Muere por coronavirus el párroco emérito de Cruces-A Escravitude.

En el 2014 fue asaltada su casa rectoral en Padrón y asesinada su asistenta, un crimen sin resolver.

Ramón Barral Camba, cura emérito de la parroquia de Santa María de Cruces-A Escravitude, en Padrón, falleció ayer por la mañana en el Hospital Clínico de Santiago, en el que estaba ingresado tras enfermar por coronavirus. El sacerdote tenía 83 años y los últimos los pasó en la residencia Domus VI de San Lázaro, en Santiago. Por la tarde recibió sepultura en el panteón familiar de su parroquia natal de Santo Estevo de Pantiñobre, en Arzúa, según informó la parroquia de Santiago de Padrón, que añadió que «lo recordaremos siempre por su bondad y espíritu de servicio, por su cercanía y humildad».

Ramón Barral ejerció como sacerdote durante 58 años, hasta su jubilación en el 2015. Cinco de esos años lo hizo en la parroquia de Carcacía y 36 en la de Cruces, donde dejó un «moi bo recordo» entre los feligreses. También estuvo encargado durante un tiempo de las Parroquias de Santa María de Oín y San Pedro de Herbogo, en Rois. Pero fue en la de Cruces donde vivió uno de los momentos más trágicos de su vida personal y profesional, después de que en septiembre del 2014 varios individuos asaltaran la casa rectoral, le dieran una paliza y asfixiaran a su asistenta, María Soto. Aún hoy no se saben quienes fueron los autores del asalto, que agravó los problemas de salud de Ramón Barral. A partir de entonces, apenas ejerció como párroco unos meses, antes de jubilarse.

El actual párroco de Cruces, Roberto Martínez, confirmó ayer que, cuando pase el estado de alerta y se vuelvan a celebrar actos religiosos, el santuario de A Escravitude acogerá un funeral por el cura fallecido ya que, dijo, «se lo merece».

La Voz de Galicia

Coronavirus: Fallece el párroco de Cruces-A Escravitude.

D. Ramón nació en Pantiñobre, cerca de Arzúa el 20/08/1936, y falleció el día 29/III/2020, en su residencia geriátrica Domus VI, de S. Lázaro (Santiago).

Estaba delicado de salud y se vio agravado por el contagio del coronavirus. Lo trataron en la propia residencia en donde estaba aislado; llevaba varios días que se negaba a comer y estaba alimentado con suero.

Como tantos, en otros sitios, murió sin una familia que lo pudiera acompañar o le pudiera despedir con un beso. No dejaban verlo por la preocupación de contagio.

Antes estuvo en un geriátrico de Calo y luego pasó a San Lázaro. Sus hermanos se turnaban para verlo y acompañarle todos los días y también sus feligreses de la Esclavitud estaban con él con frecuencia en la cafetería de la residencia, contándole cosas de la parroquia.

Era muy querido en la Esclavitud en donde trabajó mucho, especialmente organizando novenas a lo largo del año a las que llevaba predicadores de muchos sitios. La iglesia se llenaba y , además de la formación que recibían, tenían la oportunidad de confesarse varias veces al año. De esto se preocupaba D. Ramón sabiendo de la importancia que tiene para la vida cristiana. A veces incluso acortaba, si hacía falta, las predicaciones para que el confesor estuviera disponible para ir a confesar.

En la sacristía hay exvotos de diversas gracias o milagros que hizo la Virgen en esta advocación de la Esclavitud, muchos son antiguos pero también hay algunos recientes. Cuando se le preguntaba si había milagros en su santuario siempre decía que muchos, si le pedías que contara alguno decía, no sé. Aunque alguno sí lo contaba.

Su parroquia, el santuario, era muy visitado por estar en el camino portugués de Santiago, pero también iban allí gentes de los alrededores, incluso de lejos.

Tiene un hermosa robleda un atrio amplio y una iglesia en piedra y muy cuidada, por dentro y por fuera.

¿Cómo era D. Ramón?

Lo sabrán contar muy bien sus feligreses, pero era sencillo, no se daba importancia, era afable y paciente con todos y muy de su iglesia que tenía estupendamente cuidada.

Celebraba la Misa con amor de enamorado y sin prisas. Era ejemplo de piedad. Podemos afirmar que era muy eucarístico y muy mariano, como deben ser todos los sacerdotes.

Me consta que muchos sacerdotes ofrecieron la Misa por él y también oraciones, y esperan poder asistir a algún funeral que, cuando pase toda la pandemia, se vaya a organizar en alguna de sus parroquias.

Descanse en paz y que su recuerdo nos ayude a ser mejores.

Víctor Sánchez Lado
Párroco de San Cayetano (Santiago de Compostela)

Pastoral Santiago.

Archidiócesis de Santiago de Compostela.

¿Cuál es tu juego de mesa preferido?

Miguel Piñeiro

«Sin ningún tipo de duda el mus, un juego entretenido, simpático y muy socializador…¡menos cuando pierdes!. Mi niñez, a mediados de los años sesenta, la pasé jugando en la calle al fútbol, al trompo, con el triciclo y a las canicas, que me encantaba, sobre todo el guá y el currillo»

Suplemento de El Correo Gallego

En Pontecesures se reciclaron en 2019 un total de 155.000 kilos de vidrio.

A Estrada y Lalín lideraron el año pasado el reciclaje de vidrio en las comarcas de Deza, Tabeirós y Caldas, ya que respresentan el 55 por ciento del total de kilos recogidos en el conjunto de los diez municipios pontevedreses de Área de Compostela. En estas comarcas se reciclaron en 2019 un total de 1.786.780 kilos de recipientes de vidrio, un 10 por ciento más que en el ejercicio anterior, 2018, cuando se recogieron 1.625.833 kilos. Por su parte, Caldas es el concello que encabeza el depósito de vidrio por habitante y Moraña el número de kilos que recicla cada vecino en estas comarcas.

Así, y según los datos hechos públicos por Ecovidrio correspondiente a 2019, la concienciación sobre la necesidad de reciclar y depositar cada residuo en el contenedor adecuado está dando resultados muy positivos en A Estrada desde 2015. Los estradenses depositaron el año pasado en sus 129 contenedores un total de 448. 430 kilos de vidrio, el 26 % del total del recogido en las comarcas de referencia. Esto supone un crecimiento del 6 % con respeto a 2018 cuando se reciclaron 422.698 kilos.

Por volumen de recogida le sigue Lalín, con 400.780 kilos, frente a los 378.616 de 2018; Silleda, con 186.670, lo que supone 8.421 más que un año antes; Caldas, que llegó a los 185.00 200 kg frente a los 168.046 de 2018; Pontececures, con 155.000 (47.000 más); Cuntis recogió 123.330 (2.158 más); Valga que alcanzó los 93.100 (653 más); Moraña, con 92.360 (15.878 más); Catoira logró 57.690 kilos (1.941 más) y Portas, con 44.720 kilos con lo que aumentó en 10.340 kilos. Hay que señalar que en los diez municipios pontevedreses hay repartidos 758 contenedores de recogida de vidrio, un 2,3% más que en 2018 cuando había 739.


MEDIA POR HABITANTE Los ciudadanos que cuentan con más depósitos para poder realizar este reciclaje son los de Caldas, ya que tienen un total de 120, lo que equivale a un contenedor por cada 81,5 ciudadanos. En esta estadística le sigue Silleda, con 103 colectores y una media de 84,3 habitantes por cada uno; Cuntis, con 48 y 97,4; Lalín, que tiene 186, 108,6; Valga, con 48 y 122,2; Catoria, 27 y 123,5; Pontecesures, 46 y 138,7; Portas, con 21 y 139,2; Moraña, 30 y 139,3, y A Estrada, con 129 y un contenedor por cada 158,7 habitantes.

Por su parte, los vecinos y vecinas de Cuntis son los que más kilos de vidrio depositaron el año pasado, ya que se recogieron 26,3 kg por habitante en este municipio. La segunda posición la ocupa Moraña, con 22,10 kilos; A Estrada, que llega a los 21,89 por vecino; Silleda, con 21,48; Lalín con 19,8; Caldas de Reis, con 18,9; Pontecesures con 17,4; Catoira con 17,2; Valga, con 15,86 y Portas, donde se reciclaron 15,2 kilos por cada habitante.

{ CORTINA DE HUMO }

Invertir para concienciar

Está claro que la dispersión de la población en los ayuntamientos más interiores hace que muchas zonas del rural sufran de forma continuada la brecha de no contar con los mismos servicios que el resto de la ciudadanía, pero si de verdad interesa concienciar con el respeto al medio, y más nos vale con la que está cayendo, no puede haber habitantes de primera, segunda y tercera. Las campañas que desarrollan los concellos están bien y forman parte de la concienciación, pero difícilmente quien toma conciencia puede cumplir con el objetivo de reciclar si no cuenta con la infraestructura necesaria para ello. Más contenedores por favor.

El Correo Gallego

Quién soluciona las dudas en las distancias cortas: «Alcalde, ¿podo ir ata a finca?».

Aún hay dudas sobre el confinamiento, y en Pontecesures es el regidor quien resuelve buena parte de ellas.

«Somos como un teléfono de la esperanza», dice con una máscara de buen humor un policía local de la comarca de O Salnés. Y es que desde que se decretó el estado de alarma, son muchos los vecinos que se dirigen a los agentes para preguntar si pueden hace esto o lo otro. Para explicarles sus casos particulares, para narrarles la historia del gallinero que está a varios kilómetros de casa, o de la finca en la que la verdura se acabará echando a perder si no se va a recoger pronto. «Son muchísimas las llamadas de ese estilo las que recibimos», dicen los agentes. En ayuntamientos más pequeños, ese papel de resolvedor de dudas lo suele acabar desempeñando el alcalde. Ocurre así, por ejemplo, en Pontecesures. «Descubrín que hai unha chea de xente que ten o meu número de teléfono, e cada día recibo ducias de chamadas de xente que me di, ‘alcalde, podo ir ata a finca?’, ‘podo ir botarlle de comer aos animais?’, ‘podo ir poñer patacas’».

El número de ejemplos es enorme. A fin de cuentas, Pontecesures es una pequeña ciudad con alma rural. Buena parte de sus habitantes residen en el casco urbano, pero mantienen la costumbre de ir a trabajar las fincas que se diseminan alrededor del puñado de calles que da forma al pueblo. La respuesta del alcalde suele estar llena de matices. «O primeiro que lles pregunto é se é imprescindible o que di que ten que facer. Se é realmente necesario, porque estamos nun estado de alarma e isto non é unha broma», explica el regidor.

En Pontecesures, donde la Guardia Civil hace controles diarios para disuadir a quienes tienen ganas de saltarse la orden de confinamiento, se han tramitado ya seis expedientes contra personas que han hecho, precisamente, eso: salir a la calle sin razón justificada. «Temos dende xente de Santiago que veu de visita a Pontecesures para pasar o rato, ata xente que sae á rúa, presumiblemente para traficar con sustancias ilegais».

No deberían tomarse a broma ni la orden de confinamiento ni el riesgo que corren al saltársela: un vilagarciano ha sido condenado a cien días de cárcel por hacerlo.

La Voz de Galicia