Las obras del TAV sobre el Ulla entran en su recta final.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Aún queda mucho, quizás uno o dos años más, pero lo más complicado del puente Catoira-Rianxo parece encauzado

Un presupuesto de más de cien millones de euros y una longitud de 1.620 metros. Estos son dos de los datos que hablan por sí solos de la trascendencia del viaducto que se construye sobre el río Ulla, entre las parroquias de Isorna (Rianxo) y Abalo (Catoira) para dar servicio al Tren de Alta Velocidad (TAV).
Un año después de que se levantaran los primeros pilares, ahora puede decirse ya que esta acción entra en su recta final. Y es así porque los trabajos aquí no se detuvieron, a pesar de que la crisis obligó a paralizar la construcción del Eje Atlántico en otros lugares.
Sea como fuere, aún queda un largo trecho por delante para ver finalizado este viaducto, cuyas obras empezaron a hacerse visibles a finales de 2009, después de que fueran adjudicadas en agosto de 2008 y se marcara para ellas un plazo de ejecución de 38 meses.
Este viaducto, próximo a la desembocadura del Ulla en la ría de Arousa, va a disponer de tres vanos principales, con 225, 240 y 225 metros de luz, «lo que significa récords mundiales en este tipo de estructuras», explican en el Ministerio de Fomento.
Lo más llamativo de esta obra, al menos de momento, son los pilares que van a sujetar la estructura final. Las pilas centrales, en forma de cáliz, van a disponer de una cabeza trapecial de 17,5 metros de altura, variando su ancho entre los 11 y los 16 metros. Una vez finalizada la construcción el tablero del viaducto va a estar situado a 60 metros de altitud sobre el nivel del río Ulla.
Para hacer realidad las tres pilas situadas en el cauce fluvial se han construido las denominadas islas de tablestacas, es decir, isletas provisionales con escollera sobre las que se levantan las columnas, transportándose todo el material necesario mediante pontonas y a través de puentes metálicos que unen los islotes artificiales.
Los datos que hablan de este proyecto son concluyentes, pero más lo es comprobar el cambio radical que ha experimentado ya el paisaje. La llegada de una inversión de esta magnitud se hace notar claramente en el río, al igual que sucede en los subtramos del TAV situados tanto antes como después, es decir, en Catoira y Rianxo.
Hay que destacar que el ocupado por este nuevo viaducto es un espacio de gran valor paisajístico y ecológico, de ahí que en el Ministerio de Fomento, como impulsor de la actuación, insistieran una y otra vez en que «se ha cuidado especialmente la integración del viaducto con el entorno, buscando la transparencia y el equilibrio de formas y proporciones en consonancia con la suavidad del paisaje de las rías gallegas».
El puente en cuestión forma parte del subtramo Vilagarcía-Padrón, de 26,5 kilómetros de longitud, y está considerado como «un viaducto singular», tanto por la relevancia de la obra propiamente dicha como por el lugar que ocupa.
No es extraño que Fomento habilitara siete estaciones de medición para controlar y garantizar la calidad del agua. Unos puntos de control en los que, al menos hasta ahora, se han registrado parámetros estables dentro de la normalidad, lo cual supone que la afección sobre el entorno es nula, o al menos, reducida.

FARO DE VIGO, 15/02/11

Categorías: Sociedade

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