Un veterano político, como un niño junto a sus nietos.
Bello Maneiro ya superó el trámite de convertirse en alcalde en media docena de ocasiones, de ahí que ayer se le viera suelto y confiado en sus intervenciones. Mostró con orgullo el bastón de mando, pero cuando más emocionado y radiante se le vio fue cuando posó arropado por sus nietos. Los cogió en brazos, los besó y presumió de ellos, mostrándose él mismo como un niño con zapatos nuevos. Está acostumbrado al poder, pero ayer, una vez finalizado el pleno, mostró su lado más tierno. Sin corbata, con chaqueta de traje gris, pantalón azul y camiseta de cuadros rojiblancos, Bello Maneiro aguantó con maestría el «chaparrón» que le cayó cuando algunos miembros del público empezaron a insultarlo. No escuchaba, o al menos hacía que no oía, y abandonó el salón sin inmutarse, sin girarse hacia ellos ni mostrarles un mal gesto. El conservador, acostumbrado a gobernar con mayoría absoluta, consiguió en las urnas un apoyo que absolutamente nadie puede discutir a estas alturas, apenas quince días después.
Faro de Vigo
0 comentarios