PACTOS DE GOBIERNO Desde el PSdeG-PSOE de Pontevedra también se han felicitado por los «pactos con otras fuerzas» en Redondela, A Cañiza, Forcarei, Meis, A Guarda, O Porriño, Pontecesures y Cambados. En este último caso, el resultado definitivo también depende de un recurso presentado por el PP.
Al parecer el hombre, diez años mayor que la joven, cuenta con antecedentes por violencia machista.
Agentes de la Policía Nacional de la Comisaría de Vilagarcía procedieron a última hora del lunes a detener a un hombre de 29 años que, presuntamente, propinó una paliza en plena calle a su pareja de 19 años de edad. Los agentes acudieron tras la llamada reiterada de vecinos de Vilaxoán, donde fue el suceso, así como de profesores del instituto Cotarelo Valledor donde al parecer estudia la víctima.
Nada más llegar los agentes comprobaron que el hombre natural de Pontecesures aunque residente en Vilagarcía estaba fuera de sí y profería continuos insultos hacia su pareja, que también reside en la capital arousana. Pese a la presencia policial el individuo continuó en su actitud agresiva profiriendo todo tipo de amenazas hacia la joven de 19 años con la que mantenia una relación sentimental.
Según ha podido saber este periódico el hombre cuenta con antecedentes penales por violencia de género. Fue detenido a la espera de pasar a disposición judicial.
El 27 de
abril de 1809 se produjo una sangrienta batalla entre una avanzadilla de
las tropas napoleónicas, que bajaba desde Padrón, y un casi improvisado
batallón formado por campesinos y soldados gallegos mal entrenados.
Tuvo lugar en una loma del municipio de Valga, en el lugar conocido como
Casaldeirigo. Fue una lucha desigual, pues los franceses sumaban 1.000
efectivos y tenían armas de fuego y artillería, mientras que los
gallegos eran menos y muchos iban armados únicamente con aparejos del
campo. Aún así, los franceses tuvieron que darse en retirada.
Valga celebra desde hace once años una de las recreaciones históricas
más vistosas de la comarca. Es la llamada Batalla de Casaldeirigo, en
la que se reproduce el sangriento combate librado por los campesinos de
la zona y las tropas francesas en 1809, durante la Guerra de la
Independencia. Durante la tarde de ayer, la fiesta
regresó a esta colina de la parroquia de Sete Cores, aunque el intenso
calor afectó negativamente, puesto que en un primer momento se barajó
retrasar las actividades al menos una hora, aunque después se decidió
respetar el primer horario previsto.
Los
hechos que se conmemoran con esta fiesta de Valga sucedieron el 27 de
abril de 1809, hace ahora 210 años. El ejército napoleónico se había
instalado en España, y en muchos puntos del territorio se habían formado
improvisados ejércitos de campesinos, mal entrenados y mal armados. Fue
uno de estos batallones el que a finales de abril de 1809 hizo frente a
una avanzadilla de franceses que bajaba desde Padrón, y que estaba
compuesta por un millar de soldados.
Los
galos tenían todas las de ganar, pues estaban mejor entrenados y
poseían cañones y abundantes armas de fuego. Los gallegos, pertrechados
con hoces y azadas, sabían que tenían que jugar sus cartas cogiendo por
sorpresa a los franceses, y así lo hicieron en aquella jornada de
primavera de hace 210 años. Fue una pelea sangrienta, y pese a su
teórica ventaja, a los franceses no les quedó más remedio que
replegarse.
Tiempo después, se levantó en aquella loma la llamada Capela da Saúde, en recuerdo de las víctimas.
Fue
ahí, en ese escenario natural, en el que a media tarde de ayer
volvieron a luchar cuerpo a cuerpo los campesinados de Valga y las
parroquias colindantes y los soldados napoleónicos. Una vez más, ganaron
los gallegos, aunque en la batalla auténtica no sea fácil discernir si
hubo o no un ganador claro.
La
Batalla de Casaldeirigo está organizada por el Ayuntamiento de Valga y
la asociación cultural Héroes de Casal de Eirigo, 1809, y a lo largo de
estos once años se ha convertido en uno de los eventos de inspiración
histórica más importantes de la zona. No solo por la calidad de la
recreación en sí, sino también por la programación complementaria, y por
el elevado número de personas que se implican en la fiesta. Muchos son
vecinos, y otros muchos proceden de otras localidades donde se recrea la
Guerra de la Independencia contra los franceses, como son Vigo -con su
espectacular Reconquista-,
Pontecaldelas o Barro, donde también hubo «alarmas», como se conoció a
las guerrillas formadas por los gallegos que se echaron al monte para
hacer frente a las tropas galas.
Los
actos en Casaldeirigo arrancan a media tarde con un desfile que preside
la corporación municipal de Valga, y en la que van juntos «alarmas» y
franceses. Participan en el mismo en torno a 200 personas. Salen desde
el entorno de la carretera, y llegan a lo alto de Casaldeirigo, donde lo
primero que hace el alcalde, José María
Bello Maneiro, es pasar revista a las tropas. Acto seguido, se izan las
banderas de todos los países implicados de una u otra forma en la
Guerra de la Independencia, entre ellos España, Portugal, Francia o
Inglaterra.
Tras estos actos
de cariz más protocolario o simbólico, se llega a la batalla en sí, en
la que franceses y gallegos vuelven a verse las caras sobre la tierra de Casaldeirigo, como hicieron en 1809 y como llevan haciendo año tras año desde 2009.
La programación prosigue con una obra de teatro, que este año se tituló «O que Napoleón non se levou». Cada año, el Concello de Valga
convoca un concurso de teatro inspirado en la batalla, y la obra
ganadora es la que se representa el día de la Batalla. Ese honor le
correspondió en esta edición al texto presentado por Marcela Rodríguez.
El montaje fue dirigido por el director de la Escola Municipal de Teatro, Manuel Solla, y el elenco estuvo formado por alumnos de la citada escuela y vecinos.
La jornada se completó con juegos y animación para los niños, una degustación gratuita de rosquillas, las actuaciones de Lume con Troula y Pele Pau, que está teniendo mucho éxito en Galicia con su música de percusión, un espectáculo luminoso en la capilla al anochecer acompañado de fuegos de artificio, y una cena campestre con música para concluir la fiesta.
En enero del 2006, Guillermo Belloz, un hombre de 37 años que vivía en la localidad murciana de Cieza y estaba pasando unos días en Santiago con unos amigos, se encontraba en Pontecesures, cuya noche del sábado funcionaba entonces como una moto. Fue visto por última vez a las cinco de la mañana, saliendo de un pub. Según sus amigos se hallaba en un estado de euforia total. Una pareja, que permanecía en el interior de un automóvil, vio cómo el individuo se arrojaba al Ulla. Acudieron corriendo a la orilla y le preguntaron a gritos si necesitaba ayuda. Por toda respuesta Guillermo proclamó: «Yo controlo». Un piragüista encontró su cadáver, hundido a dos metros de profundidad, a la mañana siguiente. Otra imprudencia letal.