Padrón recibe a los migrantes con los brazos abiertos: «Oxalá estean a gusto e decidan quedarse».

El director de la oenegé, Carlos Echanove, destacó que esas personas llegan «estresadas por trabajar», para poder enviar dinero a sus familias y pagar la deuda que contrajeron para escapar de su país de origen

Padrón entra en el sistema de acogida de protección internacional del Gobierno español al menos durante un año, que es la duración del contrato con el albergue de la parroquia de Cruces elegido para centro humanitario. Así lo confirmó ayer el titular del establecimiento, al que el martes por la tarde llegó un grupo de 65 jóvenes migrantes solicitantes de protección internacional, en su mayoría procedentes de Mali.

El personal del albergue se ocupa de la organización de las comidas, limpieza y pernocta, pero la gestión del centro está asignada a la oenegé Rescate España, que en la tarde del martes celebró una charla abierta en el centro social de Queiruga para informar desde cuestiones generales, como la solicitud de protección internacional o el sistema de acogida, a otras más concretas sobre el grupo de migrantes que acaba de llegar a Padrón.

El director de la oenegé, Carlos Echanove, destacó que esas personas llegan «estresadas por trabajar», para poder enviar dinero a sus familias y pagar la deuda que contrajeron para escapar de su país de origen, que puede oscilar entre los 6.000 y 10.000 euros.

También incidió en que son personas que están en España de forma legal, con Número de Identidad de Extranjero (NIE). Llevan en el país entre dos y cuatro meses, desde su llegada a Canarias y tras pasar por Madrid, Mérida o Cartagena. En Galicia, lo primero será un reconocimiento médico por parte del Sergas, además de su empadronamiento por parte de los Concellos, en este caso el de Padrón, y el aprendizaje del idioma español, para poder comunicarse con ellos, saber sus competencias y formarlos de cara a su integración laboral.

Campo para jugar a fútbol

El representante de la oenegé insistió en que los jóvenes migrantes están deseando trabajar pero, mientras no pueden hacerlo y se forman, también están deseando jugar un poco al fútbol. Para ello, el Concello de Padrón adecentó ayer una finca situada en el exterior del recinto que puedan usarla como campo. Aunque su acogida en Padrón es al margen del Ayuntamiento, el alcalde padronés, Anxo Arca, ofreció a la oenegé Rescate toda la colaboración para facilitar la integración de los migrantes, algo que también pide a los vecinos que hagan, para darles la misma oportunidad que en el pasado tuvieron muchos gallegos que emigraron, según recuerda el regidor. Precisamente, el director de Rescate España expresó su alegría por la «extraordinaria acogida» que están teniendo las personas migrantes en Galicia, quizás por ser tierra de emigrantes, dice Carlos Echanove.

Al margen de la acogida institucional, varias vecinas de la parroquia de Cruces presentes en la charla desearon que «oxalá estean a gusto aquí e decidan quedarse porque necesitamos xente», en alusión a la pérdida de población y a que las aldeas están quedando vacías.

La Voz de Galicia

Uno de los migrantes acogidos en Valga: “Soy electricista, pero puedo trabajar de lo que sea”.

Uno de los migrantes acogidos en Valga: “Soy electricista, pero puedo trabajar de lo que sea”
Uno de los grupos de chicos subsaharianos que acoge desde el lunes el municipio.

Valga recibió el pasado lunes a cerca de 120 personas migrantes, que ya están instaladas en un conocido establecimiento hotelero en la parroquia de Campaña, que acogerá un total de 173 personas —la mayoría, pendientes de la concesión del estatuto de refugiados— que llegarán de forma escalonada. Su llegada ha sido posible gracias a la gestión de la ONG Rescate y la coordinación del Gobierno central con el Concello de Valga.

En su mayoría, proceden desde países en guerra o con conflictos violentos en marcha, como Mali, o en situación de pobreza extrema, como pueden ser Mauritania, Senegal, Gambia, o Níger, entre otros países sub­saharianos; tienen entre 18 y 40 años y llevan en España entre dos y seis meses. Es el caso de Mbaye, de 21 años, que llegó a las costas de Canarias hace cinco meses desde Senegal buscando mejores oportunidades. Lo hizo en una embarcación y tras ocho días a bordo en unas condiciones duras. Así lo explicó a este diario en un buen español, que aprendió tras su paso por otro centro de acogida en Alcalá de Henares (Madrid), desde donde fue trasladado en la noche del lunes a Valga. “Quiero vivir en España”, señaló, por lo que desea empezar a trabajar “cuanto antes”. “En Senegal era electricista, pero puedo trabajar de lo que sea”.

Un deseo que comparten la mayoría de los migrantes llegados a Valga. Tienen diversos tipos de estudios, pero todos los chicos coinciden en que les sirve cualquier trabajo. Mismo caso que Hassan, que llegó a Tenerife hace unos tres meses desde Gambia. Desde allí fue trasladado también a Alcalá de Henares, aunque, indicó que no tiene ganas de hablar mucho del pasado y lo que dejó atrás en su país de origen. Tiene 26 años y manifestó, en su caso en inglés, que “aquí estamos muy bien” y que, de momento, la acogida ha sido muy positiva.

En ambos casos, su objetivo es el de quedarse de forma indefinida en España una vez consigan trabajo, aunque otros desean continuar su ruta migratoria hasta Francia u otros países de Europa, algunos tienen allí amistades o familiares, con los que desean reencontrarse. No es así para Mbaye, que señala que llegó él “solo” al país y que espera conseguir un empleo y la residencia para instalarse en España.

Hassan
Hassan es uno de los migrantes que ya se han instalado en el hotel.

Cabe señalar que, según señalaron desde la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra, todos ellos han presentado una solicitud de protección internacional y, a la espera de que se resuelva este proceso (que se puede dilatar varios meses), podrán recibir un permiso de trabajo. De momento se desconoce cuantos meses durará el dispositivo de acogida en el municipio y, durante su desarrollo, la ONG se encargará de su integración en la sociedad española. Así, al igual que en otros municipios, como en el caso más inmediato de Sanxenxo en Arousa, se brindarán acciones formativas, especialmente en cuanto a nociones básicas sobre el idioma, ya que la mayoría de los migrantes que acoge el municipio no hablan español, sino que tienen conocimientos de francés y, algunos, de inglés. Con estas acciones formativas se busca así mejorar las posibilidades de inserción en el mercado laboral, en un municipio en el que abunda sobre todo el empleo en el sector del metal.

Día a día

A la espera de que esas clases y, también, las actividades lúdicas comiencen, en la tarde lluviosa de hoy, disfrutaban de su estancia de Valga jugando al ajedrez en la entrada del establecimiento hotelero o con diferentes juegos de cartas, matando así el tiempo y aprovechando para entablar relación entre ellos. 

Asimismo, pueden pasear por la localidad y conocer los rincones del municipio. Así, tienen libertad para moverse libremente, siempre y cuando estén presentes en el hotel entre las 22 y las 7 horas, así como durante las acciones formativas que se vayan a organizar. Del mismo modo, el hotel garantiza la comida, limpieza y lavandería durante la estancia de los migrantes en el establecimiento, el Hotel Corona de Galicia. En la localidad de Padrón también se ha habilitado un centro de acogida para personas migrantes, que cuenta con recibir otros 65 subsaharianos de entre 18 y 40 años.

Solidaridad

Lo cierto es que en un momento en el que los discursos extremistas están ganando adeptos dentro de la sociedad, el Concello de Valga —al igual que hizo anteriormente el de Sanxenxo— vuelve a mostrar el lado más humano y solidario de Arousa al colaborar en el Programa de Atención Humanitaria, dirigido a las personas que llegan a las costas españolas y que huyen de la violencia, las inestabilidades políticas de sus países o de la pobreza extrema. Así, el Gobierno central agradeció recientemente, a través del subdelegado en Pontevedra, Abel Losada, la disposición del Ayuntamiento, de apenas 5.671 habitantes (según los últimos datos de padrón del INE), para acoger a los migrantes, “porque estamos viendo como en el conjunto de España, lamentablemente, no se está produciendo esa misma solidaridad a nivel autonómico”. 

Diario de Arousa

El CRA de Valga reúne cerca de una tonelada de alimentos para servicios sociales.

El CRA de Valga reúne cerca de una tonelada de alimentos para servicios sociales
Servicios sociales repartirá los productos a familias vulnerables.

Casi una tonelada de alimentos y otros productos de primera disposición están ya a disposición de servicios sociales para repartir entre las familias más necesitadas del Concello. Productos que fueron recaudados por el CRA de Valga a través de la campaña “Nadal solidario”, que cumplió su cuarta edición.

Este año, de hecho, se reunieron bastante más alimentos que en 2023, según subrayó la directora del centro, Antía Piñeiro: “moitos xa nos estaban esperando” con las bolsas llenas “cando chegabamos a cantar”. Para contribuir al éxito, los alumnos de los colegios rurales de Campaña, Forno, Vilarello, Xanza, Ferreirós y Chenlo felicitaron las fiestas a los vecinos cantando las canciones típicas de Navidad. Pasta, legumbres, sopas, aceite, leche, galletas y otros dulces, conservas, cereales, azúcar, sal, turrones o papel higiénico fueron algunos de los productos donados por los valgueses y que ahora serán clasificados para su entrega a las familias en situación o en riesgo de exclusión. 

Conferencia con Papá Noel 

Por otra parte, los niños de Educación Infantil del colegio Baño-Xanza vivieron una jornada especial, en la que la ilusión navideña se vio reflejada en sus caras cuando conectaron, desde el aula Cemit del Auditorio, con Laponia para hablar cara a cara con Papá Noel. Así, a través de videoconferencia, los niños pudieron ver a Santa Claus delante de su casa y rodeado de un paisaje nevado. Uno por uno fueron cogiendo el micrófono para pedirle los regalos que desean encontrarse en Navidad, después de que Papá Noel les preguntase si se han portado bien, condición indispensable para recibir los ansiados regalos. 

Diario de Arousa

Queman la bandera italiana de una pizzería de Padrón: «Dá bastante medo».

CEDIDA

Los propietarios de Fogar Italiano denuncian una escalada de actos de «odio» con su negocio como objetivo

Dulce como sus piadinas y ligeramente amargo como un trago de Spritz. Así está siendo la experiencia empresarial de Cristina Dopazo y Giuseppe Pileri, una gallega y un siciliano que en el 2016 montaron una exitosa pizzería en el centro de Padrón, Fogar Italiano. Exitosa, sí, porque en el pueblo se sienten queridos por su comida y por su profesionalidad, y reconocidos por una clientela fiel a la que han tratado de mantener ajena al calvario que están sufriendo en los últimos meses.

Por coincidencia cronológica es difícil desligar todo lo que les está ocurriendo de una decisión familiar como fue adquirir la casa que está a unos metros de su actual local alquilado, en el número 8 de la calle Ferreiros, con el objetivo de trasladar allí el negocio y su vivienda. Precisamente en este inmueble se produjeron los hechos que han colmado la paciencia de la pareja y de sus trabajadores, ya que para celebrar y promocionar la nueva sede, que se encuentra en obras, habían colocado una bandera italiana en lo alto del andamio, un homenaje a la enseña que se repite en cualquier restaurante italiano del mundo. Este fin de semana alguien se preocupó de trepar, arrancarla y quemarla. Para Cristina Dopazo, esa acción vandálica con tintes «xenófobos» ha supuesto traspasar un límite, «porque xa dá bastante medo e non podemos máis. Que é o seguinte, que queimen a casa?».

Destrozos y toldos rajados

En el Concello de Padrón y en la Guardia Civil son conocedores de este hecho que no pasaría de gamberrada anecdótica si no fuera el último de una serie de «actos vandálicos contra nós», dice convencida la propietaria. El listado, que también manejan las autoridades, es largo: que aparezcan orines por las mesas y sillas de la terraza es habitual; en una ocasión todas las macetas del exterior quedaron destrozadas; en otra, los toldos rajados; vasos estrellados contra la fachada, colillas esparcidas con toda la intención… Un goteo de situaciones que denotan «odio», dice Dopazo, que no cree que ningún otro negocio o familia del entorno esté sufriendo como ellos.

Tras relatar emocionada lo que han aguantado en los últimos meses, coge fuerzas para ofrecer su interpretación: «É evidente que molestamos a alguén, porque isto non é normal». Giuseppe, su marido, toma la palabra para explicar que están satisfechos con la marcha de un negocio que han montado con mucho esfuerzo «porque non nacín rico, veño dunha familia siciliana pobre e traballadora», dice con un meritorio gallego. Y no comprende este ensañamiento que, insiste, ha coincidido con la reforma de la nueva propiedad, que mantiene la calle vallada y con las incomodidades en la vía pública propias de estas actuaciones. Pero lanzan una advertencia: «Imos ampliar o negocio. Encántanos facer pizza e temos moitísima ilusión, pero queremos que todo isto que ocorre en Padrón se saiba», concluye Cristina con rabia.

La Voz de Galicia

El rap tiene cabida en la Navidad de Padrón.

El auditorio acogió batallas de gallos, en un evento benéfico a favor de Cáritas

Villancicos, música de banda y rap y freestyle. Todo ello tiene cabida en la Navidad de Padrón, donde Papá Noel es rapero. Bajo ese título, el auditorio de la capital del Sar acogió en la tarde del domingo un evento de batallas de gallos (enfrentamiento verbal rimado entre dos o más personas), organizado por OSonDoSar en colaboración con el Concello y con fines benéficos a favor de Cáritas Padrón, de modo que la entrada era un juguete en buen estado. Así, tras el concierto de Navidad del sábado de la Banda de Música Municipal de Padrón y antes del de villancicos del día 21 de la corales, en el auditorio sonó el estilo freestyle rap a golpes de batallas de gallos que, como bien las definió uno de los promotores del evento, José Ángel Llerena, con nombre artístico Aligator, «son regueifas modernas en castellano».

Así, concursaron 21 jóvenes de entre 15 y 32 años llegados desde distintos puntos de Galicia, como Vigo, Cambados, Meis, Ribeira, Lugo o Ferrol, además de varios padroneses. Tres de estos últimos formaron parte, además, del jurado, junto con Noa Vigo de Santiago y Romero de Ferrol. La primera también deleitó a los asistentes con una actuación al finalizar las batallas de gallos. Y, antes de empezar el evento, actuó el prometedor grupo local de rock Fivestarservice. 

El ganador de las batallas de gallos fue JotaM, de Lugo; en segundo lugar quedó Nukalis, de Meis y, en tercero, Seo, de Ferrol. Como premio recibieron un pequeño trofeo realizado en impresora 3D. 

«Este evento demuestra que el rock y el rap pueden coexistir sin que pase nada», dijo nada más acabar la actuación de Fivestarservice José Ángel Llerena que, junto con Diego Resúa (Resu), está detrás de OSonDoSar, que se dedica a la organización de citas de rap y hip-hop. La del domingo era la cuarta que organizaba este año en Padrón, después de la de Pascua, la de las fiestas del Santiaguiño do Monte y una en agosto en el Campo de A Barca. «En la zona de Padrón hay mucho talento y quería facilitar la organización de este tipo de eventos en casa ya que, para competir, yo tuve que irme fuera», explica el promotor, quien precisa que las batallas de gallos son «como una obra de teatro en las que puedes insultar, pero todo lo que se dice en el escenario, queda en el escenario». 

Con esta actividad, el Concello de Padrón quiere que la programación de Navidad llegue también a los jóvenes, de manera que el programa sea, realmente, para todos los públicos, sin contar el carácter solidario de la cita, según explica la concejala de Festexos, Chus Campos, quien también siguió las batallas de gallos.

La juventud tiene otra cita destacada en Padrón con la fiesta de fin de año que organiza la asociación Open Air, además de la carrera solidaria de San Silvestre que se celebrará ese día por la tarde, a favor de Cáritas Padrón y en la que la inscripción es un kilogramo de comida no perecedera.

La Voz de Galicia

«Quiero estudiar español y aprender para ser mecánico o soldador»: los sueños de los refugiados que han llegado a Valga.

Vienen desde Mali, Senegal o Gambia buscando un futuro mejor y huyendo de una realidad amenazante; preguntamos a uno de ellos por qué ha dejado su país y su respuesta, traducida por un compañero, estremece: «Él solo dice esclavo»

La mujer sonríe. Sin detener su tranquilo paseo, da un «bos días» amigable tras el que reprime su curiosidad: a las puertas de un hotel de Valga, varios grupos de hombres de piel negra conversan y llenan la mañana de ecos exóticos. Ellos forman parte del grupo de 118 refugiados que llegaron el lunes por la tarde a esta pequeña localidad pontevedresa donde se ha establecido un centro de acogida de refugiados al que aún están por arribar 55 personas másAllende Palomo, de la oenegé Rescate, explica que tanto los solicitantes de asilo como el equipo que los va a acompañar durante su estancia en Valga están aún aterrizando: hay mucho trabajo por delante para poder ofrecer a estos hombres no solo cama y comida, sino también las herramientas básicas para que puedan construir su vida entre nosotros: clases de español, cursos de formación que les permitan encontrar trabajo, e incluso actividades con las que llenar las horas libres. «Les encanta el fútbol; nos han comentado en el Concello que aquí cerca tienen un campo» comenta Palomo, que confía en encontrar en Valga ese pueblo acogedor y amable que retrata su alcalde, el popular José María Bello Maneiro.

Aunque todos llevan ya unos meses en España —primero en Canarias, luego repartidos entre Alcalá de Henares y Mérida— la mayor parte de los subsaharianos que han arribado a Valga apenas saben hablar español. Nouma se defiende con cierta soltura: tiene tantas ganas de hacerse entender que rebusca en su cerebro las palabras que necesita para explicarse. Cuenta que es de Gambia. Dejó su país hace dos años, cuando su padre lo echó de casa. Buscó cobijo primero en Mauritania y luego se echó al mar. Pasó cinco días en un cayuco, con 56 personas más, antes de arribar a Canarias. Él tiene claro lo que espera encontrar aquí: refugio y futuro. «Quiero estudiar español y aprender para ser mecánico o soldador», dice esforzándose por pronunciar bien cada palabra.

Convertido en intérprete, Nouma ayuda a otros a contar sus historias. Su amigo Bamba, un senegalés de 22 años, lleva cuatro meses en España. Huyó de su país temiendo por su vida y no tiene ganas de hablar de ese asunto. «No puede decir más ahora», resume Nouma.

Tampoco Mamadou tiene ganas de hablar del pasado. Tiene 30 años, es de Mali, y se aferra al silencio: «Quiere aprender y trabajar», nos traduce otro de sus compañeros. ¿Por qué dejó Mali? «Él solo dice esclavo». Y entonces se nos viene a la cabeza la advertencia de Allende Palomo: «Son muy jóvenes, pero muchos de ellos, los que vienen de Mali por ejemplo, huyen de situaciones que eran prácticamente de esclavitud, así que, sí, la mayoría han trabajado mucho». No es de extrañar, por tanto, que sea tan importante que en el centro se preste ayuda psicológica para ayudar a curar heridas que parecen ser muy profundas.

Junto a la triste mirada de Mamadou aparecen los ojos esperanzados y curiosos de Djiby. Es un senegalés de 28 años que estudió francés en la escuela y que ha descubierto que «el francés y el español se parecen». Así que nos explica que tuvo que dejar su país porque «no podía vivir allí». Nunca había visto el mar, pero no dudó en subirse en un cayuco en el que pasó siete días y mucho frío. Todo, por conseguir alcanzar Europa y tener la posibilidad de «estudiar y trabajar aquí, y mandar dinero a mi familia». Djiby contesta preguntas, pero también las hace. «¿Aquí hay más gente negra?», chapurrea. Y se lleva una alegría al escuchar que en Cambados, a unos kilómetros, hay senegaleses trabajando en el mar. Se lo cuenta, rápidamente a uno de sus compañeros. «¿El mar está muy lejos?», vuelve a preguntar luego, y mira con ansia en la dirección que le indicamos: la de la ría de Arousa.

Siguen las preguntas, que llegan de Djiby y de otros jóvenes que se han ido acercando. En sus mochilas, junto a experiencias de una dureza que solo podemos imaginar, traen recuerdos de sus países, de sus familias. Paisajes distintos a los nuestros, sabores diferentes, diferentes músicas y tradiciones… Muchos tienen ganas de compartir todas esas cosas buenas que vienen con ellos de África, empezando por un sinfín de lenguas que convierten Valga en una pequeña Torre de Babel en la que, al fin y al cabo, todos se entienden porque todos tienen ganas de entenderse.

Pronto comenzarán las clases de español y el trabajo de las 19 personas que forman el equipo de acompañamiento de los refugiados. Explica Allende Palomo que estos pueden empezar a trabajar después de seis meses en España, y confía en que el centro de acogida de Valga logre encontrar ocupación a al menos una parte de sus ocupantes. «En Galicia es relativamente fácil encontrar trabajo para ellos», cuenta, y relata la historia de una carnicera de Santiago que ofreció empleo a dos de los residentes en el Monte do Gozo. «Aquí, al ser una zona rural, contamos con que haya trabajo» para unas personas que, a la espera de recibir formación, llegan a España como mucho con «estudios primarios; puede haber alguno que tenga algo más». Durante su estancia en el centro de acogida, en el que permanecerán mientras no se van resolviendo sus solicitudes de asilo, recibirán formación en oficios como albañilería, carpintería, manejo de carretilla… Cada uno de ellos es una oportunidad de futuro para unos jóvenes cargados de esperanza.

La Voz de Galicia