Los vecinos oyeron una explosión y en la casa había una garrafa de gasolina.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Sobre las causas del incendio penden muchas hipótesis. La Guardia Civil no tardó en llegar al lugar para recoger pruebas e investigar así el origen del suceso. De momento, están a la espera de que la unidad especialista en incendios se haga cargo de la investigación, por eso se evita aventurar ninguna hipótesis. Lo único que se dijo oficialmente era que el fuego no parecía intencionado y que dentro de la vivienda se encontró una garrafa de gasolina.
Los vecinos de las víctimas, que conocen mejor a la familia y sus andares, tenían su propia versión de lo ocurrido. Se trata de personas muy humildes que viven de alquiler en el primer piso del número uno de la calle Agro do Muíño, un callejón en el centro de la villa. Allí residen la madre, María Dolores Pardal Moure, tres de sus hijos (alguno con su cónyuge) y dos nietos. Según los vecinos, la familia se dedica a la limpieza de fincas, y en el momento del suceso se encontraba manipulando la maquinaria para cortar la hierba en el interior de la vivienda. «Tiñan unha garrafa de gasolina, e ao mellor estaban fumando, ou prendeu lume por calquera cousa e queimáronse».
Lo cierto es que más que ver fuego, los vecinos oyeron una deflagración, por lo que todo indica que la lata de gasolina explotó y quemó a las cuatro personas que se encontraban en ese momento en el inmueble, que eran María Dolores Pardal, sus hijos Cristina y Marcial, y el hijo de este último. Algunos testigos aseguran que en la casa había más gente en ese momento, pero que estaban en otro lugar y salieron ilesos. Los cuatro afectados huyeron de la habitación en la que se originó el fuego y, al parecer, la abuela pudo salir por la puerta, mientras que su hija Cristina lo hizo por una ventana. Su hijo Marcial, con el pequeño en brazos, huyó hacia el desván, donde más tarde fueron rescatados. Son, en principio, los que se llevaron la peor parte.
Una hora después del suceso y de que fuesen evacuadas los heridos, llegó al lugar otro hijo de María Dolores Pardal, un albañil que volvía del trabajo y que era arropado por sus vecinos y familiares a la vez que le informaban de lo sucedido.
Escasos medios
La rápida actuación de Protección Civil de Pontecesures evitó, posiblemente, que el fuego se propagase por otras habitaciones de la humilde vivienda. El pequeño municipio pontevedrés, con algo más de tres mil habitantes, no dispone de más equipos de emergencias que una agrupación de voluntarios que colabora cuando sus ocupaciones se lo permiten. «No tenemos ni motobomba, si pasa algo llamamos a los de Valga o Padrón, que sí que tienen vehículos contraincendios (explicaba ayer Luis Ángel Sabariz, concejal de Relacións Institucionais), aunque ahora nos concedieron una subvención para un pick up , que por lo menos es algo». Al menos, las agrupaciones vecinas están siempre dispuestas a echar una mano, y en caso de gravedad se recurre a los bomberos de Vilagarcía, aunque ayer no se consideró necesario.

LA VOZ DE GALICIA, 27/08/08


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