Valga reúne a La Bella Otero con Rosalía, Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal.

La ofrenda floral, con La Bella Otero, el alcalde y otros participantes vestidos de época.

La Bella Otero, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal reivindicaron ayer el papel de la mujer en Valga. Lo hicieron reencarnadas en las actrices Noelia Blanco, Chiruca Tarrío, Ramona Golias y Mercedes Asados.

Ellas fueron las protagonistas del espectáculo titulado «A Bella Otero retorna a Valga», dirigido por Esther Carrodeguas y puesto en escena por la empresa Galiciaes+ al abrigo de los actos organizados por el Concello para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de La Bella Otero, la vecina que siendo niña tuvo que emigrar -tras ser violada- y se convirtió en una diva en Francia.

Allí pasaría a la historia como estrella de La Belle Époque -cuando Europa se acostumbraba a la expansión del imperialismo, fomentaba el capitalismo y se abría a la ciencia y el progreso-, y como símbolo de la lucha por la igualdad.

Agustina del Carmen Otero Iglesias, hija de madre soltera y de un oficial de la Armada griega, sin apenas formación académica, con una gemela y cuatro hermanos varones, artísticamente conocida como Carolina Otero y recordada como La Bella Otero, nació en Valga el 4 de noviembre de 1868 y falleció en Niza (Francia), el 10 de abril de 1965 tras haber sido bailarina, cantante, actriz y cortesana.

La que fue estrella del «Folies Bergère», un famoso cabaré parisino que vivió su época de esplendor entre los años 1890 y 1930, regresó así a su tierra natal, aunque fuera como un personaje de ficción, por cierto magistralmente representado por Noelia Blanco.

Pudo, junto a las demás mujeres destacadas del siglo XIX y cuantos ayer se sumaron a los actos institucionales, recorrer el Museo da Historia de Valga, abierto en 2015 y que dispone de una planta exclusivamente dedicada a ella, por tratarse de la vecina internacionalmente más conocida de la localidad.

En ese espacio museístico los valgueses pudieron reencontrarse con su historia y la diva, con el pozo en que recogía agua cuando era niña y la que podría ser su casa.

Acompañada del técnico responsable del museo, Santiago Chenlo, se interesó por la historia de Valga y las salas dedicadas a los personajes ilustres del municipio, entre los que se encuentra. Pudo ver algunos de sus vestidos, publicaciones sobre ella y postales de su época, además de la única grabación de vídeo que se conserva de La Bella Otero.

Antes de participar en esas visitas y en un encuentro tertulia con Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal, Carolina Otero también fue la gran protagonista de una recepción oficial ofrecida en el consistorio, al que llegó en coche de época y donde fue recibida por el alcalde y numerosos vecinos. En el salón de plenos firmó en el libro de honor y recibió un ramo de rosas, antes de asistir a una ofrenda floral ante la estatua en su honor existente en el Parque Irmáns Dios Mosquera.

Los actos conmemorativos se completaban en el Auditorio, que con «Troula Animación» se activó a modo de gran cabaré para recordar a muchos el parisino «Moulin Rouge», construido en 1889 en el barrio rojo de Pigalle y que fue otro símbolo de La Belle Époque, además de fuente de inspiración teatral y cinematográfica, dando nombre a películas tan aclamadas como la protagonizada por Nicole Kidman, Ewan McGregor y Jim Broadbent.

En realidad el de ayer en el Auditorio y su entorno no era el «Moulin Rouge» francés, sino un cabaré adaptado a todos los públicos y en clave de humor dirigido por la propia Carolina Otero, que a su llegada fue recibida por la Banda Municipal de Música tocando «Carolina».

También participó, junto a la bailarina Martha Franco, en un espectáculo teatral en el que repasó su trayectoria vital y artística.

Fue, en síntesis, una fiesta ambientada en la época del esplendor parisino que se completó con una chocolatada y a la que pudieron sumarse vecinos ataviados para la ocasión, como hizo el propio alcalde, que los había animado hace días a vestirse de época y brindó a quienes así lo hicieran la posibilidad de participar en el sorteo de dos estancias en el Balneario de Mondariz.

Como sucedió en primavera, con motivo del 53 aniversario de su fallecimiento, la jornada de ayer servía no solo para recordar a Carolina Otero y reivindicar el papel de las mujeres, sino también para valorizar el trabajo de investigación del Concello en torno a su figura.

Faro de Vigo

La historia de Valga se siembra como el trigo.

Los encuentros intergeneracionales que organiza el Concello de Valga permiten interactuar a los jóvenes y los veteranos, sobre todo en torno a diversos oficios tradicionales perdidos en el tiempo. Ayer volvieron a reunirse para asistir a la «sementeira do trigo» y aprender de nuevo unos de otros.

Los alumnos de las escuelas unitarias do Centro Rural Agrupado (CRA) de Valga, los de tercero y cuarto de Primaria del colegio Xesús Ferro Couselo -en Cordeiro- y los estudiantes de quinto del CEIP plurilingüe Baño-Xanza respondieron una vez más a la invitación cursada por el Concello y disfrutaron de un nuevo encuentro intergeneracional.

Junto con representantes de colectivos como A Eira, Axentiva, Asdivalu y Mulleres Rurais Albor participaron en la gran fiesta de la siembra; una labor de cultivo para la plantación de trigo que es, en realidad, una disculpa para que los niños aprendan de sus mayores y pasen con ellos una mañana entretenida.

Eso fue lo que hicieron, aprender unos de otros y entretenerse como pocas veces pueden hacerlo; al tiempo que contribuían, casi sin saberlo, a mantener vivas las tradiciones y los modos de vida propios de los pueblos del rural.

La tradicional «sementeira» regresó así a la finca de Ferreirós donde suelen efectuarse este tipo de operaciones y más adelante se efectuará la siega, antes de proceder a la «malla».

Se hace, cabe recordar, «para recuperar las tradiciones agrarias y de conservación del patrimonio cultural local; además de promover la convivencia entre distintas generaciones de vecinos a través de los recuerdos y la experiencia de los mayores», explican en el Concello valgués.

Los asistentes participaron en talleres lúdicos y formativos relacionados con el proceso de producción del trigo y colaboraron en la creación de un espantapájaros antes de efectuar la siembra como se hacía antaño, «cuando la maquinaría aún non había llegado al sector agrario y había que sembrar a mano gracias a la unión entre vecinos, que se ayudaban unos a otros».

Los niños se ayudaron de un arado romano de palo y aprendieron el significado de los «angazos» y «legoñas», como también el modo de cultivar la tierra y, sobre todo, la forma de compartir esfuerzos e ilusiones.

Faro de Vigo