El ´striptease´ de Finsa tras su vía crucis por la crisis.

Publicado por Redacción en

El secretario general de la empresa confiesa en público los errores de gestión que cometieron ante la adversidad económica

Confesar en público los errores propios no forma parte de la práctica empresarial habitual en España. Pero eso es lo que ha hecho el secretario general del Grupo Finsa, José Carballo, que desnudó ante otros empresarios, con franqueza y a veces áspero, el vía crucis de la firma maderera en su tránsito por la crisis. La empresa echó a 500 trabajadores y cerró cuatro fábricas, pero no se escudó en factores externos. Carballo desglosó los fallos internos de gestión con la intención, como admitió, de servir de consejo o ayuda para otras firmas con problemas semejantes.

Casi tan raro como que un político pida disculpas o confiese sus errores lo es también que un directivo desnude, a iniciativa propia, las entrañas de su empresa y admita en público las equivocaciones que han cometido sus máximos responsables sin echar la culpa a factores externos. Esto mismo lo hizo en octubre Juan Roig, el propietario de Mercadona, la mayor cadena española de supermercados, y esta semana, José Carballo, el secretario general del Grupo Finsa, un conglomerado empresarial con sede en Santiago destinado a la fabricación de tableros y derivados de la madera que facturó el pasado año 759 millones de euros y al que la crisis zarandeó hasta el punto de obligarle a extinguir los contratos de 500 empleados entre 2011 y 2012 y aplicar un ERE a otros 1.350.

Pero lejos de centrarse en causas ajenas para explicar las calamidades por las que pasó su empresa, Carballo se sinceró y, como él mismo dijo, se «desnudó» ante un grupo de empresarios gallegos para mostrar la radiografía de Finsa y sorprender al auditorio con la confesión de los errores que había cometido el cuadro directivo. «Por si alguien puede extraer alguna lección», comentó. El pasmo fue mayúsculo, si cabe, porque su intervención se produjo ante un foro compuesto básicamente por directivos de otras empresas y representantes del Gobierno gallego al que había sido invitado por el Consejo Empresarial para la Competitividad para exponer como afrontó su empresa la crisis.

Los problemas del éxito. Y por si no bastaba con desvelar las penurias internas, en su discurso soltó algunas sentencias que chocan con el sentir general de la patronal, como cuestionar que la competitividad de una empresa se asiente sobre una rebaja de los salarios. «No es sostenible basar la rentabilidad y la competitividad de un negocio en bajar solo los salarios. No es viable, porque así los trabajadores se escapan en cuanto tienen oportunidad y además no seríamos capaces de atraer talento».

«Hemos tenido éxito con nuestro modelo, pero los éxitos traen también errores y a nosotros nos llevó a peor», admitió Carballo. Entre eso y la crisis, Finsa perdió, según dijo, entre el 50% y el 60% del mercado doméstico (España y Portugal), tuvo que abandonar diversas ramas de actividad y cerrar cuatro instalaciones (Mondoñedo, Guernika, Chinchilla y Utiel). «Pero lo peor fue cuando hubo que mirar a la cara de muchos compañeros y decirles que no había trabajo. Pero estamos vivos y hemos sobrevivido a la guerra», contó el secretario general del grupo maderero.

La crisis llevó a Finsa a cerrar el año 2012 con una facturación de 759 millones de euros por los 812 de 2011 y pérdidas por trece millones, a echar a la calle a 500 trabajadores, aplicar un ERE a otros 1.350 y empezar el año 2013 con un plantilla de 3.216 personas. Con planes de apoyo y formación a los trabajadores, la empresa asegura que ha conseguido que 250 se hayan reincorporado al mercado laboral o entrado en vías de prejubilación.

Devolver la mirada al cliente. Otro de los defectos señalados por José Carballo fue la pérdida de contacto con los clientes y los mercados. Su modelo de negocio les llevó, en aras de una supuesta eficiencia, a centralizar todas las decisiones, lo que supuso sacar a la venta productos sin saber a ciencia cierta si eran del agrado de los usuarios. «Perdimos la frescura original y el contacto con los clientes», reconoció. Se produjeron bienes sin tener en cuenta la opinión de los trabajadores, de los encargados de testar los productos y de los consumidores. «Esto impide saber qué piensan de lo que se está construyendo. Y hemos aprendido a mirar de otra forma al cliente», concluyó.

Burocracia interna. La intención de mejorar todos los proceso de calidad llevó a Finsa a cometer otro «pecado». Se incrementaron los controles para tenerlo todo atado. «Nos burocratizamos», admitió. Eso llevó a ralentizar las decisiones y dedicar grandes esfuerzos a establecer con detalle los horarios laborales, los días de descanso y las vacaciones, «a tenerlo todo calculado», pero tanto para beneficio de los trabajadores como de los directivos. «Lo hicimos más a conveniencia nuestra de que del mercado. Nos olvidamos de que quien nos paga la nómina es el mercado y el cliente», relató el secretario general del Grupo Finsa.

Descuido de las exportaciones. A pesar de que Galicia tiene, frente a la Meseta, ventajas para la exportación de madera y sus derivados, Finsa entendía el mercado exterior como algo «complementario en el que volcar los excedentes». No le daban el valor que requería. Y así pasó que perdió cuota de mercado. Pero cambiaron, tal como aseguró Carballo, y ahora buscan alianzas en el extranjero con fabricantes de productos complementarios.

Relaciones laborales. José Carballo señaló que, salvo Citroën, las empresas, incluyendo la suya, no tienen las adecuadas relaciones sindicales. Por lo general están demasiado ideologizadas y son ineficientes, a lo que tampoco ayudan mucho determinadas declaraciones de dirigentes empresariales. Así con la crisis decidieron darle un vuelco a las relaciones laborales. Y no solo eso, sino que Carballo, delante de un nutrido grupo de empresarios, echó por tierra una de las máximas que defiende la patronal. «No es sostenible basar la rentabilidad y la competitividad de un negocio en bajar solo los salarios», dijo. Con eso ni se mantiene la fidelidad de los trabajadores ni se consigue captar a nuevos talentos. Pero también advirtió que no se puede pagar en sueldos más de lo que trabajadores puedan producir, porque eso solo sirve par descapitalizar la empresa.

Con estos cambios, que Carballo expuso como consejos para quien los pueda necesitar, aseguró que Finsa es hoy una empresa más viable y adaptada para afrontar lo que queda de crisis que, añadió, «como mínimo será la postguerra».

Mercadona. Un discurso similar usó el dueño de Mercadona, cuando asumió los errores propios al retirar de sus supermercados la venta a granel de sus hortalizas, verduras y frutas y al corte de sus carnes y pescados, que fueron sustituidos por productos envasados. Eso llevó a perder calidad y el trato con el cliente. «Elegimos el camino más fácil. Decidimos tratar los productos frescos como los secos», reconoce Juan Roig. Ahora, Mercadona vuelve el mercado de antaño y con tenderos.

Faro de Vigo

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