Aún hay dudas sobre el confinamiento, y en Pontecesures es el regidor quien resuelve buena parte de ellas.
«Somos como un teléfono de la esperanza», dice con una máscara de
buen humor un policía local de la comarca de O Salnés. Y es que desde
que se decretó el estado de alarma, son muchos los vecinos que se
dirigen a los agentes para preguntar si pueden hace esto o lo otro. Para
explicarles sus casos particulares, para narrarles la historia del
gallinero que está a varios kilómetros de casa, o de la finca en la que
la verdura se acabará echando a perder si no se va a recoger pronto.
«Son muchísimas las llamadas de ese estilo las que recibimos», dicen los
agentes. En ayuntamientos más pequeños, ese papel de resolvedor de
dudas lo suele acabar desempeñando el alcalde. Ocurre así, por ejemplo,
en Pontecesures.
«Descubrín que hai unha chea de xente que ten o meu número de teléfono,
e cada día recibo ducias de chamadas de xente que me di, ‘alcalde, podo
ir ata a finca?’, ‘podo ir botarlle de comer aos animais?’, ‘podo ir
poñer patacas’».
El número de ejemplos es enorme. A fin de
cuentas, Pontecesures es una pequeña ciudad con alma rural. Buena parte
de sus habitantes residen en el casco urbano, pero mantienen la
costumbre de ir a trabajar las fincas que se diseminan alrededor del
puñado de calles que da forma al pueblo. La respuesta del alcalde suele
estar llena de matices. «O primeiro que lles pregunto é se é
imprescindible o que di que ten que facer. Se é realmente necesario,
porque estamos nun estado de alarma e isto non é unha broma», explica el
regidor.
En Pontecesures, donde la Guardia Civil
hace controles diarios para disuadir a quienes tienen ganas de saltarse
la orden de confinamiento, se han tramitado ya seis expedientes contra
personas que han hecho, precisamente, eso: salir a la calle sin razón
justificada. «Temos dende xente de Santiago que veu de visita a
Pontecesures para pasar o rato, ata xente que sae á rúa, presumiblemente
para traficar con sustancias ilegais».
No deberían tomarse a broma ni la orden de confinamiento ni el riesgo que corren al saltársela: un vilagarciano ha sido condenado a cien días de cárcel por hacerlo.
Andrés Quintá Cortiñas está ingresado en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. El afamado empresario, cabeza visible de Extrugasa y el Grupo Quintá, dio positivo por coronavirus Covid-19.
La familia dice que no es grave, pero la preocupación existe en el Concello de Valga,
donde está plenamente asentado, como hijo adoptivo, y donde montó su
imperio. Pero también en localidades vecinas como Padrón, donde nació, y
en otros muchos municipios de las comarcas de Caldas,
Barbanza, O Sar, Santiago y O Salnés, a las que está estrechamente
ligado profesionalmente y a las que pertenecen muchos de los más de setecientos trabajadores de su industria.
La
noticia sobre la hospitalización del laureado empresario se extendió
rápidamente en las últimas horas, sobre todo porque la plantilla de
Extrugasa está al tanto de ello y no deja de interesarse por su estado
de salud, al igual que hacen desde el Concello de Valga.
Hay que tener presente que Andrés Quintá es un hombre muy popular que además tiene una importante presencia mediática en la actividad cultural, social y económica del Bajo Ulla y de toda Galicia.
Una de sus últimas apariciones públicas, el mes pasado
Sin
ir más lejos, a principios del mes pasado participó en el almuerzo
oficial que organiza cada año el Concello de Valga para reunir a
empresarios y políticos; un encuentro de confraternidad que contó con la
presencia de algunos de los más importantes patronos de la comarca,
como siempre arropados por alcalde, José María Bello Maneiro, y esta vez
también por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el conselleiro de Economía.
Quintá se mostró entonces tan activo como lo fue siempre. Y se dejó ver como es, un hombre extrovertido, campechano y sencillo, al que le gusta hablar de historia y recordar cómo levantó su imperio, capaz de exportar a medio mundo el 60% de su producción para dar servicio a sectores como el naval, ferroviario, industrial, aeronáutico, arquitectura o construcción.
Un referente en Galicia
A
base de esfuerzo, Andrés Quintá se convirtió en uno de los empresarios
más importantes de Galicia, situando a su empresa estandarte, Extrugasa,
entre las más significativas del mundo dentro de su sector, el de extrusionados de aluminio.
A
través de dicha firma y del Grupo Quintá, el afamado empresario también
se convirtió en un importante benefactor, colaborador habitual del
Concello de Valga en todo tipo de iniciativas socioculturales, al igual que patrocinador de clubes de fútbol y baloncesto, entre otras disciplinas deportivas.
En las fiestas populares y con la cultura
Es un hombre que disfruta asistiendo a fiestas
como la de la empanda de maíz, en la parroquia valguesa de Cordeiro, y a
la exaltación anual de la anguila y la «caña do país», también en
Valga.
El artífice del
imperio Quintá es, en definitiva, un hombre del pueblo que participa
activamente del día a día de su localidad y de la comarca.
Un hombre que presume de haber disfrutado siendo joven «de la buena música de las verbenas, reuniones y comidas familiares y con amigos«,
de ahí que no dude en respaldar este tipo de acontecimientos que, como
la Mostra da Caña do País, «nos dan un respiro y ayuda necesaria para
continuar luchando y trabajando».
Quintá en la fiesta de su 80 cumpleaños, el pasado verano.
Un hombre concienciado
«Las fiestas gastronómicas son un importante difusor de los productos ecológicos que deberían marcar la base de una alimentación sana», explicaba Andrés Quintá en una entrevista concedida a FARO el pasado verano.
Y abundaba en ello diciendo que es «una de las asignaturas pendientes de este siglo, en las que el sobrepeso y la obesidad infantil son verdaderas epidemias causadas por una alimentación precaria a base de alimentos ultra-procesados».
Promotor turístico del Concello
Se pronunciaba así con tanta firmeza como la que emplea cuando promociona turística y empresarialmente al Concello de Valga.
Una postura que, en buena lógica, mantiene al referirse a su buque insignia, Extrugasa; empresa en la que «siempre nos hemos preocupado por luchar a diario e invertir los beneficios de nuestra facturación en investigación y desarrollo de nuevos productos demandados por el mercado».
Quintá, al lado del alcalde, en la pasada comida de Navidad.
Ese
es Andrés Quintá, un hombre que tanto habla de la siembra del trigo en
una parcela de Valga, para enseñar a los niños cómo se cultivaba el
campo antaño, como de las exportaciones de aluminio realizadas por su
empresa a medio centenar de países.
«Esfuerzo, modestia y aprendizaje»
Y
es que «Extrugasa surgió del esfuerzo de personas emprendedoras con
visión de innovación que supimos adaptarnos a la transformación de la
industria y arquitectura», enfatiza el empresario siempre que tiene
oportunidad.
Lo tiene claro,
como claro tiene el secreto de su éxito: «Modestia, aprendizaje y
esfuerzo». Esas son las «guías fundamentales para lograr el éxito «
de las que suele hablar para referirse a la filosofía de su empresa,
asentada en un espacio de 400.000 metros cuadrados, con 112.000
construidos, en el que se generan 750 empleos directos y se facturan más de cien millones de euros al año.
Pero
Andrés Quintá no solo piensa en su pueblo y su empresa. También se
implica al máximo en el desarrollo de su comarca y de toda Galicia.
Prueba de ello es que, como presidente de la asociación empresarial del
Ulla-Umia, en el almuerzo de trabajo desarrollado en febrero ya expuso
al presidente de la Xunta que es fundamental «lograr una mayor internacionalización de nuestra actividad empresarial y prestigiar la marca Galicia y la marca España»,
lo cual se logra, a su juicio, «a base de la cultura del trabajo y de
la calidad de nuestros productos, planificando el futuro de nuestra sociedad a partir de la educación y la formación«.
Formación
Defendía así el papel del binomio Universidad-Empresa,
convencido de que «deben ir de la mano para adecuar la preparación de
nuestros jóvenes a las necesidades del mañana de nuestras empresas».
Esto lo llevaba a reivindicar más inversión en I+D+i, tratando de «convertir
nuestras facultades de Ingeniería en auténticos laboratorios
tecnológicos que eviten la llamada fuga de cerebros hacia la
emigración».
Andrés Quintá incluso animaba entonces a los demás empresarios a «asistir a ferias internacionales, muestras tecnológicas, simposios formativos y centros expositivos de interés mundial «. Es decir, a «salir, ver mundo y conocer lo que hacen otros para inspirarnos en ellos y superarlos».
Reclamaciones ante Feijóo
En
aquella ocasión Quintá también reclamó a Feijóo medidas de apoyo a los
emprendedores y la concesión de premios a la exportación. Además de
quejarse de las «enormes cargas fiscales y burocráticas que asfixian a empresarios y trabajadores».
Por
todas estas razones, y muchas más, Andrés Quintá es un empresario de
éxito cuyo estado de salud preocupa a muchos ciudadanos.
Por el momento, lo que sostienen en la propia empresa y en el Concello de Valga es que está estable, dentro de la gravedad de la situa
Andrés Quintá Cortiñas está ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. El afamado empresario, cabeza visible de Extrugasa y el Grupo Quintá, dio positivo por coronavirus COVID_19, por lo que permanece entubado en la citada unidad médica en estado grave.
La preocupación es máxima en el Concello de Valga, donde está plenamente asentado, como hijo adoptivo, y donde montó su imperio.
Pero también en localidades vecinas como Padrón, donde nació, y en otros muchos municipios de las comarcas de Caldas, Barbanza, O Sar, Santiago y O Salnés,
a las que está estrechamente ligado profesionalmente y a las que
pertenecen muchos de los más de setecientos trabajadores de su
industria.
La noticia sobre la hospitalización del laureado empresario
se extendió rápidamente en las últimas horas, sobre todo porque la
plantilla de Extrugasa está al tanto de ello y no deja de interesarse
por su estado de salud, al igual que hacen desde el Concello de Valga.
Hay que tener presente que Andrés Quintá es un hombre muy popular que además tiene una importante presencia mediática en la actividad cultural, social y económica del Bajo Ulla y de toda Galicia.
Una de sus últimas apariciones públicas, el mes pasado
Sin ir más lejos, a principios del mes pasado participó en el almuerzo oficial que organiza cada año el Concello de Valga para reunir a empresarios y políticos; un encuentro de confraternidad que contó con la presencia de algunos de los más importantes patronos de la comarca,
como siempre arropados por alcalde, José María Bello Maneiro, y esta
vez también por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el
conselleiro de Economía.
Quintá se mostró entonces tan activo como lo fue siempre. Y se dejó ver como es, un hombre extrovertido, campechano y sencillo,
al que le gusta hablar de historia y recordar cómo levantó su imperio,
capaz de exportar a medio mundo el 60% de su producción para dar
servicio a sectores como el naval, ferroviario, industrial, aeronáutico,
arquitectura o construcción.
Un referente en Galicia
A
base de esfuerzo, Andrés Quintá se convirtió en uno de los empresarios
más importantes de Galicia, situando a su empresa estandarte, Extrugasa, entre las más significativas del mundo dentro de su sector, el de extrusionados de aluminio.
A través de dicha firma y del Grupo Quintá, el
afamado empresario también se convirtió en un importante benefactor,
colaborador habitual del Concello de Valga en todo tipo de iniciativas
socioculturales, al igual que patrocinador de clubes de fútbol y baloncesto, entre otras disciplinas deportivas.
En las fiestas populares y con la cultura
Es
un hombre que disfruta asistiendo a fiestas como la de la empanda de
maíz, en la parroquia valguesa de Cordeiro, y a la exaltación anual de
la anguila y la «caña do país», también en Valga.
El artífice del imperio Quintá es, en definitiva, un hombre del pueblo que participa activamente del día a día de su localidad y de la comarca.
Un hombre que presume de haber disfrutado siendo joven «de la buena música de las verbenas, reuniones y comidas familiares y con amigos«,
de ahí que no dude en respaldar este tipo de acontecimientos que, como
la Mostra da Caña do País, «nos dan un respiro y ayuda necesaria para
continuar luchando y trabajando».
Quintá en la fiesta de su 80 cumpleaños, el pasado verano.
Un hombre concienciado
«Las
fiestas gastronómicas son un importante difusor de los productos
ecológicos que deberían marcar la base de una alimentación sana»,
explicaba Andrés Quintá en una entrevista concedida a FARO el pasado
verano.
Y abundaba en ello diciendo que es «una de las asignaturas pendientes de este siglo, en las que el sobrepeso y la obesidad infantil son verdaderas epidemias causadas por una alimentación precaria a base de alimentos ultra-procesados».
Promotor turístico del Concello
Se pronunciaba así con tanta firmeza como la que emplea cuando promociona turística y empresarialmente al Concello de Valga.
Una postura que, en buena lógica, mantiene al referirse a su buque insignia, Extrugasa; empresa en la que «siempre nos hemos preocupado por luchar a diario e invertir los beneficios de nuestra facturación en investigación y desarrollo de nuevos productos demandados por el mercado».
Quintá, al lado del alcalde, en la pasada comida de Navidad.
Ese
es Andrés Quintá, un hombre que tanto habla de la siembra del trigo en
una parcela de Valga, para enseñar a los niños cómo se cultivaba el
campo antaño, como de las exportaciones de aluminio realizadas por su
empresa a medio centenar de países.
«Esfuerzo, modestia y aprendizaje»
Y
es que «Extrugasa surgió del esfuerzo de personas emprendedoras con
visión de innovación que supimos adaptarnos a la transformación de la
industria y arquitectura», enfatiza el empresario siempre que tiene
oportunidad.
Lo tiene claro, como claro tiene el secreto de su éxito: «Modestia, aprendizaje y esfuerzo». Esas son las «guías fundamentales para lograr el éxito»
de las que suele hablar para referirse a la filosofía de su empresa,
asentada en un espacio de 400.000 metros cuadrados, con 112.000
construidos, en el que se generan 750 empleos directos y se facturan más
de cien millones de euros al año.
Pero Andrés Quintá no solo piensa en su pueblo y su empresa. También se implica al máximo en el desarrollo de su comarca y de toda Galicia.
Prueba
de ello es que, como presidente de la asociación empresarial del
Ulla-Umia, en el almuerzo de trabajo desarrollado en febrero ya expuso
al presidente de la Xunta que es fundamental «lograr una mayor internacionalización de nuestra actividad empresarial y prestigiar la marca Galicia y la marca España»,
lo cual se logra, a su juicio, «a base de la cultura del trabajo y de
la calidad de nuestros productos, planificando el futuro de nuestra
sociedad a partir de la educación y la formación».
Formación
Defendía
así el papel del binomio Universidad-Empresa, convencido de que «deben
ir de la mano para adecuar la preparación de nuestros jóvenes a las
necesidades del mañana de nuestras empresas».
Esto lo llevaba a reivindicar más inversión en I+D+i, tratando de «convertir nuestras facultades de Ingeniería en auténticos laboratorios tecnológicos que eviten la llamada fuga de cerebros hacia la emigración».
Andrés Quintá incluso animaba entonces a los demás empresarios a «asistir a ferias internacionales, muestras tecnológicas, simposios formativos y centros expositivos de interés mundial». Es decir, a «salir, ver mundo y conocer lo que hacen otros para inspirarnos en ellos y superarlos».
Reclamaciones ante Feijóo
En
aquella ocasión Quintá también reclamó a Feijóo medidas de apoyo a los
emprendedores y la concesión de premios a la exportación. Además de
quejarse de las «enormes cargas fiscales y burocráticas que asfixian a
empresarios y trabajadores».
Por todas estas razones, y muchas más, Andrés Quintá es un empresario de éxito cuyo estado de salud preocupa a muchos ciudadanos.
Por el momento, lo que sostienen en la propia empresa y en el Concello de Valga es que está estable, dentro de la gravedad de la situación.
Tras un periplo por médicos, el domingo Sanidad le confirmó el positivo // «Sigo todas las indicaciones, no he contagiado a nadie».
Es el primer infectado por el coronavirus del que se tiene
conocimiento en la comarca de Caldas, aunque su contagio no se produjo
aquí, sino en Madrid, donde vive y trabaja. Se trata de Anxo Moreiras,
un joven de 21 años al que el domingo pasado, y tras un periplo por
médicos y ambulatorios, el Ministerio de Sanidad le confirmó que había
dado positivo en el test del covid-19. Tras hablar con sus padres,
decidió que lo mejor era pasar la cuarentena en el domicilio familiar,
en Pontecesures, donde permanece confinado desde el lunes.
El
joven, que hubiera preferido permanecer en el anonimato, cuenta su
historia con todo detalle. Vive, con otros compañeros de piso, en el
barrio madrileño de Malasaña, y su calvario empezó hace ya diez días.
«El miércoles de la semana pasada cuando iba para el trabajo me encontré
mal y decidí ir al centro médico de la calle Sepúlveda. Allí el médico
me dijo que era un cuadro vírico. Al día siguiente me fui a trabajar,
pero las molestias eran peores. El jueves empezaba a tener fiebre y me
dolía la garganta. Volví al ambulatorio y me dijeron que tenía placas y
me mandaron antibióticos».
Su estado empeoró el viernes y el sábado, hasta que el domingo
se asustó. «Me desperté a las 6.30 de la mañana con pulsaciones muy
altas y muchos temblores, así que llame al 061, pero me dijeron que
volviera a mi centro de salud, y allí el médico decidió llamar a una UVI
móvil. No se ponían de acuerdo, y no me querían mandar al hospital, así
que fui por mi cuenta al Hospital San Carlos. Allí me hicieron una
placa y una analítica y salí con una cuarentena preventiva».
En el hospital no le confirmaron si se había contagiado con el
coronavirus, «incluso me dijeron que podía volver a la casa de mis
padres tomando precauciones, como ponerme la mascarilla» relata. El
mismo domingo le llamaba el Ministerio de Sanidad para confirmar que
había dado positivo en el test del covid-19. Como no le prohibieron
viajar, decidió junto a sus padres que pasaría en mejores condiciones la
cuarentena en el domicilio familiar. «Y desde el lunes estoy en
Pontecesures. No salgo de la habitación para nada, por precaución,
usamos platos desechables, no mantenemos ningún tipo de contacto.
Llevamos las medidas de prevención al extremo para evitar problemas. Ni
mis padres ni mi hermana se han contagiado», asegura.
Aunque los médicos le dijeron que 24 horas después de no tener
ningún síntoma podría ya salir a la calle, «prefiero esperar, por
responsabilidad y precaución unos cuantos días». «Ahora estoy
asintomático, me encuentro bien, pero mientras no me den de alta
prefiero estar tranquilo. Sigo manteniendo contactos con mis médicos y
también con el hospital de Santiago».
Anxo quiere mandar un mensaje de tranquilidad. «Yo a los ciudadanos les recomiendo calma. Esto no dejar de ser una gripe y no hace falta una histeria colectiva, porque con eso corremos el peligro de que la Sanidad se sature, se colapse, y eso si que sería más peligroso».
O Concello de Valga ven de convocar a XXI edición do Premio de
Investigación Xesús Ferro Couselo. Os traballos poden presentarse ata o
día 15 de xuño nas dúas modalidades habituais. Á primeira, dotada con
4.000 euros, poden concorrer traballos de investigación de ámbito
galego, dentro das especialidades de etnografía, paleografía,
numismática, arqueoloxía, historia e historia da arte. As obras deben
estar escritas en galego e ser inéditas, cunha extensión dun mínimo de
50 folios e un máximo de 300. Na segunda modalidade convócase unha bolsa
de estudos para proxectos centrados en estudos históricos, etnográficos
ou sobre persoeiros do municipio de Valga. Os participantes deben
presentar un guión razoado no que detallen os obxectivos que pretenden
acadar co traballo, a metodoloxía a empregar e as distintas fases de
realización. Esta bolsa está dotada con 3.000 euros. O 25% desta
cantidade entregarase unha vez fallado o premio e o 75% restante ao
remate do traballo.
Os participantes deben dirixir os seus traballos ao Rexistro do Concello entregando do o orixinal e cinco copias en tamaño folio, mecanografados a dobre espazo por unha soa cara. É imprescindible presentar os traballos baixo un lema.
A mostra sobre o seu legado no pazo compostelán, no que o artista soñou con poder expoñer o seu traballo, podería ser o xerme dun Museo da Vangarda Histórica.
Moi preto do que foi o seu estudo durante a maior parte da súa vida,
na compostelá rúa do Vilar; asentado na praza do Toural pola que tantas
veces camiñou, o pazo de Bendaña acolle durante todo este ano a
exposición Carlos Maside. Patrimonio de Galicia, na que se poden ver as obras do legado do artista adquiridas polo Consorcio de Santiago e a Deputación Provincial da Coruña.
Unha
mostra que resulta moi especial, xa que el sempre imaxinou que a súa
obra puidera permanecer na capital galega e ser exposta ao público no
pazo de Bendaña, nun lugar tan familiar e admirado polo artista, e parte
integrante dunha Compostela que el definía como «unha cuestión de
espazo», e da que pintou rúas e prazas en non poucas ocasións.
Por tanto, desta forma e grazas á iniciativa da Fundación Eugenio
Granell, faise así realidade, case 62 anos despois do seu falecemento,
un desexo expresado en numerosas ocasións ao seu sobriño Julio Maside,
co que paseaba cada día polo entorno da cidade.
Aberta ata o 31 de decembro na primeira sala do museo, a Philip West,
pódese percorrer de martes a venres, en horario de mañá e de tarde, e
todos os sábados pola mañá, ata o próximo 31 de decembro, agás os
festivos.
Nela, os visitantes terán ocasión de observar obras de referencia da súa traxectoria artística como os óleos Mercado (1950), Paisaxe de Compostela (1931), Tenda (1933), Cacharreira (1942) ou Lavandeiras (1953).
Xunto a eles, o seu autorretrato de 1937, un pastel sobre papel, e gouaches como Dúas paisaxes e Xardas, así como lapis e pasteis da primeira metade dos anos corenta como A nena do libro, Dúas nenas, Nena coa man no peito ou Arrolando a moneca.
Un conxunto de pezas enmarcadas no período que vai desde o cadro de 1930 Muller sentada
-aínda que este por agora está exposto temporalmente en Vigo e se
espera incorporar máis tarde á mostra compostelá- ata o do ano 1953 Lavandeiras.
Completan a exposición na Granell diversa documentación e libros da
biblioteca da entidade museística relacionados con Carlos Maside. Un
artista ao que Eugenio Granell refírese no seu libro Memorias de Compostela. Visión orlada por estrellas, islas, árboles y antorchas,
no que conta como o seu irmá Mario foi animado por Maside, «o pintor
máis colorista na súa arte entre os que había en Santiago», a realizar
una exposición na rúa do Vilar en 1928.
De feito, a mostra sobre o legado do de Pontecesures enmárcase nas
actividades que a fundación leva anos realizando, como maratóns de
lectura sobre escritores dos inicios do século XX e a época da
República, aos que Granell coñecía e admiraba, entre os que tamén
estaban Antón Avilés de Taramancos, Manuel Lugrís, Valle-Inclán, Manuel
Antonio, Antonio Fraguas e Carballo Calero.
Unha mostra que, tendo en conta que amosa o legado adquirido pola
Deputación da Coruña, podería servir para impulsar a creación dun Museo
da Vangarda Histórica que incluíra obras dos seus compañeiros Arturo
Souto e Manuel Colmeiro.
Ademais dun gran reclamo turístico, suporía poñer a pintura galega
contemporánea ao nivel que lle corresponde, partindo do traballo do
impulsor da chamada Arte Nova, o novo realismo que Maside promove desde
Galicia.
Gran referente da arte renovadora durante a primeira metade do s. XX
Gran referente da arte renovadora, Carlos Maside foi debuxante de viñetas en diferentes xornais e ilustrador de libros.
Becado pola Deputación de Pontevedra, viaxa a Madrid e París, onde entra en contacto coas vangardas históricas.
Evoluciona desde unha obra delicada hacia perfís duros e angulosos,
apartándose da influencia de Castelao, o seu mestre e mentor, para
aproximarse aos grabados xilográficos dos expresionistas alemáns.
O carácter ornamental da estampa xaponesa inflúe na súa creatividade,
ao igual que a estética do modernismo, e o cromatismo protagoniza a súa
obra.
Vai imprimindo unha profunda volumetría, nun argumento novedoso para a
época, amosando unha concepción pictórica que se rebela contra o
academicismo.
A súa obra empeza xa a ser considerada polos especialistas pedra angular da xeneración dos pintores renovadores galegos.
A Guerra Civil e a ditadura levan a moitos dos seus compañeiros ao
exilio, aínda que con algúns deles manterá unha estreita relación
epistolar, como é o caso de con Luís Seoane.
Será esta unha época moi dura para Maside, ao que lle quitan a
cátedra como profesor e lle impiden expoñer a súa obra, pero o artista
decide permanecer en Galicia, alegando que prefire morrer na súa terra,
admirando a súa paisaxe e preto da súa nai, antes que ter que vivir no
estranxeiro, aínda que fora moito mellor do que o estaba a facer.
Unha terra desde a que proclama o novo realismo, plasmando imaxes que «unidas unhas con outras compoñen o gran mural da vida moderna, da historia presente; imaxes que compoñen a súa utopía de Galicia», en palabras da súa biógrafa María Esther Rodríguez Losada.