que quiere cantar, y cantaba. Entonces mi idea era, si un día voy a Madrid voy a grabar un disco, pero tiene que ser algo tan bueno que llegue a ser número uno. Cuando lo conseguí, porque a todos los locutores les ofrecían grabar un disco, me traían canciones y no me gustaban, hasta que un día mi hermano Fernando, que es un poco artista también, y Emilio José, el cantante de Soledad, hicieron Neniña. Me la trajeron y dije ‘esto es un tiro’ y la saqué sin poner mi nombre. Porque entonces hacía muchas cosas y la gente me odiaba un poco porque estaba en todas partes, ligaba mucho, hacía radio, tele, cantaba… Y dije, para que no se metan conmigo no voy a poner mi nombre. Se lanzó Neniña sin mi nombre y cuando ya el disco estaba colocado ya descubrimos que era yo.https://www.youtube.com/embed/f6VHzqOtnRg
—De hecho dijo que su mujer le bajó algo los humos y entonces aprendió que su éxito no era solo suyo, sino fruto de un trabajo en equipo.
—Ella no me dijo eso de que no me creyera más que nadie, me dijo ‘te noto muy crecidito, muy seguro de ti mismo’. Y le dije: ‘Seguro de mí mismo voy a estar siempre, pero crecido no pretendo’. Sé que lo que tengo no me lo han regalado, lo he luchado, pero efectivamente, lo que tienes lo consigues gracias a todo el equipo involucrado. Por eso siempre que me dan un premio, nombro a todos, el equipo es básico. Pero ahora, que no me quiten nunca la seguridad en mí mismo, el día que me la quiten me voy a la mierda.
—¿Cuál sería la banda sonora de su vida?
—Primero Soy minero de Antonio Molina, que me recuerda a cuando jugaba en la calle y la radio se oía por la ventana. Luego, El Mundo de Jimmy Fontana, que fue la primera canción que puse en Radio Galicia el día que empecé, luego De colores, que es la canción que todos los hermanos cantamos en el Santiaguiño do Monte. Y Cuando se quiere de veras. No incluyo a Neniña porque forma parte de mi vida, pero no es definitoria.
—¿Sigue yendo a las verbenas?
—Sí, siempre estoy en las fiesta de Mera con mis amigos. Va la Panorama, la París, el Combo Dominicano…. Una vez subí a la Panorama en Cines, que está cerca de Betanzos, pero cuando la Panorama no era la burrada que es ahora con ese escenario. Ahora ahí no pintó nada ya.
—Dice también que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria. Sabemos de su buena memoria, pero ¿cómo va de salud tras haber padecido el covid?
— Estoy mucho más sano que antes, estoy más preparado para lo que me quede de vida que antes de la pandemia y me siento como un toro. La pandemia me ha enseñado a vivir mejor. La felicidad completa nunca se logra, lo mejor de la felicidad no es la felicidad en sí, sino el camino hacia ella porque el día que la consigues por completo, ese día desaparecen los sueños, desaparece todo.
—Los beneficios del libro, que va ya por su tercera edición, los dona a Cáritas y a Aesleme. ¿Por qué a esas entidades?
— Lo dono porque creo que tengo que pagar la felicidad. La felicidad tiene un precio, si eres capaz de saber el precio que tiene bien, si no, estarás toda la vida pensando que tienes que pagarlo y no lo pagas. La oportunidad fue genial, digo ¿cómo voy a vender yo por dinero todo este montón de recuerdos? La mejor manera de pagar a la vida todo lo que me ha dado es donarlo a gente que lo necesite, es una forma de pagar mi felicidad. Luego va a Aesleme, que es una asociación para el estudio de la lesión medular espinal de una amiga mía, Mariam Cogollo, a la que admiro mucho, y a Cáritas, que es la entidad más grande que tenemos para ayudar a la gente.
Zona Franca distingue a la compañía Lema que sigue innovando en los recubrimientos
La empresa Lema, responsable de fachadas singulares en Vigo como la azul ondulada del estadio municipal de Balaídos, la tornasolada del Hospital Álvaro Cunqueiro, la gris metalizada del Auditorio Mar de Vigo o la de la comisaría recibió hoy la visita del delegado de Zona Franca, David Regades. También trabajaron en el proyecto de la nave H, de la que es licitador el propio Consorcio de la Zona Franca. La empresa ha hecho fachadas con unos 16.000 metros cuadrados. Lema ha recibido este año dos Indicadores Ardán, como empresa bien gestionada y de alta productividad.
David Regades destacó «el trabajo de empresas punteras como Lema, que basan su trabajo en la innovación y ofrecen soluciones tan vanguardistas como la del estadio de Balaídos, con esa fachada ondulada en azul que lo hacen tan singular y reconocible en cualquier imagen, a la altura de instalaciones como la del Guggenheim». El delegado estuvo acompañado por la concejala de Valga María Ferreirós.
La compañía Lema, con sede en Valga, cumple este año su 45 aniversario con un amplio bagaje de soluciones innovadoras, tanto para edificios públicos, como para industrias y edificación privada.
Así, tiene en su haber multitud de fachadas ventiladas de inmuebles por toda Galicia, también soluciones para la industria que ya ha aplicado a concesionarios de automóviles por toda la comunidad, conserveras, instalaciones de empresas como Coren, así como centros comerciales como Marineda City y hoteles como el Galicia Palace de Pontevedra. También centros públicos como el Colegio Alborada de Vigo o el Hospital de Conxo.
Entre sus últimas innovaciones está la chapa trenzada, que permite su uso para obras de decoración en industrias y en edificación; así como los paneles con perforación artística, que permiten ofrecer cualquier tipo de imagen a través de la microperforación.
A los 90 años falleció en el día de ayer está vecina de Porto, casada con Alejandro Vieites Rúa.
Mañana jueves 27 de enero, a las 11 horas, los restos mortales procedentes del Tanatorio Iría Flavia de Padrón recibirán sepultura en el Cementerio Parroquial de San Xulián.
El funeral tendrá lugar el sábado 12 de febrero, a las 10 horas, en la Iglesia de Pontecesures.