«El Chicle» conoció a su esposa en Pontecesures.
Selfie que José Enrique Abuín, ‘el Chicle’, se hizo este verano junto a su esposa y su cuñada (pixelada), la gemela a la que violó en 2005.
Rosario era hija de un hombre que había emigrado a Suiza a buscarse la vida en el sector de la construcción como tantos otros gallegos en los años de la posguerra. Su padre había regresado a Catoira tras sufrir un accidente laboral en tierras helvéticas que le permitió beneficiarse de una pensión por invalidez con la que pudo sacar adelante a su familia. A su manera. Su madre, de la aldea pontevedresa de San Miguel de Barcala, era ama de casa. A diferencia del Chicle, Rosario era un chica reservada. Sin apenas amigos. Confiaba a ciegas en José Enrique y nunca fiscalizaba sus movimientos. El Chicle, en cambio, era celoso compulsivo y la controló desde el primer momento. Le había prometido a Rosario una vida de plena felicidad, alejada de su difícil ambiente doméstico. De su fuente de inestabilidad. Y con un nivel de vida que le permitían sus chanchullos con las drogas. Ella era una niña de 15 años. Y él su primer y único hombre. Se conocieron en Pontecesures (Pontevedra) al ritmo de una animada orquesta. Un año más tarde se casarían en Catoira. Ella con 16, él con 27.
Extracto artículo de Crónica, suplemento de «El Mundo».
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